como un intento de ampliar las posibilidades de la participación en

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TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ
Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL
como un intento de ampliar las posibilidades de la participación en la vida social,
una oferta de alternativas al comportamiento criminal”. Pues, como bien apuntan
las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas por el Primer
Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente: “el Àn y la justiÀcación de las penas y medidas privativas de libertad
son, en deÀnitiva, proteger a la sociedad contra el crimen. Sólo se alcanzará este Àn
si se aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible, que
el delincuente, una vez liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer sus
necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo”.
3. Establecido el anterior marco conceptual, corresponde ahora determinar si
el aumento de la pena prescrito por el art. 2 de la Ley Transitoria de Emergencia
contra la Delincuencia y el Crimen Organizado es violatorio del art. 27 Cn. A tal
Àn, no debe olvidarse que, como se ha sostenido antes en la presente sentencia, las
medidas estatales para el combate de la criminalidad deben sujetarse a principios
racionales, entre ellos el de proporcionalidad.
De tal principio se habla ya en el art. 8 de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, según el cual “la ley no debe establecer otras penas que
las estricta y evidentemente necesarias”. Y actualmente es reconocido por la doctrina
que tal principio implica: (a) la idoneidad de los medios empleados -en el sentido que
la duración e intensidad de los mismos deben ser los exigidos por la Ànalidad que
se pretende alcanzar-; (b) necesidad de tales medios-en el sentido que se debe elegir
la medida menos lesiva para los derechos fundamentales, es decir, la que permita
alcanzar la Ànalidad perseguida con el menor sacriÀcio de los derechos e intereses
del afectado-; y (c) la ponderación de intereses, a Àn de determinar la existencia de
una relación razonable o proporcionada de la medida con la importancia del bien
jurídico que se persigue proteger.
4. EspecíÀcamente en lo relativo a la pena, el principio se maniÀesta en la
predeterminación -legislativa- y la aplicación -judicial- de la pena privativa de
libertad, sólo y estrictamente en la medida y grado necesarios para que la pena
cumpla con su Àn esencial, sin desnaturalizar su carácter utilitario o instrumental en
relación a tales Ànes. El agravamiento de la misma, de forma tal que exceda la medida
o el grado necesarios para el cumplimiento de sus Ànes, deviene en inconstitucional,
por violentar la función de la pena privativa de libertad preceptuada en el art. 27 Cn.
Finalmente, en relación a tal principio se debe decir que el mismo no se reduce
al ámbito de la aplicación de la ley -lo cual corresponde el Órgano Judicial-, sino
que parte desde la formulación de la norma que construye el tipo penal, función
que -en virtud del principio de legalidad- le corresponde al Órgano Legislativo.
Es, por tanto, errónea la consideración según la cual es al juzgador a quien le
corresponde, haciendo uso de la sana crítica, ponderar y medir la razonabilidad y
proporcionalidad de la pena, ya que tal función se ve considerablemente reducida si
la ley penal ya le ha determinado al juzgador un parámetro desproporcionado para la
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