Presentación – Priscilla. Mi nombre es Ana Priscilla Bado Ghislandi. Tengo 33 años y desde pequeña me gustó dibujar y pintar.Cuando era niña participé de dos talleres infantiles de dibujo y pintura, y además de otras técnicas tales como la cerámica, el collage, la escultura y el grabado. De adolescente concurrí al taller del artista Yamandú Tabárez en la calle Alzaibar y a la Escuela de Artes e Industrias Gráficas, terminando el curso de diagramado y armado en pantalla, un derivado del diseño gráfico. Más tarde luego de haber trabajado un año en una imprenta como ayudante de diseñador cursé un año de Bellas Artes, el cual luego abandoné después del nacimiento de mi primer hijo. En ese momento pude realizar una muestra con gran parte del trabajo realizado en el taller de Yamandú en un boliche ahora inexistente del centro de Montevideo. Mi gran oportunidad de trabajo surgió cuando en el año 2001 mi madre me propone acompañarla en la profesión que venía desarrollando desde hacía 20 años, la restauración de cuadros mas específicamente en técnica de óleo y ocasionalmente acrílico.Comienzo así a ser parte de una experiencia que se transforma en mi medio de vida restaurando obras de importantes autores tales como : -José Cúneo -Rafael Barradas -Carmelo de Arzadun -Petrona Viera entre otros.Y trabajando para grandes galerías tales como La ciudadela, galería SOA y galería Tamara de Lempicka, entre otras. Trabajamos conjuntamente con mi madre en la restauración de obras in situ para entidades tales como : -Banco República -Colegio Pío -Club Naval -Museo del Gaucho y la Moneda. -Etc. Paralelamente me dediqué a la construcción de piezas artesanales fundando el Taller Fergunsoni y participando de varias ferias la última y más reciente data del año pasado Feria Imagine Edición Setiembre 2011. En estos momentos me encuentro trabajando además de en las restauraciones, en este proyecto que presentamos con el nombre Parece Euforia. Presentación – Gabriela. Me llamo María Gabriela Ojeda y tengo 26 años. Desde niña siempre escribí. Sin embargo, también siempre me vi superada por una gran vergüenza de mostrar lo que escribo. Hace aproximadamente un año decidí armar un blog donde subir estas cosas que me surgían, y para mi sorpresa, tuvo una inmensa repercusión. Primero, por supuesto, desde los amigos y la familia, que aunque conocían mi necesidad de siempre poner todo en palabras, nunca habían tenido contacto con esta parte de mí que se animaba a decir tan abiertamente. Luego comenzaron a llegar comentarios de personas con las que tal vez no tenía tanto trato, conocidos de los pasillos de la Facultad de Psicología, donde estudio, y por último la trascendencia llego a las personas que no tenía ni la más remota idea de quién era yo. Incluso hay escalofriantes mensajes que firman “Desde tierras lejanas”, algo que nunca me imaginé. Al día de hoy el blog supera las 1.800 visitas, y en este momento tiene una frecuencia de aproximadamente 30 visitas diarias. Esa es una gran visibilidad para mis expectativas iniciales. La difusión llega a través de Facebook, donde comencé a compartir las páginas que conformaban esto que hacía, generándose un movimiento entre personas que colaboran compartiéndo el blog a través de sus páginas personales. Conocí a Priscilla el año pasado, y una serie de eventos muy fuertes que atravesaron nuestras vidas personales nos hermanó. Admiré sus trabajos desde un primer momento, y ella fue la primera persona en realmente hacerme plantear la necesidad de dedicarle cada vez más tiempo y energía a esto que me gusta hacer. A partir del título del blog Parece Euforia, comenzamos a trabajar conjuntamente, ella desarrollando cuadros a partir de algunos textos, y yo escribiendo a partir de trabajos que ella emprendía. Todo se fue mezclando tanto que ya es imposible decir qué idea surge de qué cabeza, y ni siquiera es necesario hacerlo. Al día de hoy, el blog ya no es mío, sino que pasó a ser de las dos, y todo cobró un sentido global y final, que es una forma de canalizar esas experiencias horribles y hermosas a través de las que, como contaba al principio, nos tocó acompañarnos. Este es el puntapié inicial del trabajo que presentamos en esta casa.