las palabras y los golpes

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LAS PALABRAS Y LOS GOLPES
PASCAL HINTERMEYER
Es sociólogo, profesor agregado en la Universidad de Strasbourg. Autor de varios artículos y de obras
colectivas sobre la juventud, la violencia y las conductas de riesgo. Publicó, entre otros títulos Politiques de la
mort (Payot).
Reflexionar sobre la estrecha relación entre el adolescente y el riesgo no es fácil para los adultos que han
olvidado rápidamente las incertidumbres de esa edad de la vida ocultándolas bajo la progresiva inserción
tranquilizadora en el marco institucional de los aprendizajes, carreras y proyectos. Y es sin duda menos fácil
aún para ellos reconocer la persistencia de esa forma particularmente odiosa del riesgo que representa la
violencia. Generalmente creen que tienen que mantener a las jóvenes generaciones alejadas de esa forma de
agresión a las personas. Cuando se dan cuenta de que no lo logran reaccionan mediante el sentimiento de
culpabilidad o el escándalo cuya conjunción produce diversas combinaciones de denegación y exageración.
Los distintos tipos de violencia adolescente son a la vez muy mediáticos pero poco conocidos. Frente a actos
que implican a menores las instituciones adoptan una deontología de la discreción. Cuando los periodistas se
interesan en el tema en general se trata de circunstancias particularmente graves que requieren una
interpretación delicada: los fenómenos relatados, a menudo con cierta complacencia, a veces con la intención
de dramatizarlos ¿estarán señalando un problema más general como tiende a hacernos pensar nuestra
necesidad de seguridad eventualmente teñida de preocupaciones políticas, o por el contrario, deben ser
considerados como excepcionales y chocantes debido justamente a su carácter poco frecuente, por lo tanto
atípico?
Para analizar mejor este punto de vista, hace varios años que docentes y estudiantes del departamento
de sociología de la universidad Marc-Bloch de Estrasburgo vienen realizando investigaciones. Por supuesto
que se interesaron en las periferias urbanas donde se habían producido estallidos de 'Violencia, de los que se
habían hecho eco los medios tanto regionales y nacionales como internacionales.1 Pero para ampliar la
perspectiva y favorecer las comparaciones. tan1bién las hicieron extensivas a otros barrios considerados
difíciles y a otros jóvenes que frecuentan los establecimientos escolares públicos y privados del centro de la
ciudad que viven en internados u hogares de estudiantes o viven en otras ciudades o en zonas rurales del
este de Francia. Se trata entonces de adolescentes diferentes por su tipo de vivienda, sus condiciones
sociales sus orígenes culturales (africanos. asiáticos. antillanos. norteafricanos, turcos, gitanos. europeos,
franceses. alsacianos. con numerosos casos de mezclas y cruzamientos), pero todos entre los catorce y los
dieciocho años que fueron invitados a expresarse y a reflexionar durante entrevistas semi-directivas sobre su
vida .cotidiana en el barrio, en la escuela, con la familia, sobre su relación con el riesgo, la violencia y el
"odio". Esta fuente aporta información sobre la violencia relacionada con los jóvenes, no bajo forma de datos
cuantificables sino revelando lo que a ellos les llama la atención sobre el tema.
¿Cómo viven la violencia aquellos que la han experimentado? ¿Qué los conmueve o incluso los trauma?
El hecho de darles la oportunidad de expresarse sobre la violencia que ejercen y sobre la que se ejerce sobre
ellos pern1ite comprender de qué manera dan cuenta de ella. ¿Cuáles son, para ellos las razones de esa
violencia? ¿Cómo piensan salir de ese círculo? Esas son las preguntas a partir de las cuales vamos a
presentar algunos de los problemas y reflexiones de los adolescentes de hoy.
ADULTOS-ADOLESCENTES
Habría dos tipos de violencia: la que se da entre jóvenes y adultos y la que se produce entre los propios
jóvenes. La primera deriva a menudo de un deterioro progresivo de las relaciones. Para muchos jóvenes la
relación con la violencia está arraigada en el medio familiar. Tuvieron que padecer la falta de entendimiento
entre sus padres, quienes a su vez fueron perdiendo imagen en esos conflictos. Se vieron involucrados de
cerca en sus peleas, a veces tuvieron que elegir entre uno u otro de los padres. Algunos jóvenes vivieron
recomposiciones familiares sucesivas que significaron una nueva prueba cada vez. Ese clima los acostumbró
a una banalización de la violencia en las relaciones con las personas de su entorno. Michel dieciocho años,
vive en una ciudad satélite. Trabaja de mecánico. Es el segundo hijo de un padre que se fue cuando tenía
seis o siete años y del cual ya no sabe casi nada. Su madre tuvo luego cinco hijos más con un hombre que la
golpea de vez en cuando. A veces le pega a mi madre eso no lo puedo soportar. Una vez ya me le tiré encima
[….] Quiero ayudarla a mi madre pero no puedo hacer nada y eso me vuelve loco. Pero creo que si sigue
voy a llamar a unos conocidos que le van a dar lo que se merece una noche cuando vuelva mamado.
Ante una violencia insoportable la del padrastro contra la madre descrita como una "pobre mujer" ante su
propio sentimiento de impotencia, el hijo reacciona con otra violencia directa o indirectamente. En otros casos
la violencia que resulta inadmisible es la del adulto contra su hijo. A veces., el adolescente no acepta los
castigos corporales infligidos por los padres. Entonces puede llegar a denunciarlos; pero lo más frecuente
sobre todo cuando siente que puede ser más fuerte que ellos es que él también los golpee a su vez.
Fuera del círculo familiar, la violencia de los jóvenes hacia los adultos no puede ser considerada en
general como la consecuencia de una agresión física proveniente de éstos. En particular en el marco escolar
donde los castigos corporales están prohibidos. Pero las frustraciones a menudo son profundas. Los jóvenes
que viven un fracaso escolar consideran que no tuvieron las mismas oportunidades que los demás y que son
víctimas de un trato injusto. El adolescente que se vuelve violento se justifica con el daño que supuestamente
le han hecho a él.
Fehd, diecisiete años, alumno de cuarto año orientación tecnológica dice:
De los profesores que tenía la mayoría eran racistas y con ellos muchas veces teníamos agarradas. Yo le
pegué a dos. A uno fue porque yo estaba en clase y como tenía calor me saqué la camisa y quedé en
camiseta, vino y me dijo que me borrara de la clase, entonces lo empujé y se cayó.
La violencia cometida por los adolescentes contra los adultos es entonces presentada a menudo por los
primeros como el rechazo a una injusticia previa o una intrusión intolerable en un ámbito privado. Esta suerte
de diferendo es particularmente duro con las fuerzas policial es y degenera en fuertes enfrentamientos. Los
jóvenes les reprochan su arrogancia, las vejaciones que les imponen, sobre todo en los controles de identidad
reiterados, su comportamiento discriminatorio, su sospecha sistemática contra los jóvenes de origen
extranjero. Sueñan con el día en que podrán vengarse de esas humillaciones y agresiones, por ejemplo
agarrando a un policía aislado o aprovechando una situación propicia para invertir la relación de fuerza. Los
jóvenes de la periferia destacan en particular los desórdenes que se producen desde hace varios años en esa
zona de Estrasburgo durante las fiestas de fin de año como un momento de ajuste de cuentas con la policía e
incluso con una sociedad que los mantiene en una condición inferior. Antes que imitar con recursos mucho
más reducidos a los "favorecidos" que festejan ese día algunos jóvenes prefieren disfrutar asustándolos y
llamando la atención mediante la destrucción llamativa de bienes valorados socialmente como los autos y el
mobiliario urbano.
Efectivamente el resentimiento contra la escuela y las fuerzas del orden se extiende fácilmente hacia un
rechazo de lo que muchos jóvenes llaman el sistema al que denuncia, como un conjunto de instituciones
opresoras y generadoras de desigualdades. Su odio hacia ese sistema se expresa por el prestigio que tienen
para ellos varios tipos de ilegalidades.
En sus discursos sobre la violencia, muchos actos trasgresores son confundidos con ésta cuando en realidad
corresponden al atentado contra los bienes (2). Robos o intentos de robo, deterioro del mobiliario o el
equipan1iento urbano, vandalismo, ataques a pedradas a ómnibus o tranvías, incendios de autos o depósitos
de basura, robos o saqueos de tiendas, "firmas" en las paredes y graffitis constituyen los principales episodios
de una gesta heroica objeto de relatos que describen las múltiples variantes de las conductas ilícitas y se
conjugan con la mención al "negocio" las coimas, los tráflcos grandes y pequeños, en particular de
estupefacientes. Es cierto que tales comportamientos pueden desembocar en hechos de violencia física,
alcanza con que desencadenen altercados con los adultos, en particular con las fuerzas del orden, agentes de
seguridad o de personal asistencial, conductores o inspectores de vehículos de transporte colectivo,
propietarios o responsables de los bienes destruidos o sustraídos. La violencia aparece así como una
consecuencia posible del cuestionamiento por parte de ciertos jóvenes de bienes o reglas importantes para
los adultos.
ADOLESCENTES CONTRA ADOLESCENTES
Un segundo tipo de violencia enfrenta a los adolescentes entre ellos. En primer lugar están los casos de
chantaje donde al más débil se lo extorsiona por la fuerza durante un periodo a veces relativamente
prolongado a cambio de dinero o bienes codiciados. También puede ocurrir una sola vez: la víctima recuerda
entonces el día en que la despojaron de lo que tenía o llevaba. Numerosos relatos refieren a peleas entre
jóvenes que se producen a menudo en ocasiones concretas en las que fue creciendo la tensión (encuentros
deportivos. noches con gran consumo de alcohol o de drogas). En general son provocadas por rivalidades
relacionadas con muchachas o con el control de los tráficos lucrativos o con el significado simbólico de las
ventajas asociadas a éste. Otras veces ocurren de improviso. Se trata muchas veces de venganzas y ajustes
de cuentas por dinero debido a una promesa no cumplida, un engaño sobre la calidad del producto negociado
una ofensa causada con anterioridad. Los agresores se presentan en grupo y eventualmente armados por
ejemplo con cuchillos navajas, bates de baseball, rara vez con armas de fuego. Su víctima casi siempre ya
está prevenida, protegida con un arma, un perro, amigos. Cuando éstos llegan demasiado tarde pueden
decidirse por una acción punitiva en respuesta. Ciertas violencias juveniles tienen así una marcada decisión
colectiva. Dentro de un barrio algunos grupos luchan por la ocupación de ciertos espacios o el monopolio de
actividades ilegales. Hay combates entre adolescentes originarios de comunidades o barrios diferentes que
apuntan a establecer una jerarquía y una reputación vinculadas con la pertenencia colectiva.
Otras violencias tienen que ver con las relaciones entre los sexos. Si bien los casos de violación e intentos
de violación no son muy frecuentes sí lo son por el contrario las situaciones en que la adolescente es
dominado físicamente. Puede ser un hermano encargado de vigilarla. "protegerla - corregirla. Puede ser
también su "novio" que le impone sus deseos, la humilla o la golpea. Las violencias íntimas entre
adolescentes tienden a aparecer como el eco de las violencias conyugales a las cuales estaban
acostumbrados en sus familias. En general la joven se queja de que la "reventó a golpes" su novio o ex novio.
Pero también puede ser ella quien para resistir a las insinuaciones o simplemente porque se pone nerviosa.
reacciona con violencia. Sophie tiene diecisiete años, actualmente está en cuarto año opción secretariado: la
pusieron en un hogar hace catorce años, cuando su hermanito murió ahogado en la bañera sin que se sepa
muy bien si fue la madre quien lo mató o si fue un accidente. Los padres no se entendían:
Entre mi padre y mi madre, cuando todavía estaban casados, se peleaban todo el tiempo se golpeaban
[...], o sea se pegaban. si mi madre quería irse mi padre le decía: "¿Ah sí? ¿Querés irte? vení que te arreglo
en seguida", y así seguían.
Después se divorciaron, rehicieron su vida y volvieron a taparse con la violencia. Por el lado de la madre era
"el doble de golpes, unas marcas espantosas"; por el del padre, la nueva mujer "también quiso irse entonces
la amenazó". El padre es violento también con los hijos el pequeño muerto en la bañera había sido "golpeado
con una barra de hierro" y Sophie tenía "moretones, marcas, realmente marcas, pero profundas", al punto que
sus profesores se movieron para ponerle fin a todo eso. Sophie considera por lo tanto al hogar de estudiantes
como su verdadera familia, la instancia que fija los límites que no hay que pasar; pero las relaciones con los
demás se enrarecen debido a las mutuas denuncias. A algunos se les hace difícil vivir. "están un poco
rayados", por ejemplo un varón que "todo el tiempo por nada golpea a todo el mundo". Sophie tuvo su primera
relación sexual a los doce años con un joven del hogar. Tuvo dolores en el vientre, lo echó de su cuarto, se
dio cuenta de que estaba sangrando en forma abundante, apenas le dirigió la palabra durante las dos
semanas siguientes. Luego retomaron la relación íntima. pero no fue fácil. Una noche el muchacho se quedó
en el cuarto de Sophie. Pero a cierta hora ya no tienen nada que hacer en el cuarto de las mujeres entonces
yo quería que saliera pero él no se quería ir entonces agarré un banquito un coso con un gancho y le di en la
cabeza. Le quedó un agujero grande.
-¿Te pusiste nerviosa? -preguntó asombrado el encuestador. -Sí. me sacó yo le estaba diciendo que saliera,
así que cuando le digo que salga tiene que salir y chau.
Las violencias que Sophie fue presenciando y soportando terminaron por marcar sus propias reacciones.
Éstas se encadenan según una lógica implacable subrayada por los "entonces" y "así que".
La afectividad cede ante la voluntad de imponerse, la resistencia provoca una tensión que se resuelve en un
acto violento y, aun cuando en éste se lastima al prójimo la emoción experimentada, y la toma de conciencia
de la gravedad del acto cometido quedan trabadas por la afirmación de principios que no admiten ninguna
discusión. Tal rigidez en la relación con la ley tal capacidad para ejercer la violencia sin hacerse preguntas
deben contarse sin duda entre los efectos más perniciosos del clima de violencia en el cual puede encontrarse
un adolescente.
En los ejemplos anteriores ya se vislumbran algunas de las razones por las cuales los adolescentes
adoptan un comportamiento violento: deseo de vengarse o de vengar a alguien cercano que está sufriendo
una agresión considerada como insoportable, sentimiento de ser víctima. Él mismo o a través, de los suyos
de injusticias reiteradas o de discriminaciones sistemáticas interpretadas como la prueba de una violencia
simbólica instituida que legitimaría los actos de insubordinación y toda suerte de trasgresiones capaces de
degenerar en enfrentamientos con los adultos. El caso de Sophie nos lleva a abordar otras dimensiones que
también se desprenden de muchos relatos: la rapidez del encadenamiento que conduce a la violencia. el de­
seo de dar una lección y de hacerse respetar. Y otros jóvenes argumentan también el atractivo del dinero o
del espectáculo.
Derrapajes bruscos
Una característica que se repite en los relatos que hacen muchos adolescentes sobre sus
comportamientos violentos. es la rapidez con que pasan de un grado a otro. Los adultos responsables de
grupos de jóvenes, ya sean docentes. educadores o trabajadores sociales. se encuentran permanentemente
confrontados a la posibilidad de derrapajes. Una situación aparentemente normal puede. súbitamente y de
manera imprevista. darse vuelta y volverse muy difícil de manejar. El desencadenante. que puede ir desde el
desacuerdo hasta la pelea y los golpes. a veces es casi instantáneo. Otras veces una situación de juego, de
broma o de simulación puede terminar mal. Hélene tiene quince años, vive en un pueblito y va a un liceo de
enseñanza profesional; está en cuarto año opción moda y diseño. Así habla de sus peleas con un amigo:
Estoy hablando de una cosa. él no está de acuerdo. por supuesto que empezamos a hablar más fuerte y
alcanza que uno diga una pavada para que empiece todo. O entonces. la cosa empieza embromando. ya me
pasó. estábamos embromando con un amigo y terminó lastimándome, casi me estranguló. Y me puse
nerviosa le pegué todo lo que pude.
Lo significativo en esta presentación de la situación es que da la impresión de la necesidad de una
creciente tensión hacia los extremos. Los protagonistas están a merced de una palabra o un gesto mal
controlado que sin duda juzgarán como irrelevante retrospectivamente. Son adolescentes incapaces de
aceptar la diferencia y relatividad de los puntos de vista, ineptos para recurrir a los códigos que permiten
manejar los conflictos y usar los mecanismos para superarlos que fracasan en desarticular a tiempo la
escalada de hostilidad y rápidamente quedan inmersos en la violencia.
Dar una lección
Esa dinámica es el resultado también del deseo de tener razón en forma inmediata y de la convicción de
que recurrir a la violencia significará una lección para aquellos que la necesitan. En tales condiciones. el uso
de la fuerza puede acarrear un triple sentimiento de superioridad: imponerse. liberarse de las reglas comunes
y enseñarle algo a la víctima. Es un refinamiento del adagio popular Qui bene amat bene castigat en una
época en que la satisfacción de las pasiones agresivas choca contra interdictos morales y legales que trata de
evitar ocultándose bajo "la máscara del deber"(4) En el mejor de los casos. conduce a una justificación de la
administración homeopática de la violencia. Reyda, diecisiete años, alumna de quinto año de bachillerato. dice
a propósito del uso de la violencia:
Hay que hacerla de vez en cuando: si no la gente te pasa por arriba y no te respetan más. Hay que
hacerla. en realidad les hacés un favor hay que mostrarles los límites a los que no los tienen.
El mismo tono pedagógico aparece en muchos jóvenes. Incluso cuando se invierte el sentido de la
argumentación. Sébastien, dieciséis años, que vive en el campo y está estudiando metalurgia. proclama: "Se
tiene que avivar la gente de campo: si no. esto acá no es vida".
La violencia tendría entonces la virtud de sacudir la inercia y promover la vida. Y la adolescencia se afirma
como portadora de "valores de renovación a través del resquebrajamiento de los hábitos y convenciones de
los adultos.
Hacerse respetar
Hacerse respetar es una preocupación permanente en las palabras que usan los jóvenes para justificar
sus actos de violencia. Ese leitmotiv tiene algo de obsesivo. y crea en el observador la impresión de una
susceptibilidad exacerbada. Es que a través de estas cuestiones de respeto. honor y reputación se juegan
problemas de identidad y jerarquía. Para un adolescente. el reconocimiento por parte de los demás está
ligado a su capacidad para imponerse. Esa rivalidad da lugar a torneos oratorias permanentes (5). Pasa
también por los gestos y miradas. Una palabra inadecuada una mirada torva o insistente pueden ser
Interpretadas como una falta de respeto inadmisible que debe merecer un castigo ejemplar inmediato. al igual
que una injuria real o potencial. "Ya le pegué a un tipo porque me estaba mirando torcido o insultando"
(Rachid. quince años, tercer año tecnológico). Para muchos jóvenes. salvaguardar la imagen parece ser un
imperativo esencial6 en la medida en que se sienten poco seguros de sí mismos y desvalorados debido a sus
orígenes. sus fracasos escolares o sus dificultades de inserción laboral. Eso se traduce en formas de
relacionarse en que se miran de arriba abajo, se miden de entrada, se irritan con facilidad, se desafían con la
mirada y en seguida empiezan los golpes. "Era un tipo medio ridículo. Me puso muy nervioso. lo miré fijo sin
decir nada y me dio un cabezazo" (Anthony, dieciséis años, tercer año).
La falta de dinero
Hay una temática que se asocia naturalmente a la del respeto. es la falta de dinero. Son muchos los
adolescentes que la mencionan como una frustración que les impide acceder a lo que desean y también como
el signo infamante de la condición inferior en la cual permanecen. A menudo creen que es una de las razones
principales por las cuales ellos mismos o sus amigos se exponen a riesgos optan por actividades más o
menos ilegales se enfrentan a los adultos y en particular a la policía, entran en competencia con otros
jóvenes y necesitan hacerse reconocer. A veces no es sólo para satisfacer sus deseos que tienen que
encontrar dinero sino para asegurar un complemento económico para sus familias.
Denys, diecisiete años, está terminando sus estudios en el área comercial. Es el Último de una familia de seis
hijos originaria del sur de Turquía y vive en una pequeña ciudad de la región de viñedos donde nació. Su
padre. desempleado. fue operado de la espalda y cobra una indemnización de 2300 francos por mes. Su
madre no sabe leer; hace trabajos de limpieza en casas particulares y trae 5000 francos. El crédito para pagar
la casa es de 5575 francos. "Cuando no hay dinero. dice. es difícil que nos podamos entender entre nosotros.
es difícil para cualquiera:' El hermano mayor estuvo en la cárcel. los otros varones tuvieron problemas con la
justicia. El padre los castigaba siempre, "no servía para nada". Denys se enfrentó muy pronto a la hostilidad
de sus condiscípulos; a la salida de la escuela. debía correr hasta la casa porque los demás niños le tiraban
piedras. "Para que no me peguen, tienen que tenerme miedo. es muy simple." Para satisfacer sus
necesidades, Denys tuvo que recurrir tempranamente al "negocio" y no se le ocurre qué otra cosa podría
haber hecho.
-Habría que seguir siendo legal para ganarse la vida correctamente. pero parece que la ley no entiende
una cosa: que los menores no pueden trabajar. no pueden ganar plata. y si los padres no se la pueden dar,
¿dónde querés que encuentren la plata? Parece que ni se les pasa por la cabeza.
Además, "da diez veces más placer la plata fácil que ganarla trabajando". Entonces Denys se metió en el
tráfico de drogas. a la vez para consumir y para hacerse un poco de plata. Esa actividad lo llevó a correr
riesgos que él trata de limitar por cálculo racional. "Podés hacer lo que quieras si sos vivo siempre podés
zafar. pero tenés que calcular muy bien lo que hacés."
El que sabe, explica, la queda una vez cada diez e incluso esa vez logra escapar al delito flagrante. Tiene que
saber estar atento de manera casi profesional. "Ser dea leer es como en los comercios. tenés clientes no
podés perderlos." Por lo tanto, también hay ciertas preocupaciones. Hay que abastecerse. pagarle a los
proveedores. cuidar la calidad de los productos. estar atento a los pedidos. Vender a crédito, recuperar el
dinero que a uno le deben. También hay que tener principios no dejarse llevar por los engaños con la
mercadería. no venderle a los más chicos. A pesar de todos esos esfuerzos él sabe que esta forma de ganar
dinero implica riesgos y violencia, "Si se presenta un negocio y hay plata. hay que arriesgarse. si la suma es
importante creo que vale la pena." Son frecuentes las peleas. "Los ajustes de cuentas son cosa de todos los
días." Así que hay que estar siempre en guardia ser capaz de usar las mismas armas que las que usan contra
uno. "Estamos siempre prontos para responder a lo que sea." Después de la victoria. a Denys le gusta
llevarse como trofeo un objeto perteneciente al adversario. Pero los combates no siempre terminan asÍ,
pueden aparejar venganzas expediciones punitivas que pueden terminar mal. debido al número de atacantes.
Las armas utilizadas. las denuncias en la comisaría. Y como "la policía no está de nuestro lado". Denys debe
enfrentar persecuciones judiciales. Tiene miedo de ir preso y sobre todo de la vergüenza que eso significaría y
de la mirada de su padre. cuyas prohibiciones desafía: pero que sigue siendo la persona que más respeta en
el mundo. "Si te pisotean el honor una vez no vale la pena que sigas viviendo." De todas maneras. para Denys
la vida. el futuro. son poco seguros.
"Arriesgarse. para mí. es perder la vida." Y. "dada la situación en la que estoy. me puede pasar cualquier cosa
[...]. Pienso que dentro de diez años ya no voy a estar. en una de esas dentro de tres años 1...].
No espero nada de la vida." Entonces "lo que cuenta es el momento presente". A los diecisiete años. Denys
habla como si ya hubiera vivido su vida. evoca el tiempo en que era joven. Los peligros que ya corrió
contribuyen sin duda al desfasaje que siente respecto a sus compañeros del liceo. Hay uno solo al que le da
la mano. Le interesan más las muchachas. pero "de todos modos no dura nada. es una cosa pasajera.
Entendés, te acostás y chau". Al encuestador que le pregunta si hay algo que lo apasione en la vida. Denys le
contesta que le gusta la música sobre todo la de los raperos que "dicen la verdad". pero corrige rápidarnente:
"¡Algo apasionante! Pero si no espero nada de la vida. ¿cómo querés que algo me resulte apasionante? Sí.
Me gusta la música, pero de allí a que algo me apasione realmente!" Evidentemente. Denys no se siente
cómodo en la pequeña ciudad en la que vive. sueña con la periferia -como en un lamento existencial-:
Tendría que haber vivido en un barrio en las afueras de una ciudad. en una de esas hubiera entendido
mejor el sentido de la vida y me hubiera enganchado con los estudios. y ¿quién sabe? Porque habría vivido
en la mierda de verdad estaba en la mierda pero sólo veía sus cosas lindas. entonces ¿qué hacíamos? Nos
las arreglábamos para tener todas esas cosas lindas simplemente.
Denvs ve a la ciudad periurbana como el lugar apropiado para su condición y experiencia siente que si
hubiera vivido allí su existencia habría tenido más sentido que se habría inscripto en una dinámica colectiva,
que habría estado más conectada a los problemas reales de la juventud desheredada, que entonces habrÍa
tenido paradójicamente más posibilidades de aprovechar las oportunidades de promoción que ofrece la
escolaridad. De esa "mierda" tan real que es capaz de enriquecerse de significaciones. de volverse fecunda.
incluso de superarse a sí misma. Denys cree haber conocido sólo un aspecto. el de la simple privación de
bienes. que él compensó apropiándose de ellos. pero sin que esto le trajera las satisfacciones que él
esperaba. Para huir de ese malestar sólo le queda entretenerse procurando los momentos en que se
encuentra fuera de sí. a través de la droga o de las peleas.
Una búsqueda de intensidad
Rechazar los límites comunes y corrientes es efectivamente entrar en la leyenda. Los adolescentes están
ávidos de todo lo que rompa la banalidad y la rutina cotidianas. tienen sed de acontecimientos e intensidad
aspiran a entrar en el tiempo esencial y maravilloso de la epopeya. Verse envuelto en una acción,
dramatizada por la violencia. presenta intereses y seducciones múltiples. En primer lugar. es imprevisible.
asegura sorpresas y peripecias y así distrae del aburrimiento y cautiva la atención. Los incidentes altercados y
grescas provocan inmediatamente un tumulto, una de cuyas finalidades consiste a menudo en proteger la
posibilidad de la confrontación e impedir la intervención de los que intentarían imponerse.
El riesgo que se corre también estimula y desencadena un flujo de adrenalina que da la impresión de
estar gozando aún más de las propias facultades. de poder superarse y vivir "a fondo". Este cambio de
conciencia también es buscado por el placer que es capaz de brindar con las drogas. Además la acción puede
prolongarse y transformarse en palabras relatos repetidos y ampliados a voluntad a veces incluso en mitos. La
violencia y el riesgo derivan así en el exhibicionismo y el alardeo. "Por lo menos lo hicimos. y tenemos algo
para contar. Si. hacer bulla. claro" (Sébastien. en la entrevista citada). Pero aun el alarde más seguro de sí
mismo tiene dificultades para competir con los modelos impuestos por los medios. En efecto, los adolescentes
acceden normalmente a la intensificación y estilización de la existencia a través del cine y la televisión que por
lo general miran mucho. Y calcan sus posturas y mímicas de los personajes cuyas aventuras siguen de
cerca. Pero esa vida a través de otros por identificación o imitación no es plenamente satisfactoria, De modo
que cuando los adolescentes pueden convertirse al menos una vez en verdaderos héroes cuyas hazañas son
autentificadas y relatadas por los medios, aprovechan la oportunidad.
En el barrio hay violencia cuando se habla de ella en la tele son los medios los que crean la violencia
porque los jóvenes cuando ven eso inconscientemente se dicen: vamos a ser violentos. así después hablan
de nosotros. Son los medios los que la fomentan. (Houleye, dieciocho años, de origen senegalés, hace
trabajos zafrales, vive en un complejo de una subprefectura de los Vosgos.)
Este tipo de notoriedad es mucho más buscada en los contextos en que los jóvenes disponen de pocos
medios para realizar su deseo de convertirse en "alguien". (7)
¿Y después?
A través de sus relatos. los adolescentes que evocan sus manifestaciones de violencia dan a entender
que éstas obedecen a razones múltiples y en particular al deseo de venganza, al sentimiento de injusticia, a la
voluntad de hacerse respetar. a las ganas de sentirse superior. a la atracción del dinero. al gusto de la
intensidad y del espectáculo. La violencia está rodeada de un verdadero prestigio y a veces puede ejercer una
cierta fascinación. Sin embargo aun los jóvenes aparentemente más acostumbrados a ella los que la asumen
y justifican dan la impresión de que la consideran más bien como un último recurso: un éxito apenas ilusorio
un motivo de satisfacción momentánea, una reacción a veces necesaria pero que en el fondo no arregla los
problemas que saca a la luz. Para ellos la violencia es reflejo de una situación insoportable. A largo plazo en
todo caso. la ven no como una perspectiva sino como un callejón sin salida. Por otra parte, cuando a lo largo
de la entrevista parece establecerse cierta connivencia se puede vislumbrar en los jóvenes más aquéllos su
vacilación en cuanto al futuro, el cansancio de una existencia siempre en ascuas. quizá la nostalgia de una
vida ordenada y con valores convencionales. Después de contar sus in conductas y trasgresiones, el
adolescente toma entonces cierta distancia y adopta un punto de vista critico sobre sí mismo: pero lo más
asombroso es que se pone a invocar referencias que parecen estar en el polo opuesto de su experiencia. Ese
cambio de opinión puede esbozarse 'primero tímidamente y luego con mayor firmeza. por ejemplo. cuando el
encuestador deja de lado los episodios pasados y comienza a interrogar al joven sobre su futura vida
profesional.
-¿Y profesionalmente? -le pregunta a Denys. - No sé. todavía no sé.
-¿Pero te parece que vas a poder?
- La voluntad está pero hay que ver. -¿Tenés ganas de salir adelante?
-Claro que tengo ganas de salir adelante.
-¿De qué manera?
- Trabajando.
-¿Tendrías ganas de trabajar honestamente?
-Por supuesto, para poder vivir mi vida, fundar una familia, porque yo sé que las estupideces no sirven para
nada. ¿adónde te llevan? En la cárcel. después empezás a inhalar. te pinchás y todo eso [...] Me gustaría
tener un buen trabajo. una mujer. sobre todo no hacer lo que mis padres tuvieron que hacer trabajar duro,
remar.
-¿Tenés ganas de entrar en la legalidad ahora? -(Silencio). Hay que estar dentro de la legalidad.
Sorpresa análoga se da en otros jóvenes cuyo recorrido recuerda en algunos aspectos al de Denys y uno
se pregunta a veces si su disposición o sus veleidades de conversión a la legalidad están ocultando una
renuncia a la violencia o la aspiración a poder ejercerla libremente. Es el caso de David, él quien interrogamos
sobre su futuro. ¿Sus respuestas paradójicas reflejan el rechazo de una violencia que conoció hasta el punto
de no poder soportarla más o. teniendo en cuenta lo que piensa de los procedimientos empleados por las
fuerzas del orden, una cultura de la violencia que desearía perpetuar reglamentándola?
David cumplirá dieciocho años dentro de un mes. No tiene hermanos. Sus padres están separados lo cual
lo entristecía un poco o más bien le dio rabia, aclara. Vive con su padre que es inspector en la Compañía de
Trenes pero piensa que es demasiado severo y no se entiende con él. Está haciendo un curso de vendedor.
Le encanta manejar rápido correr riesgos, Cuenta algunos de esos riesgos a los que se expuso para no
aburrirse hacerse el gusto y poder hablar de ellos. También menciona los tráficos en los que se metió para'
conseguir dinero y droga. la violencia a la que recurrió para defenderse conservar su lugar y hacer frente él la
mirada de los demás. Cree que los policías intervienen demasiado en su barrio:
Llegan, no sabes por qué te agreden "¡Documentos ¡Documentos!'". 'yo no se los pido a él es totalmente
loco como te hablan. no se puede creer .Más vale que se calmen porque no saben lo que podemos hacer,
bueno nosotros tampoco cuando estás con bronca...
A David le gusta mucho el liceo, no porque le interese lo que allí se enseñe pero se encuentra con
amigos, arma relajo, falta, se divierte, "el liceo es como el barrio". No piensa en su futuro "para mañana
todavía falta". Mientras, consigue dinero vendiendo droga, robando motos, desmontando autos y
vendiéndolos después. Después de esa letanía de ilegalidades. el encuestador le pregunta:
-¿Qué te gustaría hacer más adelante?
-Eeeh... inspector de policía.
-¿¡Inspector de policía!?
-Sí, o inspector de aduanas... en todo caso. un trabajo de oficina no. eso no es para mí.
NOTAS
1. Pascal Hintermeyer. Revue des sciences son de la France de l’Est. Estrasburgo, 1998.
2. Michel Wieviorka. La violence en France. Paris, Seuil, 1999.
3. Pascal Duret. Antropologie de la fraternité dans les cités. Paris, PUF
4. S. Lem. Provocation. Paris, Seuil, 1999.
5. D. Lepoutre. Cœur de Bantiene. Codes, rites et langages. Paris, Odile, 1997.
6. François Dubet. La galère. Jeunes en survie, Paris. Fayard, 1987.
7. Norbert Elias. Logique de l’exclusion. Paris, Fayard, 1997.
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