LA FAMILIA COMO FUENTE DE AMOR Mgtr. Gloria Huarcaya ¿Qué

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LA FAMILIA COMO FUENTE DE AMOR
Mgtr. Gloria Huarcaya
¿Qué situación atraviesa hoy la familia? Muchos fenómenos cercanos como las
crecientes tasas de separaciones, de divorcios, parricidios, hijos abandonados, pueden
hacernos creer que la familia está en crisis.
Pues no. La familia como institución natural no está en crisis, ya que su esencia es
imperecedera. Sin embargo, estas patologías sociales responden a conflictos personales
de quienes no han sido bien acogidos en el seno de una familia.
Las personas, en razón de su dignidad personal, merecen nacer en el núcleo de un
matrimonio. Pero, ¿qué se hace si en el último siglo se ha desvinculado la sexualidad
humana del matrimonio y el matrimonio de la filiación? Nuestra sociedad sufre una “crisis
de la genealogía personal” y una “crisis de la genealogía del amor”, así lo asegura el
profesor Pedro Juan- Villadrich.
Cuando una persona es concebida, no sólo se origina una vida biológica, sino también
una nueva identidad. He aquí la importancia de las relaciones familiares; entrelazadas,
éstas componen nuestra singular e irrepetible identidad personal: somos hijos de estos
padres, somos hermanos de estas personas, somos padres de estos hijos.
No somos seres en solitario, sino que nos desarrollamos con nuestros familiares en una
comunidad íntima de amor. Por eso se hace necesario apostar y defender un auténtico
amor conyugal, que exprese la entrega incondicional de los esposos y su apertura a la
vida. Los hijos son el fruto de la donación de los esposos. Los hijos son, en palabras de
Juan Pablo II, “la personificación del amor conyugal, el reflejo viviente del amor entre los
cónyuges”.
La familia es la escuela del amor humano, y lo que asegura la unidad de la misma es el
amor conyugal, el que significa amar al cónyuge “como a uno mismo”. Esto exige,
obviamente, una entrega imperecedera que haga de cada uno una mejor persona. El
esposo es responsable de que su esposa sea mejor persona, pues él mismo es el bien
más radical para ella; y viceversa. Ser marido y ser esposa implica estar ordenado al
servicio del otro cónyuge.
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