Los mil rostros de la gran Elis Regina

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Espectáculos
Página 8/Sección 4/LA NACION
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Sábado 4 de agosto de 2007
Grabaciones
La página de los discos
Los mil rostros de la gran Elis Regina
Se editó una caja con tres DVD que recorren su historia y su obra, a 25 años de su trágica muerte
Elis Regina, voz afinadísima y llena
de secretas plasticidades: era engañosa
la suave agudeza de su timbre, que tan
pronto podía jugar al malabarismo
de la coloratura como descender a
la profundidad de los graves. Eran
engañosos también los arrebatos
coléricos y el genio cambiante que
le habían hecho ganar el mote de “Pimentinha”: Elis era pura sensibilidad
a la intemperie. Se exponía entera,
con sus inseguridades y sus certezas,
en el escenario y en la vida. Sólo que,
milagrosamente, sabía encauzar en
su arte ese inestable mundo interior
sin que las turbulencias empañaran
interpretaciones siempre próximas
a la perfección.
Quienes habían estado cerca de ella
sabían de su ternura y su vulnerabilidad mucho antes de que Rita Lee lo
expusiera con todas las letras: en 1976,
cuando estaba en prisión por posesión
de marihuana, la ex Mutante había
recibido una carta cariñosa y solidaria
de Elis, a quien casi no conocía; “Si ésa
es pimienta, se trata de una pimienta
muy dulce”, se dijo, y al poco tiempo
le dedicó “Doce de pimenta”, donde la
definía: “En el fondo soy optimista/
pero siempre pienso lo peor./Me cansa
esta vida de artista/mas cada vez el
placer es mayor”.
Lecciones
Porque esas contradicciones la
pintaban con exactitud, ha sido un
acierto de EMI titular como aquella
canción uno de los tres DVD de este
álbum que recupera su voz y su imagen
a 25 años de su trágica desaparición. Y
ha sido otro acierto aún mayor que el
contenido de la triple entrega alcance a
dar idea de la dimensión de esta artista
excepcional, modelo insoslayable para
las cantantes, más allá del género que
cultiven. Y también de músicos, porque ella estaba desde el principio en
la concepción de los arreglos, ideados
todos a partir del sentido del texto, de
su intención, del sonido y el peso de
cada palabra y de su engarce con la
melodía y el ritmo.
Imposible aludir una por una a las
más de cuarenta interpretaciones
contenidas en el pack. Pero puede
decirse que cada una de ellas agrega
otra pincelada a un retrato que elude
lo cronológico y busca abarcar sus
múltiples rostros. En el primer disco,
Na batucada da vida, a un curioso
apunte pop sobre los comienzos de
Elis –“Garoto último tipo”– sigue un
puñado de sabrosos sambas –“Ladeira
da preguiça”, “Folhas secas”–; un tramo
dedicado a Baden Powell –incluida su
insuperable versión de “Vou deitar e
rolar”–; una primera aparición de Tom
Jobim cantando el tema del título, y
lecciones varias de dicción,
musicalidad, fraseo (“Aguas de
marzo”), vigor dramático (“O
que tinha de ser”) y dominio del
ritmo, ejercicio en el cual era
una verdadera maestra.
En el segundo, Doce de
pimenta, que, por supuesto,
incluye un tramo junto a
Rita Lee, las joyas abundan.
Comienza soltando la voz
con dos temas de Milton Nascimento –“Conversando no
bar” y “Travesía”–; carga de
malicia el bolero –“Dois pra lá,
dois pra cá”–; se vuelve íntima
“Triste”, radiante en “Só tinha
con você” y crece en emoción cuando
aborda “Pois é” y comparte la escena
con el autor de su maravilloso texto,
Chico Buarque.
Su show más famoso, Falso brilhante, da título y sorprende en el comienzo
del tercer disco con un popurrí en el
que caben Discépolo, Piaf, Modugno y
travesuras líricas. Después, entre otras
perlas como su encuentro con Milton
(“Caxangá”) o con Fátima Guedes
(“Meninas da cidade”) y su último te-
LA COMPACTERA
ma grabado (“Me deixas louca”), hay
una llamativa versión de “São Vicente”
y otra de la conmovedora “Aos nossos
filhos”, grabada en exteriores. Los extras provienen de varias entrevistas
–una radial, muy curiosa– y recogen
el emotivo recuerdo de João Marcello
Bôscoli, su hijo mayor. Si se dice que
el aporte de César Camargo Mariano
es aquí decisivo, se comprenderá que
los registros corresponden al tiempo
más brillante de una carrera que fue,
Fernando López
* * *
■
Serrat por cubanos.
Segunda parte del disco Cuba
le canta a Serrat, en el que
varios artistas de la isla le
rinden tributo al catalán. Con
aires caribeños, versiones en
ritmo de son, boleros y guajiras
pasan temas inmortales como
“Bienaventurados”, “Cada loco con su tema”, “Esos locos
bajitos”, “Mediterráneo”, “La
saeta”, “Y el amor”. Del disco
doble participan, entre otros,
un seleccionado de intérpretes
de la vieja y nueva generación
cubana, como Carlos Varela,
Grupo Polo Montañez, Liuba
María Hevia, José Luis Cortez
y NG la Banda, Los Van Van;
Santiago Feliú; X Alfonso;
Sierra Maestra. Editó Radoszynsky Producciones.
* * *
■ Inéditos de Tamara
Castro. La cantante bonae-
rense, fallecida en un trágico
accidente en diciembre de 2006,
dejó varias grabaciones sin editar que su sello DBN acaba de
lanzar con el título Inéditos.
Son 16 canciones en las que
Tamara, fiel a ese estilo criollo
y romántico, desglosa temas de
autores como Milikota, Daniel
Toro y Horacio Guarany.
Las dos caras de un músico muy particular
Teresa Parodi
Mi nostalgia, mi pueblo; Pedro Canoero;
Pájaro del río; El otro país; Apurate José;
Lo que pueden los indios; Se puede, se debe; Bajo el cielo de Mantilla; La Celedonia
Batista, y otros (Sony-BMG)
Gabriel Plaza
El pack
contiene más
de 40 temas
En 1986, Antonio Carlos Jobim
recreó un puñado de sus éxitos ante
la complacida audiencia del Festival de Jazz de Montreal. Tuvo en
aquella jornada la mejor compañía:
la Banda Nova en la que revistaban
Jaques Morelenbaum, Danilo Caymmi, Paulo Jobim, Paulo Braga, Tião
Neto y un quinteto vocal conformado por Ana Lontra Jobim, Elizabeth
Jobim, Maúcha Adnet, Paula Morelenbaum y Simone Caymmi. Fueron
unos sesenta minutos de fiesta sonora en la que no faltaron los clásicos
–“Samba de uma nota só”, “Chega
de saudade”, “Agua de beber”,
“Wave”–; ni las obras de aliento
sinfónico o las creadas para el cine
–“Borzeguim”, “Gabriela”–; ni la
relectura de clásicos de su primera
época como “A felicidade”. Tampoco
faltó la inoxidable “Garota de Ipanema”, cuyas secretas bellezas desnuda un breve sector instrumental.
Al atractivo recorrido por la obra
del mayor compositor brasileño
de las últimas décadas, suma este
excelente DVD editado aquí por RP
Music y Random Records, tramos
de una entrevista realizada siete
años antes para la TV Educativa.
Allí, en su casa del jardín botánico
carioca, Tom se explaya en franco
diálogo con el periodista Roberto
D’Avila, sobre temas que le eran
entrañables: el respeto por la naturaleza, su preocupación por el
estado del mundo, su nostalgia de
Vinicius y, por supuesto, la música.
Casi una hora más para completar
el retrato de un artista insustituible
y disfrutar de su talento.
■ Mexicano. Se editó un
nuevo trabajo del cantautor
Aleks Syntek bautizado Lección de vuelo (EMI). El corte
del disco, “Intocable” hace
6 semanas que se mantiene
primero en el top ten de su país.
El álbum tiene 11 canciones
bien estribilleras, en las que
el músico azteca camina sin
problemas con influencias de
Juanes, Julieta Venegas y Coti
Sorokin. Un pop adolescente de
exportación y primaveral.
Lou Reed: entre Berlín y la meditación
Autobiografía
Pocas cantantes pueden darse el lujo de cantar sus clásicos y que éstos
suenen con la frescura de la primera
vez. Será por eso que en este trabajo
“autobiográfico” Teresa Parodi se
anima a recuperar sus temas más
emblemáticos en nuevas versiones
y mezclarlos con cuatro temas inéditos, para trazar
un recorrido por su
pasado y presente
testimonial. La historia de los inundados, los amores y la
nostalgia de los correntinos desplazados en las ciudades
aparecen en una fotografía lúcida y
poética. En el CD, también, se destacan los arreglos de Luis Gurevich, que
guía a la cantautora por una notable
labor interpretativa, explotando su
media voz en clásicos como “El otro
país”, “El cielo del albañil”, con Ramona Galarza, y “Las voces del río”,
con Liliana Herrero.
Dos horas
con Jobim
Tracks
Lucumi
Jesús Chucho Valdés
Jica, Dembo, Moane, Mambo influenciado, A Jessica, Osun, Adiva, Oyambo,
Amanecer (RP Music)
Un trabajo en el cual Chucho Valdés explora las raíces africanas de su
música. Además de su virtuosismo,
por momentos exacerbado, el músico
trabaja sobre diferentes patrones rítmicos y un vuelo melódico de increíble
belleza. Africa parece hablar detrás
de cada una de estas composiciones.
Un cuadro, por momentos potente, en
otros casi trágico, de la llegada de los
negros a América, en manos de los
traficantes de esclavos.
Lucumi es un trabajo auténtico,
a tal punto que lleva el nombre que
los esclavistas le daban al pueblo de
Ulkami, es decir, la cultura Yoruba,
de la cual Valdés es miembro.
César Pradines
Inesperados efectos de la
disciplina oriental. De la práctica,
consciente y seria, del Tai Chi.
Esa es quizá la explicación de las
últimas andanzas de Lou Reed.
Es que el ex Velvet Underground,
el que camina por el lado salvaje,
está de gira con el reeditado Berlín,
el sombrío álbum que él más amó
y acaba de sacar Hudson River
Wind Meditations. Editado por un
pequeñísimo sello, el disco trae
cuatro temas de música electrónica,
pero a años luz del caótico Metal
Machine Music. “Lo compuse
como un acompañamiento para la
meditación, el Tai Chi, el trabajo
corporal y para que suene como
fondo y reemplace la cacofonía con
unos sonidos nuevos y ordenados
de naturaleza impredecible.”
La gira y reedición de Berlín, en
cambio, tiene sabor a revancha. “Es
otro de mis discos que no vendió –le
dijo a The New York Times, dice respecto al álbum de 1973–. Traté de
usar ideas y técnicas de la novela
en el formato del rock”, señaló y
mencionó a William S. Burroughs,
Epígrafe epígrafe epígrafe
CREDITO
Reed, en una de las presentaciones recientes de Berlín
AP
Hubert Selby Jr., Allen Ginsberg y
Raymond Chandler, como modelos
literarios. “Suena pretencioso –agrega–, como a licenciado en literatura
inglesa, pero yo lo soy.”
Reed venía de grabar Transformer, su segundo álbum solista y
que, producido por David Bowie
y con temas como “Walk on the
Wild Side”, “Satellite of Love” y
“Perfect Day”, le había dado una
popularidad desconocida hasta entonces. Pero Berlín, esa ambiciosa
obra sobre la turbia y turbulenta
relación de una pareja de clase
baja, ella prostituta, él golpeador
y ambos adictos a las drogas, con
espeluznantes llantos de niños y esa
tristísima canción suicida que es
“The Bed”, fue un fracaso, cuando
todos esperaban el gran despegue de
Reed. Entendible cuando, confiesa,
eligió ese nombre, Berlín, porque
amaba la división en general, y
qué mejor símbolo que esa ciudad
partida en dos por un muro.
Ahora, más de treinta años después, Reed debe estar satisfecho.
Es que no sólo se reeditó el disco,
sino que se está dando el gusto de
mostrarlo, completo, en una serie de
shows por distintos puntos del mundo (lo siento, ninguna noticia de que
llegue a este puerto), convertido en
una performance multimedia, con
mucho de teatral, una banda de 30
músicos, y un coro de jóvenes.
Adriana Franco
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