Cuando al cabo del año doy más de quinientas entrevistas

Anuncio
humano. Chinatown y Little Tokyo ocupaban ambos
lados del cuadrilátero y en mitad de este combate entre chinos y japoneses topamos con el Departamento
de Investigación de la policía de L.A., un auténtico hervidero humano.
Esbozado el engranaje, ¿cuál fue su siguiente paso?
Había asumido que iba a iniciar la escritura del segundo Cuarteto de Los Ángeles y por ello el siguiente
paso fue fácil: reencontrarme con el primero [“La Dalia
Negra” (1987), “El gran desierto” (1988), “Los Ángeles
Confidencial” (1990) y “Jazz blanco” (1992)], rescatar
los personajes centrales y añadir otros nuevos, ficticios
y reales como Bertolt Brecht, Serguéi Rachmaninoff,
J.F. Kennedy, Clark Gable o Bette Davis. En este retorno
al pasado también recuperé un apellido japonés que
se menciona en una ocasión en “La Dalia Negra”.
¿Cómo transcurrió ese reencuentro?
Plácidamente. Se trataba de viejos conocidos a los que
hacía mucho tiempo que no había visto y con los que
me apetecía reencontrarme. Lo divertido de esta cita
es que, al contrario de lo que me ocurre a mí, ellos
han rejuvenecido. La acción de la trama se desarrolla
horas antes de que los japos trituren Pearl Harbor;
por aquellos días, mis personajes son jóvenes y la pura
eclosión que dinamita sus existencias en el primer
cuarteto se asoma tímidamente en “Perfidia”.
¿Qué escenografía encuentra el lector?
Las cuatro primeras semanas tras el bombardeo de
Pearl Harbor fueron un auténtico caos. Sobre todo en
relación a lo que padecieron los ciudadanos de origen
japonés que vivían en suelo estadounidense. Sus internamientos en campos de concentración fue algo
terrible y se desarrolló de un modo caótico. Esta situación extrema era la base que me ha permitido imaginarme lo que allí ocurrió y, de paso, reescribir aquella historia a mi conveniencia.
Ello le permite adentrarse nuevamente en las cloacas del poder.
No voy a negar que disfruto colándome en esas cloacas. Creo que este interés por remover la mierda quedó
patente en mi Trilogía Americana [“América” (1995),
“Seis de los grandes” (2001) y “Sangre vagabunda”
(2009)]. Recuerdo que en su escritura apliqué una máxima: plasmar la pesadilla privada de las políticas públicas. A pesar del engranaje histórico, tiendo a centrarme en todo aquello que rodea al poder, sobre todo
en lo concerniente a sus más terribles marionetas. El
poder siempre se sirve de tipos sin escrúpulos que
operan por detrás: El fontanero, el adulador, el que te
1 6 zazpika
«Cuando al
cabo del año
doy más de
quinientas
entrevistas,
intento no
repetirme y
lanzo alguna
guilipollez por
el simple
hecho de
divertirme.
Supongo que
de ahí nacen
muchas de las
leyendas sobre
mí»
Descargar