DIVORCIO, INJURIAS GRAVES COMO CAUSAL DE, CUANDO LOS

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241582. . Tercera Sala. Séptima Época. Semanario Judicial de la Federación. Volumen 70, Cuarta Parte, Pág. 40.
DIVORCIO, INJURIAS GRAVES COMO CAUSAL DE, CUANDO LOS ESPOSOS
VIVEN SEPARADOS. Es verdad que la ley quiere que los esposos vivan juntos en el hogar
conyugal, y precisamente por eso establece las diversas causales de divorcio por la
separación de la casa conyugal por más de seis meses sin causa justificada y por la separación
del hogar conyugal originada por una causa que sea bastante para pedir el divorcio, si se
prolonga por más de un año sin que el cónyuge que se separó entable la demanda de divorcio;
y si bien es cierto que, conforme al artículo 32 del Código de Procedimientos Civiles, a nadie
puede obligarse a intentar o proseguir una acción contra su voluntad, excepto en los casos de
jactancia, de continuación de tercería y cuando alguno tenga acción o excepción que dependa
del ejercicio de la acción de otro a quien se puede exigir que la deduzca, oponga o continúe
desde luego, también lo es que el artículo 17 constitucional prohibe que las personas se hagan
justicia por sí mismas; de manera, pues, que el hecho de que los esposos vivan separados, no
autoriza a ninguno de ellos a faltar contra la consideración y el respeto que mutuamente se
deben en virtud del vínculo conyugal que los une; y si uno de ellos falta gravemente al otro,
realizando actos y profiriendo palabras que impliquen vejación, menosprecio, ultraje u
ofensa, con la dañada intención de humillarlo o despreciarlo, incurre en la causal de divorcio
por injurias graves de un cónyuge para el otro prevista por la fracción XI del artículo 267 del
Código Civil. La fracción XI del artículo 267 del Código Civil, al establecer como causa para
la disolución del matrimonio las injurias graves de un cónyuge para el otro, no hace ninguna
referencia a la necesidad de que cuando tengan lugar los actos, hechos, acciones o
expresiones, constitutivas de la causal, los cónyuges estén haciendo vida común y en plena
armonía; y por otra parte, lo que la ley quiere es que los cónyuges, por el hecho de serlo, se
guarden mutuamente consideración, respeto y afecto, independientemente de que vivan
juntos o separados; porque tales sentimientos son el basamento de la armonía requerida para
la subsistencia del matrimonio; de tal manera que la expresión, la acción del acto o la
conducta de un cónyuge para el otro, será constitutivo de injuria grave y motivo para la
disolución del matrimonio, siempre que implique vejación, menosprecio, ultraje, ofensa y que
atendiendo a la condición social de los cónyuges y a las circunstancias en que se profieran las
palabras o se ejecuten los hechos, impliquen tal gravedad contra la mutua consideración,
respeto y afecto que se deben los cónyuges, que hagan imposible la vida conyugal, por la
dañada intención con que se profieren o ejecutan, para humillar o despreciar al ofendido;
circunstancias que el juzgador debe tomar en cuenta para calificar la gravedad de los hechos
en que se hacen consistir las injurias, las cuales, para ser motivo de disolución del
matrimonio, han de ser de tal manera graves, que provoquen un profundo y radical
distanciamiento, incompatible con la armonía requerida para la vida en matrimonio; situación
que puede presentarse viviendo los esposos juntos o separados; porque, en el primer caso,
orillan a una separación, y en el segundo, ahondan el distanciamiento, obstaculizando la
posibilidad de reanudar la vida conyugal. Por ello, es de todo punto inaceptable admitir que si
ya no existe vida conyugal porque los esposos ya están distanciados, alejados entre sí, los
actos y las palabras en que consistan las injurias graves, no puedan ser causa de divorcio
porque no fueron el motivo del alejamiento, del distanciamiento, de la separación de los
esposos.
Amparo directo 3004/73. Pablo Morales Peña. 21 de octubre de 1974. Cinco votos. Ponente:
Ernesto Solís López.
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