Centauro Actor principal Posconvencional. El estadio del Self propio de los niveles 5 y 6. Alude a la metáfora del mismo nombre, seres salvajes y violentos, mitad hombre y mitad cuadrúpedos, que asolaban las tierras. Pero también seres, que sin ser divinos pero nobles y cultos, tenían a cargo la educación de los hijos de los reyes (Folón y Quirón). Quirón por sus habilidades se lo considera además el representante de la Medicina. Esta figura representa una encrucijada evolutiva. Tanto puede representar la persona dominada por su naturaleza inferior (pulsiones, Nivel 2) como orientada a lo superior (sentido, Nivel 6). Tendemos a emplear el término en función del segundo significado. El Centauro se caracteriza por estar frente a Desafíos. Estos son escenarios específicos, son al mismo tiempo, los obstáculos que le impiden avanzar y los peldaños que le van elevar si los emplea. Superarlos implica entrar en ellos, hacerse cargo y aprender a equilibrar los opuestos que contienen. El Modelo Epigenético de Eric Ericson se refiere a este tipo de dicotomías, que aparecen a lo largo de la vida e implican un proceso de toma de conciencia, maduración y desempeño. En el caso del Centauro, mencionamos algunas: Sentido, Responsabilidad, Lo Sagrado, Aprendizaje, Integración mente-­‐cuerpo, Intensidad, Goce. Referimos al lector interesado al libro Los Desafíos del Centauro (CCS Ediciones, Madrid 2008), en caso de querer profundizar en estos conceptos específicos. Veamos ahora dos aspectos importantes: el protagonismo y la victima. Protagonismo. Propiedad específica del Área Personal. Se refiere a la persona que se sabe responsable y se hace cargo de su vida, evita echar culpas a otros e intenta aprender de su propia conducta y consecuencias. El Protagonista vive (o al menos lo intenta) aprendiendo de cada experiencia. Ocupa el lugar interno del hacerse cargo, asumiendo control sobre lo que puede cambiar y soltando lo que no está en su mano modificar. Esto requiere luchar contra la inercia del ascenso y sus temibles guardianes: la queja, la autocompasión, el echar culpas, la ofensa, el orgullo y demás opositores. Solamente al emprender el ascenso obtenemos una visión más clara de ellos, normalmente invisibles y dueños de nuestra mente, influenciando permanentemente nuestras decisiones. Mientras no intentemos ascender, existe una relativa convivencia con estos opositores (en realidad hasta ese momento no son opositores; se transforman en ello en cuanto elegimos ascender). Víctima. Propiedad de los niveles Prepersonales. La persona que es incapaz de asumirse como responsable de las consecuencias de sus actos, echa culpas o busca depositar todo lo anterior en causas ajenas a sí mismo. Inevitablemente parte de la infancia, sin educación una Víctima jamás dejaría de serla. La educación mejor es la que nos prepara para el ascenso Epigenético (a través de la Escalera del Ser). No podemos considerar propiamente Integral cualquier educación que enfatice el desarrollo unilateral de la personalidad (intelectual vs. emocional, por ejemplo). Conceptos como el de Inteligencias Múltiples (H. Gardner) o los 6 Sombreros para Pensar (E. De Bono), o el conocido esquema de los hemisferios cerebrales (izquierdo racional, derecho intuitivo), señalan la necesidad de considerar seriamente en los programas educativos actuales la inclusión de herramientas de desarrollo de las “inteligencias” que componen nuestra personalidad total, no solamente las “clásicas” (racional, numérica, de memoria, etc.). De todas, es probable que dos sean las más importantes: la intuitiva/creativa, que apunta a la integración mente-­‐cuerpo y la interpersonal, que incorpora los recursos comunicacionales, empáticos, asertivos (saber defenderse y poner límites con altura), etc.