c) 3 comprensiones de la moral (última parte del texto de Adela Cortina) − la moral como “búsqueda de la felicidad”: esta definición de la moral se verá más ampliamente en la Ética a Nicómaco que estudiaremos en los próximos días. Pero hay que anotar lo que indica la autora: la felicidad es algo personal donde entran en cuenta los gustos y vivencias de cada persona. Por lo tanto, el rol del educador no puede ser aquí el de universalizar alguna concepción de la felicidad. Sino más bien, de dar consejo y de invitar a la deliberación. La felicidad no es “pelagiana” (Pelagio: no es “libre”) sino jansenista (predeterminada). − La felicidad como “maximización del placer”: Cortina se refiere aquí a la tradición hedonista. Los hedonistas son aquellos que consideran que lo “bueno” está en lo que da “placer”. Es decir, se trata de una concepción egoísta de la moral. Aquí, sin embargo, se trata de definir placer como: la “satisfacción sensible causada por el logro de una meta o por el ejercicio de una actividad.” Lo que se busca entonces, no es una moral cívica de la renuncia, sino una moral que logre identificar la autorealización (en el proyecto comúnindividual) con el placer. − Moral como capacidad autolegisladora: Según la tradición inaugurada por Kant, la moral es la ley que me doy a mí mismo. Es una capacidad de autoregulación que busca, no los lineamientos para ser “feliz”, sino que me dicta lo que debo hacer para considerarme “justo”. Las normas de mi conciencia me indican cómo hay que comportarse para ser justo. Ser justo es algo que está más allá de lo individual y del placer. Además, la justicia en este caso no se confunde con lo legal. No puede compararse con las normas de una comunidad. Dichas normas se confunden con derechos individuales que deben de ser respetados. Hay entonces que separar tres niveles de lo justo: − nivel preconvencional: lo justo es lo que dicta mi interés egoista − nivel convencional: lo justo es lo que dictan las normas de mi comunidad − nivel posconvencional: principios universalistas de normas convencionales: “ponerse en el lugar de otro”: se trata de ubicarse en la perspectiva de la razón (comunicativa). Tratar al otro como fin y no como medio. − Moral como actitud dialógica: Principio kantiano de la racionalidad compartida. Si somos seres racionales podemos comunicarnos intersubjetivamente. Podemos ponernos en el lugar del otro. Una persona desde esta perspectiva puede distinguir entre normas comunitarias y normas unviersales, incluso criticar las primeras en vista de las segundas. Pero aquí hay dos interpretaciones: Rawls por ejemplo, cree que el método para determinar las normas correctas es la “asunción ideal del rol”: ponerse en el lugar de otro. Pero la ética del discurso considera que para definir lo que es justo se le debe dar la voz a aquellos afectados por la norma. Ej. Referendum sobre uniones civiles “Sólo pueden pretender validez las normas que encuentran (…) aceptación por parte de todos los afectados, como participantes en un discurso práctico.” (Habermas) Para que la norma sea correcta tienen que haber participado en el diálogo todos los afectados por ella. Diálogo y acuerdo van unidos. Estos términos se oponen a “pacto” y a “negociación”. La negociación es estratégica. En ella, las partes se ven como “medios” para realizar un fin. Ej. PLNML y no como fines en sí mismos. El paco no es el fruto del “diálogo”. “(...) quien entabla un diálogo considera al interlocutor como una persona con la que merece la pena entenderse para intentar satisfacer intereses universalizables.”