La aportacin espaola a la Tabla

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La aportación española a la Tabla
Periódica de los Elementos
Antonio José Sánchez
1. Objetivo
Si hay algo que caracteriza a toda la materia, sea del origen que sea y con las propiedades más singulares
que nos podamos imaginar, es precisamente el hecho de que está formada a base de compuestos
químicos.
Sin embargo, un compuesto químico no se define de otro modo, en la más sencilla de las aproximaciones,
como una combinación de elementos químicos. Así, el agua que bebemos no es más que un compuesto al
que formalmente representamos por la fórmula H2O. Pero realmente está formada por una combinación
de Hidrógeno (H) y Oxígeno (O)
Tanto el H como el O son dos de los 117 elementos descubiertos hasta el momento y que se encuentran
perfectamente caracterizados en el sistema periódico de los elementos.
Es objetivo de este artículo el resumir de una forma detallada al tiempo que crítica, la aportación que
España ha realizado en el descubrimiento de los elementos químicos. Decimos crítica, pues como se verá
a lo largo de la exposición, estas aportaciones han sido incomprensiblemente oscurecidas por tristes
actitudes tanto dentro como fuera de España, que han minado uno de los pocos orgullos científicos que
como nación nos podemos atribuir.
2. Presentación y panorama histórico
España se encuentra dentro del grupo de 13 países que han conseguido descubrir algún elemento químico.
Cierto es que no todas las aportaciones han sido equitativas, pues tenemos desde países como Suecia o
Alemania con 19 y 12 elementos respectivamente, hasta otros más “modestos” como Finlandia con sólo
uno, pasando por las perennes potencias científicas Francia e Inglaterra con 14,5 y 18,5 descubrimientos
(las mitades significan codescubrimientos)
Desde un punto de vista cuantitativo, la aportación realizada por España entra dentro del grupo de los
“modestos”, con 2,5 descubrimientos reconocidos internacionalmente (aunque nuestro bien entendido
orgullo siempre nos haga decir a los químicos españoles que realmente fueron tres) Dichos elementos
son, por orden cronológico de descubrimiento, el Platino (Pt) en 1735, el Wolframio (W) en 1783 y el
Vanadio (V) en 1801, siendo éste último el elemento codescubierto con Suecia.
No obstante, como veremos por sus aplicaciones, al menos el Platino y el Wolframio han demostrado ser
dos aportaciones de enorme importancia, y en el caso del Wolframio, su obtención casi se puede catalogar
como hito por las particularidades de su reactividad y del material de laboratorio con el que se contaba en
aquellos tiempos.
Si hay algo común al descubrimiento de estos tres elementos es que prácticamente todos ellos se
produjeron durante el S. XVIII. Desde un punto de vista histórico, la España de aquellos tiempos venía de
un cambio dinástico entre la casa de los Austrias y la de los Borbones de Francia, tras la victoria del
Duque de Anjou (futuro Felipe V) en la contienda de la Sucesión española.
Sin embargo, la situación, marcada por unas instituciones anticuadas y poco efectivas fue mejorando
paulatinamente, especialmente bajo el reinado de Fernando VI y Carlos III, representantes ambos de la
corriente ilustrada dentro de la Monarquía española.
Bajo el auspicio de ambos monarcas, se fomentó la construcción de instituciones en donde se formaron
académicamente una generación de marinos, científicos e ingenieros capaces de competir con el resto de
Europa. Entre estas construcciones podemos destacar los astilleros de El Ferrol, Cádiz y Cartagena (como
veremos, los marinos fueron en muchas ocasiones los verdaderos “comunicadores” de la ciencia del
momento), el Real Observatorio Astronómico (situado en la colina de El Retiro, a pocos metros de
nuestro colegio), el Real Jardín Botánico, el Museo de El Prado, inicialmente ideado como Museo de
Ciencias Naturales, o la Reales Sociedades de Amigos del País (auténticos centros de difusión de la
cultura del momento)
De izquierda a derecha y de arriba
abajo:
-Real observatorio astronómico
-Museo del Prado
-Real Jardín Botánico
3. Los descubrimientos
Pasemos a comentar las condiciones y peripecias sufridas en el descubrimiento de estos tres elementos:
ƒ El Platino
Este elemento fue descubierto por Antonio de Ulloa y de la Torre Giral, nacido en Sevilla el 12 de Enero
de 1716. Tal descubrimiento ocurrió en el marco de otra empresa
científica todavía mayor, la expedición geodésica patrocinada por la
Academia de Ciencias de Francia para la medida del arco de un
meridiano en las proximidades de Quito, en poder de los españoles por
aquel entonces, y así poder determinar si la Tierra era perfectamente
esférica o se encontraba achatada en los polos. A esta expedición fue
destinado Antonio de Ulloa junto con otro de los grandes marinos,
astrónomos y matemáticos españoles del momento, Jorge Juan y
Santacilia (introductor del cálculo integral en España). Por diversos
problemas organizativos, la expedición no tuvo todo el éxito que se
hubiera esperado, pero la estancia de Antonio de Ulloa en América le
permitió realizar otras investigaciones. Entre ellas, sus observaciones
sobre un mineral denominado “platina”, que encontró en las minas de
oro del río Pinto, en la Colombia actual. Este mineral, además del
platino, presentaba impurezas de iridio, paladio, osmio, rutenio y
rodio. La denominación de platino vino precisamente por el aspecto
Antonio de Ulloa
casi idéntico que presentaba con la plata, metal con el que se
confundió hasta este descubrimiento. Sin embargo, la diferencia que
pudo dar una idea de que se trataban de elementos distintos es precisamente la densidad, que es mucho
mayor en el platino que en la plata (21,45 g/ml del primero frente a 10,49g/ml del segundo).
Cuando Antonio de Ulloa quiso regresar a España en 1745, el navío en el que viajaba fue interceptado por
los ingleses, que le hicieron prisionero y le llevaron a Inglaterra, confiscándole todos sus documentos
elaborados en América. Sin embargo, al analizar estos documentos, varios científicos ingleses vieron la
valía de su autor y consiguieron liberarle y hacerle miembro de la “Royal Society”. La vuelta de Ulloa a
España consiguió cumplirse en 1746, elaborando para 1748
informes detallados sobre el hallazgo de este nuevo metal. A
partir de este año se empezaron a estudiar sus propiedades en
países como Inglaterra y Suecia. Uno de los primeros usos
que se le dio a este metal, y que todavía sigue siendo una de
las principales formas de comercialización, fue su aplicación
en joyería, aprovechando su extrema belleza. Sin embargo, en
los últimos años, este metal ha permitido crear procesos e
instrumentos cada vez más evolucionados. En el campo de la
Química, es muy valorada su actividad catalítica, presente en
numerosas reacciones. Entre estas funciones catalíticas
podemos destacar la que desempeña con su compañero de
Platino puro
grupo, el paladio, para conseguir que el proceso de
combustión en los motores de los coches sea más efectivo y se evite la emisión de gases originados por
una combustión incompleta, como es el caso del monóxido de carbono. A un nivel más académico,
seguramente sea conocido por todos que durante algún tiempo la aleación de platino iridiado sirvió para
elaborar una barra que definiese como unidad al metro, y un cilindro para definir el Kilogramo (Modelos
que todavía se conservan en el Museo de Pesos y Medidas de Sevres). También, seguramente que los
alumnos que hayan estudiado algo en la asignatura de Química sobre los potenciales normales de
reducción, habrán visto que se miden respecto a un electrodo de platino.
ƒ El Wolframio
El Wolframio es un elemento que fue aislado por primera vez por los hermanos Juan José y Fausto
Delhuyar. Ambos nacieron en Logroño (La Rioja). Juan José el 15 de Junio de 1754 y Fausto, el 11 de
Octubre de 1755. Este descubrimiento es el único que tuvo lugar sobre territorio español, y es el resultado
que debería ejemplificar las consecuencias de las políticas “Ilustradas” que se
habían llevado a cabo hasta la fecha. Debido a que su padre era francés, ambos
hermanos realizaron sus estudios en París, donde su formación fue la de
auténticos “filósofos naturalistas”, ya que cursaron estudios de Medicina,
Cirugía, Química, Matemáticas, Física e Historia Natural. Gracias a esta
excelente formación científica fueron nombrados Directores Generales de
Minería: Juan José, en 1783, desempeñó su cargo en Nueva Granada (Actual
Colombia), mientras que Fausto esperó hasta 1786 para trabajar en Nueva
España (Actual México).
Los intentos por obtener el Wolframio se remontan a 1781, cuando los químicos
Bergman y Scheele, a partir de un mineral llamado en su honor scheelita
( CaWO3 ), describieron lo que pensaban que era un nuevo elemento: el
tungsteno. Sin embargo, la muestra aislada no era el elemento puro, sino uno de
sus oxidos, concretamente el WO3 .
Fue en 1783 cuando ambos hermanos consiguieron el objetivo de aislar
wolframio puro a partir de un mineral llamado wolframita, ( Fe, Mn)WO4 . El
logro fue publicado en los Extractos de las Juntas Generales celebradas por la
Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País en Septiembre de ese mismo
año. Los hermanos Delhuyar presentaron su trabajo bajo el nombre de:
Fausto (arriba)
Y Juan José (abajo)
Delhuyar
“Analisis químico del volfram y examen de un nuevo metal
que entra en su composición”.
Fragmentos del artículo en el que se publica el descubrimiento
del Wolframio
Entre las propiedades más destacables del Wolframio, tiene el honor de ser el
metal que en estado puro posee el mayor punto de fusión. Esta propiedad, junto
con la dureza de algunas de sus aleaciones, le ha permitido ser uno de los
metales cuyas aplicaciones han resultado ser más numerosas. Entre estas
aplicaciones, sin duda alguna la que mayor impacto ha tenido ha sido la
fabricación de filamentos para las bombillas incandescentes. Por otro lado, los
carburos de Wolframio han resultado ser uno de los compuestos más duros, por
lo que se han empleado para fabricar la parte metálica de materiales cortantes
como las sierras, sometidos a grandes esfuerzos mecánicos.
En el último punto de este artículo realizaremos un comentario sobre el
polémico uso del término tungsteno como alternativa al wolframio.
ƒ El Vanadio
Fue el último elemento en descubrirse, más concretamente, en 1801. Su descubridor fue Andrés Manuel
del Río, nacido el 10 de Noviembre de 1764 en Madrid. Como la mayoría de los químicos españoles de
la época, su campo de estudio y trabajo fue fundamentalmente la
minería. Dentro de la Química, su formación fue más extensa en
Química Analítica, algo bastante lógico ya que esta rama se encarga
de estudiar técnicas e instrumentos que permitan dilucidar la
composición de una muestra (lo cual es indispensable en minería para
saber la riqueza de una mina en compuestos de especial interés).
En 1801, nuevamente fueron las minas de Nueva España (actual
México) las que aportaron el material a partir del cual, Andrés Manuel
del Río creyó que había aislado un nuevo metal. Entre estas fuentes se
pueden destacar minerales como la vanadinita ( Pb5 (VO4 ) 3 Cl )
Debido a que partir del nuevo elemento consiguió preparar una gran
variedad de compuestos de muy vivos y diferentes colores, decidió
darle el nombre de pancromio. Sin embargo, al calentar todos estos
compuestos se formaba siempre un producto de color rojo, por lo que
Andrés Manuel del Río
cambió el nombre al elemento y le puso el de eritronio.
Creyendo ciegamente en su descubrimiento, entregó unas muestras del
elemento aislado a Alexander von Humboldt, quien se las hizo llegar a un químico analítico francés,
Mollet-Descotils. Para nuestra desgracia, el análisis realizado por este último fue del todo erróneo, y dijo
que en la muestra el único resto que había encontrado era cromo,
pero para nada un nuevo metal. Por ello, el hallazgo quedó anulado
No fue hasta 1830 cuando en Suecia, Nils Gabriel Fefstrom volvió
a aislar este elemento, pero, desconocedor de que en realidad ya
había sido descubierto con anterioridad, le dio el nombre de
Vanadio (en honor a Vanadis, la diosa escandinava de la belleza)
Friedrich Wöhler, uno de los químicos más importantes de todos
los tiempos por haber sido el primero en sintetizar artificialmente
urea en el laboratorio, fue la voz autorizada que determinó la
equivalencia existente entre el nuevo Vanadio y el Eritronio
Vanadinita
descubierto 30 años antes.
Dentro de las aplicaciones, el vanadio ha sido un metal utilizado en
aleaciones como el acero. Quizás una de las aplicaciones más importantes sea la utilización del
pentaóxido de vanadio como catalizador en el proceso de producción de ácido sulfúrico (que es el
compuesto químico que anualmente se produce en mayor cantidad en masa)
4. Reflexiones finales
Como hemos podido comprobar, los descubrimientos realizados por los españoles han sido, cuanto
menos, accidentados.
No obstante, a la vista de la importancia que tienen estos elementos en la Química actual, la aportación
realizada por España demuestra ser muy superior en el aspecto cualitativo antes que en el cuantitativo.
Sin embargo, la tradición que tenemos en nuestro país de olvidar a las personas y acontecimientos que
nos han hecho crecer científica y culturalmente, han traído como consecuencia que uno de nuestros
patrimonios científicos más importantes haya quedado diluido y maltratado por los avatares de la
Historia.
El caso del wolframio es quizás uno de los más esclarecedores, pues, recientemente, la IUPAC (Unión
Internacional de Química Pura y Aplicada), garante de las normas de nomenclatura, ha dado a entender
que el nombre de tungsteno, por ser más utilizado en habla inglesa, prevalece sobre el de wolframio, que
queda reducido según ellos al habla hispana y danesa (de donde viene el término wolframita). Es uno de
los casos más sangrantes, porque las mismas normas de la IUPAC en la nomenclatura de los elementos
establece que son los descubridores, sobre todo en el caso de elementos descubiertos hace siglos, los que
tienen el derecho a nombrar los elementos que han descubierto ellos mismos. En el caso de los hermanos
Delhuyar, la prueba no puede ser más palpable como la resumida en el mismo trabajo donde publicaron el
hallazgo:
"Daremos á este nuevo metal el nombre de volfram, tomándolo del de la materia, de la qual lo hemos
sacado , y miraremos ésta como una mina , en que este metal está combinado con el hierro y la alabandina, como queda probado. Este nombre le corresponde mejor que el de tungusto ó tungsteno, que
pudieramos darle en atencion á haber sido la tungstene ó piedra pesada la primera materia de que se ha
sacado su cal, por ser el volfram un mineral que se conocía mucho antes que la piedra pesada, á lo
menos mas generalmente entre los mineralogistas , y que el término volfram está ya recibido en casi
todos los idiomas de Europa, aun en el mismo Sueco. Mudamos su terminacion m. en n. para acomodar
mejor al genio de nuestra lengua las denominaciones de las sales que se formen con esta substancia,
llamándolas sales volfránicas.""
Incluso cuando Bergman, uno de los que pensaba que había aislado el elemento dos años antes pidió a los
hermanos Delhuyar cambiar el nombre de wolframio por el de tungsteno, los propios hermanos se
negaron en rotundo.
En cierto modo, a la hora de que el Wolframio y el Eritronio sean nombrados mayoritariamente con otro
nombre es uno de los casos contradictorios más graves y en el que los españoles salimos peor parados.
Para el wolframio, se utiliza mayoritariamente el nombre dado por los primeros que creían que lo habían
aislado (de un modo demostradamente erróneo), pero esta misma regla no se aplica cuando el nombre
Eritronio, dado con 30 años de anterioridad, se muda por el de Vanadio
Las razones por las cuales ocurre esto las podemos encontrar perfectamente en la historia del
descubrimiento del Vanadio: No saber reclamar lo que nos pertenece por derecho y no perseverar hasta
encontrar la verdad. En el caso del vanadio, es demasiado tarde, pues su símbolo (V) obliga lógicamente a
manejar el término vanadio. Pero en el caso del Wolframio (W), resulta obvio que el nombre de tungsteno
resulta artificial. Por ello, sirva este artículo para que seamos conscientes de que nuestro exiguo
patrimonio científico ha sido injustamente tratado en el caso del wolframio y el vanadio.
La siguiente cita, pronunciada por Santiago Ramón y Cajal en su discurso de ingreso en la Real Academia
de Ciencias quizás sea la mejor conclusión a estas reflexiones:
Entre los sentimientos que deben animar al sabio, merece particular mención el patriotismo. Este
sentimiento tiene en el sabio un signo exclusivamente positivo: ansía elevar el prestigio de su patria, pero
no denigrar el crédito de la de los otros.
Se ha dicho que la Ciencia no tiene patria, y esto es cierto; pero como contestaba Pasteur en ocasión
solemne, “los sabios sí que la tienen”. El hombre de Ciencia no solamente pertenece a la Humanidad,
sino a una raza que se envanece con sus talentos, a una nación que se enaltece con sus triunfos, y a una
región que la considera como el fruto selecto de su tierra.
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