portador de la salvación de Jesucristo, con

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portador de la salvación de Jesucristo,
con dedicación y coherencia totales”.
Retomamos, pues, el hilo de la narración, recordando que, pasando la vida de
Francisco de Sales, vamos haciendo el paralelo mental con Bosco, verificando los
elementos que éste toma de Francisco,
reinterpretados en sus procesos internos y
en los de su entorno.
Tenemos, pues, a Francisco sacerdote,
con sus 26 años de edad: ha querido vivir
su ordenación en el silencio de la unión
íntima con Dios, y no en el fasto de las
celebraciones y felicitaciones, para volcarse enseguida en una actividad apostólica
incansable… celebra la misa casi cotidianamente (no del todo común entonces),
hace prédicas frecuentes que su padre, el
Señor de Boisy, le reprocha porque juzga
que “desgastan el prestigio” de Francisco
como predicador, al hacerlas tan ordinarias, y no “extraordinarias” por lo raras.
Además pasa largas horas confesando,
con las más amplias facultades de absolver
como “penitenciario” oficial del Obispo; y
luego visita enfermos y presos; y, finalmente, hace el catecismo. Está siempre disponible para servir. El pronóstico del Señor
de Boisy se demuestra errado: Francisco
gana pronto el prestigio de buen predicador y sacerdote, porque todo lo hace por
convicción, con esmero y gratuitamente.
Pero hay otra circunstancia que lo condiciona todo: Francisco, sacerdote y a los
pocos días también Prevosto (el segundo
tras el Obispo) lanza una consigna de
fuego a los canónigos que ahora preside:
reconquistar Ginebra, la sede episcopal
de su obispo. Ginebra, y toda la zona de
su influencia directa están en poder de los
calvinistas. Éstos mantienen la herencia de
Juan Calvino (Noyon, 10 de julio de 1509
– Ginebra, 27 de mayo de 1564), que ha30
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S A L E S I A N I D A D
bía impuesto su rigorismo moral ajusticiando a 56 de sus opositores, en 5 años:
nada de bailes ni juegos, nada de altares ni
imágenes, sólo el culto de la Palabra y del
trabajo, porque las ganancias y el suceso
son sinónimos de la elección divina (ética
con la que nace el capitalismo).
Francisco de Sales lanza la consigna
de fuego, la reconquista de Ginebra, con
el ardor de sus 26 años, pero no con las
armas, como todos los sorprendidos canónigos se lo imaginan. Se trata de tumbar
los muros de Ginebra para reconquistarla,
pero con la fuerza de la verdad y de la caridad; y comenzando por casa, pues la fuerza de los argumentos calvinistas les viene
de los malos ejemplos de los católicos,
en especial de los sacerdotes. Debemos
vivir según la norma cristiana; debemos
ser de verdad canónigos, de nombre y de
hecho… Era, en el fondo, la consigna del
reciente Concilio de Trento.
Esta primera etapa eclesial de Francisco, Prevosto, dura apenas 9 meses. En
efecto, su Obispo, Mons. Granier, convoca el Sínodo Diocesano (1594) y pide
voluntarios que, tras el fallido intento de
5 años atrás (1589), intenten de nuevo la
conversión de la zona del Chablais (5 x
10 km.), colindante con Ginebra: de los
25.000 habitantes sólo queda un centenar
de católicos. Nadie se imagina que esta
misión sea posible sin una fuerte escolta
armada; y todos los sacerdotes temen por
su vida. Ante la ausencia total de voluntarios, se ofrece voluntario el mismo Prevosto, Francisco.
El Señor de Boisy no acepta este “loco”
gesto de su hijo Francisco; pero éste le
manda a decir que irá a la misión de todos
modos, aunque tenga que repetir la escena
de Francisco de Asís ante su padre. El Señor de Boisy se rinde, pero se aleja de An-
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