Comentarios acerca de Racker y la contratransferencia * Ana Lichtmann El aporte de Heinrich Racker al estudio de la contra transferencia es, sin lugar a dudas, un trabajo pionero en el campo del psicoanálisis; marcó un jalón fundamental en la comprensión y utilización de la contratransferencia como instrumento terapéutico y dio impulso a investigaciones fructíferas que prosiguen en la actualidad. Es bien conocida la primera mención de Freud, en 1910, en que señala que es preciso que el psicoanalista reconozca y supere la contratransferencia que surge en él de resultas de la influencia del paciente con sus sentimientos inconscientes. En esta oportunidad señala también que ningún psicoanalista llega más allá de lo que sus propios complejos y resistencias se lo permiten; de ahí la necesidad del constante autoanálisis mientras está analizando a sus pacientes. Dos años después (1912) reitera que el analista no debe tolerar ninguna resistencia en sí mismo que impida el tomar conciencia acerca de lo que ha sido percibido por su inconsciente, puesto que en caso de no hacerlo introduciría una selección y distorsión que sería peor aun que la concentración consciente. El analista debe estar al tanto de aquellos complejos propios que podrían interferir en su aprehensión de aquello que el paciente le dice. Toda represión no resuelta por él constituye un punto ciego en su percepción analítica. Es decir, Freud consideró la contratransferencia como una perturbación y un serio peligro en la tarea del analista, como en realidad puede llegar a ser, y acentuó la responsabilidad del analista en cuanto al conocimiento y superación de su propia problemática. La consecuencia inmediata de este descubrimiento freudiano fue la institución del análisis didáctico, que se convirtió en base de la formación psicoanalítica. * Dirección: Pacheco de Melo 1999/81, 13º "A", (1126) Capital Federal, R. Argentina. 620 Ana Lichtmann Es en esta línea, de peligro de la contra transferencia para la labor analítica, que aparece el primer trabajo de Racker leído en A.P.A. en 1948. Considera las resistencias que existían aún con respecto a la investigación de la contratransferencia; señala cómo los conflictos edípicos y pre-edípicos, así como también los procesos patológicos, continúan en la neurosis de contratransferencia y cómo interfieren en la comprensión, interpretación y conducta del analista. Lo que aquí más le interesa es aquella parte neurótica de la contratransferencia que perturba la labor del analista. De la misma manera que la neurosis original y la de transferencia también la neurosis de contratransferencia está centrada en el complejo de Edipo, cuyos diversos aspectos se repiten en la relación analítica; de ahí los peligros y las consecuencias que las reacciones contratransferenciales neuróticas implican. Dos años después, en setiembre de 1950, presenta otro trabajo en A.P.A., en que intenta formular el significado de una cierta reacción contratransferencial, estableciendo una regla que permitiera deducir de la contratransferencia la situación psíquica del analizando. Este trabajo marca ya la tendencia dominante que habrá de caracterizar las futuras investigaciones de Racker y que en esta comunicación se reafirma: la contratransferencia como un instrumento técnico de gran importancia en cuanto a una respuesta emocional, en buena parte, a la transferencia y como tal indicadora de lo que sucede en el analizando en la relación analítica. Posteriormente Racker señaló que la contratransferencia al codeterminar la actitud del analista frente al analizando, codetermina los destinos de la transferencia, es decir, que en cierto modo la contratransferencia también configura el campo donde se producirá la modificación del paciente. Un hecho que siempre me ha intrigado, al igual que a Racker, fue el gran intervalo entre el descubrimiento de la contratransferencia por Freud y cuya importancia fue tal que determinó un cambio en su actitud respecto del análisis didáctico en la formación del analista, y los desarrollos del descubrimiento. ¿Por qué el "descuido" de este aspecto durante tanto tiempo (40 años) y el cambio que se produce casi simultáneamente con el trabajo de Racker? Racker reconoce que la lectura del trabajo de P. Heimann, publicado en octubre del 50, que mostraba una concordancia bastante amplia con sus puntos de vista, lo alentó a seguir investigando; ninguno de los dos tuvo conocimiento previo de sus respectivas investigaciones. Se dio lo que algunas veces se observa en otros campos científicos cuando ciertos descubrimientos tienen lugar simultáneamente desde distintos puntos, sin interconexión previa. Existían también algunos otros aportes, tales como el de Winnicott de 1947 y los de A. Reich y M. Little publicados en el IJPA de 1951, pero los únicos que enfocan la contratransferencia como instrumento para la compren- Comentarios acerca de Racker y la contratransferencia 621 sión, es decir, para la función interpretativa del analista, son los de P. Heimann y Racker, siendo ampliamente reconocidos como pioneros en este campo. P. Heimann publicó sólo dos trabajos, el del 50 y otro diez años después, y no volvió más sobre el tema o sólo con menciones esporádicas. Racker publicó una serie de trabajos en los que estudió minuciosa y sistemáticamente aspectos importantes de la contratransferencia con profusión ele ejemplos clínicos, que articuló en una teoría coherente y amplia que publicó poco antes de morir JI;. Pero volviendo a la pregunta planteada respecto al retraso del estudio de la contratransferencia, Racker lo atribuye, hipotéticamente, a la posición de los analistas frente a sus propias contratransferencias, es decir, de un rechazo a los restos sin resolver del viejo conflicto con la propia parte primitiva y con la propia neurosis. Este conflicto está estrechamente vinculado con los ideales irreales infantiles, cuya supervivencia se debe a deficiencias del análisis didáctico de estos mismos aspectos en la transferencia. Esta situación se da también en el analista didáctico y sólo superando estos ideales infantiles y venciendo mejor la represión de la contra transferencia es que se conseguirán mejores resultados. Es decir, Racker atribuye el atraso del estudio de la contratransferencía a los remanentes infantiles neuróticos no aceptados por el analista. Pero ¿cómo se explicaría entonces la explosión de la "aceptación" de estas reacciones contratransferenciales en este momento? ¿Por qué ahora? Desde hace tiempo vengo pensando que el trabajo de M. Klein del año 46 pudo haber jugado un papel importante en este cambio de los analistas hacia la contratransferencia. En 1976 I~ dije que "a mi entender, fue la utilización de los conceptos de escisión e identificación proyectiva e introyectiva que, al modificar la técnica, promovió el desarrollo de la concepción acerca de la contratransferencia". En 1979 1" señalé que el concepto de identificación proyectiva y sus efectos en el objeto aparecido en el 46, permitió reexaminar las vivencias del analista y comprenderlas en función de este nuevo descubrimiento. Señalé también que la necesidad de conciliar los dos esquemas teóricos impidió que Racker pudiese evaluar hasta qué punto la técnica kleiniana, que él mismo manejaba, favoreció la investigación de la contratransferencia. Al describir M. Klein los efectos del splitting e identificación proyectiva, las alteraciones que pueden producir en el objeto, el descubrimiento del efecto intrusivo, invasor de ciertas identificaciones proyectivas del paciente en el analista, pudo haber allanado el camino para reconocer los sentimientos contratransferenciales. Estos pudieron ser vistos no ya sólo como expresión de remanentes neuróticos del analista sino también como efecto específico de la identificación proyectiva de aspectos rechazados del paciente; de ahí su utilidad como instrumento de comprensión de lo que el paciente no toleraba en él mismo. 622 Ana Lichtmann Una confirmación de esta hipótesis la encontré en el libro póstumo de H. Rosenfeld 17 donde expone un caso de sus comienzos, una paciente muy bloqueada emocionalmente y negativista cuyas reacciones transferenciales sólo pudo reconocer a través de sus propios sentimientos. Se dio cuenta de que su dificultad con esta paciente se relacionaba con su intensa proyección de aspectos de sí misma en él y que promovía en ella sentimientos persecutorios a la retaliación. El trabajo de H. Rosenfeld acerca de esta paciente, que presentó en el 47, fue según él, una aplicación del trabajo de M. Klein del 46, que abrió el campo para la comprensión de los pacientes psicóticos y el tipo de relación que crean en el tratamiento. El único modo en que el analista se percata de las proyecciones de que ha sido objeto es advirtiendo una súbita experiencia emocional, que representa un aspecto del paciente en su propia experiencia interna. Lo curioso es que aunque el trabajo de P. Heimann sobre contratransferencia se lo considera un aspecto esencial del cuerpo teórico kIeiniano, M. Klein se rehusó a aceptarlo, puesto que sostenía, siguiendo en esto a Freud, que la contratransferencia es algo que interfiere con el análisis, y éste fue, en lo manifiesto, el punto de partida de la ruptura entre ambas". En nuestro medio fue L. Grinberg (1963) quien con su concepto de contraidentificación proyectiva hizo un aporte a la teoría de la contratransferencia al mismo tiempo que destacaba el papel de la identificación proyectiva y sus efectos peculiares producidos en el objeto, en personalidades regresivas. Establecía como diferencia entre la contratransferencia complementaria de Racker y la contraidentificación proyectiva que en esta última el analista no participa con sus conflictos sino que queda dominado por el proceso proyectivo del paciente y llevado pasivamente a desempeñar el papel que el paciente le asigna. Últimamente (1982) Grinberg reformuló, rectificando este concepto 7; rescata las posibilidades que la identificación proyectiva le ofrece al analista de vivenciar un espectro de emociones, que si son bien comprendidas, pueden convertirse en instrumentos técnicos sumamente valiosos para entrar en contacto con los niveles más arcaicos del paciente. De esta manera Grinberg se acerca a la concepción de la contra transferencia de Racker pero destacando, como punto decisivo de su aporte, el factor comunicativo de la identificación proyectiva. Asimismo Bryce Boyer (1992) sostiene que la gran mayoría de los autores actuales que se ocupan de las reacciones transferencia-contratransferenciales utiliza el concepto kleiniano (1946) de escisión e identificación proyectiva e introyectiva en sus intentos de comprender los fenómenos. Afirma que la labor de M. Klein ha sido la influencia más fuerte en favor del cambio de perspectiva que llevó a que las interpretaciones apunten ahora a la interacción entre paciente y analista en un Comentarios acerca de Racker y la contratransferencia 623 nivel intrapsíquico y profundizó la comprensión moderna de la contratransferencia. Volviendo a Racker, la idea fundamental que sostiene es que transferencia y contratransferencia son el eje del proceso analítico; constituyen una unidad indisoluble, y tienen no sólo formas sino también dinamismos semejantes. Racker considera la contratransferencia como la respuesta psíquica total del psicoanalista frente a la transferencia del paciente; ambas designan tanto los aspectos repetitivos como los aspectos originales de la interrelación analista-analizando. Al considerar al analista como comprometido en la situación analítica con su inconsciente, sus objetos internos, sus aspectos infantiles, sus remanentes neuróticos, abre una nueva perspectiva del proceso analítico enfocado como una relación de a dos, como una neurosis interpersonal. En este enfoque la autobservación del analista adquiere tanta jerarquía como la observación del paciente, más aun, se constituye en la modalidad técnica más eficaz de comprender al paciente. A este efecto el analista se identifica con los distintos aspectos del paciente, pero sólo parcialmente, mientras al mismo tiempo observa la situación interpersonal. En tanto la identificación sea "concordante", es decir con el yo del paciente, todo transcurre sin problemas, no así cuando es con los objetos internos del paciente, "identificación complementaria". Es esta segunda modalidad la que aparece como más problemática y casi todos los conceptos formulados por Racker se refieren a esta forma de contratransferencia, que esla que trata de sistematizar estableciendo correlaciones específicas entre determinadas reacciones contratransferenciales y las situaciones transferenciales de los paciente que las promueven. Al enfocar las relaciones analíticas como una interacción entre dos sujetos funcionando cada uno bajo el efecto de tensiones y conflictos que deben ser comprendidos, desde el punto de vista analítico, Racker echó por tierra lo que llamó "el mito de la situación analítica" refiriéndose al mito de un analista espejo o de su funcionamiento similar al de un cirujano, o de un analista "sano" frente a un paciente "enfermo". Su preocupación por encontrar nuevas vías de acceso a la comprensión de la problemática inconsciente del analizando, a través de la percepción de las múltiples vivencias emocionales del analista en la situación transferencial y su instrumentación interpretativa, abrió un importante campo en las posibilidades de acción del psicoanálisis. A partir de ahí se cuestionó más la participación del analista en el proceso analítico y la analizabilidad dejó de ser patrimonio exclusivo de la psicopatología del paciente. La mayor atención puesta en los estadios preverbales, preedípicos y sus manifestaciones afectivas en la transferencia pusieron de relieve la 624 Ana Lichtmann trascendencia del registro de las reacciones emocionales en la contratransferencia y su utilización en la comprensión del analizando. Originalmente el psicoanálisis se orientaba a las neurosis de transferencia; con la introducción de las estructuras de carácter narcisista, borderline, adicciones, perversiones y sobre todo las psicosis, las reacciones contratransferenciales del analista fueron adquiriendo mayor trascendencia aun, siendo a veces el único acceso a la comprensión del paciente. Lo que actualmente se dio en llamar "la escucha del analista" involucra no sólo la percepción emocional y el uso de la misma en la comprensión del paciente, sino también su modo de instrumentación mediante el uso de las teorías que sustentan las convicciones analíticas. Las teorías que aprendemos en el curso de nuestra formación se incorporan a un estrato que se halla próximo al conocimiento instintivo, que constituyen la base de nuestra conceptualización formal y las que nos capacitan en la vehiculización instrumental de las percepciones emocionales movilizadas ". Es cierto, como dice Racker, que la no comprensión del paciente por el analista promueve transferencias negativas, lo que a su vez puede traducirse en contratransferencias negativas, pero esta comprensión está supeditada, en gran medida, a lo que el analista sabe, no sólo acerca de sí mismo, en cuanto a su funcionamiento psíquico, sino también en un sentido más amplio, en cuanto a todo lo que ha estudiado, leído e incorporado teóricamente. Racker promovió la apertura de un campo prácticamente virgen en el mundo psicoanalítico, al enfocar al psicoanalista como participante comprometido en la situación analítica, y este enfoque tiene plena vigencia en la actualidad. El interés por la contratransferencia ha crecido en razón de la inclusión terapéutica de pacientes regresivos que hace más imperioso comprender esta interacción. La afloración de estas reacciones primitivas transferencia-contratransferenciales se hace dificultosa cuando el analista no tolera la regresión de sus pacientes, como ocurre según Brice Boyer ', en ciertos sectores de EE.UU. Interpretar a partir de la contratransferencia parece ser poco común en la práctica de los analistas norteamericanos, pero no así en entre los neokleinianos. La influencia del pensamiento neokleiniano, en donde ubica a Racker, está promoviendo una verdadera revolución, en este sentido. También tiene lugar una revolución similar, con la introducción de la contratransferencia en las técnicas del campo de la investigación de la cultura y el desarrollo de la personalidad, así como también en el campo antropológico. Últimamente el canadiense Pierre Doucet " afirma que el estudio de la con tratransferencia ofrece algunas de las mejores evidencias de la constante evolución del psicoanálisis, siendo uno de los conceptos cuya significación ha cambiado notoriamente. Enumera algunos aportes al Comentarios acerca de Racker y la contratransferencia 625 respecto entre los analistas francoparlantes que, aunque aparecieron tardíamente, hicieron una verdadera irrupción en la década del setenta, con numerosas contribuciones tanto en el campo teórico como clínico. Cita a Racker como el autor que más temprana y completamente se dedicó a este estudio, enfatizando su visión de la contratransferencia como instrumento de comprensión terapéutica y desde esta perspectiva es su contribución. Encuentra absolutamente necesario un estado de regresión para entrar en contacto y vibrar a tono con el inconsciente. El primer móvil, en cuanto a la catexis energética del fenómeno de "emociones compartidas", debe ser visto como el de identificación proyectiva. Doucet describe una reacción imaginaria que denomina "la reacción de la casa" que él encontró en sí mismo como algo específico, propio y que no es necesariamente aplicable a otro analista; cada uno debe descubrir su propia imaginería, que usará para trabajar su contratransferencia. Confirma también que una interpretación basada en la experiencia emocional del analista tiene gran fuerza terapéutica y es de gran efecto. La situación transferencial-contratransferencial es una cuestión muy individual, típica de una determinada pareja analítica, en una cierta etapa del proceso analítico, y su matriz no puede ser reproducida fuera de su interacción. Esta perspectiva incentiva al analista en su búsqueda del uso creativo en la comprensión de la situación transferencial-contratransferencial, al mismo tiempo que lleva a replantear la analizabilidad, o más bien el grado de analizabilidad. Mientras más amplia y accesible a su conciencia sea la riqueza de la gama emocional y conceptual del analista, más posibilidades habrá de que encuentre el camino de acceso a lo inconsciente del analizando. Pero también abre el campo de posibilidades en cuanto a que lo no posible con uno pueda serlo con otro analista. No obstante, persisten aún en ciertos sectores reparos en cuanto a los peligros en el uso de la contratransferencia en su instrumentación técnica. Rescataré los que, como Racker, considero los más serios, los peligros que provienen de aquello que se infiltra en las técnicas analíticas siendo ajeno a su esencia, es decir, a la función del analista de hacer consciente lo inconsciente, o sea a todo lo que a veces desplaza indebidamente al instrumento técnico por excelencia, la interpretación, como por ej. la sugestión, el consejo, los ideales subjetivos y tal vez neuróticos del analista, su actuar compulsivo, etc. Al poner al descubierto lo que hasta el momento había permanecido en la sombra, Racker nos ha permitido asomarnos a un mundo de posibilidades de instrumentación terapéutica, tornando en ventaja lo que previamente había sido visualizado como obstáculo. Su vigencia en la actualidad la atestiguan las múltiples versiones de su aplicación en la técnica psicoanalítica, a través de los trabajos publicados, conservando un potencial de apertura a posibles desarrollos ulteriores. 626 Ana Lichtmann Bibliografía 1. Baranger, W. 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