el a.t. ante la redacción de proyectos

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EL A.T. ANTE LA REDACCIÓN DE PROYECTOS
2009
EL ARQUITECTO TÉCNICO ANTE LA REDACCIÓN DE PROYECTOS
Si alguna ventaja tiene elegir la carrera de Arquitectura Técnica es sin duda lo polifacética
que resulta, lo que implica que cualquier titulado en esta profesión puede tener ante sí un
importante abanico de posibilidades laborales, sin embargo parece que desde nuestras
escuelas se fomenta la idea de que prácticamente nuestra labor consiste casi en exclusiva
en la dirección de la ejecución material de las obras, idea ésta que disto mucho de
compartir.
Al hacer esta afirmación tengo que advertir que, dentro de la profesión, me considero un
caso atípico porque mi visión de nuestra carrera pasa por un desarrollo personal y particular
de la misma, dentro del ámbito de nuestras atribuciones, sin considerar en ningún caso la
subordinación de nuestro trabajo al de otros profesionales, posición que desde luego no es
compartida por gran número de compañeros.
Desde ese particular punto de vista no podrá extrañar, pues, mi convencimiento de que una
de las mayores trabas de nuestro desarrollo profesional y competencial venga derivada de
esa visión tan asumida de considerar nuestra labor como el complemento de la de otros
técnicos, por más que eso pueda resultar cómodo y rentable para muchos de nosotros.
Incluso iría más lejos al afirmar que el gran desconocimiento que existe en la sociedad de
nuestra profesión se basa en buena medida en que, al realizar nuestra labor dentro de
despachos ajenos al nuestro, los clientes que a él llegan lo son del titular del despacho, del
que nosotros sólo somos unos subordinados, por lo únicamente podemos tener una relación
secundaria con ellos.
Por eso considero que para difundir el conocimiento y valoración de nuestra carrera
debemos primero mentalizarnos de que somos técnicos independientes y que debemos
trabajar de cara al público, sin mediación de otros titulados, por lo que siempre animo a los
alumnos de mis cursos a establecer sus propios despachos, solos o en asociación con otros
colegas, desde los que colaborar, en condiciones de igualdad, con cualquier otro profesional
del sector.
Ello implica que si los clientes son captados en nuestro despacho seremos nosotros los que
impondremos las condiciones de colaboración con los otros técnicos y no al revés como
sucede actualmente. Es sabido que el que aporta el cliente está en posición de fuerza para
negociar.
Ante esta nueva perspectiva profesional libre de sujeciones el arquitecto técnico debe
afrontar su profesión ofreciendo al público todo el amplio abanico de posibilidades que su
titulación le permite sin las restricciones típicas tradicionales, lo que le obligará
evidentemente a una preparación adicional a la recibida en la universidad,
fundamentalmente en lo que a la firma de proyectos personales se refiere.
Aunque el campo proyectual del arquitecto técnico es evidentemente muy reducido no es
menos cierto que cada día se aprecia el incremento de nuevos compañeros que deciden
hacer de esta parte de sus atribuciones el objetivo principal de su ejercicio profesional ya
que en determinadas poblaciones existe demanda suficiente de este tipo de servicios
referido fundamentalmente a los siguientes campos:
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Apertura de Actividades
Acondicionamiento y Reforma de Locales y Viviendas
Planes de Emergencia
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Cambios de Uso
Interiorismo
Piscinas, elementos deportivos y su entorno, etc.
Lo que se complementa con otras actividades no menos importantes en lo que se refiere a
la facturación final del despacho como pueden ser
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Dictámenes periciales
Tasaciones
Control de Calidad
Otras intervenciones variables según los gustos y preparación de cada técnico.
Cualquier lector avezado se habrá dado cuenta de que en situaciones de crisis como la que
atravesamos estas actividades representan una importante alternativa a la dirección de obra
convencional permitiendo seguir ejerciendo nuestra profesión sin depender tanto de los
vaivenes del mercado.
Como complemento a los actuales planes de estudios que suelen dejar al arquitecto técnico
con pocos recursos a la hora de afrontar encargos de este tipo, desde el año 95, comencé a
impartir cursos sobre algunas de esas materias, que gracias a la indulgencia de los cientos
de compañeros asistentes y a la de sus colegios respectivos, se siguen repitiendo todavía.
Después de esta larga experiencia he podido constatar las carencias habituales que se
observa en nuestra profesión cuando decidimos enfrentarnos a este tipo de encargos
debidas fundamentalmente a las insuficiencias formativas de nuestra carrera.
Me centraré en este artículo en los Proyectos de Apertura de Actividades, de los que suelo
comentar en mis cursos que es muy habitual que constituyan uno de los primeros encargos
que recibe un arquitecto técnico cuando termina la carrera, pues todo el mundo tiene un
amigo, pariente o conocido que piensa abrir algún tipo de negocio y que nos ofrece esa
posibilidad. De la misma manera en muchas ocasiones el encargo de este proyecto va unido
no sólo con el de Acondicionamiento o Reforma del Local sino también al correspondiente
Plan de Emergencia.
El resultado de esta primera experiencia nunca suele ser todo lo satisfactorio que cabría
esperar, porque los actuales planes de estudio están basados, no sobre nuestras
atribuciones al completo, sino sobre una parte muy sesgada de las mismas, con lo que el
nuevo profesional suele quedar bastante indefenso ante este primer encargo.
La problemática con la que se encuentran abarca desde la simple concepción del local, ya
que habitualmente no se enseña al arquitecto técnico a proyectar, hasta el conocimiento y la
aplicación de la normativa relacionada. Así es fácil observar, cuando realizamos las
prácticas finales en los cursos de esta especialidad, que muchos alumnos tienen verdaderas
dificultades para encajar una planta de una dificultad mediana a partir de un determinado
programa de necesidades que se les facilita.
Esta situación viene derivada evidentemente de la carencia de experiencias previas en este
tipo de trabajos, al estar habituados, tanto los veteranos como los noveles, a trabajar sobre
planos facilitados y elaborados por otros técnicos. Si a esto se suma la influencia que sobre
la distribución de la planta tienen los condicionantes normativos, muchas veces poco
conocidos debido a la primacía que en nuestra educación siempre se ha dado a la dirección
de obra, el resultado es perfectamente entendible.
Así se observa, hablando por ejemplo de la protección contra incendios, una gran dificultad
relativa a la decisión de prescribir sectores de incendio, a realizar distribuciones adecuadas
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que nos permitan cumplir las distancias de evacuación o a la aplicación de las medidas
activas contra incendio, ignifugaciones, etc.
Otro importante caballo de batalla viene derivado de la falta de conocimientos relacionados
con la acústica, desde la simple concepción de los elementos constructivos para evitar la
emisión o inmisión de niveles sonoros de acuerdo a la normativa vigente, hasta el cálculo
de muros, techos o suelos adaptados al tipo de actividad en estudio.
De la misma manera, aunque evidentemente de menor nivel, encontramos problemas en la
aplicación de la normativa de accesibilidad, derivados de la falta de recursos para diseñar
los accesos a los locales u oficinas en estudio ya se trate de rampas, plataformas
elevadoras, ascensores, etc., por no hablar de la difícil conciliación entre el cumplimiento de
esta normativa y la de protección contra incendios.
Capítulo aparte merece el apartado de instalaciones, por ejemplo en las de ventilación o de
climatización a la hora de distribuir los conductos o situar las máquinas, especialmente si
necesitan una sala especial, lo que vale igualmente para el caso de la calefacción, agua
caliente sanitaria, o para instalaciones eléctricas o de otro tipo. Realmente se observa a la
gente indefensa.
Para no seguir hablando de estas carencias profesionales podemos rematar el tema
comentando la nula formación que sobre aspectos estéticos hemos recibido, lo que resulta
altamente lamentable porque siempre he entendido que una salida natural de nuestra
profesión era la del interiorismo, ya que por formación somos capaces de llevar a cabo todos
los procesos constructivos necesarios en cualquier local, faltándonos una base teórica
importante sobre composición, teoría de color, texturas o iluminación, por citar solo algunas.
Ya en el Congreso Nacional de la Arquitectura Técnica de Granada presenté una ponencia
en la que hacía mención a que, a pesar de que nuestras atribuciones han recogido desde
siempre la facultad de intervenir en obras de decoración y de realizar los proyectos
correspondientes, nunca hemos estado presentes en ningún foro de debate relativo al
interiorismo, como si esto no fuera con nosotros, ni hemos solicitado nuestro reconocimiento
dentro de la Federación Internacional de Arquitectos/Diseñadores de Interior (I.F.I), como sí
han hecho los decoradores para nuestro sonrojo, lo que supone un completo aislamiento
internacional de nuestra profesión.
Por contra parece que las mentes pensantes que deciden sobre el porvenir de nuestra
profesión siempre han parecido apostar más por un arquitecto técnico proletarializado, lo
que he observo cada vez con mayor pesar.
La forma de luchar contra las carencias señaladas no es otra que el esfuerzo y el estudio,
como en cualquier otro campo, pero sí quiero hacer una afirmación final y es que cualquiera
puede comprobar que cuando acabamos el mejor edificio siempre notamos una sensación
agridulce porque por una parte sabemos que es el resultado de nuestro esfuerzo pero
también que hemos llevado a cabo el proyecto de otro, mientras que el acabar el más
pequeño local proyectado por nosotros nos dará una satisfacción personal y profesional no
comparable a ninguna otra.
Espero que los nuevos planes de estudio que surjan a partir de ahora con la nueva titulación
de Ingeniería de la Edificación acaben con los problemas citados y de una vez para siempre
el Arquitecto Técnica tenga reconocida su capacidad de proyectar sin estar mediatizado por
otras profesiones.
Fdo. Manolo Beltrán
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