1. Antecedentes del Humanismo en Francia: Lefrevre D`Etaples

Anuncio
1.
Antecedentes del Humanismo en Francia:
Lefrevre D'Etaples, Guillaume Bude, Jean Dorat.
Antes de adentrarnos en el título específico que
rotula este estudio y precisamente para que esa influencia
clásica en general y horaciana en particular en el joven
Ronsard sea comprendida, aprehendida y valorada en su
justo término y cabal alcance, he estimado oportuno -y aún
necesario- contemplar el panorama diversificado del
Renacimiento francés,las ideas y modelos sobre los que se
sustentaron una corriente de pensamiento y un sentido
estético del todo peculiares, que vamos a rememorar.
No me detendré en el Renacimiento en general o el
Humanismo en particular, por ser fenómenos o hitos
señeros de la cultura occidental por todos conocidos sino
que voy a acercar la cámara solamente al lar frondoso de la
denominada en la Chanson de Roland «dulce Francia)),
destacando los principales momentos que jalonan las
sucesivas etapas de su periodo renacentista, incluyendo
sus más inmediatos antecedentes.
El primer nombre que nos aparece en busca de las
prístinas fuentes de la Antigüedad es el de Lefevre
d8Etaples, quien va a traducir al latín las obras de
Aristóteles, al estilo ya del Humanismo italiano, es decir,
suprimiendo las farragosas glosas medievales y
practicando una suerte de rudimentaria crítica textual, o
más bien filológica a secas, próxima al comentario de texto,
evitando el procedimiento escolástico apegado a un
logicismo demostrativo. D'Etaples realizó otros varios
trabajos entre los que cabe destacar la publicación, con
comentarios, de la obra de Raimon Llull. Amén de esta su
labor investigadora (para entendernos), se va a sentir
espiritualmente cerca del neoplatonismo de la escuela
florentina, que tanta influencia ejercerá en el Renacimiento
francés, y del que hablaremos más tarde.
El segundo hombre o nombre que descuella en los
albores del Humanismo galo es Guillaume Budé, un
jurista altoburgués descontento con los métodos de
aprendizaje del derecho, que siente en su interior la
llamada, o el deseo, de acudir a las fuentes originarias.
Para darnos una idea del estado de cosas en la
Francia de antes de 1530, diremos que Budé debe recibir
las clases de griego de parte de un refugiado griego,
hombre por lo demás no muy culto. Pero Budé, que poseía
una gran inteligencia natural, continúa como autodidacta
con el estudio del griego antiguo y llega incluso a traducir
dos opúsculos de Plutarco. Si bien Budé es citado por tener
el mérito de empezar y finalizar con éxito el estudio del
griego en Francia, sus dos principales obras De asse y
Annotationes in Pandectas son estudios jurídicos.
El tercer nombre a tener en cuenta, también el
principal, es el de Jean Dorat, quien hacia 1544 imparte
cursos de griego y latín en el "College de Coqueret", una
depencia de la Universidad de la Sorbona. Su enseñanza no
estriba sólo en un estudio sistemático de las lenguas
clásicas, sino en una profundización en los textos de los
grandes autores griegos y latinos, los cuales van a suscitar
en un grupo de jóvenes un entusiasmo inaudito y unas
ansias de imitación y de emulación tales, que darán lugar al
grupo de la Pleiade, en la que fue incluído no tanto por sus
versos griegos, latinos y franceses cuanto por ser el gran
profesor en París de Ronsard y Du Bellay.
De este gran humanista ha dicho Gilbert Gadoffre:
Ce qui compte. plus encore que la
méthode ou les idees de Daurat. c'est I'esprit
dans lequel il les appliquait. A une époque ou
le culte des Anciens risque de stériliser les
créateurs. il fait en sorte que I'admiration
devienne un stimulant. et non un poids.'
Desde el punto de vista histórico o político el primer
monarca renacentista francés es Francois I quien pone a
disposición de los eruditos las bibliotecas reales de los
castillos, ordena que se divulgue la cultura antigua,
haciendo imprimir traducciones de historiadores griegos
como Tucídides y Jenofonte o encarga a Amyot su famosa
traducción de Plutarco.
En La Renaissance des Lettres e n France de
Plattard leemos:
Mais le plus grand service qu'il rendit ti
I'humanisme. ce fut de fonder un college de
GADOFFRE, Gilbert, Ronsard p a r lui-meme. Coll. "Ecrivains de
toujours". Editions d u Seuil. Paris, 1960. Cit. pp. 28-29.
Traducción. Lo que cuenta, más aún que el mBtodo o las ideas de
Dorat, es el espíritu en el cual las aplicaba. En una Bpoca en que el culto a
los antiguos corre el riesgo de esterilizar a los creadores, actúa de tal
suerte que la admiración se convierta en un estímulo, y no en un peso.
N. B. Las traducciones de los todos los textos franceses, tanto de
crítica como de creación o poesía, corren a cargo del propio autor del libro
professeurs, charges d'enseigner particulierement les langues anciennes: le grec,
I'hebreu, le latin. (...) En 1530 F r a n ~ o i sI
repondit a son (de G. Budé) appel et crea les
ulecteurs royauxn. C'etait une p e t i t e
corporation de professeurs dont les droits et
privileges etaient confies a I'aumonier du roi
et qui etaient appointes sur la cassette royale.
Elle portait le nom de ~ C o l l e g edes lecteurs
royaux»,qui devint au XVll siecle ~ C o l l e g e
r o y a l de Francen e t q u i est, depuis l a
Revolution, notre College de Franca2
PLATTARD, Jean, La Renaissance des Lettres en France. Coll. "U2".
Librairie Armand Colin. Paris, 1967.
Trad. Mas el mayor servicio que prestó al humanismo fue el de
fundar un colegio de profesores encargados de enseñar particularmente
las lenguas antiguas: el griego, el hebreo, el latín. L..) En 1530 Francisco I
respondió a la llamada de Bud6 y creó los ((lectores reales)). Era una
pequeña corporación de profesores cuyos derechos y privilegios eran
confiados al capellán del rey y que eran retribuidos con cargo al tesoro
real. Llevaba el nombre de ((Colegio de los lectores reales», que llegó a ser
en el siglo XVll ((Colegio real de Francia)) y que es, desde la Revolución,
nuestro Colegio de Francia.
2.
La escuela neoplatónica florentina: Marsilio
Ficino, Pico della Mirandola.
Había prometido, poco ha, volver sobre la escuela
neoplatónica de Florencia y éste es el momento de hacerlo,
ya que sus teorías estéticas y éticas tendrán una proyección
determinante sobre gran parte de la producción poética de
La Pléiade.
A finales del siglo XV una serie de filósofos y
pensadores se reúnen a discutir y conversar en la quinta de
Careggi, propiedad de Marsilio Ficino, quien será el alma
de este grupo. Marsilio Ficino tradujo Platón al latín
escribiendo además una biografía sobre el filósofo de la
Academia, n o m b r e con que sus correligionarios
designaban en evocación mimética a la propiedad de
Careggi. Añadamos que M. Ficino no se contentaba con
comentar y explicar a Platón sino que incluía igualmente a
su aventajadísimo seguidor Plotino, un filósofo de espíritu
tan místico como el del propio Ficino.
En su sistema Ficino considera que la vista capta la
belleza plástica (pintura, escultura, arquitectura, incluso la
literatura) y el oído la belleza acústica (música, literatura
también), pero que los sentidos del gusto y del tacto nada
tienen que ver en el complejo proceso de la captación de lo
bello y por ende con el arte.
Podríamos preguntarnos: pues bien, ¿y qué tiene esto
de extraño o de idealismo filosófico, cuando a poco que
reflexionásemos, todos convendríamos en ello?
La respuesta es sencilla y enlaza perfectamente con
lo anterior: como quiera que en el amor carnal participan
todos, o casi todos, los sentidos, M a r s i l i o Ficino l o
desvincula de la categoría estética de lo bello.
El amor físico es un fenómeno instintivo, temperamental, pero en esencia distinto y distante del amor
fecundo para el arte. La belleza del cuerpo es tan sólo una
sombra desvaída, un eco en la lontananza, de cuál será la
beldad del alma y ésta a su vez u n escalón ya más
próximo en la gradación ascendente que va del hombre
hasta la hermosura infinita de Dios en quien Bondad y
Belleza se realizan a la par en grado sumo; así estableció
M a r s i l i o Ficino la d o b l e gradación ascendente y
descendente.
¿Cómo resolver entonces la realidad psicológica del
amor humano una tal concepción tan mística como elevada?
Pues bien, el amor compartido sería doble muerte y
doble resurrección: muerte de cada enamorado a sí mismo,
y vida nueva en el amado y en la amada, fusión de la
belleza de las almas que han traspasado el primer estadio
del impulso natural de la atracción física.
La finalidad del amor -en la doctrina ficiniana- es la
del perfeccionamiento mutuo, al tiempo que un modo
privilegiado de conocimiento intelectual que sobrepasa el
carácter discursivo de la inteligencia en la conjunción del
t o d o en el u n o s u r g i d o de la m u t u a t r a n s f u s i ó n de
esencias.
Natalino Sapegno comenta a este respecto:
Este concepto de la dignidad y de la
potencia humana es algo nuevo y antimedieval,
y constituye uno de los motivos fundamentales
del pensamiento del Rena~imiento.~
Pensemos, por ejemplo, para ilustrar la verdad de
este aserto, en nuestro Libro del Buen Amor del Arcipreste
de Hita, donde al socaire de incitar al «buen amor)), Juan
SAPEGNO, Natalino, Historia de la literatura italiana. Título de la
obra original: Disegno storico della Letteratura Italiana. Traducción por
Juan Petit. Editorial Labor, S.A. Barcelona, 1964. Cit. p. 120.
Ruiz nos explaya una teoría constante del amor rastrero, de
un amor a ras de tierra.
En efecto los grandes amores literarios del Medievo
italiano fueron Dante enamorado de Beatrice y Petrarca
e n a m o r a d o de Laura, a m o r e s a m b o s platónicos, n o
consumados y cuya consunción en el espíritu contribuyó al
nacimiento de obras literarias inmortales.
El segundo filósofo florentino cuyo pensamiento
irradia con fuerza sobre la literatura francesa es Pico della
Mirandola, el cual trató de realizar un sincretismo entre
Platón y Aristóteles, e n t r e p e n s a m i e n t o p a g a n o y
c r i s t i a n i s m o , m e d i a n t e u n a c o n v e r g e n c i a e n t r e la
interpretación numérica en la Cábala judía y la importancia
y significado de los números para l o s pitagóricos: u n
sistema que se resiente -!qué duda cabe!- de excesiva
fragilidad, mas que le sirvió para situar al hombre como
punto equidistante entre la materia y la esencia divina. En
su obra De dignitate hominis parte Pico della Mirandola del
principio de la libertad humana, imagen de la libertad
divina, como posibilidad individual abierta para que cada
cual se acerque más a Dios o a la materia,"como libre
artífice y constructor de sí mismo", nos dirá literalmente
della Mirandola, para quien el hombre -idea fundamentales un microcosmos, entendido no en el sentido pasivo de
que es una imagen sintética o compendiada del universo,
sino en el sentido activo de que puede recrear con su
inteligencia y con su sensibilidad -ciencias y artes- las
múltiples bellezas, armonías o proporciones que se dan en
el mundo.
Repitamos de nuevo con Sapegno:
Estos conceptos, esencialmente antimedievales, antiescolásticos y antiasceticos,
preludian la dirección fundamental del futuro
pensamiento europeo y expresan, por de
pronto, un sentimiento nuevo y audazmente
progresivo de la vida.'
-
IDEM, ibidem, p. 120.
18
Descargar