Diarios Contrato de lectura La prensa gráfica (diarios y revistas) al igual que otros medios de comunicación, como la radio y la TV, busca establecer un acuerdo con sus consumidores. Esta suerte de convenio identitario, alianza entre la opinión de un medio y su consumidor, pacto emocional e intelectual entre lo propuesto por el medio y quien lo elige es lo que se denomina “Contrato de lectura”. El “Contrato de lectura”, básicamente, es la relación que se establece entre el diario y los lectores a partir de una serie de herramientas discursivas empleadas por el medio de comunicación. Es el medio quien propone el “Contrato de lectura” y el consumidor quien lo admite -y luego tamiza en mayor o menor grado- a partir de sus propios pensamientos. Aunque los cambios sociales también influyen en la forma en que se establece el “Contrato de lectura”. Ej: Si comparamos la tapa de un diario de principios del siglo 20 con uno de finales de la centuria, advertiremos que hoy en día hay una mayor preponderancia de lo visual sobre lo textual. El objetivo del “Contrato de lectura” es que sus lectores sigan consumiendo al medio por un largo período en el tiempo. El “Contrato de lectura”, por otra parte, nunca es explícito sino tácito. Tiene relación con el perfil de lector que cada medio trata de captar, lo que el marketing llama target. Según en qué estilo nos reconozcamos más, privilegiaremos un diario a otro. Este mecanismo fue denominado “Contrato de lectura” por el semiólogo Eliseo Verón. “El éxito de un soporte de la prensa escrita –dice el Verón– se mide por su capacidad de proponer un contrato que se articule correctamente a las expectativas, motivaciones, intereses y a los contenidos del imaginario”. Con el imaginario, Verón se refiere al lector ideal que el diario establece y a su grupo social de pertenencia. Entre las herramientas más importantes utilizadas por el “Contrato de lectura” pueden mencionarse: • Las formas de enunciar en títulos o por medio de imágenes (variedad de colores, tipografías, signos de admiración u interrogación, léxico, etc.). Ej: Clarín suele utilizar el término “gente” para referirse al imaginario del lector, Crónica opta por “pueblo”. • La construcción de la tapa: Ej: Página 12 y Crítica optan por un tema central a desarrollar y utilizan títulos irónicos, desacantonados, junto con imágenes alteradas. La Nación y Clarín, en cambio, ofrecen muchos temas, aunque se privilegian algunos sobre otros. • Temas tratados y secciones Ej: Diario Popular tiene fotos de mujeres en su contratapa; Página 12 ofrece un texto; Clarín y La Nación tienen chistes, datos del clima y reflexiones. Olé es un diario deportivo El cronista comercial es un diario económico. • Tono de los textos de opinión Ej: Página 12 no tiene editorial (el diario sería toda la editorial ya que las opiniones tiene un rol importante en este diario), en La Nación la editorial ocupa un rol central. • Tamaño del diario Ej: Tabloide como Clarín o sábana como La Nación • Presencia del público en el diario y la llegada a este más allá del diario en sí (publicidad, eventos, lugares de compra del diario). Ej: Clarín deja que los lectores den su opinión sobre el diario en cartas de lectores y una sección especial en su página 2. Perfil tiene un Ombudsman dedicado a verificar el control del diario. Al no contar con publicidad oficial dejó que sus lectores que sean aportantes del diario por medio de bonos contribución. Actualidad y futuro de los diarios La revolución digital y la expansión de la banda ancha inauguraron nuevas formas de estar informado para los lectores de diarios. Estas implican, además, grandes cambios para el formato de la prensa gráfica. En espacial para los diarios y periódicos ya que una de las razones principales de su existencia es la actualidad constante de los hechos noticiosos. Los diarios proveían “estar informado por la mañana”, y “eso” fue trastocado por Internet. Estamos, entonces, en un momento de transición para el adentro de los diarios y el periodismo en general (por sus formas de trabajo); para el afuera (por su relación con el lector); en cuanto al negocio (por la alteración publicitaria, venta de ejemplares); y por las implicancias sociales (mayor cantidad de personas informadas y participación sobre las formas de generar información). Los periódicos han desempeñado un papel central en la sociedad durante los últimos 200 años. Influyen en el poder de los Gobiernos, en el dinero de las empresas y en el entretenimiento de las masas. Por eso muchas voces, muchas veces discordantes, se han sumado al debate sobre su futuro. En líneas generales hay tres corrientes de opinión: los blogueros (por así llamarlos), convencidos de que el periódico como lo hemos conocido durante 200 años y el ancien régime del periodismo empresarial están condenados a la extinción; los viejos rockeros, defensores del antiguo orden, que creen que tras una época de inevitables ajustes y transformación, los grandes buques insignia no sólo sobrevivirán, sino que emergerán fortalecidos; y los de mentes abiertas (o confusas) que observan el espectáculo con honesta perplejidad y no saben muy bien qué conclusiones sacar. (…) Si en Estados Unidos las opiniones sobre el futuro del periodismo son especialmente tajantes, o negativas, tiene que ver en parte con el hecho práctico de que es el país en el que más gente tiene acceso a Internet. En el Reino Unido se observa un fenómeno parecido. Simon Waldman, el director de estrategia digital del Grupo Guardian Media, que incluye The Guardian y The Observer de Londres, no duda de que el diario en la red pronto se convertirá en el instrumento periodístico "por defecto" y que el diario en papel se seguirá vendiendo de manera reducida a un grupo de connaisseurs de más bien avanzada edad. Pero quizá ésta sea una visión demasiado anglosajona de la coyuntura actual, o de gente que habita de manera obsesiva el entorno de la red. Para ir al otro extremo, en China, India y Africa, donde el acceso a la red sigue siendo reservado a una minoría privilegiada, el debate no es tan apremiante, y el papel sigue siendo muy viable. De El futuro de los diarios / Por John Carlin / La Nación / 17 de Mayo de 2009 Estos son algunos lineamientos a tener en cuenta por la revolución tecnológica. Para adentro de los diarios: • Agilización y renovación en las formas de trabajo. Ej: Mayor rapidez y efectividad en la llegada y redacción de trabajos. Se pasó de entrevistas cara a cara (aunque éstas se mantengan) a entrevistas por teléfono móvil o mail. • Mayor globalidad • Flexibilidad en las formas de trabajo. Menos redacción de planta y más periodistas freelance (pago por trabajo). • Discusión sobre la calidad de los trabajos por la influencia de la cultura del copy paste. En su relación con el lector: • Menos venta de ejemplares de papel. Aunque la tendencia varía de país a país. En Estados Unidos, la media diaria de ejemplares vendidos ha bajado de 62 millones a 49 millones desde que hace 15 años Internet empezó a volverse accesible a todos. Unos cien diarios se han visto obligados a dejar de imprimir en papel. En el mismo periodo, el número de lectores de periodismo digital en Estados Unidos ha ascendido de cero a 75 millones. • Enfrentan los desafíos de conquistar nuevas audiencias y diseñar un nuevo modelo de negocio en tiempos de incertidumbre. • Se ven obligados a reinventarse como plataformas multimedia. • Discusión sobre los ejemplares on line por suscripción. La mayoría de las experiencias fueron negativas. • Debate sobre el copyright. El producto final -una noticia escrita por cualquier corresponsal - aparece al instante y gratis en uno de los innumerables portales de Internet. Rupert Murdoch, un famoso dueño de medios, lo dijo: "¿Debemos permitir a Google robar todos nuestros derechos de autor? Gracias, pero no". El empleado favorito de Murdoch, el director de The Wall Street Journal , Robert Thomson, se ha hecho eco de su jefe al denunciar a ciertos sitios de la red como "parásitos". Negocio: • Hay más mercado que nunca pero menos ingresos para los diarios del mundo. • La fuga de la publicidad, la sangre comercial del periodismo en papel, ha reducido las ganancias de manera drástica, lo que ha derivado en grandes cantidades de despidos. • Menos venta de ejemplares por la gratuidad de los contenidos. • Margen para la venta del diario en papel en versiones dominicales, y en especiales durante la semana. Imprimir más, de forma sistemática y flexible, en los días de más receptividad, y dejar que en los días flojos la producción baje a sus "niveles naturales". Social: • Cultura asociada a la lectura del diario. Rito de la lectura del diario del domingo, la influencia de lo táctil dan esperanza de vida al diario de papel. • Asociarse con un determinado diario forma parte de su identidad por lo establecido en el contrato de lectura. ¿Cómo se recrea ese aspecto táctil fuera de la impresión en papel? Otro punto a favor del diario de papel. • En la medida en que aparezcan terminales digitales que sean sustitutivos mejores del periódico (como un teléfono móvil, un kindle [aparato de lectura de libros digital]) el periódico estará más amenazado. Uno de esos sustitutivos podría ser el e-newspaper, el periódico electrónico. Un formato que combina un manejo fácil y la apariencia de un diario en papel. • Aparición del periodismo digital como los bloggers, que desafían la lógica tradicional del periodismo gráfico. • Mayor participación y poder del lector que opta por un consumo diversificado de las noticias. Algunas opiniones desde adentro New York Times: redefinir el negocio es la prioridad El New York Times atraviesa un momento crítico. Perdió dinero en 2008 por primera vez en 50 años y la crisis persiste en medio de la incertidumbre sobre el futuro de la prensa escrita. Aun así, su director, Bill Keller, es de los que creen en la supervivencia del diario papel: "Lo que yo espero -dijo- es que durante un futuro previsible nuestro negocio siga siendo una mezcla de papel impreso y contenidos online, y que el crecimiento online compense el declive (gradual, esperemos) del papel". Washington Post: tiempos duros con más lectores El ex jefe de redacción del Washington Post, hoy a cargo de investigar fórmulas digitales para reinventar el negocio periodístico, destaca la gran paradoja que atraviesa la prensa mundial: "Vivimos una época horrible para las empresas de noticias, pero una edad de oro para el periodismo". Es que pese a las dificultades que enfrentan los periódicos, obligados a buscar nuevos modelos de negocios, los sitios de Internet de los grandes diarios registran un enorme crecimiento del número de lectores. El País: dos plataformas que pueden coexistir Si bien Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del Grupo Prisa (dueño de El País, de España), registra importantes diferencias geográficas ligadas a la mayor o menor penetración de Internet, lo que se observa en la prensa anglosajona debe servir de aviso para el resto de las sociedades avanzadas. A su juicio, las dos plataformas van a coexistir en el futuro, con sus particularidades. "La tendencia -señaló Cebrián- es a suponer que la impresión en papel va a continuar siendo reservada a unos pocos". Guardian: apuesta online sin resignar el papel Simon Waldman, director de estrategia del Grupo Guardian Media, de Gran Bretaña, cree que el diario online se va a imponer como principal plataforma en un futuro cercano, pero sin que ello signifique el fin del papel. Propone, a fin de crear un modelo viable de modelo periodístico, una fusión de los dos tipos de cerebro, el del periodismo clásico y el del digital, para lo cual concibió la estrategia de reclutar a algunas superestrellas del mundo digital, provenientes de firmas como Yahoo. De El futuro de los diarios / Por John Carlin / La Nación / 17 de Mayo de 2009 Tarea 8 1) Leer el texto de Osvaldo Bazán y aplicar los conceptos de “Contrato de lectura” en base a su texto de opinión. 2) ¿Qué conceptos nuevos aparecen en su texto y son importantes en el trabajo de un diario en fomentar su relación con el lector? 3) Aplicar los conceptos de “Contrato de lectura” a las siguientes tapas de diarios (Tapa La Nación…y Tapa Página 12…) 4) Desarrollar otros puntos del “Contrato de Lectura” a partir de ejemplos desarrollados por vos y que te parezcan adecuados (buscar tapas de diarios, suplementos y noticias de distintos periódicos) Tapa La Nación 6 de Julio de 2009 Caos y muerte en la frustrada vuelta de Zelaya a Honduras En un episodio novelesco y dramático, su avión no fue autorizado a aterrizar; reprimieron a sus seguidores en el aeropuerto; murió un joven; Cristina Kirchner, en El Salvador El análisis La Presidenta va a donde no la necesitan Joaquín Morales Solá LA NACION Tapa Página 12 6 de Julio de 2009 EL MUNDO › NOTA DE TAPA GOLPE A GOLPE El gobierno golpista de Honduras impidió aterrizar en Tegucigalpa al derrocado Manuel Zelaya, que debió desviarse a El Salvador. Allí lo esperaba la comitiva que integra Cristina Kirchner. Antes, hubo dos muertos al ser reprimida una manifestación de apoyo Contratapa Crítica 13 de Junio de 2009 por Osvaldo Bazán Mi primo, chacarero de los autodenominados “gringos”, me dijo: “Yo leo La Nación porque ahí escriben lo que yo quiero leer”. No sabía mi primo que coincidía casi, casi, palabra por palabra con mi amigo porteño que dos días antes, en un mail, me había contado: “Yo leo Página/12 porque ahí escriben lo que yo quiero leer”. Mi primo vive de su trabajo en el campo. Mi amigo vive de su trabajo en el Estado. Viene Perogrullo y dice: Los diarios firman un contrato con sus lectores. Lo hacen desde la elección primaria de sus columnistas, desde los temas que proponen, desde los que no proponen. Dice tanto un editorial de Morales Solá como la foto de las tetas de Diario Popular; las pesadas páginas de psicología de Página/ 12 como las infografías desplegables de Clarín. Por suerte, la objetividad es una nimiedad que a esta altura del partido sólo pueden pedir oyentes de los que llaman escandalizados a los programas de AM o foristas paparulos en sitios de internet. No hay objetividad posible. Hay señores, hay intereses, hay prejuicios, hay negocios, hay mediocridad, hay de todo menos objetividad. Conclusión ramplona pero real: es tremendamente subjetivo pedir objetividad. Objetividad suele ser: “Pensá como yo, querés”. Informame qué pasó. Lo que pasó es que el Estado es redistributivo y por eso el dinero de los jubilados volvió a sus manos, y que Kirchner sólo quiere hacer caja y se quedó con la plata de los jubilados, y que la Argentina es comunista y uno no puede decidir qué hacer con su jubilación y que por fin el Estado se hace cargo de los intereses de sus ancianos, y que las AFJP son coartadas en su libertad de decidir sobre sus inversiones y sus fondos, y que el dinero de los argentinos queda en la Argentina y no se va más a paraísos fiscales y ahora sirve para crear más riqueza nacional. Nada de eso es verdad, todo eso es verdad. Eso es objetividad. Últimamente, anda por ahí una ideíta aparentemente crítica, que se desparrama y se hace carne en mucha gente, que dice “no creas en lo que dicen los medios”. Ok, no les creo. ¿Entonces qué? Quedamos así, incrédulos e inoperantes. No le creo a ningún medio. Pero es que los medios son aquellos que tienen la obligación de contarme de qué va la cosa. Si nadie me la cuenta, ¿de qué va la cosa? Si no tengo un relato ni los datos del relato, ¿no hay relato? Ya decía hace años Noam Chomsky que los grandes medios de comunicación se han convertido en simples agentes de prensa de los grandes poderes. ¿Qué hay de verdadero en los relatos de los grandes poderes? ¿Qué se puede aprender de ellos? ¿Qué hago con toda esta información que me dan todo el tiempo? ¿Para qué me la dan, si es increíble? Me llenan de información que no pedí para decirme al mismo tiempo que no la crea. ¿Ves una manera mejor de atarte de pies y manos? ¿Ves alguna manera de inducirte a decir “¡ma’ si, yo hago la mía, total no importa nada!”? Si vamos a ser tan simplotes de no creerle a nadie (viene Perogrullo otra vez y dice: “No es lo mismo no creerle a nadie que no creer en nadie”), ¿qué tal si les creemos a todos? A todos. A Morales Solá y a las tetas de Diario Popular. Al mamotreto de psicología de Página y a las infografías a prueba de analfabetos de Clarín. Hasta a esta contratapa de Crítica de la Argentina. Cada medio dice lo que dice por algo. Cada poder arma un discurso. En ese sentido, es verdadero. Ese relato del mundo es una visión del mundo. Todas esas visiones del mundo, sumadas, restadas, multiplicadas, hacen el calidoscopio en el que vivimos. Sólo así podemos tener un acercamiento medianamente realista de lo que pasa. No sirve de nada leer sólo aquello que confirma lo que pensamos. Nos cierra el mundo, nos vuelve soberbios consumidores de nuestra propia verdad, nos limitamos al círculo de confirmaciones de verdades autoprofetizadas. Reforzamos nuestra percepción de que somos inteligentes. Y que, por sobre todos los demás que piensan diferente, tenemos la posta. ¿Ves? Yo te dije que la película era buena, ¡lo dice Minghetti en La Nación! ¿Ves? Yo te dije que la película era una bosta, ¡lo dice Bernárdez en Página! Los lectores fieles –¡qué especie necia!– no se animan a confrontar su sistema de pensamiento con alguien que piensa distinto. Muerta su capacidad de autocrítica, reproducen el panegírico o la diatriba que consumen. Sólo tienen oídos para un discurso, condenándose al sonido monoaural. Aferrados a una verdad revelada de la que están convencidos, desprecian cualquier posibilidad de cuestionamiento, y en ese círculo de demagogia e ignorancia deliberada se pierde no sólo lo más rico del pensamiento periodístico sino también la posibilidad de entendimiento. Entre mi primo y mi amigo no hay círculo de intersección posible. Se desprecian sin conocerse. Y ahí está Boca y ahí está River y se terminó el chiste. Ningún diario se anima a provocar a sus lectores, a decirles: “Che, ¿pero vos estás seguro?”, “¿Y si lo pensás así, al revés?”, “¿Y si te digo este otro dato que no es justo, justo, el que estabas esperando?”. ¿Y si un día Página hace una investigación que comprometa al gobierno nacional? ¿Y si un día La Nación reconoce que el Gobierno no hace todo mal? ¿Y si los reyes me dejan una bici? El público –progresista, de izquierda, de derecha, de cualquier lado– es tan conservador que una vez que piensa cómo le gustaría que fueran las cosas da por clausurada cualquier otra posibilidad. Está tan inseguro de lo que cree que tiene que ir al diario todos los días para que le digan “sí, están redistribuyendo” o “sí, son soberbios y autoritarios”. Pero... ¿y si el lector se está equivocando, si está siendo inducido a equivocarse, si hay datos que le faltan para cumplir el rompecabezas complejo de una realidad que es mucho más que una verdad? Seguramente, no va a ser el diario que confirma el propio relato deseado quien se lo diga. La única solución sería leer a los otros, escuchar a los otros. Un día, a raíz de una nota, Eduardo Feimann (el Feinman malo, suponiendo que el otro es el bueno) me invitó a almorzar. Le dije que sí, elegí el restaurante más caro que se me ocurrió, miré la lista de precios, elegí el plato más caro y escuché su charla durante hora y media. Un embole. No me molestó lo facho, eso ya lo sabía. Me asombró lo terriblemente aburrido y chato de su discurso. Lo impermeable de sus convicciones. Pero creo que ver de cerca a alguien tan en las antípodas puede ser enriquecedor. Al menos para saber por qué yo no era así. Y pagó él. Hagan la prueba. Lectores de Página, lean La Nación y empiecen a desconfiar de Página. Lectores de La Nación, lean Página y empiecen a desconfiar de La Nación. Verán que el mundo es mucho, mucho más rico. Cómo me gustaría trabajar en un diario tan desprejuiciado, inteligente y provocador como para permitirme publicar esta nota. Pero no sé, parece que Bonasso acaba de denunciar que a Crítica de la Argentina la compró General Motors.