La historia: esa tragedia, esa farsa

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La historia: esa tragedia, esa farsa
Escrito por Rubén Kotler
Publicado en Quorum en 2005 Es conocida la frase de Marx que dice: “la historia se repite
una vez como tragedia y luego como farsa”. Son conocidas también las historias de tragedias y
de farsas en nuestro país. Lo que no deja de sorprender es que la sociedad no termine de
asumir que sino se involucra en las cuestiones del estado, éste, seguirá en manos de quienes
nos han llevado a la tragedia y de quienes no están llevando por el camino de la farsa. La
liberación de Chabán son los indultos – insultos de los responsables por el terrorismo de
estado de la última dictadura. Las Madres de Plaza de Mayo son las madres de los hijos
muertos en República de Cromagnon. El escenario es el mismo. Otra vez una historia que se
repite.
La tragediaCuando en 1977 las madres de detenidos – desaparecidos denunciaban frente a
los medios de comunicación los crímenes que cometían los militares, en realidad estaban
advirtiendo a toda la sociedad que la tragedia se estaba llevando a cabo a la vuelta de la
esquina. Entonces esas madres eran las viejas locas. Así, el paso del tiempo no sólo les dio la
razón, sino que también les devolvió la cordura a esas “viejas locas”.
En el
documental “Mala Junta” de Eduardo Aliverti, hay una imagen que golpea en el corazón del
espectador. Todo transcurre en la plaza de Mayo. Una madre frente al micrófono de un
periodista grita desesperada pidiendo por el paradero de su hijo desaparecido. El rostro de la
mujer es la cara del horror hecha carne en una madre que agotó todas las instancias posibles
para que le devuelvan a su hijo desaparecido. Grita desesperada, pidiéndole ayuda al
periodista que la entrevista, pero le grita también a la sociedad. Nos grita a nosotros pidiendo
ayuda, pero también solicitando que abramos los ojos ante su tragedia, que no es más que la
tragedia de todo un país, por el que corre la sangre de miles y miles de desaparecidos.
Aquellas madres empezaron su historia ante la tragedia que les tocaba vivir. Luego se las
conocería como las Madres de Plaza de Mayo. Ni más ni menos. Mujeres que habían osado
desafiar al régimen inventaban una forma nueva de hacer política. Salían a la calle y a la plaza
para pedir por sus hijos desaparecidos. Pero también para advertirnos sobre la necesidad de
un país justo y democrático.
En aquellos años no faltaron las amenazas e incluso la desaparición de algunas madres.
Tampoco faltó la insultante publicidad estatal reclamándoles a ellas por no haber prestado
atención sobre qué hacían o con quién se juntaban sus hijos. Las víctimas eran de repente los
victimarios. Y si estaban desaparecidos “por algo debió haber sido”.
La Farsa Si aquella es la imagen de la tragedia, la que hemos podido ver el viernes por la
noche tuvo que ser, si Marx no estaba equivocado, la imagen de la farsa. El escenario es el
mismo. La plaza de Mayo. Nuevamente una mujer con rostro horrorizado pide justicia por su
hijo muerto.
“No soy política ni hago política”, grita la mujer. “Quiero que se haga
justicia por mi hijo muerto. Que toda la sociedad salga y haga algo. No puede ser que el
asesino de mi hijo esté libre”. El grito casi desesperado, es el de una madre que, sin
proponérselo, está haciendo política en la Plaza de mayo. Otra vez la misma imagen pero con
otros rostros. Casi 30 años después. Ahora la tragedia o la farsa se llama “República de
Cromagnon”. Vaya paradoja. Antes se llamaba República Argentina. Los rostros han cambiado.
Las imágenes en blanco y negro de repente son en colores. El micrófono y el periodistas están
en el mismo lugar. Y los lazos familiares son los mismos. Una madre pidiendo justicia por sus
hijos. Y la sociedad mirando el espectáculo de la tragedia y de la farsa sin poder reaccionar
ante la tristeza de lo que ven sus ojos. El insulto no termina allí. Los mismos padres de las
víctimas han sido reprimidos con palos y gases lacrimógenos. Y otra vez escuchamos casi
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La historia: esa tragedia, esa farsa
Escrito por Rubén Kotler
atónitos a algún funcionario echar las culpas sobre esos padres y madres. Otras vez les
reclaman: ¿qué hicieron por sus hijos? ¿Acaso no sabían dónde iban a bailar? Y nuevamente
las víctimas de un sistema de impunidad convertidos en victimarios. Porque ya sabemos. En
esta farsa cuando ocurren las desgracias es porque “algo han hecho” las víctimas para
terminar como terminaron.
¿El Fin de la Historia?
Un conocido autor de origen japonés sostuvo durante los años ’90 la tesis que la historia se
había acabado tras la caída del muro de Berlín. En nuestro país los postulados de aquel
intelectual neoliberal eran llevados a la práctica por un presidente de extracto justicialista. Y fue
durante aquellos años, en que toda la cultura argentina avanzó hacia lo que algunos han
denominado “el menemismo”. Un modelo cultural de una farsa que se continuaba con la
tragedia de los años de la dictadura. Un presidente “peronista” conseguía imponer, por vía
democrática, el modelo de país que habían empezado a edificar los dictadores en los ’70. La
tragedia en aquellos años había costado la vida a miles y miles de jóvenes que se oponían al
modelo que trataban de imponer por medio de la represión los militares y sus personeros del
régimen. La farsa fue ejecutada con toda solvencia por un presidente de extracción popular. La
tragedia y la farsa se encontraron a fin de año en un boliche de la ciudad de Buenos Aires. De
nosotros, como sociedad, depende si nuestra propia historia se ha terminado, chocando contra
las puertas encadenadas de un boliche, o si por el contrario podremos salir a la calle, aunque
más no sea, para acompañar a esas madres y a esos padres que perdieron a sus hijos aquella
noche. De nosotros depende si decidimos volver a mirar a un costado y llamar “viejas locas” a
esas madres que gritan en la Plaza de Mayo o si por el contrario asumimos la tragedia y la
farsa de nuestra historia y nos movilizamos para que los culpables vuelvan a estar en el lugar
que nunca debieron abandonar: la cárcel.
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