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Gobierno vs. Campo:
De la tragedia a la Comedia
Comentan que luego de la derrota en el Senado el ex presidente le pidió a Cristina Kirchner que renunciara a la Presidencia de la Nación. Un secreto a voces que, como buscando concretar una profecía autocumplida, solo vino a mostrar que luego de la denuncia del “golpe” la única voluntad “destituyente” era la del propio denunciante.
Corroborar el delirio, al parecer, para Néstor Kirchner podría haber sido el mejor epílogo de la pelea entre el gobierno y el campo. De ese modo, aunque se corriera el riesgo
de un verdadero drama, ese perturbador desenlace institucional al menos tendría la virtud de cubrirle las espaldas a una formidable simulación. Ella estuvo en el origen del
conflicto y bien podría estar en su final.
“La historia se repite primero como tragedia y luego como comedia”. Nos lo recordó
por “cadena”, la Presidenta Cristina F. de Kirchner, en su ultimo discurso desde la Plaza
de Mayo; en una aproximación errónea a Carlos Marx porque este, en rigor, aludía a la
repetición no como comedia sino como “farsa”. Una definición mucho más precisa para
las circunstancias políticas que se atraviesan porque nos remite a aquellas situaciones
que parecen querer ser lo que no son. La farsa, como se sabe, aparece cuando se aparenta lo que no se es o se dice lo que no se siente.
Es cierto. En cuatro meses de conflicto del gobierno y el campo, por bronca, impericia,
incontinencia verbal y por una equívoca y tosca ideologización, oscilamos entre el susurro trágico del drama griego y el no menos teatral género de la farsa. Un prolífero inventario de personajes y dichos indica que a todos les cabe y nadie podría tirar la primera
piedra. Por su responsabilidad institucional, sin embargo, importa considerar la contribución del matrimonio presidencial a este clima ¿O acaso no es una farsa…
* Que en lugar de apelar al consenso, la concertación social y la Unidad Nacional
la conducción del Estado haya agitado y profundizado durante tres meses falsas antinomias entre el campo y la ciudad, solo para cubrir y darle cobertura ideológica, a un conflicto originado en la incapacidad para corregir a tiempo un enorme error de cálculo:
haber tirado de la cuerda más allá de lo sensato con un impuesto excesivo que, desde un
principio, debió ser evaluado por el Congreso de la Nación;
* ¿No es farsa? Que después de ignorar al movimiento agrario durante más de 4
años, ante los primeros reclamos, no se les ocurriera otra cosa que cerrar las puertas al
diálogo acusando al campo de “golpista”. Una respuesta detractora y tan maniquea como notable en su falta de imaginación. Eso sí: no sorprendente. Después de todo si una
pequeña cruz en la boca de una caricatura de Sabat, fue denunciada por la Sra. Presidenta como un “mensaje cuasi-mafioso”, esta guerra gaucha bien podría ser asimilada al
“cuasi terrorismo de estado”.
* Una impericia y empecinamiento gratuito que lejos de cuidar la gobernabilidad
de una gestión que debe culminar en paz su mandato, solo sirvió para agravar los efectos de una protesta rural, desatada mayoritariamente por los descendientes “gringos” de
aquel legendario “Grito de Alcorta” de 1912. Una movilización agraria que, salvando
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las distancias, no solo fue distinta sino también mucho más contundente y extendida que
aquella gesta de hace casi un siglo;
* ¿Como llamar a esta conducta? Cuando sobran los testimonios que prueban que
Néstor K, en el año 2003, se oponía y criticaba las retenciones (entonces solo de un
10% para financiar la emergencia de la desocupación). Pese a lo cual luego, en el gobierno, las pasó al 27 y al 35 %, para finalmente desbordar el vaso con el 47% de la
discordia. Escalada sin matices que, al tropezar con la resistencia del campo, no impidió recurrir al por entonces ya único salvavidas posible: la idea oportunista que solo se
estaba pretendiendo una justa y mayor distribución de los ingresos;
* ¿O acaso no es una farsa? Haber pretendido imponer de manera unilateral un
impuesto no coparticipado de magnitud confiscatoria. Una imposición concebida para
nutrir la “caja” del reelecto poder unitario de la pareja presidencial que, como no quedó
otro remedio, se la quiso camuflar como un instrumento de política social. Las posteriores modificaciones y concesiones realizadas por el Poder Ejecutivo a los pequeños productores (que fueron arrancadas por la protesta) en todo caso marcan la medida de su
propia torpeza política inicial y la visible mala fe de su cerrazón;
* ¿Si lo que querían era redistribuir riqueza, por que no lo manifestaron desde el
principio? Simplemente porque no se lo proponían. Lo demás fue marketing político
para mostrar intenciones más loables. Pero si con la diferencia de las retenciones (del 35
al 44%) pensaban hacer 30 hospitales, escuelas y caminos… ¿Por qué no dijeron donde
están las escuelas, caminos y los casi 300 hospitales que se podrían haber construido
con las retenciones cobradas el año 2007?
* Acostumbrados a morder la mano a quienes les dieron de comer, poco antes de
esta filantrópica escena, el gobierno se había ensañado con ese “yuyito”, malo, que crece solo, no genera trabajo y destruye el ambiente sin remedio ni compasión. Silenciaron,
claro, que ese “yuyo” y la actividad rural y agroindustrial, fue la llave maestra que nos
permitió salir de la crisis del 2001. En fin, una plantita que no serviría para nada salvo
para recaudar;
* ¿O no es una farsa? Dividir a los argentinos agitando el prejuicio urbano y popular contra los productores de esa parva de granos. El principal e indiscutible alimento
del superávit fiscal, las reservas del Banco Central y de un abundante presupuesto cuyo
manejo no tenía por que ser discrecional. Una parva sobre la que se había parado el matrimonio K., para disciplinar a los actores sociales y políticos y para construir su hasta
aquí fortuna política;
* En vez de esta “preocupación” a destiempo por la redistribución de ingresos,
¿No hubiera sido mejor defender al salario atacando a una inflación que venía desde
antes del conflicto y que el INDEK no podía disimular? ¿Por qué no defender la aplicación de las leyes sociales y combatir el 40% del trabajo en negro? Ya no es posible
ocultar que la mayoría de los subsidios no van a paliar la pobreza. ¿Por qué se toma
como enemigo al sector agropecuario, en beneficio de intereses cada vez menos claros
de la burguesía prebendaría, de la “patria contratista” y sus socios del poder?
* ¿O acaso, por otro lado, no se sabe que pese a su poder político, los Kirchner
nunca se ocuparon de evitar que se extranjerice o concentre la tierra y la renta agraria?
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Que no dudaron, en cambio, en apostar a una fenomenal transferencia de recursos del
campo y las provincias, al poder central. Una coartada para disciplinar a provincias,
gobernadores e intendentes, en el proyecto más antifederal de la historia contemporánea
Argentina;
* La satanización sistemática con cobertura “progresista” genera contradicciones
insostenibles que lleva a los Kirchner a renegar hasta de sus propias amistades. ¿No es
curioso que el gobierno hable pestes de la “oligarquía”, los “pool” de siembra y los
exportadores? Parece chiste. Hizo falta que la oposición denunciara maniobras de estos
últimos, para que el gobierno tomara distancia de los mismos ¿De quién? De Roberto
Urquía, por ejemplo. Nada menos que uno de los principales productores y exportadores
de aceite. El mismo que de la mano de Cristina Kirchner primero fue senador por Córdoba y después presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara por el Frente para
la Victoria. Además de doble comando, doble discurso;
* Gustavo Grobocopatel, el famoso “Zar de la soja”, que opera la red o “pool” de
producción más grande del país (unas 150.000 hectáreas), el año pasado viajó a Venezuela, invitado por ambos gobiernos, para producir y asesorar a Chávez en las actividades agropecuarias. ¿Por qué no? También lo hace en Brasil. Nada malo pero... ¿Para ser
consecuentes con lo teatral querrán meterlo preso ahora?
Tales desatinos, como se sabe, en más de una oportunidad pudieron derivar en tragedia
pero - por la farsa- terminaron estando más cerca de una comedia. El problema reside en
que con tanta simulación esta última nos acerca peligrosamente a la primera. Habrá que
observar los cambios. ¿Se habrá aprendido algo? Esperemos que sí, pero con solo cambiar figuritas no se lo asegura. Es difícil mientras el único que tiene que salir de la cancha y abandonar el partido, no se vaya ni lo haga. Difícil si no deja gobernar.
Por: Orlando Novara
Secretario Político Partido País
Distrito Capital Federal. Julio 2008
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