“2013 – AÑO DEL BICENTENARIO DE LA ASAMBLEA GENERAL CONSTITUYENTE DE 1813” Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección general de Publicaciones VERSION PRELIMINAR SUJETA A MODIFICACIONES UNA VEZ CONFRONTADO CON EL EXPEDIENTE ORIGINAL (S-2764/13) PROYECTO DE DECLARACION El Senado de la Nación DECLARA: De Interés Parlamentario la conmemoración del “TRATADO DE LA BANDERITA”, acordado y firmado entre el rector de la Universidad de Córdoba (en representación de Wenceslao Paunero, jefe de la fuerza expedicionaria al interior) y el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza, en el pueblo de Tama cercano a la llamada “Ruta de los Caudillos”, en el departamento Ángel Vicente Peñaloza de la provincia de La Rioja. El objeto de esta convención era la firma de la paz (hecho que ambos lados buscaban) y luego un intento de cambio de prisioneros que no fue posible debido a que los dirigentes porteños habían fusilado a todo prisionero del bando del caudillo. Mirta T. Luna. – FUNDAMENTOS Señor Presidente: El 10 de febrero de 1862 se libra la batalla en Río Colorado: tres horas de dura lucha iniciadas por una arenga del Chacho que recomienda “apretar cinchas, acortar estribos y pelear hasta que la sangre llegue a la cintura”. La suerte le es adversa y el Chacho debe regresar, derrotado, a su provincia, repitiendo la marcha de 1842. Pero ahora, cuando vuelve a La Rioja, se encuentra que el anterior gobierno –ejercido por un amigo suyo- ha sido sustituido violentamente por uno que simpatiza con la causa porteña. El Chacho ha sido declarado fuera de la ley. Y cuatro columnas porteñas han invadido La Rioja por los cuatro puntos cardinales. La última resistencia contra Pavón parece a punto de ser sofocada. Pero el Chacho es dueño de muchos recursos. Nadie conoce como él las infinitas mañas de la guerra de partidas ni la geografía de su pago: “2013 – AÑO DEL BICENTENARIO DE LA ASAMBLEA GENERAL CONSTITUYENTE DE 1813” no en vano es ahora –como dice Dardo de la Vega Díaz- “el espíritu de la tierra, la voz del llano y la montaña, el alma misma de su ambiente agreste”. No será fácil cazarlo. Mientras va de la ciudad de La Rioja hacia los llanos, el coronel Sandes lo deshace en Aguadita de los Valdeses y fusila a varios de los oficiales vencidos; pero ni siquiera esa derrota, que parece definitiva, concluirá con el último resistente de la Confederación. En Buenos Aires todos creen que este caudillo oscuro que está enarbolando sin apoyo alguno la bandera de la lucha contra Buenos Aires, será definitivamente liquidado de un momento a otro. Y cuando se espera la noticia final, el telégrafo anuncia que las montoneras del Chacho han puesto cerco a la ciudad de San Luis, que la ciudad de La Rioja está sitiada por sus lugartenientes y que ahora el frente de guerra abarca casi 500 kilómetros de largo. En ese otoño de 1862 la guerra arde en todo su furor aunque Mitre ha instruido a Marcos Paz y a Paunero para que busquen un acuerdo con el Chacho y aunque el Chacho mismo ha levantado el sitio de San Luis por medio de un convenio que certifica su sumisión al gobierno nacional. Pero días después, cuando marcha hacia La Rioja pacíficamente, el coronel Rivas –ignorando el acuerdo con el gobernador puntano- le cae encima y lo deshace nuevamente. Hasta que se concreta un tratado. Es en el punto La Banderita, cerca de Chamical, el 30 de mayo de 1862, y lo firman el rector de la Universidad de Córdoba –en representación de Wenceslao Paunero, jefe de la fuerza expedicionaria al interior- y Peñaloza. Se firma la paz y el Chacho ordena traer a los oficiales porteños que son sus prisioneros. - Aquí están mis prisioneros –dice el caudillo riojano. Ellos pueden decirles si les falta un solo botón del uniforme… El grupo porteño pega un estentóreo grito: - ¡Viva el Chacho! ¡Viva el general Peñaloza! - Y ahora – continúa el caudillo- devuélvanme a los muchachos que ustedes me han tomado… Un ominoso silencio se tiene en el grupo de jefes porteños. No hay prisioneros. Todos han sido fusilados. Entonces el Chacho, con su golpeada tonada riojana, con voz amarga, empieza a hablar. Nadie recogió exactamente sus agravios pero es fácil imaginarlos: “2013 – AÑO DEL BICENTENARIO DE LA ASAMBLEA GENERAL CONSTITUYENTE DE 1813” - Así que yo soy el bárbaro… Yo soy el caudillo que hay que exterminar… Yo, que he hecho tratar a los prisioneros como lo que son, como adversarios dignos y como compatriotas… Y ustedes los hombres de la civilización… ¿qué han hecho con esas vidas? ¿Qué derecho tienen a reclamar el patrocinio de la civilización para ustedes…? Era el interior del país mismo el que hablaba por su boca en aquel caserío de los llanos riojanos. Eran los millares de paisanos que pedían un tratamiento más justo, más humano para ellos, de parte de los que ahora conducían el país. Pero no había respuestas para esos interrogantes patéticos. Se había dicho: civilización o barbarie. Y ¡guay de los que quedaran catalogados como bárbaros! Material extraído de Internet. Por todo lo expuesto, solicito a mis pares me acompañen en el presente proyecto. Mirta T. Luna. –