Tema 12. Anestesiología en traumatología. Anestesia en

Anuncio
Anestesiología
Tema 12. Anestesiología en traumatología. Anestesia en neurología y neurocirugía.
ANESTESIA EN TRAUMATOLOGÍA
De todos es sabido la importancia y el manejo de la analgesia en el campo de la cirugía. En
veterinaria este punto ha sido descuidado durante mucho tiempo, supliendo la falta de analgesia
con una mayor profundidad anestésica, lo que provoca una mayor depresión cardiovascular, y por
consiguiente, la probabilidad de que el paciente sufra alguna complicación grave durante la
intervención o el postoperatorio. Hoy día, el conocimiento de nuevos fármacos y sus aplicaciones
ha mejorado el manejo del dolor en los actos quirúrgicos de nuestros animales de compañía.
La cirugía traumatológica es extremadamente dolorosa y en muchos casos agresiva. Es
fundamental por lo tanto un correcto control analgésico que nos permita trabajar de forma cómoda
y con unos planos anestésicos adecuados. Debemos cubrir la analgesia no solo intraquirúrgica,
sino también pre y postquirúrgica, facilitando un pre y postoperatorio adecuado y una calidad en la
terapia.
Siempre debemos tener presente que el uso de analgésicos debe ser previo a la producción del
estímulo doloroso, de lo contrario, su efecto puede no ser satisfactorio. La analgesia en una
traumatología debe ser manejada sin excepción con analgésicos opiáceos, de manera que
puedan manejar y controlar los estímulos dolorosos que en ella se produzcan. La combinación de
opiáceos y AINEs de última generación parece adecuada en el control del dolor, ya que sus
efectos se realizan en lugares diferentes atacando la sensación de dolor desde diferentes frentes.
Los narcóticos realizarán su efecto a nivel de receptores opiáceos a nivel central, mientras que los
AINEs controlan el dolor derivado de la inflamación principalmente.
Podemos disponer de varios protocolos dependiendo del tipo de anestesia y la disponibilidad de
personal dedicado exclusivamente a la misma. No debemos descuidar el período de latencia en la
acción de estos fármacos ya que podemos estar realizando la cirugía sin una analgesia todavía
efectiva.
Una buena opción es el uso de morfina en la premedicación en combinación con un tranquilizante.
Su uso debe limitarse a la vía intramuscular, con un tiempo de latencia de unos 30 minutos. Dada
su predisposición a producir vómitos, puede estar indicada su asociación con acepromacina en la
misma jeringuilla y por vía intramuscular unos 30-45 min antes de la cirugía. La inducción y
mantenimiento anestésico es independiente de la técnica quirúrgica y de la premedicación
realizada. Los efectos de la morfina pueden prolongarse durante unas 6 horas, por lo que
debemos tenerlo en cuenta para cubrir la analgesia postoperatoria. El uso de meloxicam IV tras la
cirugía mejorará la analgesia y el postoperatorio.
Es frecuente el uso de buprenorfina en la premedicación o manejo del dolor en este tipo de
cirugía. Debemos considerar esto como un error de concepto, ya que no es un agonista puro y
puede resultar insuficiente para el control de la analgesia en cirugías de la entidad de la
traumatología. Por su afinidad con los receptores es prácticamente imposible revertir su efecto,
debiendo esperar hasta su metabolización (8 horas). Por ello, en caso de insuficiencia analgésica
nos quedamos sin armas efectivas para su control. No obstante, tiene claras aplicaciones en el
manejo del dolor postoperatorio en combinación o no con AINEs, por su largo período de acción.
Debemos tener en cuenta que tarda en hacer efecto unos 45 min y por lo tanto deberá ser
administrado 45 min antes del final de la cirugía.
La premedicación con butorfanol, aunque no sigue el mismo mecanismo de acción, debe quedar
desestimada al ser una agonista parcial, y por lo tanto proporcionar una analgesia insuficiente
para la cirugía ortopédica. No es un fármaco que presente una afinidad tan alta por sus receptores
como la buprenorfina, por lo que puede desplazarse por gradiente de concentración por otros
fármacos agonistas puros. No obstante no es coherente premedicar con un fármaco que a ciencia
1
Anestesiología
cierta necesitará de un complemento complementación analgésica posterior. El precio elevado del
butorfanol debe ser otra causa para limitar su uso en analgesia quirúrgica.
Quizás la opción ideal en el control del dolor quirúrgico, sea el uso de los analgésicos opiáceos
intraquirúrgicos, con cortos períodos de acción y con efectos casi inmediatos tras su aplicación
intravenosa. En estos casos el fentanilo o remifentanilo son los fármacos de elección que se
encuentran al alcance de los veterinarios. El fentanilo es de uso más frecuente, pudiéndose
administrar en bolos repetidos o en infusión continua. El remifentanilo precisa de un riguroso
control en su administración, la cual es exclusivamente por infusión continua. Ambos son
fármacos muy potentes y producen una clara depresión respiratoria, por lo que hay que estar
preparado para administrar una respiración mecánica si es preciso. Sus efectos sobre el sistema
vascular son mínimos. En caso de administrar estos fármacos debemos de tener en cuenta el
tiempo de acción de cada uno, 25-30 min en caso del fentanilo y prácticamente nulo en caso del
remifentanilo una vez cortamos la infusión. Debemos cubrir la analgesia tras el efecto de estos
fármacos para lo que administraremos morfina o buprenorfina el tiempo antes necesario del corte
del analgésico principal.
Como resumen práctico en la cobertura analgésica del paciente quirúrgico en traumatología,
podemos proponer varios protocolos:
PROTOCOLO 1.
PREMEDICACIÓN: Acepromacina (0,05 mg/kg) IM y morfina (0,2 mg/kg) IM 30 min antes de la
inducción.
INDUCCIÓN: Tiopental sódico (8 mg/kg).
MANTENIMIENTO: Halotano o isofluorano.
POSTOPERATORIO: Morfina (0,2 mg/kg) IM cada 6 h; Meloxicam (0,2 mg/kg) IV; SC cada 12-24h
PROTOCOLO 2.
PREMEDICACIÓN: Medetomidina (0,01-0,03 mg/kg) IV; IM
INDUCCIÓN: Propofol (3 mg/kg)
MANTENIMIENTO: Isofluorano y fentanilo (0,004 mg/kg) IV cada 25-30 min
POSTOPERATORIO: Morfina (0,2 mg/kg) IM, o buprenorfina (0,006 mg/kg) IV 30-45 min antes del
final de la cirugía; Meloxicam (0,2 mg/kg) IV; SC cada 12-24h
PROTOCOLO 3.
PREMEDICACIÓN: Medetomidina (0,01-0,03 mg/kg) IV; IM
INDUCCIÓN: Propofol (3 mg/kg)
MANTENIMIENTO: Propofol (0,3 mg/kg/min) y fentanilo (0,004 mg/kg) IV cada 25-30 min
POSTOPERATORIO: Morfina (0,2 mg/kg) IM o buprenorfina (0,006 mg/kg) IV 30-45 min antes del
final de la cirugía; Meloxicam (0,2 mg/kg) IV; SC cada 12-24h
PROTOCOLO 4:
PREMEDICACIÓN: Medetomidina (0,01-0,03 mg/kg) IV; IM
INDUCCIÓN: Propofol (3 mg/kg) y remifentanilo (0,50 microgramos/kg) IV
MANTENIMIENTO: Isofluorano y remifentanilo (0,25 microgramos/kg/min) IV
POSTOPERATORIO: Morfina (0,2 mg/kg) IM o buprenorfina (0,006 mg/kg) IV 30-45 min antes del
final de la cirugía; Meloxicam (0,2 mg/kg) IV; SC cada 12-24h
PROTOCOLO 5.
PREMEDICACIÓN: 1) Diacepam (0,5 mg/kg) IV y morfina (0,2 mg/kg) IM 30 min antes de la
inducción
2) Midazolam (0,2 mg/kg) Iv; IM y morfina (0,2 mg/kg) IM 30 min antes de la inducción
INDUCCIÓN: Propofol (3 mg/kg)
MANTENIMIENTO: Propofol (0,3 mg/kg/min) o isofluorano
POSTOPERATORIO: Morfina (0,2 mg/kg) IM cada 6h; Meloxicam (0,2 mg/kg) IV; SC cada 12-24h
2
Anestesiología
Al final se adjunta una tabla de fármacos más usados en anestesia y analgesia en perro y gato,
con sus vías de administración y dosis recomendadas.
Debemos de reconocer y tratar el dolor de forma efectiva, ya que las reacciones derivadas de los
procesos dolorosos son en todos los casos contraproducentes para la evolución y pronóstico del
paciente. No es válida la premisa “mejor que le duela un poco, así no se mueve”. Esto no es
justificable ni admisible en ningún proceso terapéutico. Debemos recurrir a otros medios de
contención para controlar el movimiento del animal, y no limitar el mismo con un dolor residual,
más o menos intenso, que provocará no solo falta de movimiento, sino apatía, tristeza,
inapetencia, estreñimiento, vómitos... y un sinfín de problemas derivados, todos ellos
contraproducentes para una buena recuperación y evolución del animal.
Por ello, debemos ser consecuentes y coherentes en el tratamiento del dolor en traumatología, no
sólo intraquirúrgico, sino también pre y postquirúrgico en todos los casos, proporcionando la
calidad de terapia a nuestros pacientes, que sin duda se merecen.
3
Anestesiología
ANESTESIA EN NEUROLOGÍA Y NEUROCIRUGÍA
La asistencia clínica a pacientes con problemas neurológicos es muy habitual. Con mucha
frecuencia, la anestesia es un punto importante en el diagnóstico y tratamiento de su problema. En
la clínica, las razones por las cuales debemos anestesiar pacientes neurológicos son múltiples y
podemos encuadrarlas en tres grupos:
-
en procedimientos diagnósticos, como la toma de muestras de líquido cefalorraquídeo,
técnicas de diagnóstico por imagen -mielografía, TAC, resonancia magnética-, y
procedimientos electrodiagnósticos –electroencefalografía-.
-
para el tratamiento de diversas enfermedades: descompresiones medulares, estabilización
vertebral, extirpación de tumores y sedación en el status epilepticus.
-
para el tratamiento de enfermedades no neurológicas en pacientes con alteraciones
neurológicas, como la epilepsia.
NEUROFISIOLOGÍA Y ANESTESIA
La función principal del sistema nervioso central es procesar la información que recibe y enviar
órdenes a los órganos efectores. La comunicación entre neuronas está mediada por sustancias
químicas llamadas neurotransmisores, que provocan cambios en la permeabilidad de la
membrana de las células vecinas. La mayoría de los fármacos anestésicos interfieren con esos
neurotransmisores.
La presión intracraneal
El sistema nervioso central está protegido y “atrapado” por estructuras óseas: el cráneo y el canal
medular. Ello hace que se toleren mal los aumentos en el volumen de la masa neuronal (edemas,
hemorragias, etc.), en el volumen del líquido cefalorraquídeo (administración del contraste en una
mielografía) o en la presión sanguínea cerebral. Cuando se superan los mecanismos
compensatorios, el aumento de la presión intracraneal provoca un descenso de la perfusión
cerebral, (o sea, isquemia e hipoxia) y desplazamiento de la masa neuronal. El SNC es muy
sensible a la hipoxia.
El compartimiento intracraneal está formado por cuatro componentes: volumen tisular, volumen
sanguíneo (arterial y venoso), volumen del líquido cefalorraquídeo y volumen del líquido
extracelular e intracelular. El anestesista afectar significativamente estos componentes alterando
el volumen sanguíneo. Los factores que afectan a la presión intracraneal son la presión de
perfusión cerebral, las presiones parciales arteriales de CO2 y O2 y la tasa metabólica cerebral. El
flujo sanguíneo cerebral está muy relacionado con la actividad metabólica o la actividad neuronal.
La presión de perfusión cerebral es el gradiente entre la presión arterial media y la presión
intracraneal. En condiciones normales, el flujo sanguíneo cerebral (FSC) se mantiene constante si
la presión arterial media permanece entre 50 y 150 mm Hg. Si la PAM está por debajo de 50 mm
Hg, hay un descenso del FSC, mientras que éste aumentará si la PAM supera los 150 mm Hg.
Durante la anestesia los mecanismos que mantienen estable el FSC no son tan eficaces como en
el paciente despierto. En los pacientes con lesiones intracraneales es fundamental mantener la
presión arterial media dentro de los límites normales.
La tos, el vómito, la compresión de las yugulares durante la anestesia o una ventilación a presión
positiva inadecuada (con presiones altas y prolongadas en las vías aéreas) provocan un aumento
de la presión intracraneal. Por ello estos procesos deben evitarse a toda costa en pacientes con
lesiones intracraneales.
4
Anestesiología
Influencia de los fármacos anestésicos en la presión intracraneal
-
sedantes alfa2 agonistas: gracias a sus efectos hemodinámicos, reducen la presión
intracraneal, por lo que podrían emplearse de forma segura. Sin embargo, y ya que pueden
provocar el vómito, pueden aumentar de este modo la presión intracraneal
-
narcóticos: los agonistas µ están contraindicacados (o al menos deberíamos emplearlos con
muchas precauciones) en pacientes con ventilación espontánea, ya que provocan depresión
respiratoria, con la consiguiente hipercapnia e hipoxia. En pacientes con ventilación mecánica
pueden emplearse de forma segura.
-
barbitúricos y propofol: ambos tienen efectos protectores sobre el sistema nervioso. El propofol
mejora más el aporte de O2 al SNC; además, puede emplearse en infusión continua, no tiene
efecto acumulativo y provoca menos depresión cardiovascular que el tiopental.
-
ketamina: aumenta el flujo sanguíneo cerebral, la presión intracraneal y el flujo sanguíneo
cerebral, por lo que está contraindicada.
-
halotano e isoflurano: ambos producen vasodilatación cerebral, lo que aumenta la presión
intracraneal. El efecto del isoflurano es insignificante a 1.1 CAM; puede emplearse con
seguridad con VPPI y ligera hiperventilación.
-
sevoflurano y desflurano: tienen un efecto mínimo administrados a concentraciones cercanas
a la CAM. En sobredosis sí aumentan la presión intracraneal.
-
N2O: contraindicado. Es un potente vasodilatador cerebral y puede provocar embolia gaseosa
y neumocéfalo tras realizar una craneotomía.
Presiones parciales arteriales de O2 y CO2
El flujo sanguíneo cerebral es muy sensible a los cambios en la presión parcial de CO2. Así, la
hipercapnia provoca un aumento, mientras que la hipocapnia produce un descenso; sin embargo,
la hipocapnia también provoca vasoconstricción, por lo que disminuiría el aporte de oxígeno al
cerebro. La presión parcial de O2 tiene una influencia mucho menor. Si la PaO2 es menor de 50
mm Hg se produce una ligera vasodilatación. Si la presión parcial de O2 es muy alta se produce
una ligera vasoconstricción, pero el efecto es insignificante. Por ello es necesario administrar una
fracción inspirada de O2 alta.
Prácticamente todos los fármacos anestésicos provocan depresión respiratoria en mayor o menor
medida, originando hipercapnia y acidosis respiratoria. Por ello, los pacientes que tengan un
aumento de la presión intracraneal deben hiperventilarse ligeramente hasta conseguir una PaCO2
de unos 25-30 mm Hg. Así, aunque haya una vasoconstricción ligera, el flujo sanguíneo cerebral
se mantiene.
PACIENTES CON TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO
Estabilización del paciente
El paciente con un trauma craneal puede tener desde una contusión leve a una grave con fractura
de los huesos del cráneo y hemorragia intracraneala. Como consecuencia puede haber edemas e
isquemia cerebrales y aumento de la presión intracraneal. El mecanismo de autorregulación que
mantiene el flujo sanguíneo cerebral dentro de valores normales a pesar de las modificaciones en
la presión arterial sistémica suele estar comprometido. Con frecuencia hay lesiones asociadas de
la vía aérea superior, que comprometen la ventilación y empeoran el cuadro cerebral. Además,
puede haber otras lesiones orgánicas (torácicas, abdominales, fracturas de huesos largos, etc.). El
tratamiento inicial es el de un politraumatizado, asegurando en primer lugar la permeabilidad de la
vía aérea y la estabilidad hemodinámica. Una vez conseguida, y tras la sospecha de daño en el
sistema nervioso central se han propuesto diversos tratamientos para reducir el daño neuronal:
5
Anestesiología
-
mantener la cabeza elevada con respecto al cuerpo y evitar elementos que compriman las
yugulares y la rotación o flexión excesiva de la cabeza.
-
hipotermia moderada (2-3ºC por debajo de la temperatura corporal normal). Reduce la
actividad metabólica neuronal y la liberación de los neurotransmisores excitatorios.
-
corticoesteroides. En humana se emplean para reducir la presión intracraneala en pacientes
con tumores intracraneales. Se emplea dexametasona 2 mg/kg IV seguida de 0,2 mg/kg IV
cada 6-8 horas durante 48 horas.
-
hiperventilación. Es el método más rápido y efectivo para reducir la presión intracraneal. La
fracción final espirada de CO2 debe mantenerse entre 25 y 30 mm Hg.
-
fluidoterapia.
-
cristaloides. Se aconsejan soluciones isotónicas o hipertónicas, nunca hipotónicas, ya que
provocarán un aumento del edema. Si existe hipotensión previa puede comprometerse el
mantenimiento de una presión arterial correcta. Para que los fármacos hiperosmóticos actúen
adecuadamente la barrera hematoencefálica debe estar intacta; si está rota, los fármacos
pasarán al cerebro y producirán edema cerebral; si hay hemorragia intracraneana aumentará
el sangrado.
-
coloides. También son efectivos, ya que no aumentan el edema cerebral; sin embargo, pueden
aumentar los tiempos de coagulación.
-
manitol. Se emplea para reducir la presión intracraneal rápidamente. Cuando se emplee hay
que controlar la osmolaridad, ya que tiene tendencia a producir hiperosmolaridad e
hipernatremia, lo que ocasionaría un edema “de rebote”. Se administra a dosis de 0,25-1 g/kg
IV en 15-30 min. Su efecto máximo de disminución de la presión intracraneana se observa a
las 1-2 horas.
-
barbitúricos: disminuyen la actividad metabólica cerebral. Su efecto es escaso si lo
comparamos con el que produce la hipotermia ligera.
Protocolo anestésico
La anestesia debe realizarse tras estabilizar al paciente y reducir la presión intracraneal. En la
mayoría de la ocasiones el animal no necesita sedación, ya que suele estar muy deprimido.
Debemos prohibir el uso de acepromacina, pues reduce el umbral de las convulsiones y provoca
vasodilatación, lo que aumenta la presión intracraneal. El vómito que pueden desencadenar los
sedantes alfa2 agonistas y la morfina también aumenta la presión intracraneal, por lo que también
están desaconsejados. Los fármacos recomendados son benzodiacepinas, narcóticos,
barbitúricos, propofol e isoflurano pues disminuyen la tasa metabólica cerebral y el flujo sanguíneo
cerebral. Para la inducción podemos recomendar administrar tiopental o propofol tras inyectar una
benzodiacepina. La intubación debe ser rápida y suave, evitando la tos, ya que aumenta la presión
intracraneal. El mantenimiento puede hacerse con isoflurano, ya que no altera la presión
intracraneana y permite una buena estabilidad cardiovascular. Se recomienda hiperventilar hasta
conseguir una EtCO2 de 25-30 mm Hg. La fluidoterapia de mantenimiento debe ser conservadora,
sin sobrepasar, como regla general, los 5 ml/kg/h IV de una solución isotónica. Al terminar, el tubo
endotraqueal debe retirarse antes de que aparezca el reflejo laríngeo, pues puede ocasionar que
el animal tosa. La monitorización en el postoperatorio debe ser muy estrecha, pues se trata de un
paciente de alto riesgo.
6
Anestesiología
Tabla. Protocolo anestésico recomendado en pacientes con traumatismo craneoencefálico.
-
premedicación: si es necesario, administrar diacepam 0,2 mg/kg IV
-
inducción: fentanilo 10 mcg/kg IV+ diacepam 0,2 mg/kg IV + propofol 1-2 mg/kg
IV
-
mantenimiento: isoflurano + fentanilo 8-10 mcg/kg IV cada 30 min
-
ventilación mecánica controlada. Si es necesario emplear un bloqueante
neuromuscular, podemos utilizar atracurio 150-400 mcg/kg IV cada 30 min.
Cuando termine el procedimiento, revertir con neostigmina 0,05 mg/kg IV y
atropina 0,01 mg/kg IV en la misma jeringa.
-
control del dolor postoperatorio: morfina 0,2 mg/kg IM cada 4 horas 12-24 horas,
seguida de buprenorfina 0,006 mg/kg IM. Carprofeno 2 mg/kg IV ó PO cada 12
horas, comenzando 12 horas tras la dosis administrada en premedicación,
durante 28 días.
PACIENTES CON DAÑO EN LA MÉDULA ESPINAL
La cirugía de columna vertebral es relativamente frecuente. Asimismo, con frecuencia
anestesiaremos pacientes con lesiones medulares con fines diagnósticos (mielografía, TAC,
electromiografía, toma de líquido cefalorraquídeo, etc.), por lo que debemos considerar continuar
con la anestesia para la cirugía tras la técnica diagnóstica sin despertar al paciente.
En veterinaria, la protusión del disco intervertebral y las fracturas vertebrales son relativamente
frecuentes. En el tratamiento médico previo se emplean corticoides de forma efectiva si se
administran en las 8 horas siguientes a un traumatismo medular. Después su efecto es incierto.
Por lo general, cuanto más craneal es la lesión, habrá más probabilidad de que aparezcan
complicaciones anestésicas, dada la proximidad de los centros vascular y vasomotor. La posición
del paciente durante la cirugía también puede provocar alteraciones de la ventilación. En estos
pacientes está indicado ventilar mecánicamente, aunque esto dificulta la cirugía: hay dilatación de
los senos venosos paravertebrales, por lo que si provocamos una hemorragia en ellos será difícil
de controlar por su localización anatómica. Asimismo, y por el mismo motivo no debe realizarse
ninguna presión sobre las vísceras abdominales, ya que disminuyen el retorno venoso sobre la
vena cava caudal, lo que puede aumentar el drenaje alternativo a través de los plexos venosos
vertebrales y producir un sangrado en el área quirúrgica difícil de controlar.
Se debe minimizar el sangrado para que no oscurezca el campo quirúrgico, (dificultando la labor
del cirujano), y porque la pérdida de sangre puede ser muy importante. El sangrado venoso se
controla posicionando adecuadamente al paciente. El arterial puede reducirse con la hipotensión
controlada que se logra con el anestésico inhalatorio empleado en el mantenimiento,
generalmente isoflurano. Además, cuando la lesión afecta a vértebras torácicas, hay que estar
preparado ante la posibilidad de que aparezca un neumotórax iatrogénico.
Otro punto importante es el control del dolor. Estos pacientes frecuentemente presentan un dolor
severo, por lo que es difícil conseguir un plano anestésico estable. Podemos emplear la analgesia
multimodal, con AINEs de nueva generación (carprofeno, meloxicam, etc.) y narcóticos agonistas
puros (morfina, fentanilo, remifentanilo). En preanestesia no se deben administrar agonistas
parciales o agonistas-antagonistas, ya que no podremos administras agonistas puros de acción
ultracorta para controlar los picos de dolor intraoperatorio.
Por otra parte, a menudo aparecen reflejos vagales durante la anestesia de estos pacientes. Suele
estar provocada por un estímulo vagal directo o como respuesta al dolor. Por lo general
responden bien a los anticolinérgicos, aunque no se recomienda la premedicación rutinaria con
estos fármacos. Estos reflejos se pueden prevenir asegurando la analgesia y manteniendo a los
7
Anestesiología
pacientes en un plano adecuado. El daño quirúrgico directo sobre la médula puede manifestarse
con bradicardia, apnea, taquicardia o taquipnea.
Protocolo anestésico
En premedicación podemos emplear sedantes alfa2 a dosis bajas junto con benzodiacepinas y
narcóticos agonistas puros (morfina o petidina). La inducción puede realizarse con propofol o
tiopental asociados o no a fentanilo, El mantenimiento puede realizarse de forma segura con
isoflurano. También podemos emplear fentanilo para el control del dolor intraoperatorio.
Tabla. Protocolo anestésico recomendado en cirugía espinal
-
control dolor preoperatorio: morfina 0,2 mg/kg IM cada 4 horas hasta la cirugía.
NUNCA BUPRENORFINA O BUTORFANOL.
-
premedicación: medetomidina: 5-10 mcg/kg IV + diacepam 0,2 mg/kg IV +
carprofeno 4 mg/kg IV.
-
inducción: propofol: 3 mg/kg IV + fentanilo 8 mcg/kg IV
-
mantenimiento: isoflurano + fentanilo 0,1 mg/kg/min IV.
-
control del dolor postoperatorio: morfina 0,2 mg/kg IM cada 4 horas 12-24 horas,
seguida de buprenorfina 0,006 mg/kg IM. Carprofeno 2 mg/kg IV ó PO cada 12
horas, durante 28 días.
PACIENTES EPILÉPTICOS
Los fármacos anestésicos a menudo alteran el umbral de las convulsiones, pudiendo prevenir o
desencadenar epilepsia. Muchos fármacos pueden provocar que se desencadene un ataque
epiléptico, como las fenotiacinas, el enflurano o la ketamina, por lo que deben evitarse en los
pacientes con antecedentes de epilepsia o sobre los que vaya a realizarse algún procedimiento
que pueda desencadenar los ataques, como la mielografía.
En ocasiones, deberemos anestesiar algunos pacientes para controlar los ataques epilépticos que
están sufriendo si no responden al tratamiento convencional con benzodiacepinas.
Tradicionalmente se ha empleado el pentobarbital. Un tratamiento más actual se realiza con
midazolam y propofol. También hay que recordar que el tratamiento crónico con fenobarbital
induce la expresión del citocromo P450, por lo que se altera la metabolización de los fármacos
metabolizados por ese sistema.
ANESTESIA EN LA MIELOGRAFÍA
S trata de un procedimiento diagnóstico realizado frecuentemente en la clínica dada la alta
prevalencia de enfermedades que afectan la médula espinal, sobre todo en el perro. La necesidad
de determinar la localización de la lesión para efectuar su descompresión implica la inyección de
un medio de contraste en el espacio subaracnoideo. Durante el procedimiento se pueden producir
ataques epilépticos, depresión respiratoria (incluso apnea), arritmias cardiacas o bradicardia
grave. En la recuperación a veces aparecen fasciculaciones de los músculos faciales y rigidez de
la musculatura cervical durante los primeros 30-60 minutos. Todos esos efectos ocurren por dos
razones: la naturaleza irritante del material de contraste y el aumento de presión en el espacio
subaracnoideo que provoca la inyección del contraste. Se pueden tomar diversas medidas para
reducir la incidencia de los ataques, como emplear iohexol e iopamidol en lugar de metrizamida
como medio de contraste, reducir la velocidad de administración del contraste, reducir la cantidad
de contraste empleado (sobre todo en animales de talla grande), mantener al animal anestesiado
al menos 45 minutos tras la administración del contraste para permitir su eliminación y
8
Anestesiología
redistribución, mantener la cabeza más elevada que el resto del cuerpo para permitir que el
contraste caiga por gravedad a zonas caudales y aumentar la diuresis administrando fluidoterapia
con cristaloides para favorecer la eliminación del contraste. Hay un mayor riesgo de aparición de
convulsiones tras la punción en cisterna magna si la comparamos con las punciones lumbares.
Tabla. Protocolo anestésico para una mielografía
-
premedicación: medetomidina 5-10 mcg/k IV + diacepam 0,2-0,6 mg/kg IV.
-
considerar el empleo de analgésicos. Si la cirugía tendrá lugar inmediatamente
después de la mielografía, considerar de forma obligatoria el empleo
preoperatorio de opiáceos agonistas µ. morfina 0,2 mg/kg IM.
-
inducción: tiopental 10 mg/kg IV ó propofol 2-4 mg/kg IV
-
mantenimiento: isoflurano
-
si aparecen convulsiones, administrar diacepam 0,2 mg/kg IV; repetir si en un
minuto no cede la convulsión.
-
PROHIBIDO EL USO DE ACEPROMACINA, KETAMINA Y ETOMIDIATO
ANESTESIA PARA LA TOMA DE LÍQUIDO CEFALORRAQUIDEO
Las consideraciones anestésicas son las mismas que para la realización de una mielografía. El
paciente debe estar quieto durante la punción, ya que el pinchazo puede ser doloroso. Por ello, lo
más seguro es anestesiarlo. La duración del procedimiento suele ser significativamente más corta,
por lo que suele bastar el tiempo de anestesia que proporciona una inducción con propofol. Si
existe la sospecha de aumento de la presión intracraneal debemos tomar medidas previas para
disminuirla, pues la reducción brusca que ocasiona la punción puede provocar una hernia cerebral
o cerebelosa, con daño permanente para el paciente.
Tabla. Protocolo anestésico recomendado para la toma de líquido cefalorraquídeo.
-
premedicación: medetomidina 5-10 mcg/k IV + diacepam 0,2-0,6 mg/kg IV.
-
inducción: propofol 2-4 mg/kg IV
ANESTESIA EN LA TOMOGRAFÍA AXIAL COMPUTERIZADA
Se trata de una técnica de diagnóstico por la imagen para el diagnóstico de problemas de columna
vertebral o patologías intracraneales que se está comenzando a usar rutinariamente en España.
Debido a la falta de colaboración del paciente, debemos anestesiarlo. Como sabemos, la
tomografía emplea radiaciones ionizantes, por lo que el anestesista no puede permanecer cerca
del paciente durante el procedimiento. La monitorización debemos hacerla con equipos que
muestren los diferentes parámetros hemodinámicos y respiratorios en pantalla y que tengan
alarmas acústicas. Quizá el mayor riesgo añadido a esta anestesia sea el problema que ocasiona
al anestesista para la monitorización continua del paciente.
El estado en que se encuentre nuestro paciente puede ser muy variable, desde un animal joven y
de bajo riesgo con algún problema articular hasta animales de alto riesgo anestésico con tumores
intracraneales. El manejo de estos animales estará de acuerdo con las recomendaciones que se
han hecho más arriba. Debemos considerar el empleo de ventilación mecánica si se prevé que el
procedimiento será largo o si el paciente es de alto riesgo –especialmente si hay sospecha de
aumento de la presión intracraneal-, dado que la falta de monitorización continua puede hacer que
pase desapercibida una fase de apnea o de hipoventilación, que tendría graves consecuencias.
Mencionaremos, además, que el medio de contraste empleado en esta prueba es hiperosmótico y
9
Anestesiología
puede ocasionar graves alteraciones cardiovasculares (especialmente en pacientes con
insuficiencia cardiaca congestiva) y reacciones anafilácticas.
ANESTESIA EN LA RESONANCIA MAGNÉTICA
La resonancia magnética es otra técnica de diagnóstico por imagen que está empezando a
utilizarse en veterinaria. Si la comparamos con la tomografía axial, tiene la ventaja que no usa
radiaciones, lo que la hace más segura para el personal y los pacientes. Debido a la precisión con
que se detectan cambios por inflamación o de estructura en los tejidos es ideal en los estudios de
pacientes con sospecha de patología intracraneana.
El estudio completo lleva una hora, y es necesario que el paciente esté en inmovilidad absoluta,
por lo que también debemos anestesiarlo. El protocolo anestésico está basado en la patología que
sospechamos (traumatismo craneoencefálico, paciente convulsivo, tumor o masa intracraneana).
Hay equipamiento anestésico específico para la realización de esta técnica, sin partes metálicas,
pero es tremendamente caro y actualmente está fuera de nuestro alcance. Por ello la máquina
anestésica y los equipos de monitorización deben estar alejados del generador, ya que los
elementos metálicos interfieren con la resonancia. Los tubos deben ser muy largos, lo que
aumenta enormemente el espacio muerto, hecho que debemos tener en cuenta aumentando los
flujos de gases frescos suministrados, para evitar la reinhalación del aire espirado.
10
Descargar