Oración Jesús, tú eres el Camino

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Oración Jesús, tú eres el Camino: contigo nada me falta; en verdes praderas me haces recostar; me conduces hacia fuentes tranquilas y reparas mis fuerzas; me guías por el sendero justo. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan. Peregrino, ya llevas dos días en el Camino, vas sabiendo qué es esto de la peregrinación a Santiago. En esta primera oración te proponemos que te hagas preguntas. Hacerse una buena pregunta es importante, incluso aunque no se pueda responder. Salmo A ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo; en ti, mi Dios, confío, confío porque sé que me amas. Que en la prueba no ceda al cansancio, que tu gracia triunfe siempre en mí. Yo espero siempre en ti. Yo sé que tú nunca defraudas al que en ti confía. Indícame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas. Que en mi vida se abran caminos de paz y bien, caminos de justicia y libertad. Que en mi vida se abran sendas de esperanza, sendas de igualdad y servicio. Encamíname fielmente, Señor. Enséñame tú que eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad nunca se acaba; no te acuerdes de mis pecados. Acuérdate de mí con tu lealtad, por tu gran bondad, Señor. Tú eres bueno y recto y enseñas el camino a los desorientados. Encamina a los humildes por la rectitud, enseña a los humildes su camino. Tus sendas son la lealtad y la fidelidad para los que guardan tu alianza y tus mandatos. Porque eres bueno, perdona mi culpa. Cuando te soy fiel, Señor, tú me enseñas un camino cierto; así viviré feliz y enriquecerás mi vida con tus dones. Tú, Señor, te fías de mí y me esperas siempre. Tú, Señor, quieres que sea de verdad tu amigo. Tengo los ojos puestos en ti que me libras de mis amarras y ataduras. Vuélvete hacia mí y ten piedad, pues estoy sólo y afligido. Ensancha mi corazón encogido y sácame de mis angustias. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados. Señor, guarda mi vida y líbrame de mí mismos. Señor, que salga de mi concha y vaya hacia ti y que no quede defraudado de haberme confiado a ti. Indícame tus caminos, Señor, tú que eres el Camino. Hazme andar por el sendero de la verdad, tú que eres la Verdad del hombre. Despierta en mí el manantial de mi vida, tú que eres la Vida de cuanto existe. Lectura breve “En aquellos días el Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre que será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre serán benditas todas las naciones de la tierra. Abraham partió, como le había dicho el Señor. Tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Y llevó consigo a Sara, su mujer, y a su sobrino Lot, y todas sus posesiones y sus esclavos. Y se pusieron en camino hacia la tierra de Canaán” (Gen 12, 1‐5). Reflexión ¿Quién te ha dicho “sal de tu tierra”? ¿Qué te ha impulsado a caminar? ¿Qué esperas del Camino? ¿Qué preguntas te han ido naciendo? Busca tiempos de silencio dedicados a escuchar lo que hay a tu alrededor en el Camino y lo que habla en tu interior. Haz un compromiso para el camino de la vida: Todos los días tómate tiempo para ti y trata de silenciar tu cuerpo y tu mente. Escucha cómo el Señor pronuncia tu nombre. Peticiones y oración final Señor, ayúdame a descubrir lo que quieres de mí. Dame valentía para ser aquel que tú quieres que sea. Padre nuestro 
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