Año VI—Núm 255 25 eénts.

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Año VI—Núm 255
Barcelona, 28 de marzo de 1904
2 5 eénts.
ACTO I - EN LA CONVENCIÓN
PARÍS: TEATRO DE LA PUERTA DE SAN MARTÍN
TERMIDOB,
drama en cinco actos por Victoriano Sardou
Esta obra del autor de Madame Sans Gene fué prohibida
por la censura con motivo de las fuertes protestas que ocasionaba, por 8U manifiesta hostilidad á la Revolución. Su argumento es parecido al de nuestra conocidísima zarzuela La Mar
sellesa, pero desde luego nos apresuramos á advertir que ésta
es muy anterior al drama de Sardou y más interesante.
Llevado el autor de su prurito de presentar cuadros de
historia en el teatro no ha desperdiciado ocasión de hacerlo,
eligiendo lo que más pudiera hacer repulsiva la Eevolución;
en cambio todo son halagos para los reaccionarios.
No es Sardou persona autorizada para emitir su fallo acerca de los sucesos que se desarrollaron en Termidor. Concediendo
que Kobespierre, Saint-Just, Couthon, Hanriot y demás axiiigos del Incorruptible hubiesen cometido enormes crímenes
(utisa que no está probada, pues durante los últimos tiempos
los verdaderos dominadores en el Comité de Salud Pública
hablan sido BillaudVarenne, CoUotd'-Herbois, Barére y Carnot) no les iban en zaga en maldades, perversidades, crueldades y barbaridades los coligados para derribar al tirano.
¡Valientes filántropos, mangos corderos y candidas palomas
estaban Tallien, el amante de la Cabarrús; el sanguinario
Vadier; Freron, el demoledor de Marsella; Barras, el cinismo
encarnado, y demás termidorianosl
La actitud de Robespierre al ser acusado la noche del 8 al
9 de Termidor, en la Convención, fué soberbia. Levántase
Vadier y acusa á Robespierre de haber defendido á Camilo
Desmoulins y á Danton; dispónese el otro á contestar, pero
no le dejan, á fuerza de gritos, pero por fin logra imponerse y
exclama: —¡A vosotros, hombres puros, me dirijo, y no á los
bandidosl
Un horrible clamoreo acoje sus palabras, pero Robespierre,
con voz tonante, volviéndose hacia el presidente exclama:
—Por última vez, presidente de asesinos, te pido la palabra..
¡Concédemela ó decreta que quieres asesinarmel
—¡La sangre de Danton te ahoga!—grita un tal Garnier,
contradiciendo lo que había dicho antes Vadier
—¿Queréis, pues, vengar á Danton?—murmura Robespierre, sorprendido —En'ionces ¡cobardes! ¿Por qué no le defendíais?
Pero la Convención no quiere oír más, y se presenta sobre
la marcha un decreto de acusación y otro de prisión contra el
Hacían sombra, pues, Robespierre y sus amigos, y de ahí
tirano. La Asamblea, vota en seguida los decretos, y prorrum-
Termidor, prólogo del Imperio, con sus glorias y su catástrofe
pe en gritos de [ Viva la Repúhlical
final. Sardón no ha tenido presente, sin embargo, estos hechos y
—¡La Repiiblical—dice Rob-ispíerre,—¡Está perdida, porque triunfan los bandidos!
republicana, de lo cual protestamos, no en nombre de la repú-
No sabia tal vez el elocuente tribuno hasta que punto era
blica, que nada tiene que ver con la cuestión, sino en nombre
verdad lo que decía. La Eepública se acabó en cuanto quedó
ha escrito un Termidor sin más objeto que censurar la forma
del arte.
triunfante la monstruosa coalición monárquico-republicana, y
No hay cesa peor que sacar las cosas de quicio, y tanto
fué lástima ciertamente que en el mismo momento en que se
enfada llevar la política al teatro, como hacen Sardón y otros,
iba á abrir una era de paz cayeran aquellos hombres que
como llevarla á las academias, como acostumbran algunos, por
podían haberse equivocado, pero que tal vez no fueron dueños
ejemplo, el Sr. Silvela. Cada cosa en su lugar y tiempo. Al
de proceder como hubieran querido.
teatro solo te va á hacer pasar un buen rato al público, pero
Consta positivamente, en efecto, que ni Robespierre ni
no á predicarle ¿Qué predicaron Shakspeare, Lope 6 Sófocles?
Saint-Just disimulaban en el comité de Salud Pública su des-
Nada. En cambio hoy nos están aburriendo soberanamente los
contento al ver que se continuaba el sistema del terror y se
que en vez de una conferencia, un folleto, un artículo ó un
transformaban en crímenes de con'rarevolución cosas indife-
libro se nos vienen con un drama encaminado á abominar del
rentes ó preocupaciones de difícil desarraigo. Saint-Just había
burgués y á poner en los cuernos de la luna al obrero. Para
declarado á su vez, en el seno del Comité, que había que
eso bastan María ó la hija de un jornalero 6 Lníi Misterios de
renunciar á fulminar rayos á cada momento, y emplear medi-
París.
das más justas y sensatas
Pocos abandonarán sus ideas por lo que diga un autor dra-
Esta actitud de Robespierre y Saint J u s t molestaba en
mático, aunque éste sea tan hábil como Sardou. Es preciso que
gran manera á sus colegas. Carnot, por ejemplo, no podía per-
los autores se convenzan de que vamos al teatro á divertirnos
donarle á Robespierre que éste le acusase de perseguir á los
ó á sentir, pero no á hacer política Si los obispos con buen
generales patriotas, como Hoche, ni á Saint J u s t que éste
»'•-^rdo, prohiben los dramas sacros, los gobernadores debe
hubiese dicho, refiriéndose al titulado organizador de la victo
rían prohibir (como hace en Francia, bajo la República, la
yl0. —Solo los que están en las batallas las ganan y solo los
censura) los dramas, y los saínetes, políticios Cada cosa en su
que son poderosos se aprovechan de ellas.
tiempo, y los nabos en Adviento.
Acru iV.
i.A t.ii;u.LOL i.s.\
RETRATO DE MUJEE, cuadro de ChapHn, grabado de Baude
EN LA
GALERÍA
DE LOS ANTEPASADOS
l^t^^lHHH^Iiy^^l^
IIIIIIBIIIlll
Estamos en el clásico
mes de las aguas mil y de
las erupciones cutáneas,
políticas y hasta volcánicas También es el obligado mes de la Pascua, la
que nos hacemos todos
los españoles en estos benditos tiempos, ó nos hacen
los eximios enredadores
de la política militante.
Con la Pascua de resurrección, r e s u c i t a la
temporada taurina y entra en su período agónico
la dramática.
Se cotiza en alza el pipel coleía y en baja el carátula; la
fuerza se impone al ingenio, como los malos gobiernos se su
ben sobre el país.
Cuando se abren las plazas de toros, se cierran los teatros;
como se cierran las escuelas, al abrirse de par en par los conventos...
[Oh, maravillosa ley de las compensaciones!
Unos suben y otros bajan; cae Silvela, para que se levante
Villaverde; derrúmbase D. B,aimundo y álzase Maura.
|Solo al país le toca siempre estar debajol
España no encuentra el Jesús que ha de decirle, como á
Lázaro, levántate y anda; en cambio no le faltan Judas que la
vendan y traicionen por dos pesetas.
Abril es el acreditado mes de los amores en eferves
cencía
Hierve la sangre, alterando los sistemas nerviosos de los
amantes sensibles y apasionados y abundan los deslices .. y
los casamientos.
Los que no se casan punca, son los gobernados y sus
gobernantes; esos viven en divorcio perpetuo y no acaban de
entenderse
En el poético abril, todo mortal siéntese trovador, con ó sin
melenas, y hete aquí que donde menos se piensa salta un Grilo de casa y boca, disparándonos su correspondiente ripio primaveral.
Por cierto que loa principiantes disculpan sus errores á lo
mejor diciendo: así escribe Grilo; como los pintores mediocres
justifican sus desdibujados enjendros y extravagancias modernistas, afirmando: así pintaba el Greco. .
Los papas higiénicos y previsores, en cuanto llega el mes
de abril con sus días de sol, tibios y perfumados, organizan
los salutíferos paseos matinales ál Parque, la Casa de Campo
ecétera, en demanda de oxigeno y agua ferruginosa, para sus
apreciables y anémicas, si que también casaderas vástagas, que
aprovechan á placer tales excursiones para timarse con sus
respectivos galancetes, á ciencia y paciencia de las mamas, que
por lo general, en esos casos, tienen exquisita habilidad para
no darse por entendidas.
En abril,
alegran la campiña las aves y las flores,
los árboles ostentan sus verdes esplendores,
imprégnase el ambiente de múltiples aromas,
y arrullan en sus nidos, amantes, las palomaH
felices entonando sus cantigas de amores...
y perdonen ustedes que me arranque por ahí, amenizando este
articulejo con esa ración de cascote ..
|No he podido sustraerme á la influencia del mediol
Estamos en abril, que á pesar de aus poéticos encantos, es el
mes de las molestias.
¡í~!i vieran ustedes como tengo la epidermis 1
Poseo granos tan gordos como la cwbeza de Villaverde...
Llevo montado en la punta de la nariz uno que se parece á
Maura ¡por lo soberbiol... ¡Valiente grano!
Y así por todo el cuerpo: en el cogote ha sentado sus reales un Romero Robledo, que me da más que hacer que Sánchez Guerra á los del G de S.
¡Pues si conocieran ustedes al Moret que llevo clavado en
la boca del estómagol
En esas circunstancias tan deplorables ¿quién es el mortal
que no procura vengar en el prójimo la molestia propia'?
Ahí tienen ustedes expuesta la razAii de mis grüicos alardes anteriores.
¡Estoy rabiando y desahogo la bilis haciendo versos malos
— por lo cual no son versos —para que ustedes padezcan
leyéndolos!
Lo mismo que Sánchez, el de Gobernación, vengó los malos
ratos que le proporcionara la minoría republicana, amén de la
propia inutilidad, apaleando suavemente á pacíficos ciudadanos,
que no cometieron más delito que el de dejarse mansamente
gobernar por él.
Al empezar oficialmente el reinado de la primavera, todo
renace y cobra nuevas energías, sacudiendo el marasmo en
que yaciera durante los tristones y desapacibles días de
invierno.
La Naturaleza, surgiendo radiante y espléndida del gélido
letargo, viste sus mejores galas y muéstrase risueña, provoca-
tíva, encantadora; brindando al hombre torrentes de luz, de
color, de aromas, como si con la exhibición de tan sublime
espectáculo, quisiera hacerle olvidar sus íntimas pesadumbres,
devolviendo á su corazón la esperanza en lo futuro y la fé para
seguir luchando en ese campo de Agramante que se llama
vida .. no sé por qué...
Mas \ay\ para los pueblos oprimidos y miserables, no llega
nunca la Pascua de
Resurrección.
¡Los desgraciados,
débiles de espíritu, no
tienen primaveral
L a s almas atormentadas por el dolor,
no distinguen los días
negros, ni los grises ó
pardos, de los azules,
colorados ó verdes.
Ya dijo, no recuerdo quien, que:
'^'^^'í^'^Jé^'
—bime, niño, ¿crees que Jesucristo vendrá á juzgar á los
vivos y á los muertos?
—Sí, señor, creo,—contestó el discípulo;—pero verá usted
como no viene...
Pretender que se convenzan los que hoy viven sobre el
país muy á sus anchas, con discursos y argumentos, más ó
menos elocuentes, de que deben irse con la música á otra parte, es lo mismo que intentar abrir las ostras por el desacreditado sistema de la persuasión.
Tiempo y saliva perdidos.
Lo más seguro es, que así como con la primavera se revuelven los humores, exacerbando ciertas enfermedades, en esto
mes, como en los pasados y en los por venir, se exacerbarán
las manifestaciones morbosas del cuerpo nacional, recrudeciéndose las epidemias tributarias, con la subida de los francos, la baja de los valores y el consabido aumento de gastos
que, por lo visto, ha de proporcionarnos la guerra ruso-japonesa.
Por cierto que aun no sabemos porque regla de tres, ó de
por más que los canten
ciertos poetas,
y los vistan con oro
sedas y tules;
al mortal que carece
de dos pesetas...
\que le vayan con cuentos
de días azulesl
]Y no digo nada, si abril trata de justificar aquello de las
aguas mili
Entonces, á pesar de sus líricos aparejos, resulta insoportable, como una frase de Maura, ó un discurso de Rodríguez
San Pedro.
Abril lluvioso, poniéndonos como nuevos y dejándonos casi
proporción, ó de compañía... de Jesús, hemos de pagar aquí
los vidrios y las cabezas que se rompan rusos y japoneses, por
un quítame allá esa Mandchuria.
¡CielosI ¿Habrá de llegar el momento de preguntarnos, qué
pedazo de territorio nos quitan hoy?
Porque con los gobernantes que usamos para castigo de
nuestros pecados, que debe^ ser enormes á juzgar por la penitencia, no tenemos loe españoles hora segura, ni terreno firme.
[Solo sirven para darnos disgustos y cobrar contribuciones!
convertidos en ranas, es tan antipático como un cofrade de la
mayoría mauritana.
[Si al menos, con la venida de abril, coincidiera la desaparición de tantas cosas como estorban y molestan al paísl
Pero eso que es bueno, no lo veremos nosotros.
Digamos como el chiquillo del cuento, á quien su profesor
le preguntaba en un examen de catecismo, secundum Ripalda:
¿Nos reservará alguna sorpresa gorda y desagradable en
su programa el mes de abril?
Todo puede ser y nada resultaría más propio de esta
época.
Porque para primaveras... los españoles.
¡Jamás nos cansaremos de hacer el primol
LUIS F A L C A T O
LA
PRUEBA
DE LA
MARGARITA
DOS P E S E T A S BIEN
—¿Está D. Martin Martínez?
—Yo soy, diga que desea.
—Vengo á pedirle un favor.
—Pues tome asiento. (Se sienta).
— Yo me llamo Timoteo
T'moniano Timoneda
y hasta la novia que tengo
la llaman la Timotea.
Yo nací en Villamanzanas
y resido en Villaperas.
Allí eoy el secretario,
que es como ei le dijera
el amo.
—Vamos al grano
—Tenga un poco de paciencia
¿Usted fuma?
—Sí, señor;
mas me duele la cabeza,
muchas gracias.
—Lo decía
y perdone mis maneras...
porque me dejé el tabaco
al mudarme de chaqueta
y si fuera tan amable...
—Pues no faltaba más, tenga.
—Muchas gracias D. Martin.
—No hay de qué. Mire quisiera
se explique
—Me explicaré
en el momento que encienda.
(Enciende). Pues bien, decía...
—Sí; decía usted que era
el secretario de Villa...
—Si, señor, de Villaperas.
Además ha de saber
que yo también soy poeta.
¿Quiere le lea unos versos?
•—No, señor, no me los lea.
—Son muy bonitos.
—No importa.
G-ANADAS
—Son muy...
—Sean como sean.
—Yo redacto los programas
cuando se acercan las fiestas.
Se lo diré el de este año
de memoria.
— (Me revienta).
El día cuatro de enero
al amanecer comienzan
á voltear las campanas
y... voltea que voltea.
Después, una gran diana
la cual estará compuesta
de tres bajos, cuatro bombos
y quince 6 veinte panderas.
Día cinco Cabalgata.
La burra de la alcaldesa
con peras irá adornada
y llevará la montera
del alcalde en el hocico.
¿Verdad que la idea es buena?
Un carro hay que dará el opio,
cuyo carro representa
á unos cuantos políticos
armanío una pelotera.
Dará la vuelta siguiente:
calle de las Sinvergüenzas,
camino del tío Tripilla,
á la calle de las Peras.
Sigue; calle del Alcalde,
San Pedro, Santa Tadea,
Horrores, Brutos, Lechuzas,
á la calle de las Penas.
Sigue...
—Por Dios que no siga
(porque si sigue me en tierra).
—Es que...
—¡Por Dios Timoteo
dígame usted que deseal
—Pues mire usted [que carambHl,
que me preste dos pesetas.
—Pues si empieza usted por esto
le hubiera dado cuarenta
con tal de no haberme estado
mareando con sus fiestas I
PABLO GARCÍA LLEDÓ
^€firslT^IlVIA.
Ella, era niña muy niña,
él, comenzaba á ser viejo,
|se sintieron atraídos
y se amaron sin saberlol
En la niña enamorada
aquel amor fué el primero,
jél amó con toda el almal
|como nunca supo hacerlo!
|Ella olvidó fácilmente
palabras y juramentos!
¡él nombrándola muriól
[murió de amor y de celosl
NARCISO DÍAZ DE ESCOVAR
LUCHAS
INTERNAS
Celebrábase la última noche del mes de María, ó de las
Durante cierto lapao de tiempo hube de contemplarla, y ú
flores, y el templo de la Merced estaba radiante de magoificen-
mi imaginación se agolparon ideas diversas, antagónicas algu-
cia, decorado con sus mejores galas y ostentando el sello pro-
nas, y pensé: ¿Por qué el destino me aleja de esa mujer que ido-
pio del culto católico en sus diversas manifestaciones, satura-
latro? Mi vida es un desierto. Yo me la había imaginaao como
das todas de esa unción que eleva á las criaturas hasta los
el oasis venturoso en que saciar la sed de mi intenso amor, y no
dinteles del trono donde mora su Criador.
es más que un siniestro espejismo. Mas observando que mien-
Un altar descollaba por su esplendidez; multitud de velas
tras palpitaba la plegaria en su agitado pecho y en sus trému-
le daban su luz, y de alguna ardía solo el pabilo, que sin la
los labios, velábase el brillo de sus ojos en que vislumbré una
cera para alimentarlo inclinábase sobre la arandela como se
furtiva lágrima como delatora de hondos quebrantos, acaso, me
abaten los espíritus pequeños ante los infortunios cuando les
dije, acariciará su mente un ideal imposible como el mío, que
falta la fe que los sustenta; infinidad de bombillitos eléctricos
se estrella en la inerte roca de las exigencias sociales.
artisticamente colocados comunicaban al conjunto aspecto má-
La fiesta había terminado, y poco á poco fué desfilando la
gico; florea de variados matices y clases exhalaban su perfume
multitud que ocupaba el sacro recinto; ella, siguiendo piadosa
que confundiéndose con el olor del incienso, difunaían en aque-
costumbre, postróse unos instantes ante la imagen del Patriar-
lla atmósfera ambientes de gloria.
ca carpintero; esperé; y al verla traspasar el umbral del atrio
Allá, en lo alto, asentada sobre un globo de fuego, teniendo
parecióme perdiéndola de vista que con ella se alejaban las
en una de sus manos al Dios niño y un cetro en la otra, una
energías de mi juventud, los alientos de mi vida, las esperan-
virgen de niveas vestiduras irradiaba los resplandores de sus
zas de mi felicidad Enervado por un cúmulo de contrapuestas
virtudes, virtudes excelsas que la hicieron descender desde
emociones, sentí algo asi como la impresión que nos produce
el Empíreo hasta el repugnante lodo del mundo en que vivimos,
el espectáculo del crepúsculo tras un día hermoso y sin nubes,
hollando con su planta la gruta milagrosa de Lourdes, las
ó el prolongado y lúgubre silbato de la sirena del bajel que
aguas sacrosantas de Ñipe, el venerando pilar de Zaragoza, el
conduce á ignotas y lejanas playas un ser querido.
legendario cerro del Tepeyac.
Solo y en éxtasis ante el frontispicio del templo, despertó-
Inmenso concurso de fieles invadía las naves del suntuoso
me ei tañido de las campanas de su reloj que á ella y á mí nos
templo, y ante las gradas que conducen al altar de la Reina
restaban una hora de esa lucha que es la vida, y en que más
dejos cielos, acerté á ver una vez más á la ideal mujer que
pronto ó más tarde sentimos todos la nostalgia de la dicha.
soñó mi fantasía en esas horas en que bogamos tranquilos unas
Aquellas campanadas haciéndome volver los ojos á la altu-
veces, inquietos otras, por el anchuroso mar de lo desconocido,
ra, sirvieron para mostrarme la celeste inmensidad, el «más
roaillas; su vestido simbolizaba la pureza; un ve-
allá» donde reciben el condigno galardón de sus virtudes los
Hilo blanco contrastaba con la negrura de sus cabellos, y oraba
que como aquella piadosa mujer, enjugan sus lágrimas y miti-
con esa unción santificante, pura, angelical que subUmó á las
vírgenes romanas de In» „
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ids arenas ensangrentadas del circo á las
regiones deíficas Alo-nr.^
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j
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'gunas veces sus o]os negros y vivaces de
gan sus tristezas, orientándose á esa mansión de verdadera
trigueña sugestiva tornábanse á la que es consuelo de los afli^
' ^
ii'adas ardía el fuego divino que inspiró á
Teresa de Jesús y á Jua^a ¿e Arco.
diüha por el sendero en que ella tan inconscientemente me colocaba con su ejemplo edificante.
Partí al fin, y partí bendiciéndola, que desde entonces, si
siento más frío en el corazón, llevo más fe en el alma.
A. &. G.
EL SECR&IO DE LA SEÑORITA
IMMO E HILDEGAEDA
ARAG-ONESA
Aragón, tierra querid?,
por todo un pueblo admirada,
por el baturro adorada
y por un Dios bendecida;
donde la jota es sentida
con la pasión y el querer,
que nos brinda una mujer
entre guirnaldas de flores,
y que canta los amores
que son alma de su ser.
Tierra donde se venera
á la Virgen del Pilar,
cuyo trono es un altar
colocado en la ribera,
del Ebro, que si tuviera
la misma anchura que el mar
parecería besar
al templo con su belleza;
y al Pilar con su grandeza
se podría comparar.
Tierra cuna del valor
arrullada por la jota,
en cuya última nota
se manifiesta el amor
del baturro rondador,
que á su mocica embelesa,
con la canta aragonesa
qu« tan pronto es bravucona,
eouio cálida, y dulzona,
como el aire que nos besa.
(i,Qué tienen di tus mujeres
y tus hombres esforzados
que tan valiente y osados
se disputan sus quereres?
Dime Aragón lo que eres
y lo que fuistes un día,
cuando el francés te quería
y en tus puertas encontró,
al cañón que pregonó
ae tu pueblo la hidalguía.
¿Qué atracción tan misteriosa,
que influjo desconocido
hace que todo el nacido
en tu tierra prodigiosa,
tan fecunda como hermosa,
te recuerde contristado
cuando lejos y olvidado
sueña contigo riendo,
y despierta luego viendo
que al soñar te ha llorado?
Tienes por galas mejores
y por más ricas preseas,
á la Virgen que veneras.
al cantar de tus amores,
y al olor de las mil flore,s
que adornan tu gran vergel,
donde el sangriento clavel
se entrelaza con la rosa
que es el rostro de la hermosa
baturra que vive en el.
Todos los que á ti te vieron,
nunca jamás te olvidaron,
y al vivir en ti te amaron;
y los que luego se fueron,
al despedirse sufrieron
por tener que abandonar,
la tierra donde en amar
por ninguna es superada,
y en la cual es venerada
nuestra Virgen del Pilar.
Esa es mi tierra querida
la por un pueblo admirada,
por el baturro adorada
y por un Dios bendecida
Donde la jota es sentida
con la pasión y el querer,
que nos brinda una mujer
entre guirnaldas de flores,
y que canta los amores
que son alma de su ser.
BENIGNO
VARELV
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