La hispanización del haikú: un estudio de tres autores Rodrigo Ramírez Bravo* Aunque un poco desconocidos, existen diversos textos que retratan la relación entre el mundo hispano y el país cuna del sintoísmo. Los primeros rasgos no están asignados indeleblemente en la literatura sino en su componente básico: la lengua. * Egresado de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la UNAM. Se desempeña como traductor del japonés, inglés y chino. Ha participado en diversos congresos y coloquios a nivel nacional como el coloquio “La imagen desde una óptica multidiscilpinaria”. Fue coordinador general del primera COFESA y trabajó en la Fundación Cultural Guillermo Samperio. Cuenta con publicaciones en la revista Aguja al norte. Actualmente es miembro del Diplomado de corrección de estilo tercera generación de la PROFEDI. 1 Cfr. Carlos Rubio, Claves y textos de la literatura japonesa, Madrid: Cátedra, 2007. E l contacto de Japón con el mundo hispánico nos parece ajeno; hace poco se celebraron en México los 400 años de relación entre ambas naciones y mucha gente no pudo evitar exclamar “¿Qué?”. Esto, por supuesto, no es sorpresivo; la influencia de la literatura japonesa en la española y viceversa es delicada, casi imperceptible. Justo como la poética japonesa. Tal pareciera que los 400 años de relación han transcurrido por arriba de nosotros, de una manera que evade a la literatura. Ésa sería una primera apreciación equivocada. Pues, aunque un poco desconocidos, existen diversos textos que retratan la relación entre el mundo hispano y el país cuna del sintoísmo. Los primeros rasgos no están asignados indeleblemente en la literatura sino en su componente básico: la lengua. En 1543 unos náufragos portugueses llegan a Japón y comienzan poco a poco un intercambio con los japoneses. Si bien esta relación tuvo un sustento más tecnológico que nada, la lengua quedó marcada por neologismos que los nipones incorporaron en palabras como “pan”, del latín panis (ぱん), o “tempura”, del portugués tempero (てんぷら), usadas de allí en adelante y provenientes de la península ibérica.1 En la misma línea de tiempo, enconLitoral e 29 Un texto en donde esta influencia resulta en extremo palpable es un reciente título llamado Viaje al Japón, que documenta una travesía hecha por mexicanos para observar un eclipse. tramos ya viajes documentados desde el virreinato del Perú a las islas japonesas y la conocida nao de China que no se limitaba a traer productos de China sino de todo Oriente. Además, un texto en donde esta influencia resulta en extremo palpable es un reciente título llamado Viaje al Japón, que documenta una travesía hecha por mexicanos para observar un eclipse.2 Como se puede ver, la transmisión empieza a reconocerse. Incluso hay quienes hablan de japoneses que documentaron la vida hispana desde la época colonial, pero los textos que lo demostrarían aún no han sido encontrados. La tarea de descubrir los escritos que unen ambas culturas todavía está lejos de terminarse, pero en el presente nos podemos concentrar en la forma poética japonesa más reconocida en las letras hispánicas. Nos referimos, por supuesto, al haikú. Por ser la composición más difundida, por no decir mainstream, se puede revisar a varios autores y comparar cómo retratan su estructura y logran su hispanización. Normalmente se hace la anotación dura y algo simple de la forma silábica del haikú y se sigue adelante. Esto es un gran error. El haikú posee una poética y una morfología complejas aunque simples en apariencia. Describirlo como tres versos de 5, 7 y 5 sílabas no es suficiente. Por ende, ilustraremos el haikú antes de entrar en su hispanización. Su historia se remonta a una forma poética más 2 Francisco Díaz Covarrubias y Hugo Diego, , Viaje al Japón, México: Educación y Cultura, 2008. 30 Litoral e antigua: el renga, que consta de un esquema silábico de 5-7-5-77: cinco versos divididos en dos estrofas de 5-7-5 y 7-7 sílabas repetido para formar poemas largos y que data desde tiempos tan antiguos como el kojiki.3 Fue segmentado y usado en su modalidad 5-7-5 para dar vida al haikú. Claro, al nacer esta forma poética, trajo consigo toda una morfología. De esta manera, el primer punto que es necesario aclarar, es el número ya dicho. Como se sabe, la mayoría de los autores se refieren al haikú como un poema construido con versos de 5, 7 y 5 sílabas. Esto es una traducción que se encuentra algo alejada de la realidad, pues si bien la lengua japonesa consta de dos silabarios para expresarse –hiragana y katakana–, el elemento usado para contar en un haikú, y por extensión en un renga, no es una sílaba sino el concepto lingüístico conocido como “mora”, que Luna Traill define así: Unidad prosódica empelada para medir la cantidad; equivale al tiempo empleado en pronunciar una vocal breve; la vocal larga dura dos moras. Algunas lenguas como el japonés, el lituano y el griego clásico emplean la mora como medida; el español, no.4 Lo correcto, entonces, es llamar traducción al traslado de la medida de mora a sí3 Earl Miner et al., The Princeton companion to classical japanese literature, New Jersey: Princeton University Press, 1985. 4 Elizabeth Luna Traill et al., Diccionario básico de lingüística, México: UNAM, 2005. laba. Una ejemplificación perfecta de mora es la palabra “grande”, ôkii, 大きい【おおきい】, que sonará al oído inexperto como una palabra de dos sílabas cuando tiene 4 moras. Un privilegio del japonés es que la escritura hiragana retrata lo que el oído neófito no puede separar. Se debe aclarar que los versos 5-7-5 pueden considerarse también una hispanización o extranjerización, pues igualmente pasaron de este modo a otros países. En cambio, cuando en Japón se habla de un haikú no se usan versos separados sino números específicos de moras: 17 para ser exactos. Dos elementos importantes en el universo haikú son el kakekotoba 掛詞【か けことば】 y el kigo 季語【きご】. El primero nos hace recuperar el cabo suelto de la escritura constante en hiragana. La razón del uso del hiragana en los poemas cuando bien se podría usar el simplificado tercer sistema de escritura llamado kanji es la homofonía inherente al idioma japonés. Una misma secuencia de sonidos puede ser percibida como infinidad de palabras. Esto trae algunas consecuencias: la primera es la nula rima en el idioma japonés, pues ésta es tan fácil de conseguir que no es considerada poética o elogiosa por sí misma. Por otro lado, muchas veces el contexto es parte fundamental para traducir una oración al español (u otro idioma) desde el japonés. Es por ello que muchas traducciones pueden resultar aburridas o mal hechas. Mas este riesgo nos trae a Litoral e 31 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 algo maravilloso con lo que el haikú se recrea de manera gratificante: el juego de palabras. Aquí entra el kakekotoba con su doble identidad: por un lado es el pivote del poema, palabra fundamental que dota de mayor y preciso significado a la composición. Pero también alude al doble sentido y al juego, el hiragana es escrito maliciosamente, pues se busca la confusión y un doble sentido que funciona a la perfección. Es así que un poema sobre una concha marina puede referirse también a la vagina, o ser una celebración de la vida, o una lista de alimañas y seres asquerosos para el ser humano. El último elemento usado es el kigo, que explica la división de los haikús en estaciones: kigo es una palabra referente a las estaciones del año, tan importantes en Japón por ser un país marcado por muy contrastantes cambios de clima. Cada estación trae consigo tópicos y poéticas personales. Al momento de elegir una, no se opta solamente por una época sino por todos los referentes poéticos que hay detrás y los sentimientos que conllevan. Nadie para afirmar eso como Japón, nación que realizó recolecciones gigantescas de poemas que sirvieron de canon para generaciones de poetas por seguir. Una consecuencia de las estaciones tan diferentes de Japón. Con tocar la tierra nipona, uno sabe en qué época del año se encuentra. Para la futura comparación con el haikú hispanizado, propuesta todavía dudosa, se dan tres haikús de uno de los 32 Litoral e grandes autores: Masaoka Shiki. Se omiten las explicaciones. Darlas sería matar el poema: Invierno Hacinada la nieve En las alas de los ánades Sosiego, silencio. mmm Primavera Revuelos de mariposas Trocando caminos Y canciones de cuna. mmm Otoño Comenzó el otoño Se desplomó el cascarón De la cigarra.5 La hispanización del haikú Después de conocer la complicada morfología inherente al haikú, uno podría rebajar inconscientemente la calidad de éste en nuestro idioma. Una crasa equivocación. Por algo es conocido este proceso como hispanización. Una traducción fiel es, y esto ya es vox populi, imposible —aunque existen personas como Antonio Cabezas que todavía lo intentan de un modo sorprendente. La llegada del haikú es todavía tema de discusión. Siempre se le atribuye a 5 Los tres poemas provienen de Masaoka Shiki, Cien Jaikus, trad. de Justino Rodríguez, Madrid: Hiperión, 2007 [4ª ed.]. nuestro tan querido y experimental poeta José Juan Tablada, pero otros descubrieron que también el magnífico Efrén Rebolledo cultivó, y a sus anchas, el gusto por la poesía japonesa cuando desempeñó un puesto diplomático en el país nipón. Lo cierto es que los dos poseen elementos japoneses innegables trasladados a sus poéticas. Junto con ellos nombraremos a Orlando González Esteva, también creador de hermosos poemas. Efrén Rebolledo es un hincapié pues la hispanización llevada a cabo por él comienza no por sus haikús sino por sus rimas japonesas. En palabras de Benjamín Rocha: A Rebolledo le atraía más engastar en el metal dorado de la métrica española las piedras preciosas encontradas en tierras lejanas, que arriesgarse en la búsqueda de nuevas formas traídas de otras lenguas. Su labor fue de orfebre, más que de explorador de minas y caminos y veredas.6 De esta manera, no encontramos la forma del haikú en sus Rimas japonesas pero sí algo más importante, la apropiación de una parte del canon oriental, transformada en un producto netamente idiomatizado al español. Pareciera poca cosa, pero Rebolledo es el primer constructor del haikú hispánico no por la forma sino por haberse adueñado de éste. Es el kakekotoba del haikú en nuestra lengua. Fundamental pero ambiguo y con la Yo sentado en un cojín tomo té verde A la vera del hibachi mortecino, Y en un bosque laberíntico se pierde Mi razón ante aquel cuerpo femenino. En tus ojos hay tinieblas de misterio Hana San, y no comprendo tu lenguaje, Y no obstante me sometes a tu imperio Con tu exótico tocado y con tu traje. 6 La presente cita fu tomada de Efrén Rebolledo, Obras reunidas, México: Océano, 2004. Litoral e 33 capacidad de una libre forma. Su flirteo literario es casi anunciado por su poema “La señora Flor”: Se prosterna hasta besar la limpia estera, Y sentándose medrosa en sus talones La señora Flor, me mira zalamera Prometiéndome ignoradas emociones.7 Fue seducido por una forma poética tan rara, tan alejada de lo cotidiano. Tenía que ser suya. Y lo hizo. La mora se tradujo en sílaba, la homofonía en rima y guiños traviesos en forma de remate. Tablada. El multiforme Doctor Frankestein en vida. Fue seducido por una forma poética tan rara, tan alejada de lo cotidiano. Tenía que ser suya. Y lo hizo. La mora se tradujo en sílaba, la homofonía en rima y guiños traviesos en forma de remate. Por supuesto, se escapó también con lo último. Igual que el haikú oriental es imposible analizar sus haikús sin matarlos. Pero poseen ya la apropiación rebollediana y gran cantidad de poética oriental ya traducida. Tal vez su único fallo es la poca apropiación de kigo que realiza. El cocuyo Pedrerías de rocío Alumbra, cocuyo, Tu lámpara de Aladino.8 Finalmente, otro aspecto de la hispanización viene de la mano del cubano González Esteva. Si bien Tablada dividió sus haikús en las fases del día, la abstracción de la época y todos los referentes que ésta cargaba escapan de su alcance. En un afán de análisis, podemos argumentar que la distinción de las estaciones no es tan marcada en México como lo es en Japón. Aunque el argumento adolece de una estructura para sostenerse por sí mismo. Este7 Efrén Rebolledo, op. cit. José Juan Tablada, Tres libros, Un día..., Li-po y otros poemas, El jarro de flores, Madrid: Hiperión, 2000. 8 34 Litoral e va logra, entonces, llevar la carga de significado de una palabra temporal o estacional a nuestro idioma. Hispaniza de nuevo el haikú y le dota de una nueva significación al usar una característica llena de significado en el español: la noche. Con un epígrafe de Martí, Esteva suma todos los significados de noche y los trae en un haikú perfectamente elaborado, que posee todas las características del kigo tan resonado. Es la culminación de la hispanización del haikú. La verdadera poética encontrada Noche, no tardes Que los días que ahí hieden Son mis cadáveres.9 cesaria. Pero funciona. Tal vez no se deba plantear una línea evolutiva del haikú español sino apreciar la igualación de fenómenos que las dos poseen. Con una simple mirada, un contacto, y los autores pudieron capturar verdades de una forma poética hasta niveles insospechados. Es como si Tablada, Rebolledo, Esteva compartieran algo con Masaoka Shiki, Matsuo Bashô, Yosa Buson y otros exponentes del haikú japonés. Una resonancia extraña a la mayoría de la gente pero perceptible de modo nítido y casi imposible para ellos. Una resonancia que no tenemos más remedio que llamar literatura. La hispanización del haikú es un concepto rimbombante y un poco vacío. El ejercicio de igualar una poética tal vez allende a autores cuyo contacto con el haikú acaso nunca superó la lectura para pasar a la teoría pura es peligroso. Caemos en un peligro de sobrecodificación y extrapolación inne9 Orlando González Esteva, ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? México: FCE, 2008. Litoral e 35 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞 掛 詞