LEOPOLDO ALAS CLARÍN. La Regenta.Argumento. File

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La regenta
Leopoldo Alas Clarín
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-regenta/regenta-capitulo-1/445812/
La bella
Ana Ozones, hija de un revolucionario obligado a emigrar y huérfana de
madre, a la muerte de aquel es recogida por dos tías hipócritas y santurronas, doña
Anuncia y doña Águeda, cuya única inquietud por la joven se reduce a encontrarle un
marido rico. Así, al cumplir los 20 años de edad la casan con don
Víctor
Quintanar, magistrado cincuentón, bueno, amable y culto. Se instalan en la ciudad
provinciana de Vetusta, pues don Víctor es nombrado regente de la audiencia en dicho
lugar. Desde este momento todos conocen a Ana Ozores como la Regenta.
La diferencia de edad con su esposo, quien además se desentiende física y
espiritualmente de ella, ocupado sólo en ir de cacería, criar pájaros y leer obras de teatro
así como la carencia de hijos, son una amarga experiencia para Ana Ozores. Apasionada
y sensual, sin poder satisfacer sus aspiraciones y necesidades junto a su esposo, se
siente ahogada por el ambiente que la rodea.
Después de ocho años de matrimonio estéril, insatisfecha, frustrada y vacía por la vida
rutinaria de Vetusta, busca consuelo en la religión y en prácticas piadosas, inducida por su
confesor
don Fermín de Pas. Pero el trato frecuente de Ana con el sacerdote,
joven de 35 años de edad, involuntariamente despierta en este una pasión amorosa, de la
cual ella se aparta horrorizada.
Don Álvaro Mesía,
un donjuán provinciano, desde tiempo atrás galanteaba a
Ana Ozores sin que ella le prestara la más mínima atención. Ana, al descubrir los
sentimientos equívocos de su confesor, sufre una tremenda desilusión. Debido a su
debilidad de mujer joven e insatisfecha se entrega a Álvaro Mesía
Cuando el confesor se entera de este hecho, cegado por los celos y el deseo de
vengarse, se vale de la criada Petra para hacer saber al marido del adulterio de Ana.
Víctor Quintanar reta en duelo a don Álvaro. Inesperadamente, Mesía mata a don Víctor y
huye de Vetusta.
El desenlace de la obra es dramático: Ana sufre el menosprecio no sólo de la hipócrita
sociedad de Vetusta sino también del despechado confesor, Fermín de pas, quien la
abandona a su suerte.
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