Tenemos hambre Me conmovió hace unos días, el relato de una prójima que mamá me dejó en herencia. Ñeca viene de una compañía de San Pedro, un “Cristo roto”, como decía papá por aquellos carentes de todo. Me contaba que con las continuas lluvias cayeron las paredes de su casa, que estaban pasando hambre y frío, que no tenían donde dejar sus cosas, que estaban tratando de levantarla con troncos de palmera y barro, que hace rato solo comen verduras de su huerta… y todo esto lo decía secándose las lágrimas que no podía contener. Me tocó particularmente la prédica de ese domingo: Jesús compadecido de la multitud que lo seguía en busca de palabras de esperanza; viéndolos hambrientos, al final de la tarde, hace responsables a sus discípulos, dándoles la orden: “Denles ustedes de comer”. Ña Ñeca y otros compatriotas carentes de todo vienen a la ciudad en busca de alimento, vivienda, trabajo, pero también en busca de esperanza para sus hijos y nietos. Se siente ya muy largo el camino hacia un Paraguay con igualdad de oportunidades. Nos estamos poniendo impacientes porque tenemos hambre desde hace tiempo. Tenemos hambre de justicia sin componendas, de reformas estructurales con representantes e instituciones serias, responsables y eficaces. Estamos hartos de ver pasear delincuentes comunes, caraduras que fungen de autoridades y que siguen en sus puestos, no reciben castigos, (mas que en las redes), y no devuelven lo robado. Tenemos hambre de ética y nos duele ver a profesionales y empresarios evadiendo impuestos, cuando saben que es dinero que no les pertenece y roban a los pobres, restándoles oportunidades de educarse, y después se quejan de inseguridad y falta de “mano de obra calificada”. El Papa Francisco denuncia la corrupción política y económica que dejan “los hospitales sin medicinas, los enfermos sin cuidados, los niños sin educación”. Tenemos hambre (¡y tanta!) de autoridades íntegras y auténticas que sirvan al país desinteresadamente y que transmitan valores a nuestros jóvenes con su ejemplo de vida familiar y profesional. Tenemos hambre de transparencia, de castigos a la corrupción, a la evasión, al contrabando; hambre de contratos y concursos transparentes, de planillas abiertas de salarios, de decisiones certeras y cambios que nos alienten a soñar que es posible construir en Paraguay una nación con verdad, amor, paz y justicia social. Ciudadanos con hambre de todo esto, vienen marchando con pasión, se expresan inquietos en los medios, en las plazas, dan aportes en las redes, y… están cansados. El Señor que nos creó con libertad y responsabilidad nos manda: “Denles de comer ustedes mismos”, porque a cada uno nos toca hacernos cargo de nuestra parte, para que la mesa de la patria tenga pan de VIDA abundante y …ya no tengamos hambre. Carmen Cosp ADEC