Taller de Asesores 2013 3ª Reunión - 21 de setiembre Pauta de Reflexión y Oración Previa En este Tercer Encuentro ahondaremos en las Fuentes de la Vida Comunitaria. Partiendo desde la dinámica de crecimiento personal que veíamos en el segundo encuentro (Deseos, Búsqueda, Descubrimiento y Confirmación), reflexionaremos sobre la conformación de la Comunidad como espacio privilegiado para recibir al Espíritu que el Señor nos prometió. Los invitamos a tener un momento previo de oración sobre tres lecturas que nos señalan los mojones a recorrer y que retomaremos en la reunión. Moisés era pastor del rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Orbe, la montaña de Dios. El Ángel de Yahve se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que no se consumía. Dijo, pues, Moisés: ‘Voy a contemplar este extraño caso: por qué no se consume la zarza.’ Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: ‘¡Moisés, Moisés!’ Él respondió: ‘Heme aquí’ Le dijo: ‘No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.’ Y añadió: ‘Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.’ Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios. (…) Dijo Moisés a Dios: ‘¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?’ Respondió: ‘Yo estaré contigo y esta será la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en este monte. Ex. 3, 1-12 Por aquellos días Jesús se retiró a la montaña para orar y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día, reunió a sus discípulos, eligió de entre ellos a doce a quienes dio el nombre de Apóstoles, Simón, a quien llamó Pedro, y sui hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago el hijo de Alfeo, Simón llamado Zelota. Judas el hijo de Santiago y Judas Iscariote que fue el traidor. Lc 6, 12-16 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? (Hch, 2, 1-12) -------------------------------- o -------------------------------Y cada día el Señor hacía crecer la comunidad … Hch 2,47