“Excusas de Moisés”

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“¿CUÁLES EXCUSAS TIENES PARA NO OBEDECER A DIOS?”
“Las excusas de Moisés”
Éxodo 3:1–4:17
Por el Dr. Gerardo Laursen
¿Está Dios llamándote a hacer algo? ¿De ser maestro o maestra de la escuela dominical o servir en otra
manera en la iglesia? ¿De evangelizar o ser misionero o misionera? ¿Cómo respondes? ¿Que no tengo
tiempo ni ganas, me costaría demasiado, soy incapaz, no puedo? Si es así, estás perdiendo enormes
bendiciones. Podemos aprender de la inutilidad de las reacciones negativas de Moisés a su llamamiento a
la obra. Y cuando al fin obedeció, salvó una raza entera.
La narración de Moisés con la zarza encendida es un evento famoso que se encuentra en Éxodo 3:1-10.
La vida de Moisés puede dividirse en 3 partes: 40 años en esplendor como un hijo del Faraón (hasta matar
a un egipcio y huir); 40 años en el desierto (ahora con esposa e hijos madianitas); y 40 años en el desierto
camino a la tierra prometida. (El pueblo entró en Canaán un poco después de la muerte de Moisés a la
edad de 120.) Entonces su llamamiento para iniciar el éxodo viene cuando tenía la edad de 80 años. El
Señor capta su atención con el milagro de la zarza encendida que no se consumía. Dios interrumpe su
vida cómoda y tranquila para pedirle algo difícil. Dios llama a Moisés para librar al pueblo de Israel de la
esclavitud y sacarlos de Egipto. Es porque el Señor ve el sufrimiento de su pueblo y escucha su petición.
Antes de proceder, quisiera subrayar que la zarza encendida fue un milagro. En nuestro mundo moderno,
hay científicos incrédulos que buscan explicar los milagros de la Biblia en términos naturales. Aquí
reclaman que existe una planta en aquel desierto que “suda” un aceite o grasa. Cuando el calor del
desierto suma a cierto punto, el aceite se enciende y rápidamente se gasta, antes de dañar la planta. Los
puntos siguientes comprueban que tal idea es inválida:
• Moisés vivía en este desierto por 40 años, era bien familiar con las características de las plantas, y
aquí se sorprendió por los extraño del suceso.
• La zarza no estaba en llamas por un mero par de segundos, sino por un rato, que hubiera destruido
la planta si no fuera por un milagro.
• El incidente se acompañaba con la voz de Dios.
Entonces Dios así captó la atención de Moisés y le habló de una misión especial de librar al pueblo de la
esclavitud. Pero cuando Dios le llamó a este ministerio, Moisés resistía aduciendo 5 excusas:
1. “¿Quién soy yo?” No soy capaz de realizar tal ministerio, 3:11–12
Es cuestión de su identidad.
Pero no importa quién es, si Dios está con él (3:12).
Falta de habilidad no es un problema, es una solución. De reconocer que somos incapaces,
somos forzados a depender de Dios, quien da la poderosa victoria. Pablo dice en 2 Co. 12:10,
“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” Dice lo mismo en
He. 11:34, “apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de
debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.”
Dios busca la humildad. Francamente, ¡si alguien dice que es perfectamente capaz para un
ministerio determinado, probablemente debe ser descalificado! “Dios resiste a los soberbios, y
da gracia a los humildes,” (Stg. 4:6).
Entonces esta queja de Moisés es inválida.
2. “No sé nada,” 3:13–22
Es cuestión de su ignorancia.
Dios no había hablado por medio de profetas por 430 años. Ahora sí. Es tiempo.
Se identifica por “Jehová” o “Yo soy,” o sea, “Él que existe”.
Dios así se declaró:
• eterno
• sin causa
• sin condiciones
• independiente
• auto-suficiente
• la fuente de vida
• el Proveedor
¿Dios sólo usa genios? Al contrario, “lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte,” (1 Co. 1:27).
En este párrafo, Dios le dio instrucciones qué decir al Faraón, con la promesa del éxodo
después de maravillas y con botín. Entonces esta queja de Moisés es inválida.
3. “No lo puedo creer, porque ellos no me creerán” 4:1–9
Es cuestión de su incredulidad.
¿Qué es eso en tu mano? Cuando Dios nos hace preguntas, él sabe perfectamente las respuestas
(como “Adán, ¿dónde estás?” en Gn. 3:9), pero desea picar nuestro entendimiento y
comprensión, incluyendo a veces la convicción de pecado (como “Eva, ¿qué has hecho?”). El
punto aquí es que Moisés ya tiene lo necesario para obedecer a Dios, incluyendo una simple
vara. Pero en su paciencia, le da el poder de hacer 3 señales para convencer a la gente:
• convertir la vara en culebra
• causar y sanar la lepra
• convertir el Nilo en sangre
Eso le da la confianza que será creído por la gente. Entonces esta queja de Moisés es inválida,
y tiene que inventar otra excusa, ya que todavía no quiere obedecer.
4. “No puedo hablar,” 4:10–12
Es cuestión de su incapacidad.
Dijo, “soy tardo en el habla y torpe de lengua.” Dios le preguntó, ¿Quién dio la boca al
hombre? Otra pregunta retórica. Quien nos da boca obviamente es Dios. Pero hay una
contradicción aparente aquí. Esteban en Hch. 7:22 dice, “Y fue enseñado Moisés en toda la
sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y hechos.” Trato con eso en mi
artículo, “¿Contiene la Biblia Contradicciones?” en www.ObreroFiel.com. Si Moisés fuera un
tartamudo, como muchos piensan, no sería poderoso al hablar. Él habló el idioma de los
egipcios toda su vida y lo hizo con elocuencia. Pero sólo hablaba hebreo por pocos años con su
madre nodriza. “Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón,” (Ex. 2:10). No
sabemos después de cuántos años. Entonces le faltaba vocabulario, etc. y no hablaba hebreo
con fluidez. Por eso a la vez no pudo hablar bien y sí pudo hablar bien, porque estamos
hablando de dos idiomas. Moisés pensaba en la vergüenza posible que sufriría cuando
disertaba frente al público israelita. Sin embargo, con el paso del tiempo aprendió la humildad,
como se ve en Nm. 12:3, “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres
que había sobre la tierra.” Así uno crece cuando obedece. Entonces esta queja de Moisés
también es inválida.
5. “Envía a otro,” 4:13–17
Es cuestión de su indisponibilidad.
Pide al Señor que envíe a otro. ¡A este punto Dios está enojado (4:14)! Pero cedió y asignó a
su hermano Aarón como su vocero. Sin embargo, ayudó a ambos; “yo estaré con tu boca y con
la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer” (4:15). Entonces se resuelve otra objeción.
¿Te gustaría enojar a Dios? Si estuviera yo al lado de Moisés en aquel día, le habría pedido que
él se alejara de mí, ¡para que un relámpago sobre él no me alcanzara! Con paciencia, el Señor
envía a Aarón para ser el vocero o profeta de Moisés, dejando a Moisés como vicario de Dios
(es decir “en lugar de Dios,” 4:16).
Conclusión:
¿Está Dios llamándote a hacer algo? ¿De ser maestro(a) de la escuela dominical o servir en otra
manera en la iglesia? ¿De evangelizar o ser misionero(a)? ¿No respondes? ¿Cuáles de las excusas
de Moisés usas, o esgrimas tus propias? ¿Qué es eso en tu mano? Si sientes inadecuado, incapaz, sin
preparación, sin recursos, eso no importa. Dios ha utilizado a muchos inadecuados: Noé un ebrio,
Abraham demasiado viejo, Jacob un engañador, Moisés con problema de comunicarse, Rahab la
ramera, Gedeón el temeroso, Sansón el mujeriego, David el adultero y asesino, Elías el suicida, Jonás
corriendo de Dios, Pedro negando a Jesús, los discípulos durmiendo durante la oración, Timoteo
demasiado joven, etc. Se ve que el único requisito (después de arrepentirse) es estar disponible. Dios
provee la habilidad, el poder y las puertas abiertas. Decirle “no” es fomentar su enojo. Decirle “sí”
resultará en múltiples bendiciones y una sonrisa del Señor. La decisión es tuya.
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