Hora del upgrade Mesa para dibujo, lápiz, regla “T”, marcador o AutoCad, no importa, la herramienta de trabajo “creatividad”, esa sí, siempre será indispensable para cualquier arquitecto que quiere mantenerse activo. Sin embargo, no se puede cerrar los ojos para los grandes cambios que han ocurrido a lo largo de los últimos años en ese sector de actuación y que marca, en definitivo, el “modus operandi” de estos profesionales. Constantes actualizaciones, intensos cambios de informaciones, visión de mercado, network, agilidad, poder de compatibilidad y de estudiar viabilidades con resultados precisos, soluciones adecuadas al objetivo y a la funcionalidad del producto que se desea hacer, y, principalmente, exclusivismo son algunos de los ingredientes integrados a los ítenes de deseos que constructoras e incorporadoras buscan en un arquitecto... ¡Siempre es necesario sorprender positivamente al consumidor! Pues, más que un proyecto arquitectónico bien resuelto, lo que los inversionistas buscan actuamente es un profesional que se antecipe a los acontecimientos y sea participativo, sensible y con experiencia para mejor definir el concepto del producto junto a las figuras del consultor inmobiliario y del publicitario. Todavía se espera del arquitecto que use su visión conceptualmente múltiple, y no apenas técnica o empresarial de tiempos lejanos, para opinar acerca de lo que el mercado puede o no adquirir. Es un juego en el cual no se puede dejar márgenes para riesgos, así como ningún detalle puede pasar desapercibido, pues la sobrevida de esa gran caldera que mueve diariamente billones de reales en inversiones depende de ese “tiro al blanco”, donde el producto deberá estar tan perfecto como el objetivo a alcanzar, para que sus ventas tengan un resultado previsible y, si posible, inevitable, condicionada a la atracción, precisión, encantamiento y seguridad de retorno que se podrá dar. Quien entiende el mensaje y hace la tarea de casa como se debe segúramente tendrá más oportunidades de garantizar la larga vida de sus negocios, teniendo placer en lo que hace, o, mejor dicho, transformando el acto de proyectar en una realización de calidad hecha con placer y mucho amor.