“Estamos hartos de pasar hambre”

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Martín Maier
“Estamos hartos de pasar hambre”
Martin Maier
Homilía cuaresmal
Martin Maier con Monseñor Gregorio Rosa Chávez.
Queridas hermanas y hermanos:
“Estamos hartos de pasar hambre” es el lema de
la campaña cuaresmal de Misereor de este año. Estas
palabras ponen el dedo en la llaga de nuestro mundo:
800 millones de seres humanos padecen hambre. Niños
desnutridos que no pueden desarrollarse ni corporal
ni espiritualmente. Padres y madres que no saben
que darán de comer hoy a sus hijos. Sé de qué estoy
hablando. Durante años fui párroco de una comunidad
de campesinos pobres en El Salvador. El hambre era el
pan nuestro de cada día.
En nuestro mundo no tendría que haber hambre. Los
expertos dicen que se pueden producir alimentos para
alimentar a doce mil millones de seres humanos. Luchar
contra el hambre -y triunfar sobre ella- es una exigencia,
y tiene solución. Pero falta voluntad política. El suizo Jean
Ziegler, antiguo comisionado de Naciones Unidas para
el Derecho y la Alimentación acaba de publicar un libro
con el provocativo título “Les dejamos morir de hambre”.
Y todavía más provocativamente ha dicho: “un niño que
hoy muere de hambre muere asesinado”.
¿Qué hacer? ¿En verdad podemos hacer algo? Hoy
ustedes están invitados a colaborar con los proyectos de
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Misereor. Siempre que he estado en países del sur me he
encontrado con estos proyectos. En India, un proyecto
de traída de agua del hermano jesuita Hermann Bacher,
suizo. Con fantasía ilimitada recogen agua de lluvia que
es usada para cultivos en tierras áridas. El desierto florece
realmente. Pero además, Misereor se preocupa tanto por
ayudar como por que los beneficiarios se ayuden a sí
mismos. Y también insistía en que estas ayudas vayan
acompañadas de medidas políticas y estructurales.
El obispo brasileño, Hélder Cámara, explicó muy bien
la diferencia entre amas cosas. Lo dijo con estas palabras:
“Si doy de comer a un pobre, me llaman santo. Pero si le
pregunto por qué tiene hambre, me llaman comunista”.
En América Latina esa tarea es difícil. Hay que arriesgar
la vida. En 1989 en El Salvador fueron asesinados seis
jesuitas, junto con dos mujeres, porque en la universidad
hacían la pregunta de don Hélder: por qué hay hambre.
Jon Sobrino, teólogo de la liberación, que escapó del
asesinato por estar lejos en Tailandia, en este foro de
jesuitas defendió hace poco esta tesis profética: Todo es
relativo menos Dios y el hambre”.
Con estos pensamientos nos acercamos al Papa
Francisco que viene de un país y de un continente donde
predomina el hambre. Como arzobispo de Buenos Aires
hizo suya la miseria de los pobres y la justicia. Se enemistó
con los poderosos que ya no querían asistir a sus servicios
Martín Maier
religiosos. Hay muchos signos esperanzadores de que en
su pontificado proseguirá ese camino. Lucha por la fe y
por la justicia”. En esas palabras resumieron los jesuitas
su misión en el mundo.
El evangelio de hoy nos pone ante los ojos otros dos
importantes problemas. Uno es la violencia contra la mujer
y su discriminación, también al interior de la Iglesia. Y el
otro es el primado de la misericordia contra el rigorismo
implacable de la ley. Es espantoso ver cómo los escribas
y fariseos tratan a la mujer. La arrastran públicamente y
la instrumentalizan para poner a prueba a Jesús. Jesús
se comporta con suma discreción y exquisita delicadeza.
Al principio no dice nada y escribe con el dedo sobre la
tierra.
Muchas veces me he preguntado que puede significar
hoy esto. Simbólicamente quisiera expresarlo de esta
manera: ¿la ley escrita solo tiene un significado relativo
que se lleva el viento? O quizás exprese un no saber qué
hacer y la búsqueda de una solución. De todas formas
una cosa es clara: Jesús debe echar fuera a los hombres
para que la mujer no queda en una situación en que la
denuncien públicamente. De esa situación no la puede
salvar. Y entonces se le ocurre esta frase genial: “El que
esté sin pecado que tire la primera piedra”. Y los hipócritas
apóstoles de la moral se van retirando, comenzando por
los más viejos. Y de esos todavía hay en la Iglesia.
No me gusta hablar del problema de la mujer en la
Iglesia. El problema de la mujer en la Iglesia es propiamente
un problema de varones. Esto se me ha hecho claro una
vez más al ver en el cónclave a 115 varones y a ni una sola
mujer. Más de la mitad de los miembros de la Iglesia son
mujeres. Son las primeras evangelizadoras: transmiten la
fe a sus hijos. ¡Esperemos cambios y reformas aunque
lleguen con tan gran retraso!
Y una última cosa. Si en la Iglesia hay primado, este
es el primado de la misericordia. Lo hemos visto en el
evangelio de hoy. En contra de letrados y fariseos, Jesús
no condena. ¡Perdona y salva!
Luchar contra el hambre, la opción por los pobres,
justicia para la mujer, el primado de la misericordia. Estos
son ciertamente hermosos puntos para el programa de
un pontificado que comienza.
Amén.
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