Lurcart, Liliane (1990) El fracaso y el desinterés escolar en la escuela primaria. Barcelona. Edit. Gedisa, pp. 15-64. Capítulo 1 DESVALORIZACION Y AUTO-DESVALORIZACION EN LA ESCUELA EL CRITERIO DEL MERITO INDIVIDUAL La función de la escuela es la transmisión de conocimientos así como la de la ideología dominante en la sociedad. Esta doble función es objeto de interpretaciones que difieren de acuerdo con los puntos de vista de los que la analizan. Para algunos, el hecho de que la escuela se defina como transmisora de ideología les conduce a negar su función de transmisora de conocimientos. Para otros, la transmisión de conocimientos sería un ámbito no ideológico, una tierra de nadie de la lucha de clases. De hecho, es difícil en la escuela disociar ideología y conocimientos y sólo a través del análisis, podremos intentar discernir sus respectivas funciones. Además, la escuela se ha transformado mucho en el curso de las últimas décadas debido sobre todo a las mezclas sociales que en ella se han consumado. Las diferencias sociales adquieren una forma más sutil y también más perniciosa. A principios de siglo, las diferencias entre las clases sociales se reconocían más abiertamente. A los hijos de los obreros se les fomentaba una ideología de sumisión hacia "las clases poseedoras sin darles la ilusión de ningún posible cambio en su pertenencia de clase. Había que hacer de ellos trabajadores humildes, atentos, amantes de su trabajo. Actualmente, como los niños de la clase obrera y la pequeña y media burguesía van juntos a la misma escuela, ésta propagada la ilusión de igualdad de oportunidades sobre la base del mérito individual. De tal manera que el criterio1 objetivo2 de pertenencia de clases es sustituido por el criterio subjetivo3 del merito individual. La forma específica que la ideología burguesa adquiere para mantener la dominación de la burguesía, consiste en un enmascaramiento de las separaciones reales entre las clases sociales. La función a desempeñar en la edad adulta no dependerá ya del origen social, sino del mérito individual. Naturalmente el mal alumno irá a la fábrica y el buen alumno ocupará cargos socialmente más prestigiosos. Pero como las clases sociales continúan siendo fundamentalmente las mismas, sigue haciendo falta que haya obreros y burgueses. ¿Cómo se forja en la escuela el criterio del mérito individual? Esto es lo que trataremos de analizar aquí estudiando un aspecto concreto de la función ideológica de la escuela: la valorización y la desvalorización de los individuos4 EL MAESTRO Y SUS ALUMNOS 1 <<Criterio>>: modo de juzgar, de decidir alguna cosa. En este caso se trata del modo de encaminar a los alumnos hacia una enseñanza de larga o de corca duración 2 <<Objetivo>> independiente de la opinión de tal o cual persona. El padre del alumno Dupont es obrero, el de Durand es abogado: es un hecho objetivo. 3 <<Subjetivo>< que depende de la opinión. Mme. Duval considera que Dupont es un buen alumno, pero M. Leblanc cree que es un mal alumno. 4 <<Valorización>>Todo lo que ayuda a una persona a tomar conciencia de sus cualidades, a adquirir una buena imagen de sí misma “Desvalorización” es lo contrario. Imagen de sí mismo y función de la selección Consecuencia, la primera imagen que un niño llega a tener de sí mismo se ha formado en la escuela. Es aquí donde por primera vez se halla confrontado con el grupo de niños de su edad y comparado con los individuos que componen este grupo. Tal vez, más que los comportamientos de sus compañeros o el suyo propio son las apreciaciones que de él hagan sus maestros las que contribuirán a desarrollar en él actitudes de auto-valorización o de auto-desvalorización. Estas actitudes se instalan prematuramente, desde preescolar; dan lugar a una aceptación del éxito o el fracaso escolar del niño y cuya responsabilidad le cabría sólo a él. De tal manera que la causa primera del enlace sucesivo de fracasos o éxitos, que llevarán a unos a los trabajos mecánicos y a otros a los estudios universitarios, es para quien los vive su mérito personal. Cada cual tiene en la escuela lo que se merece. Esta aceptación de la ley de la escuela no es para el que la sufre una aceptación pasiva: el niño se anticipa, actúa según lo que se espera de su conducta, como buen o mal alumno, según el caso.5 El papel de los maestros en el fracaso o en el éxito escolar es considerable, y por ello han sido calificados como agentes de la selectividad. Sin duda, la función selectiva es lo que culpabiliza más a los maestros y sin embargo no son ellos los responsables. Su responsabilidad es real, directa, perjudicial a largo plazo, cuando consiguen persuadir a los niños de que son unos incapaces. Asimismo, cuando desde las primeras semanas del año, se forman una opinión de la que no desisten y que exteriorizan, con lo cual seguramente se alivian, pero a costa de abrumar a los chivos emisarios con su desborde emocional. El poder del maestro se manifiesta en la nota, en la clasificación, en la evaluación que él mismo lleva a cabo: son los medios llamados objetivos de los que dispone para expresar su valoración con respecto al trabajo del niño Aún más insidiosos son sus medios subjetivos, que generalmente no controla, pues no trata de cobrar consciencia de ellos. Estos medios se manifiestan en los juicios, las reflexiones, las impaciencias, las mímicas despreciativas, los arrebatos, la irritación. También se manifiesta en el olvido, en el abandono, en la falta de consideración hacia seres humanos tan valiosos como cualquier otro, pero a quienes no se respeta. Allí se sitúa el exceso de poder del maestro que no pone en duda su infalibilidad. Ahora bien, cualquier fracaso en la transmisión de conocimientos tiene dos polos: uno de ellos en el nivel del que recibe el conocimiento, y el otro en el nivel de quien lo transmite. Si el primer polo es evidente para el maestro, el segundo no lo es tanto y necesita un constante análisis a partir de su propia práctica pedagógica. Este replanteamiento del estilo de trabajo es raro. Lo que sí es corriente registrar es la clasificación de los niños en buenos y malos alumnos sobre la base de los criterios de adaptación al estilo de trabajo del maestro o a su persona. La auto-desvalorización: una forma de reacción Hay niños que están constantemente sometidos a un bombardeo emocional que termina por minimizarlos en sus posibilidades reales, por desvalorizarlos; 5 Es lo que comprobaron detalladamente dos psicólogos americanos: R. ROSENTHAL - L JACOBSON, Pygmaleon en la escuela. París, Casterman. enfrentados a tareas cuya finalidad desconocen su fracaso suele ser la manifestación de su inseguridad con respecto a lo que se espera de ellos; y automatizan un tipo de reacción: De esta manera, estos niños dan a los maestros la comprobación de la certeza de sus juicios, al tiempo que los refuerzan en sus actitudes despreciativas. Se genera entonces el automatismo cuyo responsable es el maestro, y sin embargo nunca sabrá que el elemento desencadenante ha sido él. Tanto más cuanto que la autodesvalorización se convierte en un modo de reacción persistente que el niño traslada de una clase a otra. Además, en la escuela algunos niños tienen una fama que les precede y les persigue y que a veces se remonta a hermanos mayores cuyo caso paso por la escuela ha despertado juicios negativos Estos aspectos psicológicos de las relaciones entre maestros y niños adquieren un sentido más profundo cuando se les sitúa socialmente con respecto al sistema de enseñanza, pues permiten por una parte dar cuenta de lo contingente, de lo accidental que nace de las relaciones Inter.individuales, y por otra parte de lo necesario vinculado a la naturaleza de la escuela en un régimen capitalista. Es lo que intentaremos hacer a continuación, situando los dos polos de relación de los alumnos bajo la forma de autovaloración y auto-desvaloración, en relación con la competencia escolar. LA COMPETENCIA Competencia y cooperación El sistema escolar francés se basa en la competencia y tiene como principio la selección de los «mejores». Este sistema competitivo se opone a un sistema de cooperación, en la medida en que su objetivo fundamental no es la transmisión masiva de conocimientos a fin de que la totalidad de la población escolar se apropie realmente de los conocimientos fundamentales. En un sistema competitivo, los alumnos que adquieren conocimientos son los que no tienen dificultad alguna en acceder a ellos; los demás quedan abandonados a sí mismos o reducidos a adquirir jirones irrisorios de conocimientos que no guardan proporción con el tiempo que han dedicado a la escuela. los que adquieren conocimientos suelen disponer del apoyo familiar. Desde un principio estos niños han tenido una preparación adecuada para el tipo de transmisión de conocimientos característico del sistema escolar francés. Han tenido contacto precoz con conceptos abstractos, desligados de la práctica, y han sido educados en la valoración del lenguaje empleado en su transmisión. Procedentes de ambientes socia- les que valorizan las manifestaciones de precocidad intelectual, estos niños conocen ya el placer que significa recibir elogios originados en una frase acertada o en la calidad de una observación. Conocen además el estímulo al éxito individual y se encuentran, en suma, en condiciones de afrontar la competencia. En el parvulario esta competencia no se diferencia mucho todavía del vedetismo familiar: valoración del dibujo bonito, de la canción, de la formulación feliz. En cambio será en las actividades relacionadas con las enseñanzas del ciclo elemental –actividades gratificadoras para ellos ya que el elogio familiar reforzará la valoración escolar- donde podrán desarrollar el sentimiento de autovaloración pues en esta ocasión descubrirán su <<superioridad>>.6 Inadaptación y auto-desvalorización En cambio> quienes se conviertan en los «malos alumnos» del ciclo elemental, desarrollarán durante ese período una actitud de auto-desvalorización suscitada por el ambiente escolar. Desde el parvulario el ambiente escolar los tornará desprevenidos. no preparados para aceptar sus actividades, y serán clasificados desde un comienzo en dos categorías: por una parte los niños <<bebés>>, inhibidos, poco habladores. poco receptivos, etc.; por otra los inestables, inquietos agresivos, perturbadores. etc. Los primeros llegarán a ser los olvidados del equipo de enseñantes. los segundos serán los cabezas de turco. Entre estos dos extremos, la mayoría podrá mantenerse en el anonimato. Siempre que en el momento de afrontar los automatismos, algún problema de aprendizaje no los haga caer en la categoría «con problemas« Puede suceder también que un niño «bebé» se espabile al principio y se adapte para re- unirse con el pelotón. Del mismo modo, un niño inestable podrá fijarse en una actividad atractiva para él. Puede también darse el caso de que el niño protegido por su medio social tropiece en su experiencia escolar con algunos obstáculos. Las categorías que describimos aquí son exhaustivas ni son compartimentos estancos, pero no obstante podemos hacer las siguientes observaciones. Los niños de la pequeña y mediana burguesía son los que se adaptan con mayor facilidad al parvulario. Generalmente la no adaptación no adaptación al parvulario se observa en los niños de la clase obrera. Según algunos maestros del preescolar, el paso al ciclo elemental refleja lo que hemos observado en el parvulario: los niños inadaptados lo serán todavía más, otros llegarán a adaptarse. Estas observaciones, hoy en día sin importancia, nos hacen pensar que para algunos la suerte está echada desde el preescolar en cuanto a su posibilidad de adquirir conocimientos durante el resto de su escolaridad. A partir de lo cual comprendemos mejor lo que, por una parte puede parecer contingente,7 accidental y vinculado con las relaciones individuales, y lo que, por otra parte es necesario, está vinculado al sistema competitivo y concierne a la selectividad. Las simpatías y antipatías de los maestros son electivas: prefieren a aquellos alumnos que se les parecen. La contingencia se transforma en necesidad cuando la antipatía está social- mente polarizada, cuando desemboca en la eliminación, es decir en la selección y en el fracaso. En cierto modo es 10 que observamos ,cuando «señalamos>, a los alumnos que irán a las clases paralelas. Los maestros no quieren a estos niños, no se adhieren afectivamente a ellos, y no luchan por ellos. Esto no quiere decir que en las escuelas no existan niños que no planteen problemas, niños cuyo fracaso en el aprendizaje tenga bases objetivas, sino que muchos considerados como niños <<con problemas>> necesitan, en rigor, una pedagogía adecuada a su ritmo que hoy en día pocos maestros conocen 6 L LURGAT «L.acquisition de la ponctuation: étude sur le langage écrit de I'enfant» en la Rerue Française de Pédagogie, n° 25. octubre 1973. pp 14-27. Ver en particular el análisis de las redacciones que se basan sobre la auto- valorización. 7 <<Contingente>>: lo que sucede por casualidad, Desvalorización y fracaso escolar ¿De qué manera la desvalorización puede ser factor de fracaso escolar y de problema de aprendizaje? Sabemos que un niño no es un receptor pasivo, y que cualquier adquisición de conocimientos es el resultado de su actividad. Esta idea, que algunos radicalizan, podría hacernos pensar que el niño aprende solo. En realidad la escuela suministra las condiciones para aprender y estas condiciones determinan en gran parte la calidad del aprendizaje. El papel de la actividad del individuo en el aprendizaje es el que permite comprender por qué en una misma clase la pedagogía es provechosa para algunos y no lo es para otros. Esta actividad depende de la actitud del niño frente al maestro y frente a los conocimientos. El niño activo participa en clase, está atento e integra lo que sé le transmite. El niño desvalorizado no tiene esta actitud y se refugia en la pasividad. De vez en cuando participa en el trabajo de la clase pero no consigue aprender lo que se le enseña, establece mal el nexo temporal que le permitiría integrar la continuidad de la materia que se le explica. Un niño pasivo, un niño que no se prende a la clase o bien que se desconecta, necesita el apoyo del maestro para actuar eficazmente. Pero esto exige que el maestro se esfuerce por individualizar su enseñanza y dirigirla hacia él, de ponerlo al corriente para que, de este modo, pueda reanudar el ritmo de la clase. Para ello es necesario que el maestro se sienta motivado, que le sea simpático el niño que tiene dificultades, que le considere capaz de aprender. Todos estos aspectos subjetivos ligados a la estima mutua, la confianza y la simpatía actúan sobre las actitudes. Nunca estimulamos demasiado al niño, por el contrario lo desanimamos con facilidad asociando el conocimiento a una práctica intelectual durante la cual tiene que realizar sus pruebas. Tan a menudo la desvalorización engendra el fracaso que hay que tenerlo en cuenta como factor de problemas de aprendizaje. Desvalorización y problemas de aprendizaje Una de las manifestaciones de la crisis que hoy en día atraviesan los maestros queda reflejada en su impotencia para transmitir los conocimientos. Esta dificultad no es producto del azar: la coexistencia de las distintas clases sociales en la escuela conduce al profesor a ser para uso transmisor de conocimientos y para otros fabricante de obstáculos, Es pues consecuencia del tipo de trasmisión. Un cambio de actitud Cambiar este tipo de transmisión no significa simplemente cambiar la técnica pedagógica. Sería necesario que los maestros cambiasen el concepto que tienen de los niños, del conocimiento y de la inteligencia. De hecho, se trata en primer lugar de un problema ideológico y solamente en segundo lugar pedagógico. En tanto el maestro no acepte la idea de que primero debe cambiar él mismo, que ante todo debe abandonar los prejuicios burgueses que constituyen el prisma que deforma la visión de su clase, chocará con las mismas contradicciones. Cambiar de actitud es, en primer lugar, no confundir las diferencias reales que existen entre las clases sociales con una jerarquía de individuos en función de su origen social. Es renunciar al apriorismo8 que inevitablemente le hará subestimar a los niños de las clases populares con una actitud de desprecio o de piedad. Con facilidad pasamos de una actitud a otra: la piedad conlleva el desprecio. Los niños «sin condiciones» llenan el fondo de las clases. ¿Cuántos maestros han intentado conocer a estos niños sin recurrir al estricto criterio del éxito escolar?. Para conocer las condiciones de los niños de las clases populares, habría que conocer antes las cualidades de los trabajadores, en particular el valor y la modestia. Las pedagogías de compensación El cambio de actitud es una condición necesaria pero no suficiente. Una vez admitido que no hay una inferioridad de hecho, biológica o cultural, sino que existen diferencias, caminos distintos en el desarrollo, el problema pedagógico es global. Las tentativas de la pedagogía de compensación9, en su mayoría destinada al fracaso, surgen de la ideología de la inferioridad. Se basan en la siguiente idea: al transformarse el hijo de un obrero en el hijo de un burgués se supera el retraso. la insuficiencia. Aún está por elaborarse una pedagogía específica que reconozca caminos distintos hacia la edad adulta en función de la pertenencia de clase, y no se la puede oficializar ya que es contraria al sistema competitivo. Hay que inventar otra pedagogía dentro de la escuela, sobre la marcha, mediante la cooperación de los niños de las clases populares que son muy capaces de reconocer a sus verdaderos amigos. Pero para ello el maestro debe estar totalmente convencido de que el hijo del obrero necesita adquirir conocimientos..Un problema de aprendizaje en el ciclo elemental es. en primer lugar, el fracaso en el aprendizaje de la lectura. que marcará al niño durante mucho tiempo, con lo que corremos el riesgo de provocarle un desinterés por la lengua escrita. Este fracaso le acarreará, en el mejor de los casos, la etiqueta de disléxico y e-n el peor, la de débil mental. El problema del aprendizaje conlleva necesariamente el «etiquetaje» del niño. Con el sentimiento global de desvalorización, aparecerá la toma de con- ciencia de una inferioridad real que tiene un nombre y que le margina de los demás10. Se ha generado el obstáculo subjetivo para cualquier aprendizaje, convirtiendo a éste en algo todavía más peligroso. Para los niños de las clases populares ¿Necesitan aprender los niños de la clase obrera? Esto depende del punto de vista en que nos situemos. No podemos separar transmisión de conocimientos y 8 «Apriorismo»: en este caso se trata de una opinión formulada de antemano. 9 B. BERNSTEIN ..Critique du concept d'éducation de compensation* en Orientations, n° 46, abril 197 ,~. pp. 25-36. 10 Esta inferioridad se adquiere en ya través del sistema competitivo. transmisión de ideología. Ahora bien, la consecuencia que posemos extraer desde ahora de la degradación de la escuela es que la anulación del carácter del niño pasa necesariamente (pero no únicamente) por el fracaso escolar. los docentes, según su conciencia política, pueden escoger entre anular el carácter de los niños de los obreros para prepararlos a la opresión y esforzarse por hacer de ellos seres sumisos e ignorantes, o bien desarrollar en ellos el sentido crítico, el razonamiento, la roma de conciencia social para enseñarles a defenderse, es decir, a aprender. La escuela tiende a quebrantar el carácter de los hijos del pueblo de múltiples maneras: por lo pronto mediante la coacción, pero también, y más sutilmente, haciéndoles creer que son incapaces de aprender, convenciéndoles de que son débiles mentales. Actualmente estas prácticas se desarrollan cada vez más: es urgente hacerles frente. El contraataque debe realizarse en dos niveles: al nivel del análisis social del fenómeno de «etiquetaje» de los niños y de su extensión a la más tierna edad, es decir, desde el parvulario; y por otra parte al nivel de los maestros a los que hay que ofrecer nuevas perspectivas y dotar de nuevas armas. Contentarse con denunciar el papel que están representando conduce a la desmoralización de unos y al endurecimiento de otros. Lo que hace falta es ofrecerles perspectivas en cuanto a posibles prácticas actuales y guiarles en las transformaciones de su práctica pedagógica. Lo que los enseñantes pueden hacer es ayudar a los niños a aprender y a juzgar, a pensar con acierto justo, partiendo del análisis de la realidad. Pensar acertadamente no es un don congénito. Los que creen que se trata solamente de que los niños se expresen, están confundiendo opinión y conocimiento. Confundir opinión y conocimiento es adoptar una actitud subjetivista11. Hay que tornar en serio las opiniones de los niños y discutirlas aunque esto no excluya en absoluto el ejercicio del pensamiento racional que se realiza en el análisis de la realidad. Aprender a observar la realidad para comprenderla: éste debe ser el objetivo del maestro, de modo tal que los alumnos sean espectadores pasivos y crédulos, víctimas que consienten, objetos de engaño. LA TRANSMISION DE LA IDEO LOGIA DOMINANTE COMO FACTOR DEL FRACASO Su doble aspecto La escuela, en tanto que difusora de la ideología dominante, tiene un papel muy importante. Hay que distinguir dos aspectos en la forma que adquiere esta difusión: La forma explícita tal como la encontramos, por ejemplo, en los libros de lectura, de historia y de geografía; la forma implícita, que sustenta el modo de presentar los conocimientos. Es de esta manera como la imagen que la escuela da sobre las relaciones humanas, la familia y el trabajo, es explícitamente burguesa y sobre todo desconcertante para los niños de los obreros. y esta imagen no les interesa ya que pertenece a un mundo ficticio, distinto de su familia real. El sentido que otorgamos al saber está implícitamente cargado de ideología. En el contexto escolar, esto puede parecer ridículo ya que no se trata de conocer para 11 «Actitud subjetivista»: consiste en negar la realidad objetiva, independientemente de las opiniones individuales o colectivas. Todas las opiniones están en el mismo plano, no se distingue lo verdadero de lo falso. comprender y transformar el mundo sino de adquirir diplomas que valoricen al individuo. En la medida en que la única finalidad del saber es permitir a una minoría hacer carrera, este saber aparece inútil a la mayoría. De este modo el conocimiento llega a ser inaccesible, reservado de antemano a una élite. Ideología y realidad Bajo su doble aspecto, implícito y explícito, la ideología dominante es un factor de fracaso para algunos niños porque aquélla correspondencia a una descisión y la realidad. El fracaso debido el desinterés y a la incomprensión es la concecuecia de la concepción idealista del conocimiento que sustenta en la escuela la transmisión, de conocimientos. En esta concepción, el trabajo práctico, trabajo manual, no cuenta en el origen del conocimiento, el cual parecería que se hubiera desarrollado por sí mismo en la mente de algunos científicos geniales. Esta escisión entre el trabajo y el intelecto hace que éste sea incomprensible e innecesario al futuro trabajador. In- comprensible ya que no captamos el origen concreto de los problemas que se han planteado a la humanidad y que todavía se le plantean. Innecesario porque aquél está separado del trabajo productivo, por lo menos bajo la forma en que se presenta. El conocimiento no concierne al futuro trabajador. (De qué podría servirle? El trabajador no está en condiciones de efectuar por sí mismo este enlace; muchos obreros implicados en un trabajo de producción completo, no obstante, adquieren de este modo un conocimiento práctico y sorprendente de los problemas. Muchos intelectuales, a la inversa, no conocen el fundamento práctico de las teorías que elaboran, utilizan o enseñan. El mantenimiento de una sociedad dividida en clases socia- les opuestas exige desde la escuela estas mutilaciones e impone esta separación entre la producción y el conocimiento en la transmisión de este último. Sin embargo, la escuela cambia al mismo tiempo que evoluciona la sociedad burguesa y la doble función de la escuela, la que concierne a las fuerzas productivas, es decir, la transmisión de los conocimientos necesarios para la renovación y desarrollo de las fuerzas productivas, y la ideológica, consistente en la transmisión a la nueva generación de la ideología de las clases dominantes, esta doble función se realiza de otra manera. La función Ideológica Respecto de la segunda función, la función ideológica, existen medios muy poderosos y enormemente eficaces: los mass media.12 En cuanto a la primera función, ya no es necesario que esté garantizada para el conjunto de la población. Desde este punto de vista la idea de desescolarización llega en el momento preciso para expresar las nuevas necesidades de la burguesía, a saber: sólo deberían escolarizarse los niños que llegarán a ser técnicos ti obreros especializados. A los demás, la ideología les será inculcada a través de la televisión, la radio, la publicidad: todos los circuitos no escolares, La degradación de los distintos aprendizajes, tal como la observamos en el momento actual, es un paso hacia esta forma de desescolarización, es una desescolarización de hecho en el interior de la escuela. 12 "Mass Media,,: medios de difusión masiva de ideas, conocimientos, erc. (prensa, radio, televisión, discos, póstrers.,,) Concepto de desescolarización La desescolarización en el seno de la escuela es también el fruto del desinterés de los niños. Es frecuente oír hablar de esos , adolescentes huidizos que ya no pueden esperar mas sus 16 anos ; en los Centros de Escuelas Técnicas donde nada de lo que se les r propone atrae su interés. Este desinterés tiene una base objetiva: la pedagogía conceptual concretizada13, -aplicada a jóvenes que han perdido toda ilusión en cuanto a la estima que sus maestros tienen de sus capacidades intelectuales- presenta un aspecto particularmente irrisorio. Varios profesores del C.E.T. me confesaron que algunos alumnos llegan al Centro diciendo: nosotros somos los «retrasados». Habría que ver en la atribución masiva del epíteto «retrasados mentales>, a los hijos de los obreros un fenómeno debido a la intensificación de la lucha de clases. 1.0 mismo sucede con la rebelión existente hoy en día en las instituciones escolares. De la desvalorización a la rebelión La desvalorización penetra íntimamente en el individuo, a través de la imagen que tienen de sí mismo. Es por ellos que esta imagen es a menudo eficaz porque permite el desarrollo de comportamientos de sumisión. En la edad adulta, el individuo desvalorizado durante su infancia considera que sólo tiene lo que se merece, lo que es capaz de tener: él mismo, con sus escasas capacidades, se ha forjado el destino. A fin de que la desvalorización y el ataque directo al individuo se experimente como tal es preciso que el que la soporte, reconozca su valor opresivo. La desvalorización es una forma sutil de opresión. La opresión engendra la revuelta y esto también es verdad en la escuela. Vivida como una opresión, la desvalorización puede engendrar el rencor. El rencor, acumulado contra aquellos que sistemáticamente poden de relieve nuestros puntos más flacos, los ridiculizan delante de los demás y los desprecian, se transforma en odio. Entonces puede surgir la contestación individual o colectiva, y resolver el exceso de exasperaciones acumuladas, sin que por ello desaparezcan las quejas ya que nada ha cambiado. La rebelión se manifiesta sobre todo en los adolescentes del C.E.T. y de los Institutos. Aunque existe igualmente en la escuela primaria e incluso en el parvulario. En el parvulario, es la rebeldía individual y esporádica y se manifiesta en el acto de arrojar objetos, en el rechazo de cualquier actividad, en las rabietas agresivas. En la escuela primaria, la solidaridad se desarrolla progresivamente y en el grupo más o menos homogéneo que constituye la clase, las reacciones colectivas manifiestan una concienciación de los antagonismos que pueden existir entre los alumnos y el maestro. Esta toma de conciencia se desarrolla a lo largo de la escolaridad y a veces conduce a un acuerdo tácito para realizar el mínimo trabajo necesario: En la escuela primaria, la revuelta individual existe bajo la forma de insultos y de rebeldía. La burla engendra la rebelión sobre todo en aquellos a quienes repugna la sumisión. Evidentemente, es en el ciclo secundario cuando la insubordinación adquiere una forma más violenta debida a la exasperación acumulada a lo largo de varios. El adolescente tenso, irritado, descontento, se vengará de la 13 "Pedagogía conceptual concretizada”: en este caso se trata de un proceso que se inicia partiendo no de los fenómenos concretos o de los objetos reales, sino de conceptos, para que éstos sean accesibles al simplificarlos y para que sean concretos, a la inversa del proceso del conocimiento. incapacidad de ser comprendido por los adultos encargados de enseñarle, sobre los objetos y las cosas inertes. La rebelión se convierte también en la acción de pequeños grupos que comparten los mismos resentimientos, que se entienden con medias palabras y se encuentran luego para plantear juntos las quejas y la larga impaciencia frente a este tiempo de sus vidas que sienten como un tiempo robado. REBELION INDIVIDUAL y REBELION COLECTIVA En la escuela, la rebeldía como fenómeno individual ha existido siempre. El sentimiento de ser víctima de una injusticia o simplemente la resistencia a ciertas presiones, puede adquirir a menudo esta forma explosiva y repentina. La contestación adquiere en nuestra época una forma particular y es su carácter colectivo. El grupo no solamente entiende la rebelión sino que en primer lugar la experimenta emocionalmente: la exasperación es contagiosa, aunque no siempre. Para que el contagio emocional desemboque en una insubordinación colectiva es necesario un conjunto de condiciones objetivas y subjetivas. Actualmente existen estas condiciones. Las condiciones objetivas van unidas a los cambios que la escuela ha sufrido y sufre constantemente (mezcla de clases sociales, programas, formación de maestros, duración de los estudios, etc.). A menudo estos cambios son ajustes que no se adaptan a los problemas reales. Aquellos no han sido elaborados a partir de encuestas minuciosas que respondan a las necesidades reales, sino aplicados después de su elaboración por comisiones de especialistas, cuya especialización y frecuentes prejuicios, suelen dificultar la aprehensión de los problemas en su totalidad. De tal manera que, cuanto más se reforma, más se agudizan las contradicciones. Al vivir en una institución cuyos cambios son imprevisibles y no van encaminados hacia una mejora, los maestros y los niños se ven permanentemente en una situación de inseguridad, Igualmente lo están los padres y su inquietud influye seriamente sobre sus hijos, que se impregnan como esponjas de la ansiedad que emana de los adultos. La ansiedad se convierte en una forma de reacción que se generaliza y actúa en las relaciones entre los individuos. A propósito de lo dicho, cada vez hablamos más de la inadaptación escolar. Esta inadaptación misma es consecuencia de la degradación de la escuela; sin embargo, donde más se hace sentir es a nivel individual. Cuanto más inquietas están las personas más experimentan las particularidades individuales como signos de marginación14 o de inadaptación. De tal manera que la búsqueda de una normativa15 para el comportamiento nunca ha sido tan importante como ahora, pero tal normativa ya no es posible puesto que la relativa estabilidad de la escuela ya no existe. Contrariamente a lo que piensa mucha gente., la causa de que en la escuela no esté la conversión de los problemas socia- les en problemas psicológicos provoca mayores estragos. Es también uno de los lugares adonde se trasladan con más apasionamiento las nuevas corrientes sobre lenguaje y matemáticas. Los cambios en la escuela son reales e imprevisibles. ¿Qué significa la adaptación de los escolares a cambios imprevisibles? Sólo son posibles algunos ajustes sucesivos, es decir la valoración de lo inmediato en detrimento del futuro, cada vez más inconcebible. Como vemos, pues, las 14 «Marginación»: separación de un individuo respecto a la norma adoptada en el grupo social o en el medio del que forma parte. 15 «Norma»: regla, modelo de conducta que está en vigor en un grupo social. condiciones subjetivas dependen directamente de las condiciones objetivas y repercuten sobre ellas. La contestación es el resultado de una incapacidad de proyección en el futuro. El presente se encuentra tanto más saturado de carga emocional. En la medida en que no hay un futuro feliz, en que no hay un goce del porvenir, el presente se vuelve insoportable. Muchos adultos comentan: estos adolescentes son más felices que nosotros ¿de qué se quejan, pues? Tienen muchas más cosas que las que teníamos nosotros y no saben disfrutarlas. Al parecer, hay en esto una confusión entre el placer y la alegría. Los chicos jóvenes, en particular los de la pequeña burguesía, tienen lo que desean: vestidos, cigarrillos, maquillajes precoses, incluso placeres sexuales. Pero no están alegres ni son felices porque no tienen razones sociales para estarlo. Y no hay que interpretar esto como una ingratitud sino como la manifestación, a nivel individual, de los grandes desgarramientos que experimenta la sociedad en que vivimos. DE LAREBELION A LA TOMA DE CONCIENCIA Los contrarios se transforman uno en el otro: el" día en la noche, el abatimiento en dinamismo, la inseguridad en seguridad. Desvalorizado, a veces anulado, el adolescente puede transformarse, luchando, si consigue descubrir las causas socia- les de lo vivido anteriormente, como si fuera su historia absolutamente personal. En la medida en que la solidaridad se desarrolla entre los jóvenes que viven en las mismas instituciones escolares, se imponen los aspectos comunes de las experiencias individuales, y cada uno se reconoce en la historia del compañero. Es la primera etapa de la toma de conciencia social. Actualmente, en las instituciones escolares, aquélla está en alza debido al interés que existe entre la juventud respecto de algunos problemas políticos. El interés- por los fenómenos sociales atrae a adolescentes cada vez más jóvenes, e incluso a veces la dimensión política forma parte de su existencia. Los movimientos (asunto Guyot, C.E.T., etc.) tienen una magnitud considerable. Los alumnos mediocres o los que molestan a los profeso- res, encuentran en estos movimientos la actitud seria necesaria para las cosas importantes. Las opiniones sobre los profesores adquieren también una dimensión social según la actitud de éstos respecto de los jóvenes. Con algunos profesores puede surgir un nuevo tipo de relación cuando las ideas coinciden y también cuando se oponen. La irrupción de la política en la vida de los adolescentes escolarizados no está exenta de contradicciones. Cuado más les penetra el conocimiento de nuestra sociedad, tanto más puede parecerles ridículo el conocimiento que los profesores les aportan. Los profesores no les suministran casi nunca la vinculación entre un conocimiento y otro, y a los jóvenes les resulta particularmente difícil descubrir por sí mismos la unidad del conocimiento. Ello tanto más cuanto que el modo actual de enseñar no ayuda a comprender la unión que existe entre la práctica y el conocimiento. No todos los adolescentes buscan una explicación social a los problemas de su generación. Algunos se sumen en su prisa por vivir, víctimas complacientes de las corrientes subjetivistas; otros resisten y esperan, totalmente protegidos por su medio familiar. En común todos ellos tienen un fondo de inquietud propicia a la contestación. En este ambiente particular, germinan nuevas ideas sin que necesariamente todos las acepten. Pero existe un clima favorable a los cambios bruscos. Vivimos en una época donde los jóvenes reanudan las formas de acción y lucha de los trabajadores: huelgas, manifestaciones, movilizaciones a partir de una consigna. En las luchas sociales se forja algo así como una dimensión nueva de la conciencia, la conciencia social de los jóvenes. Las instituciones escolares, creadas para inculcar al mismo tiempo los conocimientos y la ideología dominante, se convierten de repente en el lugar donde las controversias aparecen en el campo de la ideología y de los conocimientos. En el sistema escolar sucede algo que no habíamos visto nunca, De la desvalorización a la toma de conciencia pasando por la contestación: esos son los estadios que se han atravesado, y que a veces son irreversibles. EL CONOCIMIENTO: UNA NECESIDAD Saber a quién servir En estas condiciones ¿qué puede hacer el maestro? ¿Debe limitarse a manifestar que comprende la contestación de los jóvenes y de los niños? ¿debe apoyar la lucha de los jóvenes?. Si ésta es su intención, tiene que saber lo siguiente: la contestación sólo desemboca en la toma de conciencia si ésta apoyada por el conocimiento indirecto16. Sin conocimiento indirecto toda revuelta queda aislada, toda lucha conduce a un fracaso del que no sacamos ninguna experiencia. los futuros obreros tienen la necesidad, realmente urgente, de adquirir conocimientos indirectos. Pero adquirirlos requiere un mínimo de técnica; por ello, el docente al servicio del pueblo debe ayudar a sus alumnos a familiarizarse con los medios del cono- cimiento indirecto (sobre todo libros y periódicos). El maestro, en primer lugar, tiene un papel muy importante: ayudar al futuro trabajador, enseñándole a leer y escribir. Leer para comprender lo que se lee, y escribir para expresar sus ideas, para conceptualizar sus observaciones y sus razonamientos o juicios. Saber cómo servir En el aprendizaje riguroso de la lectura y de la escritura, debemos tener muy en cuenta los automatismos. Para evitar los problemas del aprendizaje y el desinterés, los dos polos del fracaso de los niños, la pedagogía de la lectura y de la escritura debe reunir el dominio del gesto, el control de las actitudes, la atención y el interés de los niños. Es una pedagogía completa en la que el maestro debe comprometerse totalmente y aportar el máximo interés posible. Esto es lo contrario de una pedagogía elitista que, la mayoría de las veces, se basa en el soporte familiar. El maestro que desea realmente enseñar a leer y a escribir, dedicando a ello el tiempo necesario, respetará el ritmo de los. niños. Si encuentra dificultades, debe profundizar en ellas y buscar sus causas. No debe sacarse de encima a los niños «difíciles» apoyándose en los psicólogos y en las clases especiales: cualquier rechazo es una condena. Una vez que se han adquirido los primeros automatismos el contacto con la lectura debe ser constante para fomentar la necesidad del conocimiento indirecto. Es fundamental, por lo tanto, la asociación del acto de la lectura con el descubrimiento del contenido, el sentido de lo que está escrito. La discusión colectiva permitirá la educación del 16 “Conocimiento indirecto”: aquel que se transmite por medio de Otras personas, a través de libros, etc... Este concepto se opone al del conocimiento directo: el que adquirimos por medio de una práctica personal. sentido crítico . No obstante, el interés por el conocimiento indirecto sólo aparecerá a partir del enlace entre éste y la experiencia cotidiana del hijo del obrero. La progresión debe ser la de cualquier conocimiento: de lo particular a lo general, de lo simple a lo complejo y siempre a través de una discusión colectiva para cerciorarse de que la pedagogía es realmente mayoritaria y no elitista. El aprendizaje de la lectura es un largo aprendizaje. Es preciso que los niños automaticen realmente el gesto, el dibujo de la letra. la trayectoria de la escritura, la ortografía y la rapidez. Si queremos que la escritura llegue a ser una redacción, estos aspectos deben ser automatizados. Saber redactar, es decir ordenar las ideas para transmitirlas, es un aprendizaje indispensable para el futuro trabajador. En la concepción burguesa de la educación no parece útil entrenar al futuro trabajador para que razone y conceptualice su experiencia cotidiana ya que aquél será un trabajador manual. De hecho se trata de impedir que sistematice su práctica, que la sintetice. Permitir que el hijo de un obrero pueda dominar el lenguaje escrito es darle la posibilidad de acceder a la teoría. La descripción objetiva de la realidad es una premisa indispensable para acceder a la teoría. Observar, describir, ponerse de acuerdo sobre las etapas de una transformación o sobre el comportamiento profundo de los seres. La función de tas lecciones sobre objetos, de las encuestas sobre un objetivo real deben estar incluidas en la educación del pensamiento. Es la oportunidad para dar puntos de referencia "sobre la estructura de la sociedad, sobre la producción y sobre la historia. En el curso de las actividades prácticas, de pequeñas experiencias, podremos guiar a los niños a conceptualizar lo que observan. Este paso del conocimiento sensible al conocimiento racional, fruto de un entrenamiento dirigido, puede ser educado. Entrenados en el análisis de la realidad, los niños aprenden a superar la credulidad, a tener confianza en su propio juicio, dado que podrán verificarlo. El poner a prueba constantemente lo que deducen de la observación les permite superar el subjetivismo. Significará también para el maestro la oportunidad de superar esa forma de subjetivismo que es la desvalorización del individuo. Sus buenos sentimientos no le ayudarán por sí solos a cambiar de actitud. El primer paso es saber a quién debe servir y cómo debe servir a quienes más lo necesitan como alfabetizador. Un segundo paso en este sentido es la defensa, contra viento y marea, de una pedagogía de masas opuesta a una pedagogía elitista. Capítulo II EL FRACASO Y EL DESINTERES ESCOLAR Sobre la escuela, no existen escritos imparciales: hablar de la escuela es actuar sobre ella. Una gran cantidad de publicaciones alimenta la reflexión inquieta de una masa de docentes que en este país pronto serán más numerosos que los campesinos, sin hablar de todos aquellos que están vinculados a la escuela más o menos directamente. Al afirmar esto reconocemos implícitamente que no podemos aislar a la escuela del resto de la sociedad. El conservadurismo aparente de los contenidos y de la transmisión de conocimientos, el aspecto a menudo lúgubre de los locales y su aislamiento del medio ambiente, ciertas tradiciones anticuadas, todo esto nos lleva a concebir a la escuela como una supervivencia que responde a los esquemas de un pasado ya superado. De esto a separarla de la sociedad, a considerarla como un mundo encerrado en sí mismo, regido por leyes particulares, a buscar su justificación en el interior y no en el exterior, hay un paso fácil de franquear que economiza el esfuerzo de ahondar más allá de las apariencias. No obstante, la acción que la escuela ha ejercido a lo largo de por lo menos 10 años en la vida del individuo, deja huellas. Frente al esfuerzo, la disciplina, la coacción, la colectividad, los conocimientos, se crean hábitos que pueden persistir mucho más allá de la vida escolar. ¿ Pero es legítimo aislar la influencia que ejerce la escuela del conjunto de las demás influencias que los niños soportan a lo largo del mismo período? ¿Cómo podemos separar la influencia de la escuela de la familia, si ambas actúan conjuntamente, oponiéndose unas veces y estando de acuerdo otras? ¿Cómo podemos separarla de la influencia de los mass media que se van apoderando progresivamente de los aspectos más personales de la vida de los jóvenes? Todo esto forma un conjunto contradictorio por cierto, pero que pauta los momentos sucesivos de la transformación de los niños en adultos. Escuela de una sociedad determinada, debemos buscar fuera de esta institución y en la sociedad que la engendra, los modelos que ella, implícita o explícitamente, suministra. Sin embargo, sería utópico concebir la escuela como un simple engranaje de la sociedad y ver en cada uno de los efectos que produce la expresión de una voluntad preestablecida. Por el contrario, y el mayo del 68 así lo demuestra, la escuela es un lugar donde existen toda clase de contradicciones que estallan a veces en crisis muy profundas. Estas contradicciones son tanto de origen interno, específicas del sistema escolar, como de origen externo, es decir, repercusiones en la escuela de fenómenos más generales de orden económico y político. Para comprender lo que sucede en la escuela, hay que observarla al mismo tiempo desde el interior y desde el exterior. ; Si la miramos sólo desde el interior acabaremos por ver un . mundo absurdo en el que se desarrollan rituales que no guardan ninguna relación con la realidad social. Si la miramos sólo desde el exterior, nos arriesgamos a inventarIa en lugar de describirla y la mitificamos de acuerdo con presupuestos personales. Sería ambicioso e inútil pretender abarcar toda su complejidad: lo que podemos intentar es analizar algunos de sus aspectos actuales, a modo de caminos que se abren a la reflexión y no de respuestas definitivas. EL FRACASO ESCOLAR Pedagogía de la lectura En los Estados Unidos, en 1969, M. J. Allen, en aquél momento Secretario de Enseñanza Pública, habló del derecho a la lectura: un niño norteamericano sobre cuatro tenía serias dificultades en la adquisición de la lengua escrita. ¿Cuántos niños en Francia se hallan en el mismo caso y por qué? Sin lectura, todo el resto es ilusorio. Esta anécdota norteamericana lo atestigua. En el «Educational Service» de una universidad (Departamento de Recuperación) se dieron cuenta de que una estudiante aprobaba únicamente las materias que le enseñaban con métodos audiovisuales: en las demás fallaba debido a un problema de lectura que escondía como una enfermedad vergonzosa. No tengamos miedo de ver en el espejo de aumento de los Estados Unidos, la imagen apenas anticipada de lo que nos acecha, y otorguemos al fracaso escolar su significado real: el de un fenómeno social que tiene muchas causas. Respecto de la pedagogía de la lectura, podemos juzgar la calidad de una enseñanza masiva, su carácter democrático o elitista. A pesar de la generalización y prolongación de la enseñanza, e incluso ligado a éstas, el fracaso escolar y en primer lugar el fracaso en el aprendizaje de la lectura convierten a un gran número de niños en alumnos desaventajados. Más del 25% de los niños repiten el curso preparatorio,1 clase principalmente dedicada a la lectura, y esto a pesar de una escolaridad preelemental cuyo objetivo, en la mayoría de los parvularios, es preparar para los aprendizajes fundamentales. Más del 50 % de los niños2 no realizan la escolaridad primaria en 5 años, duración normal de este ciclo. Durante el Curso Medio, segundo año del año escolar 1969-70, el 40% de los niños llevan uno, dos, tres o cuatro años de retraso. Estas cifras no tienen en cuenta a los niños que van a las clases especiales como son las clases paralelas. Los fracasos: ¿ una crisis de crecimiento? ¿Hay que atribuir los fracaso a la crisis de crecimiento de la escuela? En efecto, durante los últimos veinte años, hemos asistido la ampliación de la escolaridad preelemental caracterizada por el desarrollo de parvularios que han acogido a otras capas de la población de las ciudades y del campo. Hemos asistido también a la ampliación de la escolaridad secundaria debida a la prolongación de la enseñanza obligatoria. Al mismo tiempo, observábamos el aumento de los efectivos ligado al incremento demográfico de los años de la posguerra. La necesidad de reclutar rápidamente un profesorado muchas veces no cualificado podría parecer la consecuencia de una serie de fenómenos sociales y demográficos, y el fracaso escolar, en este caso, podría ser secundario respecto de la crisis de crecimiento de la escuela . Por otra parte, podemos juzgar el papel fundamental de la cualificación de los maestros en el ejemplo siguiente y que pertenece a una escuela de un barrio parisino: se trata de una escuela de «prácticas", es decir donde ejercitan los alumnos. maestros de las Escuelas 1 Según J. Tronchere, antes se admitía que en el curso preparatorio había una proporción del 10 % de repetidores. (J. Tronchere, Une année au cours préparatoire) Armand Colin/Bourrelier, París, 1976). 2 «Pourquoi des échecs scolaires dans les premières années de la scolarité?, CRESAS, Recherches Pédagogiques, 68, I.N.R.D.P. 1974. Normales de Magisterio. En esta es. cuela, dotada de tres cursos preparatorios donde los alumnos S( distribuyen sin que previamente hayan sido valoradas sus capacidades, hay dos clases dirigidas por dos maestras experimentadas La tercera clase está en manos de una maestra joven que debió ausentarse por causa de su reciclaje confiando el curso a Un! muchacha joven que realizaba las prácticas. La mala suerte quiso que, durante los dos trimestres siguientes, se multiplicasen los cambios de los maestros de tal forma que la alfabetización d( estos niños sufrió muchas irregularidades. Muchos de ellos tU, vieron dificultades de aprendizaje, incluso al final del año siguiente. En el actual contexto de la escuela, es muy posible que algunos de ellos experimenten un fracaso. En él actual contexto de la escuela es muy posible que algunos de ellos experimenten un fracaso escolar. Los alumnos de los otros cursos preparatorios, durante el mismo período, se beneficiaron de una buena escolaridad gracias a la aptitud de las maestras que hacían prácticas. La existencia de tales accidentes escolares, mucho más frecuentes de los que creemos, nos obliga a tener en cuenta la incidencia de las condiciones de aprendizaje en la génesis de los problemas de aprendizaje. En el ejemplo citado, la casualidad quiso que los alumnos de los tres cursos preparatorios fueran sometidos a unos tests psicológicos a principios del año escolar. Inicialmente, en los resultados que dieron los niños nada permitía diferenciarlos. La competencia Aunque la cualificación de los maestros sea muy importante, no basta sin embargo para explicar que el fracaso escolar sea más acusado en los niños que pertenecen a la clase obrera. En los cursos preparatorios de París el 85 % de los maestros son titulares del cargo que ocupan, el 5 % son suplentes con C.A.P., los demás son suplentes sin el C.A.P. La naturaleza del sistema escolar francés, basada en la competencia y cuyo principio es la selección de los mejores, nos da la clave para comprender el fracaso masivo de los hijos de familias obreras. La competencia escolar adquiere formas particulares en los distintos niveles de la enseñanza. Aquélla no es la misma antes de los aprendizajes fundamentales, durante estos aprendizajes y mucho más tarde, cuando la selección ha actuado masivamente para dejar sólo en la palestra a los candidatos a la enseñanza superior. Por reciente que sea la competencia escolar en el parvulario es sin embargo muy instructiva para el que quiere comprender el funcionamiento de la escuela. En efecto, esta escuela hasta hace poco ha tenido una función particular. Destinada antiguamente sólo a los hijos de las familias obreras de las grandes ciudades su función era, principalmente, la de guardería, y el saber que lo que transmitía no era considerado oficialmente por la escuela primaria. En todo caso, <<el rendimiento escolar>>3 de un niño en el parvulario no prejuzgaba sus capacidades ulteriores. La reciente ampliación del parvulario a todas las capas de la población ha provocado un reajuste progresivo de la pedagogía que allí se imparte. Este reajuste se ha realizado por una parte en previsión de los aprendizajes 3 L LURCAT, La maternelle: école différente ? Editions du Cerf, 1976. Ver asimismo: “Pioblemes actuels de la pédagogie pre-elementaire” Petite En fance, 2 1972. posteriores: la pedagogía preescolar se convierte cada vez más en una pedagogía conceptuaI. (Pensad por ejemplo, en la introducción de las matemáticas modernas en este período escolar. Por otra parte, este reajuste se ha realizado junto con la ampliación de su reclutamiento en las distintas clases sociales. Así es como podemos comprender el éxito de las pedagogías de creatividad en el ámbito de las familias burguesas. La frecuentación de esta escuela por parte de niños que provienen de clases sociales distintas ha permitido el desarrollo de una forma de competencia basada en la comparación de experiencias familiares. Los criterios de adelanto y retraso se apoyan en el modelo implícito del desarrollo de los niños pertenecientes a la burguesía. En la valoración que se realiza en la actualidad de las posibilidades ulteriores de aprendizaje de la lectura, a partir de las capacidades actuales de los niños, se aprecian estas confrontaciones culturales. Muy a menudo, el hecho de enviar a clases paralelas a niños a quienes se atribuyen dificultades expresa la impotencia de la pedagogía actual para tomar en cuenta la diversidad de caminos que conducen a la edad adulta (diversidad que depende en gran medida del origen social). Si las nuevas disposiciones referentes al parvulario entran en vigor, agravarán la competencia ya existente. Estas disposiciones harán que el parvulario sea el pilar de la competencia escolar y de la selección de los niños. La enseñanza de la lectura impuesta a los cinco años de edad no favorecerá más a los niños precoces sino que seguramente creará reacciones de fracaso y sentimientos de desvalorización en los demás niños. Con <<Enfermedades escolares>>, tales como la dislexia cuya frecuencia es inversamente proporcional a la edad de los aprendizajes fundamentales, corremos el riesgo de provocar desastres aún mayores, ya que en la patología de los aprendizajes convergen estos dos factores esenciales: un comienzo demasiado precoz y un ritmo demasiado rápido. Aun cuando prolonguemos la duración de los aprendizajes, no compensaremos el trauma de un contacto demasiado precoz con la lectura. Las costumbres, buenas o malas, se adquieren al principio. Todo niño que comienza mal necesita una reeducación, ya que falseado sus primeros automatismos. Si por una parte es verdad que necesitamos reflexionar de nuevo sobre la pedagogía preescolar, hay que salirse no obstante del falso dilema que limita la elección pedagógica a ficción y a los conceptos. Lo que les falta a los niños pequeños -y que el parvulario podría darles-, es un contacto con la realidad, una pedagogía de la vida cotidiana que conduzca a autonomía individual y colectiva, física, moral e intelectual. La competencia en la escuela primaria pone de relieve . contradicción esencial de nuestro sistema escolar. En efecto, la escuela primaria, destinada a todos los niños en general, ejerce en principio una pedagogía de masas. Su función esencial debería consistir en la alfabetización de la población. Ahora bien, la contradicción reside en que es justamente en el aprendizaje, de la lectura cuando interviene la competencia, pues los retrasos y los fracasos acumulados durante este aprendizaje determinan el futuro escolar de los niños4. Todo sucede como si en la pedagogía de la lectura se acumulasen no solamente los obstáculo inherentes a la dificultad de dicho aprendizaje, sino también obstáculos creados artificialmente sobre todo por la rapidez d mismo. Muy a menudo, los niños que 4 C. BAUDELOT y R. ESTABLET. Lêcole capitaliste en France, ed. Maspero. repiten el curso preparatorio son señalados a lo largo del primer trimestre debido a su dificultad para seguir el ritmo de la clase. Separados del grupo sin ninguna posibilidad de volver a integrarse, su historia escolar se decide inexorablemente durante los primeros meses de su estancia en la escuela primaria. En los ciclos preelemental que agrupan a la totalidad de los niños escolarizables, la competencia es uno de los medios a través de los cuales se realiza la selección y cuyas formas son específicas de cada edad. El fracaso escolar y su relación con el origen social de los niños, permiten evidenciar el significado social de la competencia escolar. El hecho de que vaya unida a la selección sólo es un aspecto limitado de su función. Generalmente, y a largo plazo, la competencia permite inculcar las jerarquías y las relaciones de concurrencia entre los individuos. Esta iniciación precoz en la competencia es sin duda necesaria en nuestra sociedad «por que en ella la competencia no se detiene nunca».5 De este modo, en las distintas causas del fracaso escolar, junto con el efectosecundario de una mutación que las nuevas necesidades económicas han hecho necesaria entran en juego otros factores en un aspecto esencial: el desconcierto de los maestros, alfabetizadores y seleccionadores a la vez, y a veces su falta de cualificación; la ambigüedad fundamental de un sistema competitivo encaminado a seleccionar lo que debe transmitir, creando obstáculos que se añaden a la dificultad inherente a los conocimientos que se transmiten; el desinterés masivo de los alumnos que. atañe no solamente a los que fracasan sino a una buena proporción de los demás. La importancia del fracaso escolar atestigua la degradación de la escuela y la desescolarización de hecho de una parte de la población escolar. DEGRADACION DE LA ESCUELA PRIMARIA Degradación de la escuela primaria. La brutalidad de esta afirmación hace retroceder a mucha gente que se resiste a comprender la coincidencia del desarrollo y la degradación. Lo que es normal para ser vivo parece inconcebible para una institución.6 Incluso si decidiéramos analizar esta hipótesis, ¿qué pruebas podríamos dar de ella? ¿Cómo podemos comparar, por ejemplo, la escolaridad de un alumno de una clase única en la escuela rural, que no repetía curso, y que por lo tanto no tenía que asistir a las clases paralelas, con la de un escolar de hoy en día? ¿Cómo podemos comparar el ambiente en el que se desarrolla la escolaridad, el impacto de las influencias exteriores a la escuela. la imagen que los enseñantes tienen respecto de su función, las presiones de los adultos? Los criterios objetivos nos ayudan a estudiar muy pocas de estas cosas y no siempre disponemos de documentos para las que podríamos estudiar. Pero lo que fundamentalmente nos impide creer en la degradación de la escuela. son las transformaciones que las mentes más abiertas han imaginado en favor de una democratización de ~ enseñanza para realizar la igualdad de clases. 5 6 Publicidad de la casa X para una marca de vestidos. Los sindicatos de enseñantes emplean a menudo la palabra degradación pero solamente, según tenemos entendido, lo hacen a propósito de la «degradación de las condiciones de trabajo de los enseñantes». En este caso lo utilizamos desde otro punto de vista. El llamado a la justicia escolar El llamado a la justicia escolar aparece en las propuestas formuladas después de la guerra del 1914-18 por los antiguos combatientes: «Les compagnons» , que querían convertir el sistema escolar existente en algo más equitativo: «Habiendo constatado los sacrificios que la clase obrera y campesina soportó durante la guerra. aquellos querían que sus hijos, a igualdad de méritos, tuvieran las mismas oportunidades que los hijos de la burguesía para alcanzar los cargos dirigentes o liberales, cuyo acceso se realiza a través de la enseñanza secundaria. También el país se beneficiaría con ello ampliando la selección de los mejores entre toda la población>>7 Reforma aparentemente democrática, afirmaba Wallon, ya que se trataba de añadir al <<reclutamiento de los mas afortunados, el de los más dignos>> Las reformas propuestas después de la Segunda Guerra Mundial, e incluidas en el plan Langevin-Wallon, fueron justificadas por la inadecuación de un sistema escolar en el que «la escisión entre la enseñanza primaria y secundaria es contraria a las exigencias del presente».8 Los defectos de la enseñanza primaria: dogmática, estancada, rutinaria, fueron atribuidos a su desvinculación respecto de la ciencia y el espíritu de investigación «que forzosamente debe imperar en la enseñanza superior».9 En general, la relativa autonomía de las distintas etapas: primaria, secundaria y técnica y las competencias que esta relativa autonomía podría engendrar dentro del sistema escolar, fueron consideradas como irreconciliables con la unidad cultural del país. En primer lugar, consideraron que lo más importante era: «el derecho de todos los niños a la adquisición de una verdadera cultura intelectual», eliminando de un solo trazo el problema de la selección: «el problema ya no estriba como antes de la reforma Jean Zay en saber con qué medios conseguiremos una élite, y quién formará parte de ella», «todo lo que es selección es contrario a la reforma de la enseñanza». Creíamos que la escuela podía facilitar la total realización de los escolares: «la selección debe dejar lugar a que todos tengan la posibilidad de desarrollar todas sus aptitudes, incluso aquéllas que la enseñanza tradicional ignoraba». La igualdad de oportunidades parecía posible gracias a la reorganización del sistema escolar cuya división ya no debía obedecer a la de las clases sociales: «Otra condición de la reforma es la supresión del muro entre la enseñanza primaria destinada a la masa, y la enseñanza secundaria, enseñanza cultural para la élite». A la antigua división: primera etapa, clases populares; segunda etapa, clase burguesa, se opone a la división en ciclos, que responderían a las etapas de la evolución intelectual. El primer ciclo, edad correspondiente al parvulario, se caracteriza por actividades dispersas de motivación inmediata. Después, la edad escolar, de los seis a los once años, es el período de la vid: en que el niño adquiere los distintos automatismos, indispensables para las operaciones intelectuales y que deben ser comunes a todos los niños. El segundo ciclo, ciclo de orientación destinado a todos los niños de once a quince años, debería se el período de las opciones en el cual los niños pudieran demostrar sus preferencias y sus aptitudes dominantes. El tercer ciclo de los quince a los dieciocho años, 7 H. WALLON, «Où en est la réforme de I'enseignement en France?>> Cabiers laïcs, n° 5, setembre-octobre 1951. 8 H. WALLON, op. cit. 9 H. W ALLON, op. cit. sería el de la opción entre los sectores profesionales, teórico y práctico. ¿Qué queda de estos sueños de justicia escolar? El prime ciclo, tal como existe actualmente, no realiza la igualdad di oportunidades, ya que la orientación juega un papel, pero DI en el período de las opciones sino generalmente en el período de las adquisiciones, comunes en principio a todos los niños. , la orientación actúa sobre estas mismas adquisiciones privando, a una parte de los niños de la clase obrera de la enseñanza utilitaria, tal como la impartía (seguramente de una forma dogmática, estancada y rutinaria) la escuela de las clases populares en aquel tiempo cerrada en sí misma. El fracaso escolar tal como aparece actualmente, está ligad directamente a la reorganización de la escuela primaria. Podemos justificarlo por el modo como ha sido interpretado el plan de estudios que elaboraron Langevin y Wallon. En efecto, d este -plan se han conservado algunas ideas para explicar una reorganización de la selección que de hecho se emparenta con el proyecto de los «compagnons» de la guerra 1914-18, es decir: ampliar la selección de los mejores a toda la población. La patologización de los aprendizajes escolares El primer ciclo, tal como existe actualmente consistió en abrir el parvulario y la escuela primaria a todas las clases de la población, que se supone podían recibir allí adquisiciones comunes. Como en apariencia ya no hay criterios sociales que permitan distinguir a los individuos, los únicos criterios que se tienen en cuenta son los psicosociológicos. De una manera global, podemos resumirlos así: la evolución de los niños durante las edades correspondientes al primer ciclo es común a todos. Esta evolución corresponde a las etapas del desarrollo intelectual, tal como ha intentado describirlas la psicología genética. Las posibles adquisiciones en el curso de este período de la vida se basan en el desarrollo intelectual, partiendo del modelo que proporciona la psicología genética; y no proporciona varios modelos de desarrollo sino uno solo que de hecho es el del niño burgués en un país capitalista avanzado... Desde este punto de vista, los niños que no consiguen seguir esta enseñanza, fracasan exclusivamente por motivos psicológicos. Considerados como ineptos necesitan, así se cree, una pedagogía especial adaptada a su caso: pedagogía de compensación, pedagogía de recuperación, pedagogía especializada... No obstante, para eliminar las diferencias sociales no. basta afirmar que no existe selección sino igualdad de oportunidades. La realidad desmiente cruelmente el mito de una escuela al margen de las clases sociales. En. la práctica, la igualdad de oportunidades se reduce a la selección de las inteligencias abstractas, es decir las más aptas para adquirir los conocimientos bajo la forma de conceptos comprensibles por sí mismos. Muchos niños de las clases populares que no pueden seguir son rechazados brutalmente y remitidos al terreno de la patología. La idea de que con un solo trazo se anulaba la selección, nos ha conducido al renacimiento de ésta aunque en una forma más sutil, es decir no vinculada abiertamente con el origen social de los niños, sino a sus así llamadas capacidades intelectuales. Creyendo que liberábamos al pensamiento mediante el acceso generalizado a la cultura, una vez abolidas todas las barreras sociales, lo hemos encerrado en la atadura más cruel: la de la patología. Pensando que liberábamos las mentes hemos anulado una libertad esencial de los individuos, libertad ligada a su identidad cultural y social. Hemos negado las especificidades culturales en relación con el origen de clase. Hemos pretendido colocar todas las mentes en el molde único de una cultura considerada como la auténtica y hemos maltratado lo que no se ajustaba a este modelo. Desde entonces toda diferencia, incluso la que se dé en el ritmo de desarrollo, se convierte en anomalía. No puede existir una liberación del pensamiento en la escuela mientras no se reconozcan y respeten las diferencias sociales, regionales o nacionales que se dan entre los niño escolarizados. Las desventajas socio-culturales Las clases sociales, suprimidas de un plumazo, junto con la palabra selección, han irrumpido de nuevo en la escuela bajo la forma de la patología de los aprendizajes y del fracaso escolar socialmente considerados.. La naturaleza social del fenómeno no escapa a los especialistas de la educación que han pretendido buscar una explicación más allá del individuo. Una vez que han constatado que las diferencias en las adquisiciones de los programas escolares cubren con bastante facilidad las diferencias entre las situaciones sociales, éstos han pensad que los niños de las clases populares inician la escolaridad con una carencia cultural o desventaja calificada como sociocultural. Intentaron actualizar las pedagogías llamadas de compensación -esto se realizó a gran escala en Estados Unidos hacia 1965. Desarrollar un sistema de compensación es una tarea ardua y que ha sido explicada como sigue: «que una escuela omnipresente y formalmente obligatoria en todas partes deje subsistir no obstante a cientos de miles de analfabetos, ponía de manifiesto hace escasamente diez años un fracaso parcial o seguramente una negligencia de los responsables escolares y de aquellos que los dirigen... Pero al aumentar los efectivos de esta población, la ineficacia de la escuela para estos niños se convertía en una amenaza para el funcionamiento económico y más aún para el orden social.10 En la mayoría de los casos, el resultado de estas tentativas fue un fracaso que volvió a poner de manifiesto que los problemas mas sociales no podían reducirse a problemas pedagógicos. El fracaso escolar no puede reducirse a una dificultad de asimilación. aun cuando la causa fuera esta; las experiencias norteamericanas lo han demostrado." Hemos tropezado fundamental- mente con el problema de la motivación para aprender, directa- mente ligado con el status social. Los niños considerados en desventaja socio-cultural han rechazado el juego de la competencia escolar, calcado para ellos a partir de la competencia social de la que ya eran víctimas sus padres. NUEVA EDUCACION, EDUCACION TRADICIONAL: ASPECTOS ACTUALES DE UN ANTIGUO DEBATE ¿Qué sentido debemos dar al debate que divide a los maestros en el terreno mismo de la escuela y cuyo tema es el lugar que debe asignarse al niño en el proceso de la educación? ¿Cómo abordar este debate en la época de la «escuela paralela» que constituyen los mass media y en particular la televisión? 10 V. ISAMBERT-JAMATI, -Les handicaps socio-culrureles et leurs remèdes pédagogiques.., L 'orientation scolaire professionnelle. 4, 1973. El impacto de los mass media en la población escolar es tan importante hoy en día que si no se le tiene en cuenta cualquier reflexión sobre la educación corre el riesgo de ser falsa. Fuente de fracaso escolar, la pasividad no impide la alienación a través de los mass media. ¿Qué significa entonces la educación pasiva en la escuela, qué realidad encubre? En el debate interno de la escuela. la educación activa es sinónimo de participación voluntaria de los alumnos; la educación tradicional o pasiva impone el conocimiento según «le plazca al adulto», a un niño-receptor sumiso, que suele rechazarlo o aceptar sin agrado que se lo incluyen de esta firma. No obstante, la educación pasiva vuelve a gozar de una eficacia extraordinaria cuando se realiza fuera de la escuela, a través de los mass media. El póster, por ejemplo, tiene una función educativa que se ha definido así: «condiciona al público a ciertos valores: es lo que se llama autodidaxia, es decir, la autoinformación del individuo por medio de la contemplación casi pasiva pero constantemente renovada».11 A menudo la televisión constituye para los niños una situación de autodidactismo que experimentan incluso antes de ser escolarizados y durante un número de horas impresionante. Según estadísticas recientes los niños franceses de edades comprendidas entre los seis y los diez años de edad se pasan un promedio de once horas y veinte minutos por semana delante del televisor.12 Al parecer aceptan de buen grado la pasividad delante de la televisión y no lo viven como un abuso ni como un impedimento para actuar. Por el contrario, desde la más temprana edad mirar la televisión se considera una distracción. El debate interno en la escuela puede volver a plantearse actualmente inspirándose en el efecto de los mass media. En primer lugar porque la escuela ya no tiene la primacía en la transmisión de informaciones e ideologías y también porque -y esto hay que reconocerlo- la pasividad no es antagónica de la eficacia sino codo lo contrario. Todo depende del contenido de lo que queramos transmitir y de la presentación que le demos. La pasividad favorece la inculcación ideológica y la actividad sustenta el aprendizaje y lo convierte en eficaz. El triunfo del espíritu sobre la materia: ¿programa o mito pedagógico? El sueño de «la nueva educación» era que triunfara el espíritu sobre la materia. En los principios y los objetivos establecidos en 1921 en Calais por la liga internacional de la Nueva Educación figura este proyecto <<preparar al niño para que el espíritu triunfe sobre la materia, respetar y potenciar la personalidad el niño, formar su carácter y desarrollar los intereses intelectuales, artísticos y sociales que le son propios, en particular mediante el trabajo manual, mediante la organización de una disciplina personal consentida libremente, y el desarrollo de un espíritu de cooperación>>. La nueva educación es una corriente pedagógica respecto de la cual podemos evocar distintos momentos. Hacia la mitad del siglo pasado se instala una corriente que pretende encargarse de los derechos de los niños. Dicha corriente protesta contra el adiestramiento y sumisión a las reglas y a los valores del ambiente por medio de la transmisión pasiva de las ideas y de la ciencia 11 12 Comunication de masse, Collection "Les Sciences de l'action.., 1972. Ver "La fonction des mass-media. en Communications de masse, op. cit. considerados como eternos. Pretende liberar al niño, dejar que se desarrolle por sí solo, enseñarle a vivir y a trabajar con los demás. En este contexto ideológico se funda en París el parvulario lo cual permite comprender y situar los inventos y las innovaciones pedagógicas de los que éste fue terreno experimental.13 Algunos sistemas pedagógicos expresan las corrientes de la nueva educación y la mayoría data de principios de siglo. Entre los más conocidos se cuentan el de la Dra. Montessori en Italia y el sistema del Dr. Decroly en Bélgica. Este último se funda- menta en parte en la actividad del niño y se basa en la observación de lo concreto, en la experiencia, en la expresión en todas sus formas y en el análisis del medio. El sistema de Kercheinsteiner en Munich considera que el trabajo productivo es la base de la enseñanza general y de la formación del carácter. En Francia el sistema de Freinet basado en la expresión libre y en el uso de la imprenta tiene todavía cierto éxito. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la nueva educación pudo aplicarse en los parvularios y en las escuelas primarias. El intento de aplicación de sus métodos en la enseñanza superior se llevó a cabo después de la guerra, principalmente en las clases <<sixième>> (a título experimental) y en las clases de transición. Los métodos activos Los métodos utilizados actualmente se denominan activos en oposición a los métodos pasivos de la enseñanza tradicional. Estos últimos se llaman pasivos «porque el alumno padece una imposición externa que experimenta como tal y que le obliga a aceptar un saber elaborado del que no siente ninguna necesidad».14 Esta definición de la pasividad de los métodos elimina un problema esencial que es el de la naturaleza de los conocimientos. No todos los conocimientos son de fácil acceso. La adquisición de los automatismos de la lectura y de la escritura son ingratos. Exigen una habilidad que no puede aprenderse únicamente con la inculcación pasiva. Podemos multiplicar y diversificar las técnicas pedagógicas, sin embargo la dificultad reside en el conocimiento mismo. Desde el momento en que hay acción pedagógica aparece una reacción: en este sentido, los métodos tradicionales están lejos de ser pasivos. Por parte de los niños existen dos reacciones posibles: o se someten y van más allá de lo que se les pide, o bien desarrollan realmente una actitud pasiva que es una negativa a actuar y que en este caso se apareja con la autodefensa. De manera que no podemos asimilar estas conductas a la pasividad ante los mass media, que en la mayoría de los casos es por parte de los niños una aceptación condescendiente. La escuela y los mass media tienen en común el imponer los contenidos de lo que transmiten, por ejemplo, programas escolares o televisados, los primeros impuestos de manera imperativa, los segundos por medio de la seducción. Los métodos activos se confunden con la nueva educación. La escuela primaria fue el lugar donde oficialmente se aplicaron dichos métodos bajo la forma de ejercicios de observación, experimentación y lecciones sobre cosas. Las instrucciones oficiales de 1897 y 1923 hacen explícitamente referencia a ello: <<a 13 G. MIALARET y otros;Education nourelle et nionde moderne, P.U.F., 1966. 52 14 Mme. CHENON THIVET, <<Les méthodes actives>>. en Education nouille et moderne, op.: cit. la observación que deja pasivo al escolar preferimos la experimentación que le permite tener un papel activo. Deseamos que los alumnos colaboren en la preparación de las lecciones, en la recogida de materiales y documentos, que fabriquen objetos de demostración».15 Aunque esta circular sea muy seductora, no responde sin embargo a la crítica de los métodos pasivos que hemos citado anteriormente: «aceptar un saber elaborado del que no siente la necesidad». Cabe preguntarse si la actividad, por sí misma, es suficiente para crear la necesidad de conocimiento. Mientras el niño no sienta esta necesidad, el método de transmisión no basta por sí solo para hacerle cambiar de actitud. No obstante, motivar e incitar la actividad del niño es fundamental en la transmisión. Sin participación activa no hay auténtica transmisión de conocimientos y esta participación se da en distintos grados desde el momento que hay un auténtico aprendizaje, tanto si los métodos son tradicionales como si son nuevos. En este sentido los métodos activos constituyen un progreso real, ya que permiten una mejor transmisión de los mismos conocimientos. Pero para comprender por qué la escuela tiene tantas dificultades para motivar a los niños, para despertar su interés por lo que tiene que enseñarles, hay que buscar el motivo más allá de las formas de transmisión. La escuela primaria: una escuela para el pueblo. Antes vamos a referimos de nuevo a otro aspecto de la nueva educación, para comprender las formas actuales de la competencia que pesa sobre los aprendizajes fundamentales y del fracaso escolar que es su consecuencia. Hemos observado que en el parvulario y en la escuela primaria se desarrolló el espíritu de la nueva educación con el deseo de poner en marcha una pedagogía de la cooperación. Este deseo, que parece carente de sentido en un momento en que las distintas clases sociales se sientan en los bancos de la misma escuela, no lo era antes de la guerra. Las características de la escuela primaria de entonces podían permitirse estas experiencias pedagógicas. La enseñanza primaria era casi autónoma: «la enseñanza para el pueblo, fue mantenida al margen de la enseñanza secundaria y funcionó en circuito cerrado. Salvo alguna excepción individual, cada niño era alumno de una u otra enseñanza y no sucesivamente de una y de otra. No existía ningún tramo común, ninguna apertura de una hacia la otra y los exámenes no se correspondían entre sí. la formación de los maestros era en los dos tipos de enseñanza radicalmente distinta. No hay duda de que este sistema tenía sus ventajas. Encerrada de esta forma en sí misma, la enseñanza para el pueblo se impregnó de espíritu popular, cosa que indudablemente no entraba en las intenciones del legislador. Pudo evitar la fuga de sus mejores elementos hacia otras situaciones universitarias; no se vio obligada a recoger a los que eran rechazados en el otro tipo de enseñanza. Asimismo, pudo responder al espíritu de clase que había estimulado a los poderes públicos mediante un espíritu de clase recíproco.»16 La escuela primaria destinada a impartir una enseñanza puramente utilitaria --en oposición a la enseñanza secundaria donde se creía que se recibía una auténtica cultura-- no era lugar de competencias feroces en los aprendizajes considerados como fundamentales. Haber aprendido a leer correctamente, a escribir y a contar no significaban entonces una acumulación de oportunidades de promoción social a través de los estudios secundarios. 15 16 Mme. Chenon thivet, op. cit. H. WALLON, op.cit. Más tarde, todo sucedió como si, al hacer extensiva a algunos niños del mundo obrero la selección de las mentes consideradas más aptas para la adquisición de conceptos abstractos, se hubieran reforzado al mismo tiempo los obstáculos para los demás. Esto parece ser una consecuencia involuntaria, un efecto imprevisible de los cambios aportados a la enseñanza y a la finalidad de la escuela primaria, efecto del que actualmente podemos hacer un balance. ¿Significa esto que hay que volver a la separación anterior? Por otra parte, ¿podríamos hacerlo? Correríamos el riesgo de que fuese una empresa utópica, ya que los cambios históricos no son únicamente efecto de voluntades individuales: reflejan también contradicciones reales. Es viable en cambio reclamar el derecho a la lectura para todos los niños escolarizados. De la misma manera que M. G. Allen en los Estados Unidos, pero creando las condiciones necesarias para que no sea un simple deseo. En primer lugar, revalorizar el aspecto utilitario de la enseñanza elemental. Revalorizar la pedagogía de los automatismos: lectura, escritura, cálculo, sin ver en ello una automatización cualquiera del pensamiento sino, muy al contrario, la condición para su emancipación. Permitir que los niños forgen realmente los útiles intelectuales indispensables para su autonomía intelectual a fin de que puedan no solamente descifrar sino leer comprendiendo lo que leen. Que también sean capaces de escribir para conceptualizar sus experiencias y sus prácticas. Pero esto no puede hacerse sobre la base de decretos. En primer lugar, los enseñantes deben tener conciencia de lo que se juega realmente en los primeros aprendizajes y deben prestarle la máxima atención. Es necesario también -y seguramente esto es lo más difícil- que los niños acepten el esfuerzo de aprender. Un periodista del Express decía que podíamos resumir el problema de la escuela de esta manera: ¿cómo podemos hacer beber a un caballo que no tiene sed? DESINTERES POR LA ESCUELA, NO POR LOS MASS MEDIA La escuela El desinterés que manifiestan muchos jóvenes, cualquiera que sea su procedencia social, respecto de la escuela y de la enseñanza que ésta transmite, es una reacción muy corriente. Para comprender el desinterés escolar, hay que tener en cuenta la motivación para aprender, los objetivos y los modelos que la sociedad impone y que los padres y los maestros refuerzan actuando directamente sobre los individuos. El desinterés puede deberse a la ausencia de motivación, puede ser también el efecto negativo de los modelos propuestos e incluso una reacción frente a la falta de un enlace explícito entre los modelos sociales y los contenidos del aprendizaje escolar. ¿Existen modelos (explícitos o subyacentes) que podamos desprender del sistema escolar más allá de las opciones pedagógicas, la elección de métodos «nuevos o tradicionales», la etiqueta de la escuela privada o pública, la ideología y la práctica? ¿Existen otros modelos en nuestra sociedad capaces de competir con los modelos que ofrece la escuela? Un primer paso consiste en buscar el efecto de estos modelos sobre los mismos alumnos en la edad en que la escuela es obligatoria. Si el futuro será distinto para cada uno de estos niños, no obstante, todos viven una escolaridad y sufren las influencias que los moldean y los marcan por largo tiempo. Las influencias se ejercen de varias formas; aun cuando sus efectos no son los mismos, porque esas influencias se experimentan de manera distinta según el origen social, se puede verificar su existencia en los comportamientos más normales de los alumnos. De la misma manera que el fracaso escolar, el desinterés no puede reducirse a un rasgo psicológico individual. Es testimonio de una reacción colectiva frente a las particularidades de la escuela. El desinterés engendra el aburrimiento. El aburrimiento se exterioriza bajo formas diversas: la pasividad, es decir la inercia, y también la tristeza. Incluso la exasperación cuando al desinterés se mezcla un destello de rebeldía Es corriente observar la alternancia entre inercia y exasperación en los comportamientos escolares y extra-escolares, principalmente en los adolescentes. Si el desinterés se centra en una materia particular, lengua viva, matemáticas o francés, al estar localizado puede fluctuar de un año para otro según la personalidad del profesor. Un <<profe majo>> puede convertir en agradable cualquier materia. Pero si alcanza al conjunto de lo que se enseña, la actitud negativa se impone desde el mismo momento de poner a los pies en el edificio escolar y, como todos los estados emocionales, extremadamente contagiosa. El aburrimiento se transmite de un alumno a otro alumno, de los alumnos al profesor o del profesor a los alumnos. A veces, el profesor tiene sus buenas razones para aburrirse puesto que él mismo es víctima del parcelamiento de los conocimientos en estrechas especializaciones, de una enseñanza rutinaria, de una ciencia inmovilizada en los manuales. Si bien es cierto que el desinterés escolar ha existido siempre, en la actualidad ha tomado unas formas y una amplitud nunca igualadas. No obstante, sería falso decir que en nuestra época no existe un auténtico deseo de aprender. Nunca, quizás, la curiosidad política y social ha sido tan grande entre la juventud escolarizada como lo es ahora. ¿Cómo podría ser de otro modo en una época de trastornos sociales, en que los acontecimientos se suceden y a menudo se sobreponen unos a otros sin dejar el menor respiro? Los acontecimientos sociales, aun cuando no se los comprenda, se los vive, y marcan la sensibilidad creando una tensión llena de inquietud cuyo origen no sabríamos precisar. Todo ocurre como si los sectores de vida estuviesen separados, como si no hubiera vinculación posible, ni siquiera imaginable, entre el conocimiento tal y como la escuela puede transmitirlo y la realidad cambiante de un mundo en transformación. Por el contrario, podría parecer que existe una suerte de antagonismo entre el aprendizaje escolar y el conocimiento de la realidad social. Da la impresión de que únicamente las mentes aún protegidas por la infancia, sometidas aún a valores simples cuyas contradicciones no perciben, pueden beneficiarse realmente de los aprendizajes escolares en su forma actual. En resumen, lo que ocurre en la escuela es de naturaleza tal que -sin matizar- en la formación de los sucesores aparecen dos tendencias. Los que adquieren los conocimientos, los conocimientos, los conservan e incluso pueden desarrollar un espíritu sumiso; y los que se rebelan y rechazan al mismo tiempo los conocimientos. A diferencia de los niños víctimas del fracaso escolar cuya escolaridad corre el riesgo de ser experimentada como un tormento que dejará en ellos, y de forma indeleble , el recuerdo amargo de su incapacidad, los niños que se desinteresan de la escuela, los que la rechazan de antemano no tienen la sensación de un fracaso individual. Pasan por la escuela creyendo conservar su libertad de pensamiento, su capacidad personal para juzgar, comprender y aprender. Pero a menudo aún no se han enfrentado realmente con los obstáculos. También en el dominio del espíritu la libertad se gana en los enfrentamientos. Someterse a la necesidad sin renunciar a la opinión propia, intentar comprender antes de rechazar o de aceptar, saber tomar o rechazar a posteriori: objetivos difíciles de conseguir y que presuponen multitud de tanteos. Y si queremos que esos tanteos sean eficaces deben apoyarse en el convencimiento de que algo positivo puede sacarse de la escuela o de cualquier otra situación con que la vida nos enfrente. Los mass-media: la apropiación de la vida privada Para la mayoría de los jóvenes, los objetivos sólo empiezan a dibujarse después de la escuela. Muchas personas que en la actualidad ocupan un lugar en la vida profesional. hablan del período de su vida escolar como si se tratara de un período neutro que han soportado sin agrado y sin un gusto particular y que les ha dejado intactos para sus empresas ulteriores. Semejante visión de la juventud, cuando los alumnos sólo podían recibir influencias esencialmente familiares y escolares. parece superada en la época actual de los mass-media y de las revistas para la juventud. Es curioso que esta visión de la juventud se desprenda precisamente del testimonio reciente de ~ uno de los grandes creadores de la prensa para los jóvenes: D. Filipacchi.17 los <<seis millones de libros>> 18 mensuales, que es el total de la revista que compran los jóvenes del país , entran en una competencia arrolladora con la función moldeadora de la escuela. Mientas que los jóvenes rechazan a veces la conformación ideológica que reciben en la escuela, cuando cobran conciencia de ella, muchos están encantados con la que procede de las revistas. No se trata en ellas, naturalmente, de temas educativos, de profesión, de política... sino del tiempo libre, de los sentimientos, la apariencia física, la sexualidad, la complicidad de la edad, etc. La influencia moldeadora de la escuela se ejerce en un sector distinto al de los mass-media: está orientada a las jerarquías y valores sociales. Los mass-media concentran su acción sobre la vida privada. La apropiación de la vida privada de los jóvenes y su consiguiente moldeado por los mass-media se ha llevado a cabo con tanta más facilidad cuanto las condiciones necesarias para una acción a gran escala sobre las costumbres estaban en su punto en el plano económico y tecnológico. Y ello gracias, en particular, a la industrialización del vestido en su fabricación y en su comercialización, a la difusión masiva de discos, revistas, de objetos diversos... Bajo su apariencia de libertad, este moldeado no escolar esconde muchas coacciones: estar delgada y tener tersa la piel a una edad en que se tiene predilección por los tallarines y en que florece el acné, desafiar los tabúes sexuales creyendo emancipar el sexo cuando la mayoría de las veces lo que se consigue es someterlo más precozmente al dominio del macho y a su capricho, adquirir una serie de objetos a veces costosos cuando aún el joven no se gana la vida, saberse un número increíble de nombres de vedettes y detalles de su vida cuando la memoria se considera un instrumento intelectual pasado de moda, cantar en inglés con las inflexiones y mímica adecuadas cuando se huye de la clase de lengua, etc. 17 18 L’EXPANSION, janvier 1974. P. VIANSON-PONTE, le monde, 1-2 septembre 1974 Puesto que estos aprendizajes tiene éxito, indudablemente existe la motivación. No obstante la escuela no puede transformarse en algo frívolo para seducir a los escolares. Los tímidos intentos de introducir en los programas lo que hasta este momento permanecía el dominio privado, la sexualidad por ejemplo, culminan a veces en una minimización penosa. De la sexualidad humana se conserva el aspecto zoológico, para darle el carácter tranquilizador de un curso de biología. Pero ¿quién sería capaz de hablar a los adolescentes de ternura, de amor, de atracción física, puesto que los seres humanos no se acoplan al azar? ¿Quién sería capaz de hablarles del matrimonio en tanto institución social, de sus problemas, de su historia? ¿Quién sería capaz de hablarles de la vida de la pareja, y de sus momentos en las diferentes edades? ¿Quién sería capaz de tratar el problema de la familia y de sus crisis actuales? Verdaderamente, quien lo fuera sería bien recibido por las adolescentes, entregadas al fuego graneado de los mass-media, así como también por los adolescentes que son presa del cinismo en la medida en que no se les propone nada distinto. La escuela está tanto peor colocada para responder a las exigencias concernientes a la vida privada de los adolescentes, cuanto que es de larga duración. La vida escolar está hecha de fragmentos de tiempo extraídos del largo período de ocio que son las vacaciones. El aburrimiento de las vacaciones escolares suele hacer juego con el aburrimiento escolar. ¡Qué días interminables pasados en las habitaciones escuchando discos, hojeando revistas, rascando una guitarra, felices cuando el tiempo pasa en compañía de chicos y chicas de la misma edad! Agra- vado por la soledad, el ocio disgusta a los adolescentes: es más arduo proponerse mutuamente temas de actividades que someterse al ritmo escolar. La fuga hacia la edad adulta suele cumplirse deseando la: escuela durante las vacaciones y las vacaciones durante la escuela. Ciencia o ficción ¿dónde está la verdad? La dificultad o reticencia para tratar los aspectos afectivos y sociales de la sexualidad no es la única razón para reducirla solamente a sus aspectos zoológicos. En la enseñanza actual, existe una falla común a la enseñanza de las ciencias en la escuela. ¿Qué queda de la ciencia en la escuela, de su epopeya milenaria, síntesis de millones de experiencias acumuladas por los productores desde los más remotos orígenes de nuestra especie en su enfrentamiento con la naturaleza? La ciencia está separada de sus raíces prehistóricas, de su historia, elaborada con las luchas de las ideologías, en donde la aparición de nuevas ideas se identifica con el rechazo de ideas más antiguas.19 Los conceptos abstractos son inculcados tal cual, sin mostrar el proceso de abstracción del cual resultaron. La experimentación se reduce a un conjunto de recetas. En cuanto a la ciencia, sólo retenemos de ella lo que es conocido. No enseñamos que existe lo desconocido. No enseñamos a los jóvenes que el mundo es inagotable y que nuestros conocimientos actuales abarcan sólo una ínfima parte de él. Es por esto que incluimos a lo desconocido en lo fantástico. En este caso también los media se aprovechan de ello. Visto a través de los libros de ciencia-ficción, lo desconocido adquiere un carácter misterioso e insólito. En el momento en que entramos en contacto con lo desconocido, lo inexplicable, estamos en contacto con el pensamiento irracional. 19 F.LURCAT, les travailleurs et la science, Ed. Germinal, París, 1976 Una imagen semejante de la ciencia en la escuela podría parecer intemporal, testimonio tanto de la escuela por la que pasaron los profesores como de ésta en donde enseñan actualmente. En realidad, la escuela no es inmutable sino que cambia, y en la enseñanza de la ciencia el cambio puede percibirse en la forma y en la ideología que sustenta su presentación. Para caricaturizar esta última podríamos hacerlo así: antiguamente no había opiniones sino verdades. Hoy en día no existe la verdad, sino opiniones . la verdad es un concepto anticuado, incluso para muchos científicos . no pretendemos conocer o explicar la realidad, sino dar modelos de ella. El modela es una sabia opinión. Con un poco de liberalismo , todas las opiniones sirven o son respetables. El eclecticismo sustituye a los criterios de lo verdadero o lo falso, y en el mejor de los casos es remplazado por el pragmatismo: <<esto no funciona>>. Para diferenciar en el análisis de un fenómeno lo que es su descripción de lo que es su interpretación, hay que ser muy precavido tanto en el dominio de la sociedad como en el de la naturaleza. En la mayoría de los casos la interpretación es incierta y la descripción la substituye. No intentar explicar la realidad, es dejar el campo abierto a todas las interpretaciones. «No existe. un camino regio hacia la ciencia y los únicos que tienen la posibilidad de acceder a sus cumbres luminosas son los que no tienen miedo de fatigarse trepando sus senderos escarpados».20 En la escuela podemos invertir esta norma: para incitar a escalar los senderos escarpados, hay que hacer entrever las cumbres luminosas. Los mass-media pueden contribuir y de hecho contribuyen a ofrecer el placer de conocer, informando sobre la investigación, enseñando lo que se realiza, poniendo al alcance de los jóvenes algunos debates científicos, uniendo (cuando esto es posible) las teorías y las especulaciones con la realidad que las ha originado. Pero los mass-media no pueden reemplazar a la escuela en la transmisión de los conceptos funda- mentales, ni reemplazar el esfuerzo de aprender mediante la ilusión de comprender. Conocer para comprender es una motivación insuficiente cuando los cambios sociales son perceptibles a escala de una vida. Conocer para comprender y transformar la realidad: el nexo entre la especulación y la acción es lo único que parece realmente motivador. Es lo único que puede conectar a la escuela con la realidad. 20 KARL MARX, <<Carta a Maurice La Chatre>> El Capital, libro primero. La escuela, baluarte y cementerio del pensamiento libre A la vez baluarte y cementerio, la escuela permanece como factor irremplazable de emancipación del pensamiento porque es el único medio verdaderamente eficaz para transmitir masivamente conocimientos utilitarios tales como la lectura, la escritura y el cálculo. Cuando desempeña mal su función, cuando se desarrolla el analfabetismo escolar, la escuela se transforma de baluarte en cementerio del pensamiento libre. La libertad de información no existe para quien no accede al lenguaje escrito. Este doble aspecto de la escuela lo encontramos en todas las etapas de la enseñanza, cada vez que aparecen nuevos obstáculos que son para unos oportunidad de liberarse, y para otros de irse a pique. La escuela selecciona a partir de lo que tiene que transmitir, dando y quitando con el mismo gesto; ofrece el conocimiento como cuando tiende un azúcar a un perro que debe saltar cada vez más alto para alcanzarlo. En la escuela no existe una fatalidad, podemos luchar para cambiar lo que hay, seamos maestros, padres o alumnos. Pero para ello, debemos disponer de un mínimo de información. Conocer la escuela para transformarla. La unión entre el conocimiento y la acción puede encontrar un inmenso campo de aplicación en el terreno mismo de la escuela. Para algunos partidarios del «nada de ondas» hablar sobre lo que no funciona en la escuela es destruirla. Llevando este razonamiento al extremo, hacen responsables de la degradación de la escuela a quienes constatan esa degradación, la describen o la denuncian. De este modo se abstienen de cualquier medio de acción sobre el curso de los acontecimientos sociales. Conocer los mecanismos por los cuales se establece el fracaso y el desinterés escolar, es crear posibilidades de actuar sobre la escuela.