La Historia no deja finales abiertos

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Trabajo Final de Análisis
Una historia de amor manchada con tinta
Una mujer, muchos hombres. Su nombre lleno de frescura, Blanca Luz,
transitó por Latinoamérica, no tanto por sus trabajos literarios, sino más bien
por su historia de vida. Se encontró con Natalio Botana, un magnate del
periodismo del siglo XX quien con su diario mostró una nueva forma de
pensar el periodismo. Cuarenta y siete años después su nombre resurge entre
los rodillos de una imprenta.
La Historia no deja finales abiertos. Es imposible preguntarse qué
hubiese sucedido comenzando con un condicional “si sucedía A podía
pasar…”. La vida no es como las matemáticas; los protagonistas y los elementos
que subyacen, bailan una danza imperfecta, a los tumbos, cada tanto alguna
pareja armoniza y encuentra una simetría que permite un funcionamiento como
un reloj. No es el caso de la poetisa Blanca Luz Brum, ella bailó varias danzas
con muchos invitados pero nadie pudo llevarle el ritmo y así terminó, sola en
una isla.
¿Qué hubiese pasado si aquella noche de lujuria entre el pintor Siqueiros
y la poetisa Blanca Luz no sucedía? ¿Y si Blanca y Botana hubiesen forjado su
tenue amor con un hierro más fuerte? ¿Y si…?
No pasó lo que hubiese pasado. Pasó que aquella noche de diciembre de
1933, Blanca hizo su despedida de amor a David Alfaro Siqueiros de una forma
demasiado fogosa. “Si, me acosté con él, la misma noche que le dije que no me
iba, que me quedaba con Mister Botana, me acosté con David”, así narraba en
una de sus cartas a su amigo Luís Eduardo Pombo, el devenir de un amor y el
tumultuoso comienzo del otro.
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Es que ese amor nunca llegó a ser más que una ilusión. Botana vio en
Blanca lo que no pudo apreciar en su esposa Salvadora Medina. La llama del
amor en su matrimonio se había apagado hacía muchos años, Salvadora vagaba
en la casa de Don Torcuato en nubes de éter y alucinógenos. En cambio Blanca
llegaba con la energía de una mujer que había vivido su vida de forma intensa.
Vinculada a la política y a los problemas del mundo, luchó por sus ideales,
llegando a pagar con la cárcel sos pretenciones utópicas. Ella había deambulado
por Perú, Estados Unidos y Méjico, siempre a la par de algún hombre que la
apadrinaba y la introducía en las luchas sociales y políticas de su país.
A su paso por Perú conoció a José Carlos Mariategui, quien había
retornado de Italia en 1924 y al año siguiente fundó el partido socialista
peruano. Era un marxista afín al APRA. Blanca Luz se enamoró de este hombre
y le siguió sus pasos. Se metió en sus círculos y comenzó a vincularse a la
literatura.
Su introducción a las letras había comenzado un poco antes en Uruguay,
mientras estuvo casada con el poeta Parra del Riego. Era joven y aventurera,
pero el romance fue muy esporádico. Su esposo murió al poco tiempo de haber
contraído matrimonio. Sin embargo, tuvieron la oportunidad de tener un hijo:
Eduardo.
Luego de la muerte de su esposo se trasladó a Perú bajo el abrigo de sus
suegros. La familia Parra del Riego era una aristocrática estirpe peruana que la
cobijo durante su estadía en ese país. Su estancia bajo su compañía le permitió
salir y conocer el mundo despreocupándose por los cuidados de su hijo. Largas
noches de conversación y tertulias, delirio y utopía, frecuentaba Blanca, siempre
detrás de los pasos de Mariategui.
Junto a él vio nacer la revista política y literaria Amauta, que se publicó
desde 1926 y se distribuyó por toda América en una red solidaria cuya
tenacidad desafía la precariedad de sus medios y la hostilidad de los poderes.
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Blanca Brum es atraída por Mariategui. Se convierte en colaboradora
asidua de Amauta, en donde publica varios poemas y promueve su figura y sus
ideas. Trece números de la revista llevan colaboraciones poéticas de Blanca Luz:
hay poemas sobre Sacco y Vanzetti, Sandino, La United Press y Rusia.
Los conflictos políticos toman más fuerza y Blanca debe abandonar Perú.
Se exilia en Chile y luego en Argentina. Llevaba las raíces de Amauta en su
bolso de viaje, busca ampliar los horizontes creando la revista Guerrilla, que se
edita en Chile, Argentina y finalmente en Uruguay.
Es muy posible que Natalio Botana, editor del diario Crítica, tuviera su
primer contacto en ese entonces con Blanca Luz. Ella estaba en Buenos Aires a
comienzos de 1928, pero luego se trasladaría a Montevideo hasta 1933.
Cuando el editor conoce a la poetisa
Cerca de ciento setenta kilómetros y diecisiete años separaron a Blanca
Luz Brum y Natalio Botana. Ambos uruguayos, ella de Pan de Azúcar, él de
Sarandi del Yí.
Blanca había nacido en 1905 en Maldonado, en el interior del Uruguay, y
llevaba el nombre de un presidente suicida con el cual no tenía lazos familiares,
aunque no dejó de aprovechar esa homonimia.
Natalio nació el 8 de setiembre de 1888. Su infancia transcurre en medio
del fervor de los combates entre los caudillos José Batlle y Ordóñez y Aparicio
Saravia. En esas luchas ideológicas estuvo buena parte de su juventud hasta
que decidió tomar nuevos rumbos hacia Buenos Aires. Allí encontró cobijo en
Adolfo Berro, un exiliado político amigo de la familia Botana. Introducido por
Berro en los ambientes políticos y periodísticos, Botana pudo hacerse una idea
de lo que sucedía en la capital argentina.
Una semana después de este encuentro, Natalio tenía trabajo. Comenzó
como cronista en El Diario, luego pasó a La Razón. Renunció a este medio con la
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ilusión de emprender su propio camino, se iba “para sacar un nuevo diario que
va a fundir el suyo”, amenazaba Natalio a su último director. Así comenzaba a
forjarse Crítica.
Antes de llegar al mencionado diario, Botana pasó por Última Hora y
PBT. De allí recluto a gran parte de los que se serían sus colegas y amigos
personales, imprescindibles para encaminar el nuevo emprendimiento
periodístico.
El 15 de setiembre de 1913 Botana fundó Crítica, un diario que buscaba
su lugar en un territorio ya conquistado por empresas de la tinta y el papel
como: La Nación y La Prensa.
Botana comprendió que el público de Buenos Aires ansiaba un
periodismo más seductor. Es así que incorpora el dibujo y la caricatura y
convierte la primera plana en un gancho para el lector de la gran urbe. Utilizó
una herramienta que le fue útil durante toda su trayectoria: una titulación
audaz que él mismo se encargaba de escribir. A Crítica se lo tachaba como un
diario sensacionalista y amarillista, este tipo de periodismo era aleccionado por
los medios europeos y sobretodo, de los Estados Unidos.
Natalio Botana ha sido comparado con William Randolph Hearst (1866 –
1951): además de las diferencias de contextos, las vidas de ambos presentan una
disparidad inicial. Mientras Botana creó su diario partiendo de cero, Hearst
perteneció a una familia de fuertes recursos que lo preparó cuidadosamente,
dándole una plataforma material a partir de la cual fue posible la creación de
un imperio periodístico.
Un aspecto que Botana tomó de Hearst fue la utilización del diario como
actor político. No bastaba con informar mejor, tampoco era cuestión del tamaño
de los títulos, se necesitaba perspicacia para saber como llegarle al público.
El joven periodista y futuro editor atravesaba todos los estratos del
mundo político y podía conseguir amigos en tiendas diversas. Entablaba
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fraternas relaciones con soñadores y revolucionarios, haciéndose de aliados y
enemigos.
En las bases del Crítica de Botana, se proponía llegar a una vasta cantidad
de lectores poco letrada. Esta estrategia perseguía los intereses de los poderosos
diarios bonaerenses que comenzaban a ver con recelo el surgir de una nueva
competencia.
Crítica nació de la cabeza de Botana pero debió gran parte de su vida a
colegas y amigos que conformaron la “vieja guardia” fundadora. El nombre fue
elegido por el mismo Natalio que colocó bajo el nombre de cada ejemplar la
leyenda: “Diario ilustrado de la noche, impersonal e independiente”.
El primer número de Crítica estaba encabezado por un enorme dibujo
que mostraba la figura de una república. En la primera editorial decía: “Surge
Crítica a la arena del periodismo sin programa, aunque con ideas. Un programa
significa un exceso de petulancias, cuando no un proceso deliberado de incursionar en el
campo solemne de las ideas trascendentales. Vieja práctica del cuarto poder, la
repudiamos. Someternos a cánones, sería abdicar de nuestra independencia y, lo que es
peor, de nuestra alegría. […] Crítica, cuyo nombre parece a simple vista una pedante
profesión de fe, evitará el tono magistral, el tono acompasado…”
Una especial innovación colocaría a Botana como un visionario. En la
confección de su equipo de redactores utilizó a poetas para redactar los relatos
de fútbol así como las crónicas policiales. La utilización de un vasto lenguaje
permitiría contar detalles que un simple cronista no podría. En una ocasión
colocó a un crítico teatral a la cabeza de la página policial, le expilcó con lujos
de detalles lo que quería: una crónica policial en verso y en lunfardo. Fue una
de las secciones predilectas por los lectores.
Poco a poco, El Tábano (como se conocía al diario Crítica) alzaría su
vuelo. Esta nueva publiación se caracterizaba por un lenguaje periodístico
vivaz, satírico de la realidad, protagonizado por el dibujo y la caricatura,
dándole mucha importancia a los temas referidos al espectáculo (en especial al
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teatro y al deporte), utilizando una jerga popular. Eso era Crítica y fue la clave
para conseguir el éxito. Por que si bien comenzó a los tumbos, con problemas
políticos y financieros, pudo volar. Llegó a tener un tiraje record de 600.000
ejemplares.
El diario prestaba gran atención al desarrollo de la cultura. Potenciaba
todos los espectáculos, libros, músicos y pintores. Destinaba columnas para que
artistas hablaran de sus corrientes. Publicaba ensayos y destinaba grandes
espacios, además del dibujo, a los poemas (pocas veces visto en un medio
actual).
Acompañando el diario, Botana crea el suplemento cultural Crítica
Magazine; un suplemento cultural en el que escribieron figuras como Roberto
Arlt, Raúl González Tuñón, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa,
Alfonsina Storni y Ulyses Petit de Murat. Más tarde se sumaron Homero Manzi,
Jorge Luís Borges (que fue editor del suplemento cultural Revista Multicolor con
18 años), Conrado Nalé Roxlo, César Tiempo, entre otros grandes de la
literatura.
Un tercero en discordia
Entre los talentosos que pasaron por Crítica estuvo el pintor David Alfaro
Siqueiros quien además de desarrollar su arte se presentó en Argentina como
delegado del Partido Comunista. Natalio Botana lo conoció, compartió
conversaciones y se maravilló por su trabajo. A tal punto que lo contrató para
que realizará un mural en su mansión en Don Torcuato. Lo que terminaría
siendo el famoso mural Ejercicio Plástico. Este episodio fue, sin dudas, la
condena del pintor. Debió afrontar todo tipo de conflictos durante este período.
El sentimental fue sin duda el más doloroso.
Siqueiros estaba casado con Blanca Luz Brum, a quien Botana había
conocido esporádicamente gracias a sus lecturas y algún encuentro casual en
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casa de sus amigos. En el proceso de realización de Ejercicio Plástico, Blanca se
mudó a la residencia de Botana, quien hábilmente la fue introduciendo en sus
círculos y publicando sus poemas.
El matrimonio de la poetisa estaba en crisis, no soportaba los problemas
políticos en los que su marido estaba sumergido y que le había propiciado la
expulsión de Méjico y Estados Unidos. El amor entre Brum y Botana fue
esporádico. Sirvió para disolver definitivamente el romance de la uruguaya con
Siqueiros y para ventilar la crisis amorosa entre Botana y su esposa.
Blanca Luz Brum recuerda al periodista de la siguiente manera: “…
absurdo es que para desprestigiarlo y desprestigiarme le hayan llamado
burgués, bandido y Al Capone. Yo lo recuerdo como a un Emperador... Era un
audaz y un triunfador y sabía que vivir no era ese ideal doméstico de llegar
gordo y feliz a la vejez, sino atirantado en cualquier gran pasión, en cualquier
gran lucha”.
Cuando la relación se veía cada vez más difícil es que Banca Luz conoce
a Jorge Béeche, ingeniero de minas y diputado radical. Con él se va a Chile y se
casa nuevamente. Durante ese período se vincula con Perón, luego es expulsada
de Argentina. Se va a Chile y cambió su vida. Es preferible abandonar su
historia en esta etapa y observarla como una luchadora de la vida. “Debería
haber muerto joven”, dice la escritora Silvia Mainero; “hubiera sido mejor que
no ingresara en la opacidad de la vejez y tuviera que enfrentar a esa otra mujer
en la que se convirtió. Aún le faltaba recorrer la mitad de su vida”.
¿Qué pasó con Botana y su Crítica?
Sufrió los devenires políticos, las persecuciones y las acusaciones de
extorsión. Sus principales colaboradores fueron y vinieron. La competencia se
agudizó y se hizo cada vez más violenta. Mientras Botana estuvo al frente del
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barco siempre hubo esperanzas, pero nadie esperaba que una tarde del 6 de
agosto de 1941, cinco hombres a bordo de un Rolls Roys al cruzar un puente,
embistieran uno de los pilares. Del accidente resultó un solo muerto: Natalio
Botana.
Con esta tragedia comenzó el derrumbe de Crítica, su familia se esforzó
por revivir a un muerto viviente. Pero la reputación del diario ya no era la de
antes, pasó de mano en mano pero no pudo subsistir. Dejó de editarse en 1962.
Fue un emblema del nuevo periodismo, rompió barreras y se posicionó
como actor político. Logró conquistar al público que los otros diarios no podían
llegar. Buscó agilizar la lectura y pregonó un periodismo eficaz y
comprometido.
Las comparaciones a veces son odiosas, pero hay que entender el pasado
para ver el futuro y en lo posible imitar lo bueno de las cosas. Así lo entendió el
periodista Jorge Lanata que luego de 47 años fundó su nuevo diario: Crítica de
la Argentina.
No es igual. Han pasado muchos años entre uno y otro, pero sin duda
Lanata tuvo en cuenta el trabajo del periodista uruguayo al momento de
realizar su nuevo proyecto. Ambos diarios nacen de la misma forma; buscan
conquistar un público abandonado yendo más allá, comprometiéndose y
dándoles espacios a los temas que antes no se intentaban llegar. La política
sirvió de trampolín pero luego se ejecutaron nuevas estrategias y se
encontraron nuevos espacios.
Crítica de la Argentina nació el 5 de marzo de 2008 y tiene una tirada de
80.000 ejemplares. Su director, es Jorge Lanata, polémico periodista también
creador del diario Página/12 y de la revista Veintitrés. Su parecido con la figura
de Botana es peculiar. Ambos son periodistas, emprendedores, están al frente
de un diario, son temidos por los políticos y todos quiere alinease para cuidar
su reputación, a su vez se los involucra en negocios turbios y son lideres de
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opinión en la sociedad. Natalio Botana no incursionó en el teatro de revista,
sino el parecido sería mayor.
Además del estilo de periodístico, ambos diarios comparten parte de los
elementos del diseño. Títulos llamativos, un tanto sensacionalistas, que buscan
captar la atención del transeúnte. Si bien Crítica de la Argentina utiliza mucho la
fotografía (hasta en ocasiones manipularla) no olvida a la caricatura como eje
central de la satirización. Los equipos de trabajo son también importantes en
ambos casos; es por eso que Lanata, al igual que Botana, prefiere literatos para
cumplir funciones de cronistas. El subdirector del rotativo es el escritor y
periodista Martín Caparrós, que obtuvo el Premio Planeta 2004 de América
Latina por su obra “Valfierno” e integró en 2007 el jurado del Premio Cervantes.
Lanata concibe a su diario como “El último diario en papel”,
considerando la masiva defunción de los medios impresos estadounidense en
manos de los medios digitales. Sin embargo el director de Crítica de la Argentina
sostiene que: “me gustaba la idea de que mientras los grandes diarios en el norte
reciben el certificado de defunción, un grupo de locos en el sur se ponen a hacer un
diario en papel, es como ir en contra de la corriente”.
El nombre del diario, al igual que el de Botana, tiene un lema. En este
caso es: “tenemos mucha información que nadie publica”. Este nuevo Crítica,
pretende ser una forma de encarar el periodismo, una forma que tal vez se
disfrace bastante de lo que fue el diario de Botana pero que sin duda Lanata
tendrá en cuenta cada vez que quiera encarar una noticia.
Conclusión
Tal vez la relación entre Blanca Luz y Natalio Botana sufrió otro percance
que los documentos no muestran, tal vez ella simplemente lo usó como forma
de escape para separarse de Siqueiros. Sólo ella lo sabe y a la tumba se llevó su
secreto. La isla de Robinson Crusoe debe haber guardado muchos secretos y
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justificaciones de su vida. Nadie pareció entenderla, Botana siguió su vida,
consiguió ser reconocido como uno de los más grandes periodistas de América.
Cuarenta y siete años después otro periodista, no tan reconocido pero si
popular, consigue emprender un camino que ya había sido trazado. Volvió
Crítica, de una forma más moderna, acomodado al Buenos Aires del siglo XXI.
Sigue su línea y su estilo, para conocer el resultado se debe esperar.
Bibliografía
•
Abós, Álvaro; Cautivo, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2004.
•
Abós, Álvaro; El Tábano, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
2001.
•
Achurar, Hugo; Falsas Memorias: Blanca Luz Brum, Editorial Trilce,
Montevideo, 2000.
•
Sapriza, Graciela; Mujeres Uruguayas: el lado femenino de nuestra
historia. Fundación Banco de Boston del Uruguay, Ediciones extra
Alfaguara, Uruguay, 1997.
Páginas web:
•
www.archivodeprensa.edu.uy
•
www.criticadigital.com
Documentos impresos:
•
Diario Crítica, ejemplares de enero y abril de 1914.
•
Diario Crítica de la Argentina, ejemplares de marzo, abril y mayo de
2008.
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ANEXO
Ejemplares del Crítica de Natalio Botana
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Ejemplares de Crítica de enero y abril de 1914. Se destaca el predominio
de ilustraciones caricaturescas y en ocasiones de la fotografía. Cada diario tenía
12 páginas y estaban diagramados en formato sábana.
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Crítica de la Argentina de Jorge Lanata. Comparte su estilo periodístico y además
conserva la imagen del tábano como distintivo.
Portal de noticias web: www.criticadigital.com
Versión en papel.
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