Erase una vez un pueblo muy, muy pobre y triste llamado Tristelandia, no tenían nada que comer, no sabían que hacer para solucionar ese gran problema, el mago Risolín les propuso que debían ir hasta un país muy lejano donde no podían entrar seres adultos, en el cual se encontraba un gran río lleno de semillas mágicas, que les podía salvar de su gran problema y solucionar todas sus preocupaciones. Así que emprendieron un largo viaje todos los niños del pueblo acompañados por el gran mago Risolín, para conseguir su gran reto. Se adentraron por un bosque mágico donde había muchas piedras, en el que los corzos eran atacados por unos grandes lobos. Para poder seguir su camino, debían salvar a los corzos de los hambrientos lobos. Una vez conseguido el reto de salvar a los corzos de las garras de los lobos, se adentraron en un lago del ácido que debían pasar en gran grupo sin pisar en él, para poder seguir su camino. Pasado el lago del ácido debían ir hasta la laguna de las palabras mágicas, se les propuso que debían conseguir formar 10 palabras que tuviesen la letra b o v, si no lo conseguían, no podrían llegar al gran río de las Semillas Mágicas. Como consiguieron formar 10 palabras con b o v, se les permitió a Risolín y a los niños seguir hacia la búsqueda del gran río de las Semillas Mágicas. Atravesaron varias montañas y llegaron al famoso río de las semillas mágicas, Risolín les proporcionó una gran red para conseguir separar las semillas mágicas del resto de materiales. Conseguida la misión emprendieron camino de vuelta a su pueblo Tristelandia, donde plantaron las semillas mágicas que les proporcionarían alimentos para sobrevivir, salieron champiñones alimentos muy ricos para comer, entre otras muchas cosas. A partir de ese momento el pueblo empezaría a llamarse Risolandia, donde todos fueron felices y comieron perdices, colorín colorado este cuento se ha acabado.