Incluso la mc/.quina seguridad burguesa es de concretar esc anhela, como sucede de hecho en La noche de los rurasíerus. Esta jnlención no oculta empuja a Alberl a visitar a su esposa. instalada en un pueblo donde cae por casualidad con MI circo; pero ella lo rechaza sin odiu. La misma intención, más un sentimiento de celo, lleva a Ana a entregarse a Franz, que la engaña con una joya falsa. Ana v Alberl empezaron la jornada con otra fmmillíHión: la de pedir vestuario prestado al director de una compañía lucal de teatro. Este los luta con altanería e impertinencia. Más tarde, la policía interrumpirá la clásica vuelta del circo por el pueblo, destruirá una propaganda iniciada con optimismo y les requisará aigunos caballos. Parecería que el hombre fracasase en lodos sus intentos por cobijarse en las insliluciónos sociales; parecería que no encontrase un hueco donde eslni se entre estructuras rígidas e impermeables a su dulur e indigencia. La escena en que los componentes tlel circo revelan su hambre y su fracaso económica es significativa. Pero lo es mucho más después de una sucesión de contrastes. Priste condición la del ser humano, condenado a deambular sin nada a i|üe asirse, siempre detrás de lo inalcanzable que, como un espejismo, parece esperarlo del ras de cada recodo y alejarse paso a paso. El amor, la mujer y la derrota. Ni siquiera el amor proporciona un alivio en tanta dureza. Concebido como atracción, como un oasis reparador o un paréntesis en la forzada marcha, si no yu conw su término, concluye siempre con el descocante. La mujer presenta una dublé i nde va a romperse la ilusión y la esperanza del hombre. Alma, mujer del payaso Frost. es una mezcla de animalidad obscena (secuencia en que se desnuda frente a los artilleros) y de ternura (llanto por el dolor de su marido > la muerte del El hombre peregrino. oso); Agda, esposa de Alberl, se muestra reposada, más aún, creadora de un ambiente de paz; pero Hay escenas tan inconfundibles en las películas inepta para abrir las puertas de su intimidad y de Bergman como los paisajes románticos de Coral. compartir las ventajas adquiridas con su legítimo Asi sucede con el comienzo UL- La noche de lo» fo- esposo; Ana es una amaine con capacidad de carasteros, donde \<>* carromatos de una caravana cir- riño y necesidad de prolección; pero celosa e incense se destacan sobre la linea del horizonte y fiel. Las Lros son causa de dolor y de fracaso. El demento femenino, obsesión de Bergman, luego se inlroducen en la niebla de un bosque. La insistencia en pasar por primeros planos su- aparece, pues, haciendo más pesado el duro transicesivos ruedas y caballos en marcha indica la pre- tar del hombre, contribuyendo a su desengaño. meditación del director en trasmitimos el movi- Catlorelli, critico italiano, ha dii.hu: Bergman ha miento. Este movimiento pronto se transformará buscado a Beatriz en la mujer, pero sólo ha enen e! marco de una miserable peregrinación, cuando contrado a Dalila. Albert, el personaje central, reúne en sí esta se introduzca al hombre. Vuelve a aparecer aquí .1 sello de Beigman, no ya el del Bergman forjador experisndá negativa y dolorosa. Al final, parece de composiciones plásticas, sino el no menos incon- que va a desquitarse de Franz, el seductor de Ana; fundible del argumentista. Y éste es el que va a pero inopinadamente su corpulencia nada le sirve dominar, haciendo sentir a ratos el peso del pen- y es derrotado en público por su delgado rival, conocedor de la técnica del boxeo, moderna para la sador sobre el creador de imágenes, poniendo en peligro la caligrafía de la película ante la necesidad época en que se sitúa la película. Bebido, trata de dv dar paso a su contenido ideológico y narrativo. suicidarse-, llegando al colmo de su amargura y A través de Alberl, direclur de circo. > su truupe abyección. Su suicidio falla y se ve constreñido a de artistas vagabundos se nos muestra la condición continuar su vida ambulante, llevando a su lado .. humana, en permanente búsqueda de pa¿ y de fe- la infiel Ana. La noche de los forasteros 568 IJ'I lenguaje. Todo está expresado en un estilo muj típico de Bertiman. que anuncia su futura maestría Con frecuencia recurre a los primeros planos, que nes Inducen el movimiento o nos muestras •n .1 humanu el dolor v la derrota, la pequenez v la indigencia. Otro recurso mu\ usadu es d del contracampo, especial para significa] antagonismos. A ratos reemplaza su u^ual contraste cíe luz y sombra |i<jr una atmósfera lívida difusa, cuando penetra en el inundo de los recuerdos (desnudez de Alma). Talvez el mayoi defecto de estilo iu constituya la irregularidad. Mientras MJ descripción se loma a veces lenta e insistente, acumulativa de detalles hasta el barroquismo, en otras, se desarrolla cun excesiva rapidez, esbozando apenas su contenido. Dentro de la evolución de Dergman. Esta película, producida en 1953, marca el término de una etapa d^: Bergman. Despulís de dedicarle un año de intenso trabajo y de volcai en ella roda su personalidad, tuvo que soportar una crítica demoledora, el frataso de público y el consiguiente fracaso económico. Tanto fue así, que se vio obligado a esperar unos nños antes de reiniciar :.u actividad cinematográfica, cen una nueva temática v en otro tono. La noche de los forasteros apareció como un film repulsiva p<ir su amargura y pesimismo, por la crueldad sin concesiones con que ijculado. Ahora, conocido Bergman por sus obras posteriores, puede el público acoplar esle tilm y descifrar su fondo. Ahora se comprende y se le encuentra sentido a ese afán torturador que parece dominarlo. En ese momento (1353), BiTgrnan es un J.-Mlusionado. Su etapa naturalista, su tesis de que el lionibtv está hi-cho pura gozar sin trabas ai normas, que no son otra uosa que prejuicios inútiles J nocivos, lo llevo a desembocar en ese hastío pesimisia v amargo. Al querer saciar su vacío con el amor, se encontró con una conciencia más fuerte \ más lúcida <h- su vaciedad, con la implacabilidad del destino que destruye los sueños humanos y con un deseo más intimo v radical que el del gotv .1 la carne En La noche de los forasteros se advierte esta visión naturalista llevada a sus extremos, mas aún, en plena e inevitable crisis. No le quedará después a Bergman sino enfrentar el problema del absoluto y del más allá, que plantéala en El séptimo sello v en El rustro v que irá respondiendo positivamente en I.a-s fresas salvajes y IJI fuente (le la doncella, Resumen. Film irregular de un director nu llegado a la pleniiud de M;S mccii'ís; ¡ireumemo cruel y despiadado; retrato de la miseria humana; sinceridad v aciertos notables de ejecución; ultima grada en la etapa naturalista de Bergman. Censura de la .-\.C. 6" grupo. Gerardo CLAPS, SJ. 569