Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos Avda

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Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
Avda. Ricardo Cumming 1161. Santiago.
Fono-fax: 6960678.
E-mail: [email protected]
VERDAD, JUSTICIA, MEMORIA HISTORICA Y REPARACION
La sistemática y masiva violación de los derechos fundamentales de las personas
durante la dictadura, ha quedado grabada en la conciencia nacional como uno de los
episodios más traumáticos de la historia patria. No es casual que a 30 años del golpe
militar, Chile profundice su historia, difunda y sensibilice con imágenes y relatos, que
durante tres décadas fueron parte del secreto militar, de la política del silencio, de la
complicidad y la omisión.
Es en este contexto que surgen diversas propuestas con el fin de “resolver”, “zanjar” o
“cerrar” un tema, que más allá de las voluntades o propósitos políticos, no sólo no tiene
cierre sino que no tiene solución. La razón es profunda, pero a la vez fácilmente
comprensible: nuestros familiares detenidos desaparecidos ya no volverán con vida,
porque fueron victimas de una política de exterminio por parte del Estado dictatorial,
que se inició con el secuestro, tortura, asesinato, exhumación y remoción de sus restos
para hacerlos desaparecer por segunda vez. Estamos hablando de una cadena de delitos,
donde al perversidad con que se actuó contra ellos en sus vidas y en sus muertes, solo
puede reforzar la exigencia de verdad y justicia.
La remoción de sus restos, resulta un acto siniestro y repudiable, en el que las
instituciones armadas tienen responsabilidades claras, inexcusables y agravantes de los
delitos previamente perpetrados. Las sanciones penales, por tanto, deben ser aplicadas
con todo el rigor de la ley.
Nuestra posición ante el Gobierno ha sido clara y definida, y obedece a una realidad,
que se manifiesta como una necesidad imperiosa para las víctimas, sus familias y la
sociedad. Por ello, la primera medida reparatoria tiene que ver, precisamente, con la
verdad y la justicia, ambos conceptos consagrados en nuestra legislación como en el
ordenamiento internacional, que obliga al Estado y, por tanto, a sus poderes, a
respetarlos, incentivarlos y aplicarlos sin dilaciones.
Hemos exigido más jueces con dedicación exclusiva, más investigación, más verdad y
toda la justicia, no sólo para quienes ejecutaron los crímenes, también para quienes los
planificaron y para aquellos que tienen responsabilidades políticas ineludibles a pesar
del paso de los años, porque finalmente la memoria es más fuerte que las imágenes de
supuesta comprensión por parte de aquellos que hoy hablan de nuestro drama, pero que
cerraron los sentidos para no ver ni escuchar, lo que ocurría en nuestro país a la luz del
día o a en las sombras de la noche.
La extensión de las violaciones a los derechos humanos y la brutalidad de éstas, se
reflejan en los centros secretos de reclusión, los campos de concentración, las
detenciones y secuestros, la tortura, desaparición y muerte. En esos lugares se
encerraron y torturaron los cuerpos y los sueños de miles de chilenos que pensaban
distinto y buscaban una sociedad mejor para Chile.
Los derechos básicos de miles de compatriotas fueron vulnerados por una práctica
sistemática y masiva de terrorismo de Estado. Por ello, el Estado de Chile es el
responsable último de estas violaciones y tiene la obligación de reparar la deuda
pendiente con medidas, políticas y voluntades, acordes con las demandas históricas, que
han guiado nuestra acción: Verdad, Justicia, Memoria Histórica y Reparación.
Las secuelas y consecuencias de la criminal represión a que fueron sometidos nuestros
familiares, siguen y seguirán estando presentes en nuestras vidas. El daño causado a
ellos, sus familias y sus círculos sociales, en si, son irreparables. Hoy a 30 años del
golpe militar y 13 años de proceso democrático, existe la imperiosa necesidad de que el
Estado se comprometa con la búsqueda de la verdad y la determinación de
responsabilidades y sanciones correspondientes por todas las violaciones de Derechos
Humanos, incluyendo desapariciones, ejecuciones, prisión política y tortura.
En este contexto, reiteramos la necesidad de anular los efectos del Decreto Ley 2.191 de
Amnistía, presentado el año 1992 al Parlamento y sobre el cual, no ha existido una
posición y voluntad política para enfrentarlo.
Para efectos civiles, en los casos de desaparición forzada, reiteramos la creación de la
figura legal de “declaración de ausencia por desaparición forzada“.
Para facilitar la entrega de información sobre el paradero de nuestros familiares, no
estamos dispuestos a aceptar más que lo presentado por nuestra Agrupación en la
llamada “Propuesta para la Paz y la Reconciliación en Chile”. Propuesta que dimos a
conocer al país en 1995 y que se encuentra archivada en el Parlamento desde esa fecha.
Además del establecimiento de la verdad y la justicia, es necesario dignificar moral y
socialmente a quienes fueron víctimas de estos crímenes. En el plano institucional, el
Estado debe adoptar políticas destinadas a promover el legado y la memoria histórica
de las víctimas y el desarrollo educacional y cultural de los Derechos Humanos.
Entre otras medidas, exigimos:
Que se declare el 30 de Agosto, como el Día Nacional del Detenido Desaparecido.
Que se establezca el 26 de junio como el Día Nacional de Apoyo a las Víctimas de
Tortura.
Creación de Memoriales y Monumentos, para testimoniar el legado histórico de todos
quienes sufrieron violaciones de sus Derechos Humanos.
Recuperar y declarar patrimonios nacionales, los centros de detención y tortura.
Promover y apoyar proyectos culturales, audio-visuales y publicación, entre otros, que
contribuyan a preservar la memoria colectiva y a la construcción de una cultura de
respeto a la vida y dignidad de todas las personas.
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Integrar a la educación formal en todos sus niveles, la enseñanza y respeto por los
derechos humanos.
En el plano del Derechos Internacional Humanitario, el Estado debe integrar a la
normativa legal nacional los tratados internacionales suscritos por Chile, así como
ratificar aquellos que aún no lo han sido. Específicamente, el Tribunal Constitucional
debe pronunciarse favorablemente por la ratificación de la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas. La ratificación de la Convención Sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad, así como la
ratificación de la Corte Penal Internacional.
Respecto al mejoramiento de la Ley de Reparación 19.123, reiteramos lo planteado al
Presidente de la República, en cada uno de sus aspectos.
Del mismo modo que los crímenes contra la humanidad son imprescriptibles
penalmente, se debe realizar una modificación legal, que establezca las mismas
condiciones en su parte civil, con el objeto de que el Consejo de Defensa del Estado, no
sostenga argumentos agraviantes y reñidos con la ética, en contra de los familiares que
opten por demandar civilmente al Estado.
Respecto al tema de las indemnizaciones, consideramos de respeto básico, que el Estado
se ocupe de proveer los recursos necesarios, sin tener que exponernos a propuestas
mediáticas que vanalizan este delicado tema. La dignidad de nuestros familiares y la
nuestra, no admite proposiciones a través de los medios de comunicación, ni obras de
caridad para enfrentar lo que al Estado le corresponde asumir en Derecho.
Al Presidente de la República le solicitamos, que al entregar su propuesta al país,
considere que la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, es la
organización que históricamente ha luchado por lograr que en nuestro país se imponga
la Verdad y la Justicia, como valores democráticos esenciales para la convivencia entre
todos los chilenos. Representamos a cada una de las víctimas de la dictadura y nuestras
demandas son y serán irrenunciables por nuestros familiares y por Chile.
Los recientemente sensibilizados, no lo estuvieron ayer, cuando se necesitaban para
salvar la vida de miles de chilenos. El oportunismo no tiene cabida en una sociedad en
que no todos somos iguales: hay víctimas y victimarios; criminales y defensores de los
derechos humanos; hay quienes alzamos nuestra voz en las calles y quienes callaron.
Tenemos autoridad y legitimidad moral, para exigir ser escuchados y considerados en
nuestras demandas de 30 años permanentes de defensa de la vida.
AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS
Santiago, 7 de agosto de 2003
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