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MATERIAL SIN FINES DE LUCRO, SÓLO CON FINES DIDÁCTICOS E INFORMATIVOS
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LA ACRÓPOLIS
El poderío político, económico y cultural que llegó a alcanzar la ciudad-estado de
Atenas en torno al siglo V a C, su Edad de Oro, tiene su más claro reflejo en el
deslumbrante conjunto de monumentos civiles y religiosos erigidos en la Acrópolis
ateniense y sus alrededores, cumbre imperecedera del arte y la arquitectura de todos
los
tiempos.
Allí podemos admirar el Partenón, el Erecteion con sus Cariátides, el templo de
Niké, los Propileos, pero también una asombrosa colección de estatuas arcaicas
recuperadas de templos más antiguos, hoy perdidos, que dan testimonio del proceso
evolutivo que experimentó la escultura griega hasta conquistar la perfección.
Se denomina Acrópolis ( acrópolis, literalmente 'ciudad alta') al emplazamiento más
elevado de las antiguas urbes griegas, un recinto
fácilmente
defendible
principales
edificios
donde
se
ubicaban
religiosos
y
sus
civiles.
Las concentraciones de núcleos de población en
lugares elevados y relativamente inexpugnables,
como cerros, altozanos y promontorios escarpados
dominando valles y tierras, se dieron en todo el
continente europeo desde el neolítico. Sobran
ejemplos
de
este
fenómeno
y
el
motivo
es
fácilmente explicable por puras razones de lógica defensiva. La península griega no era
una excepción, y desde la más remota antigüedad cada 'polis' o ciudad-estado del país
contaba con una acrópolis, donde era alojado el arconte o soberano hereditario, donde
se erigían los principales santuarios y fortalezas, y que servía de último refugio en caso
de asedio a la población. Las ruinas de las acrópolis de Micenas y Tirinto, con sus
inmensos muros de aparejo ciclópeo, son las más impresionantes de la era preclásica.
La fundación de una 'polis' era un acto de carácter esencialmente sagrado, y por
ello el establecimiento de un lugar para albergar a los dioses era un factor
determinante en su planificación urbana. La elección de un paraje alto y de difícil
acceso resultaba conveniente tanto desde un punto de vista religioso (las montañas y
colinas estaban impregnadas de un aura de misterio que denotaba la presencia de la
divinidad) como militar (con el fin de asegurar su mejor protección). Toda acrópolis
detentaba, por lo tanto,
la doble función de complejo sacro y ciudadela defensiva.
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La Acrópolis fue el núcleo de origen y foco de irradiación de la ciudad-estado de
Atenas. Fue construida como sede de Atenea, la divinidad titular de la ciudad, a la que
debe su nombre. Esta diosa poseía una doble personalidad o 'hipostasis': el de Atenea
Polias era su aspecto pacífico, como protectora de las fuerzas de la tierra, favorecedora
de la fertilidad y los nacimientos; el de Atenea Palas representaba su aspecto belicoso,
como virgen guerrera y defensora de la ciudad. Su iconografía en los templos estaba
asociada a la serpiente, y más tarde a la lechuza, animal este último que devino con el
tiempo en el símbolo de Atenas.
Erigida sobre una afilada mole rocosa de tres hectáreas de superficie a unos 150 m
sobre el nivel del mar, dominando el valle del Iliso, y con un solo acceso para salvar
sus verticales paredones, la Acrópolis de Atenas fue desde tiempos remotos un
emplazamiento estratégicamente inmejorable para una ciudadela y un santuario. Se
han hallado en sus cercanías vestigios cerámicos del neolítico, y en una de sus laderas,
debajo de un manantial, pozos de agua de la edad de Bronce que acreditan un alto
nivel de ocupación y una avanzada tecnología. La presencia en ciertos rincones de
tramos de murallas de sillares ciclópeos (nunca mejor dicho: la imaginación popular
atribuyó estas construcciones a los cíclopes) atestiguan que en época micénica (hacia
el XIII a C) ésta era ya una fortaleza importante. Los lugares de culto y el palacio real
estaban aquí a salvo de las invasiones dorias que acosaron la ciudad desde el 1200 a
C.
En el siglo VI a C, época protoclásica de Atenas, llamada también 'arcaica', destaca
la figura del tirano (del griego 'tyrannos', soberano llegado al poder por el uso de la
fuerza) Pisístrato, aristócrata ateniense (ca 600 - 527 a C) que logró gobernar el Ática
tras derrotar a sus rivales en la batalla de Pallene. Bajo su reinado, Atenas
experimentó una fuerte explosión demográfica, acompañada de un florecimiento
cultural sin equivalentes desde los tiempos de la civilización micénica. Pisístrato
respetó las reformas de Solón, sentando las bases de la hegemonía ateniense, e
implantó el culto a Atenea como patrona de la capital, en aras a consolidar la unidad
religiosa
de
sus
habitantes.
Un siglo antes que Pericles, Pisístrato emprendió un plan integral de urbanización
de la Acrópolis de Atenas, mandando edificar grandes monumentos en piedra en
sustitución de los templetes primitivos, entre ellos los pórticos (o Propilæa) de acceso,
un gran templo períptero a Atenea Polias en el centro de la Acrópolis, y numerosos
'tesoros' (pequeños edificios donde se guardaban las ofrendas y exvotos sagrados que
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aristócratas y pudientes donaban a la
ciudad). Acometió también la ampliación
del 'Templo Viejo', un gran santuario
arcaico, precedente del Partenón actual,
cuyos cimientos yacerían debajo de éste.
Los frontones triangulares del Templo
Viejo fueron ornados con esculturas en
caliza
policromada
de
vivos
colores,
representando luchas de leones y toros,
y, en los ángulos, monstruos de tres
cuerpos con cola de serpiente.
Se han hallado en la Acrópolis, además, numerosos fragmentos escultóricos en piedra
pertenecientes a otros santuarios de la época de Pisístrato y de sus hijos –que le
sucedieron en el poder–, multitud de figuras votivas en forma de 'korés' y 'kuros', así
como rastros de un gran templo inacabado. Todas estas esculturas arcaicas se exhiben
en
el
Museo
de
3
la
Acrópolis.
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Desaparecidas las tiranías de los hijos de Pisístrato Hiparco (asesinado en el 514 a
C) e Hipias (derrocado en el 510 a C), se desmanteló la fortaleza y se restauró la
Acrópolis, haciéndola más fácilmente accesible. Las obras del primer Partenón tuvieron
su inicio al poco de la victoria de los atenienses al mando de Milcíades sobre los persas
invasores
en
la
batalla
de
Maratón
(490
a
C).
El año 480 a C marca un punto de inflexión en la historia de Grecia, al producirse
la ocupación de Atenas por los ejércitos persas del rey aqueménida Jerjes. Las tropas
persas arrasaron e incendiaron la ciudad, incluida la Acrópolis. A partir de entonces los
atenienses tomaron conciencia de su vulnerabilidad ante los ejércitos extranjeros, y
'los persas' se transformaron en el enemigo por antonomasia, encarnación de la
amenaza perpetua que pendía sobre el frágil sistema de ciudades-estado instituido por
los griegos.
Ese mismo año la flota ateniense, comandada por Temístocles, logró una nueva y
crucial victoria sobre los persas en la batalla naval de Salamina, que dio un vuelco al
conflicto y frenó la expansión del imperio persa hacia el Mediterráneo. Tras la
recuperación de Atenas dos años más tarde, y con los subsiguientes y magnos
proyectos de reconstrucción de la urbe, comienza la llamada Edad de Oro de la Grecia
clásica.
El general Cimón, hijo del héroe de Maratón Milcíades, prolongó el hostigamiento
bélico contra los persas, derrotándoles en sucesivas batallas. Estos triunfos reportaron
a Atenas sustanciosos ingresos económicos y afianzaron su hegemonía en el mundo
helénico. Cimón construyó los tramos amurallados al norte y sur de la Acrópolis, y
fortificó la ciudad baja rodeándola con los llamados Largos Muros, una kilométrica
muralla que se prolongaba hasta el mar y conectaba por un ancho corredor la capital
con el puerto del Pireo. Encargó también a Fidias la realización de la gigantesca
estatua en bronce de Atenea Promaco, que presidiría la explanada de la Acrópolis.
A su muerte (450 a C), el partido radical democrático logró imponerse al viejo
partido aristocrático, y su líder Pericles llegó al poder. El modelo de régimen llamado
'democracia' (o gobierno del pueblo, de 'demokratía', vocablo griego compuesto de
'demos', pueblo, y 'kratein', gobernar, derivado a su vez de 'kratos', fuerza) hacía aquí
sus primeros pinitos, oponiendo a las preexistentes tiranías y aristocracias un sistema,
propugnado en un principio por un solo partido, basado en la elección del líder por
sufragio de los ciudadanos. Y si bien es cierto que el derecho al voto era muy
restringido (no podían votar las mujeres, los campesinos, los esclavos...), no dejó por
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ello
de
constituir
un
gran
paso
adelante
en
la
historia
de
la
civilización.
Conviene escuchar las ilustrativas palabras que el mismo Pericles dirigió a sus
contemporáneos en su famoso discurso del invierno del 431 a C, primer año de la
guerra del Peloponeso:
Poseemos una forma de gobierno que no copia las
instituciones de nuestros vecinos; más bien servimos de
ejemplo a los demás, en lugar de imitarlos. Y recibe
ciertamente el nombre de democracia, porque el gobierno no
está en manos de unos pocos, sino de muchos. Si por un lado,
de acuerdo con nuestras leyes, todos los hombres son iguales
en lo que se refiere a las disputas particulares, por otro, en
base a la consideración que cada uno tiene, según la
estimación pública, en algún respecto, puede obtener un
cargo público, y no tanto por la clase social a la que
pertenece, cuanto por sus méritos. Ni siquiera en el caso de
un ciudadano pobre, si tiene capacidad para prestar un
servicio a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su
condición
ocupar
un
cargo1.
Bajo el régimen de Pericles, a mediados del V a C, Atenas llegó a su apogeo,
convirtiéndose en la ciudad-estado más poderosa e influyente entre las del mundo
griego,
a
la
que
sólo
hacía
alguna
sombra
Esparta.
Pericles (495 - 429 a C), hijo del general Jántipo, miembro de una acaudalada familia
ateniense, comenzó su carrera política estableciendo tratados de paz con otros estados
griegos hostiles a Atenas (451 a C) y con Persia (450 a C). Poco después organizó un
proyecto destinado a la unificación de todo el mundo helénico (incluidas las islas del
mar Egeo y el Asia Menor) bajo la soberanía ateniense y a convertir Atenas en la
capital político-cultural de Grecia. Para reforzar su propio liderazgo, ordenó trasladar el
tesoro de la Liga Delia a Atenas. La Liga Delia era una confederación de ciudadesestado e islas egeas creada para hacer frente común al expansionismo del imperio
persa (de Delos, el islote sagrado de las islas Cícladas, cuna de los hermanos Apolo y
Artemisa, isla-santuario donde la alianza tenía depositado su 'tesoro', es decir, las
ofrendas y contribuciones a la causa de los distintos pueblos aliados, y desde donde se
administraban las riquezas recaudadas). Pericles, con vistas a reafirmar la supremacía
ateniense, convocó una conferencia panhelénica a fin de promover la reconstrucción de
los templos griegos destruidos por los persas y la celebración de sacrificios a los dioses
1
Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, (Libros I-II), Madrid:Gredos, 2000, p. 155.
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en agradecimiento por su intervención salvadora. Se restablecieron antiguos tributos,
no sin grandes reticencias de los estados aliados contribuyentes, y con los ingresos
pudo patrocinar un ambicioso programa de edificación y embellecimiento de la ciudad,
centrado en la Acrópolis. La explotación de las minas de plata de las Colinas Laurium,
al
sur
del
Ática,
aportó
también
fondos
para
la
financiación
del
plan.
"Hemos obligado a todos los mares y todas las tierras a dejar paso a nuestra audacia
y hemos levantado en todas partes monumentos perennes de nuestras derrotas y de
nuestras victorias"2
La
Acrópolis
fue totalmente
reconstruida,
utilizándose
con
generosidad
el
reluciente mármol blanco de las canteras del monte Pentélico, que se eleva al norte de
Atenas. Y aunque las obras duraron sólo cuarenta años, sus artífices legaron al mundo
un complejo monumental que ha demostrado ser imperecedero. Fue un plan urbano
integral, desarrollado de forma unitaria y con visión de conjunto ('poleodomia'), en el
que
participaron
los
mejores constructores y
artistas
En
del
el
país.
447
a
C
comenzaron las obras del
nuevo santuario que más
tarde
sería
conocido
como
el
Partenón,
destinado a albergar una
gran
estatua
criselefantina (de oro y
marfil)
Atenea,
de
la
realizada
diosa
por
Fidias, amigo y asesor de
Pericles,
el
más
celebrado artista de su
tiempo y aún hoy tenido como el más excelso creador de la escultura griega clásica. El
proyecto incluía un templo a la Victoria, y un pórtico columnado monumental (los
Propileos), mayores y más costosos que cualquier otro edificio previo realizado en
Grecia. El conjunto monumental se completó en las últimas décadas del siglo V a C con
2
Íbid, p. 180.
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el Erecteion, santuario consagrado a Atenea y Poseidón, que es el más afamado
modelo de templo de estilo jónico.
El esplendor dorado de la Atenas de Pericles no sólo se manifestó en la
arquitectura y las bellas artes, disciplinas en las que se hace obligado mencionar
nombres legendarios como los de Fidias, Mirón, Ictino o Calicrates. Paralelamente a
esta intensa actividad artística, se produjo en Atenas un florecimiento cultural e
intelectual sin precedentes en el mundo mediterráneo. Las nueve Musas estaban
trabajando a tiempo completo. La poesía, la literatura y el teatro griegos alcanzaron su
cénit. Todas las corrientes de pensamiento de la época tuvieron cabida y debate en sus
foros públicos. En Atenas vivieron y enseñaron filósofos como Sócrates y su discípulo
Platón, el fundador de la Academia, instalada en un antiguo gimnasio del VI a C en un
campo próximo a la ciudad. Aristóteles y su escuela peripatética ocuparon otro
gimnasio para crear el Liceo. Antístenes, un discípulo de Gorgias y Sócrates, junto a
sus seguidores, utilizaron el gimnasio Cinosarges para albergar su escuela, conocida
como de los 'cínicos'. Zenón de Citión predicaba en la Stoa Poikile, o Galería Pintada,
en el centro de la ciudad, por lo que sus partidarios recibieron el apelativo de
'estoicos'. También Epicuro y sus adeptos vivieron y desarrollaron sus actividades
filosóficas en la Atenas del Siglo de Oro.
Tras la guerra del Peloponeso y la rendición de Atenas ante Esparta y sus aliados
en el 404 a C, los espartanos procedieron al desmantelamiento de los Largos Muros
que constreñían la ciudad. Sin embargo, en el 394 a C el almirante Conon ganó una
decisiva batalla naval contra Esparta en la costa de Cnido, y enseguida mandó
reconstruir los Muros, que fueron repetidamente reforzados a lo largo del siglo IV a C.
Pero la larga y lenta decadencia de Atenas había dado ya comienzo, al desplazarse su
hegemonía en el Mediterráneo oriental hacia la Macedonia de Filipo II y Alejandro
Magno. Ello no impidió que la Acrópolis continuara durante siglos siendo embellecida
por los reyes de Pérgamo (dinastía del Asia Menor), el rey Ariobarzanes de Capadocia y
los Ptolomeos egipcios; luego por los emperadores de Roma, como Augusto, Claudio y
Adriano; y por ciudadanos prósperos como Herodes Atico, financiador de la
construcción del odeón que lleva su nombre, adosado a las laderas meridionales de la
Roca.
Bajo el imperio romano, Atenas gozó de grandes privilegios. Los romanos eran
rendidos admiradores de la cultura griega, de la que se consideraban deudores, y para
ellos el arte griego era 'el arte' por excelencia. La arquitectura romana adoptó y
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desarrolló hasta sus últimas consecuencias el sistema griego de los tres órdenes
dórico-jónico-corintio, añadiendo a sus rectilíneas estructuras las posibilidades de la
volumetría curva y esférica de arcos, bóvedas y cúpulas. Las estatuas griegas clásicas
eran reproducidas por los escultores latinos en exactas copias. Las vasijas de cerámica
así como todo tipo de piezas artísticas o artesanales de procedencia griega eran muy
apreciadas, e incluso coleccionadas y exhibidas en museos y lugares públicos.
El emperador Adriano (117 - 138 d C), gran amante y mecenas de las artes,
completó la construcción del gran santuario de Zeus Olímpico u Olimpeion, magnífico
ejemplar de templo de orden corintio, que había sido iniciado setecientos años antes
por los pisistrátidas en la ciudad baja, y añadió a su recinto una nueva entrada en
forma de pórtico monumental. Adriano restauró el Partenón, que había sufrido un
incendio, y mandó edificar también en Atenas una biblioteca, un gimnasio, un panteón
(o templo consagrado a todos los dioses) y un acueducto que, recientemente
rehabilitado,
todavía
suministra
agua
a
la
ciudad.
Durante el declive del imperio romano, desgarrado por contiendas intestinas, aún
tuvo Atenas que soportar nuevas invasiones, esta vez las de los hérulos (267 d C),
hordas teutónicas que asolaron hasta los cimientos la ciudad baja, aunque no así la
Acrópolis, que fue respetada. A partir del siglo III d C, bajo el imperio bizantino,
comienza un proceso de transformación de los antiguos templos paganos en iglesias
cristianas. En la Edad Media, tras la toma de Atenas por los cruzados francos (1225 1308) algunos templos pasan a convertirse en castillos, y el Partenón en catedral
católica (Nuestra Señora de Atenas), función que seguiría detentando tras la nueva
conquista de la ciudad por los almogávares de la Corona de Aragón. Más tarde, en
1456, tras la caída de la capital bajo los turcos otomanos, los viejos templos clásicos
de la Atenas dorada son habilitados como harenes y mezquitas. En 1687, cuando los
venecianos asediaban la ciudad, el Partenón albergaba un polvorín turco, lo que dio
ocasión para que se produjera una tremenda explosión que destruyó gran parte del
edificio.
La Acrópolis de Atenas figura como bien cultural en el Catálogo del Patrimonio de
la
Humanidad
de
la
UNESCO
desde
1987.
El Partenón, arquetipo de templo dórico
Cuando se quiere imaginar un templo griego se
piensa inmediatamente en el Partenón, con sus
Grupo escultórico de Fidias,
extraído de un frontón del
Partenón
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recias columnas de mármol y sus frontones triangulares, como si fuera un arquetipo
platónico
del
que
derivaran
todos
los
templos
griegos
existentes.
El Partenón es el templo principal de la Acrópolis de Atenas, culminación del orden
dórico,
y
todo
un
símbolo
y
resumen
del
esplendor
de
la
Grecia
clásica.
Bajo la advocación de la diosa Atenea, el nombre 'Partenón' deriva de Atenea
Parthenos
(Virgen),
a
cuyo
culto
estaba
dedicado
el
santuario.
Data de mediados del siglo V a C, y fue proyectado y ejecutado por los arquitectos
Ictino y Calicrates, por encargo de Pericles, el estadista de la Edad de Oro de Grecia,
bajo la supervisión del escultor Fidias. La construcción del templo duró del 447 al 432
a C. Una vez concluido, se instaló en el fondo de su cella3 una gigantesca estatua de la
diosa Atenea, realizada en oro y marfil por Fidias, y se efectuó la consagración del
templo a la divinidad protectora de Atenas. Esta macroescultura adquirió gran
celebridad en tiempos antiguos, y sirvió de referente para numerosas reproducciones
en tamaños más pequeños. El edificio estaba concebido para albergar únicamente la
estatua de la divinidad, y no como un lugar de culto de masas. Era también usado
como
sede
del
tesoro
Con
de
el
paso
conservado
la
de
los
intacta
la
Liga
siglos,
mayor
el
Delia.
Partenón
parte
de
ha
su
estructura, aunque ha sufrido severos daños y
perdido casi todas las esculturas y relieves que
ornaban
sus
frontones,
metopas
y
frisos
interiores. En los albores del imperio bizantino, la
estatua colosal de Atenea fue transportada por
Teodosio II a Constantinopla, y terminó por
extraviarse para siempre en el saqueo de la
ciudad
por
los
cruzados
en
1204.
El Partenón es un edificio en mármol pentélico
3
Espacio interior que constituye el núcleo de la construcción en los templos griegos y romanos. De forma
rectangular, comunica por uno de sus lados con el pronaos o pórtico.
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blanco de planta rectangular, cuyas características arquitectónicas y decorativas
responden a los más estrictos cánones del definido como orden dórico. Recordemos
que los monumentos griegos de la antigüedad se construían según uno de los tres
órdenes (sistemas de proporciones y normas decorativas) clásicos: dórico, jónico o
corintio. El Partenón se consideraría como la realización más perfecta del estilo dórico,
y
su
máximo
modelo
de
referencia.
Los lados oriental y occidental del Partenón tienen ocho columnas cada uno,
mientras que los del norte y sur ostentan diecisiete cada uno. La columnata encierra
un recinto murado rectangular, que es la 'naos', cuyo interior o 'cella' estaba dividido
en tres sectores por una columnata dórica más pequeña, que circundaba la gran
estatua de culto. Separado de la cella por una pared, estaba el 'opistodomos', una
pequeña cámara trasera a la que se accedía por la puerta oeste. Los lados este y oeste
de
la
naos
contaban
con
sendos
pórticos
de
seis
columnas.
El edificio mide en planta casi 70 metros de largo por 31 de ancho, y es
considerablemente más grande que cualquier otro templo construido en Grecia hasta
entonces (que por término medio contaban con un peristilo de 6 x 13 columnas).
El Partenón despliega una gran cantidad de avances arquitectónicos refinados que
contribuyen a acentuar aún más su perfección estética. Por ejemplo, el basamento
está trazado con una ligera curvatura hacia arriba que se repite en el entablamento;
las columnas ostentan una casi imperceptible convexidad que las hace disminuir de
diámetro
con
la
altura.
Este
recurso
técnico,
denominado
'entasis',
buscaba
deliberadamente producir un efecto óptico de estabilidad y equilibrio, jugando con las
líneas de fuga de la perspectiva. Las cuatro columnas de las esquinas serían un poco
más gruesas con el fin de contrarrestar su aparente adelgazamiento al ser
contempladas contra la luz del cielo, y reforzar así la solidez visual del conjunto.
El programa iconográfico y escultórico del Partenón rivaliza en belleza con los
logros estéticos de su arquitectura. El conjunto es un prodigio de elegancia en la
composición y de meticulosidad en la ejecución, que en su época estaría aún más
realzado por el color de las paredes pintadas, la policromía de las figuras y el
aditamento
a
las
mismas
de
piezas
de
bronce.
Las metopas de la columnata circundante estaban talladas con altorrelieves de
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altísima
calidad
plástica,
llenos
de
movimiento
pero
siempre
de
armoniosas
proporciones. Los del lado este representaban escenas de batallas entre dioses y
gigantes; los del lado oeste, combates
entre los griegos y las amazonas, y los del
lado sur, entre los lapitas y los centauros
Las
metopas
del
lado
norte
se
han
perdido.
El interior de la cella estaba rematado
en lo alto por un friso continuo en
bajorrelieve, circunvalándolo en todo su
perímetro, que representaba la ceremonia
anual
de
procesión
panatenaica
de
ciudadanos en homenaje a Atenea Esta
procesión culminaba en la cara oeste con
un
Atenea,
flanqueados
por
dos
sacerdote
grupos
y
de
una
sacerdotisa
dioses
de
sedentes
Los frontones triangulares oriental y occidental estaban poblados con figuras en
bulto redondo. El oriental mostraba el nacimiento de Atenea mientras el occidental
exhibía la competición entre Atenea y Poseidón por el dominio de la región ática.
El Partenón permaneció esencialmente intacto hasta el siglo V d C, cuando
desapareció la gran estatua criselefantina de Atenea, obra de Fidias, y el edificio se
convirtió en iglesia cristiana. Hacia el siglo VII se perpetraron otras alteraciones en su
estructura interna. A partir del siglo XV, y tras la conquista de Atenas, los turcos
otomanos transformaron el Partenón en una mezquita añadiéndole un minarete en el
ángulo suroeste. En 1687 los venecianos bombardearon la Acrópolis de Atenas en su
guerra contra los turcos, haciendo estallar un polvorín instalado en el Partenón, lo que
ocasionó la destrucción de su parte central.
El noble británico Lord Elgin, embajador en Grecia de la monarquía inglesa, se
llevó entre 1801 y 1803 a Inglaterra, con permiso firmado del sultán turco, la mayor
parte de los frisos, metopas y esculturas de los frontones del Partenón, y en 1815 los
vendió por un bajo precio al Museo Británico, donde todavía se exponen, a pesar de las
continuas reclamaciones del gobierno griego en pro de su devolución a Atenas. Otras
esculturas del Partenón se pueden ver en el Museo del Louvre, en Copenhague y en
otros
lugares,
quedando
unas
11
pocas
in
situ.
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El
Partenón
constituye una de las joyas más admirables del
patrimonio
arquitectónico universal, todo un paradigma de los ideales humanos de armonía,
unidad y belleza. Su genialidad de concepto, su sobriedad dentro de la complejidad, su
rigor geométrico y su equilibrio en las proporciones, resultan aún más fascinantes
cuando se es consciente de que, pese a las apariencias, no hay una sola línea recta
vertical en sus fachadas. Cada columna del peristilo (columnata que circunda el
templo) está casi imperceptiblemente curvada con el fin de contrarrestar, con un
estudiado efecto óptico, la distorsión producida por el ángulo de visión del espectador,
que, de lo contrario, creería estar viendo que las columnas divergen con la altura. El
grosor de los fustes se reduce poco a poco conforme se acercan a la parte central de la
fachada, y al mismo tiempo disminuyen los espacios entre columna y columna, lo cual
contribuye a guiar la mirada hacia el centro del templo, hacia su puerta de entrada.
Incluso las estrías o acanalamientos de los fustes van adelgazándose con la altura,
incrementando la sensación de ligereza del conjunto. Los tambores estriados, todos de
diferentes tamaños y formas, encajan entre sí con total exactitud, haciendo casi
imperceptibles sus junturas, y cada detalle artesanal está cuidado hasta la máxima
perfección.
A semejante grado de refinamiento no se llegó de forma súbita. El estilo dórico
llevaba siglos evolucionando y perfeccionándose, y todavía pueden admirarse dispersas
por Grecia y por la Magna Grecia (el sur de la península italiana) imponentes ruinas de
templos dóricos anteriores al clasicismo, de los llamados arcaicos, en lugares como
Corinto, Delfos, Olimpia, Pæstum, Siracusa o Agrigento. En sus aún sólidas estructuras
que se remontan a los siglos VI, VII e incluso VIII a C podemos observar que ya
estaban allí todos los elementos del estilo dórico clásico (columnas estriadas sin basa,
capiteles de collarino-equino-ábaco, triglifos, metopas, gotas..., rasgos estilísticos que
derivarían con toda probabilidad de los detalles constructivos de templos y capillas
realizados en madera en épocas anteriores, hoy desaparecidos), pero con un acabado
y apariencia general como más primitivos, más incipientes, donde se aprecia que los
constructores no habían aún llegado a fijar el canon aúreo de proporciones. El porte de
los fustes es más achaparrado, y los capiteles vuelan de una forma exagerada. Las
columnas son aún más gruesas y macizas, con tambores de mayores dimensiones,
llegando a veces sus fustes a ser monolíticos. No obstante, si se contemplan estos
edificios en orden cronológico se puede apreciar una sutil progresión en el pulido de
sus formas y perfiles, un proceso de perfeccionamiento continuo, que alcanzó su
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culminación definitiva en el siglo V a C, la edad dorada de Atenas, con el Partenón
como más insigne logro. Un proceso parecido ocurrió con la estatuaria de la época
arcaica.
El Erecteion o el refinamiento jónico
El Erecteion es un templo de orden jónico
dedicado a Atenea y Poseidón, uno de los más
venerados de su época, erigido en 421 - 406
a C en la Acrópolis de Atenas. Su construcción
es atribuida, aunque sin total certeza, al
arquitecto Mnesicles, el mismo que diseñó los
Propileos de
entrada
a
la Acrópolis.
Es
célebre por su elegancia y belleza, por la
perfección
complejidad
de
sus
espacios
y
volúmenes.
de
La
sus
detalles,
distribución
de su
y
por
la
planta
es
absolutamente insólita. Comprende un cuerpo principal rectangular de 11,63 x 22,76
metros, al que se le fueron agregando distintas cámaras anexas, provistas de pórticos
próstilos de columnas y pilastras jónicas El edificio está construido a dos niveles, a fin
de salvar un escalonamiento de terreno que se da en esta parte de la Acrópolis, y la
disposición de sus salas está condicionada por la preexistencia de otros santuarios
anteriores en este mismo emplazamiento: puntos sagrados a los que debía adecuarse
el esquema del nuevo templo. Aunque muy alterada desde que fue convertida en
iglesia cristiana por los bizantinos, todavía pueden adivinarse en su distribución dos
partes diferenciadas, sin aparente conexión entre sí: la oriental estaba dedicada a
Atenea Polias y albergó en sus días una estatua de la diosa en madera de olivo, caída
del cielo según la tradición, a la que los devotos proveían de joyas y vestimentas
verdaderas; la parte occidental era la consagrada a Poseidón. El templo estaba
también dedicado a las deidades agrícolas, y en su interior se custodiaban gran
número
de
estatuas
votivas
y
toda
clase
de
objetos
sagrados.
El nombre de Erecteion es de origen popular. Deriva de la existencia en el edificio
de una capilla dedicada al héroe griego Erectonio, aunque otros creen que el templo
fue elevado en honor del legendario rey griego Erecteo (probablemente una divinidad
de Atenas; según la Iliada nació en un campo de cereales y fue criado por la diosa
Atenea, que le alojó en su templo; más tarde, se le asoció con la serpiente que
comparte el templo con Atenea, adquiriendo atributos de espíritu de la tierra).
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La tribuna de las Cariátides es uno de los más reconocidos ejemplos de la exquisitez
formal que llegaron a alcanzar la arquitectura y la escultura griega en su Edad de Oro.
Seis jóvenes doncellas, talladas en mármol pentélico a tamaño mayor que el natural,
vestidas con vaporosos peplos cuyos sinuosos pliegues realzan sus formas anatómicas,
sostienen sobre sus cabezas la cornisa de la 'próstasis', o porche, que sobresale del ala
meridional del templo. Perfectamente integradas en la estructura arquitectónica del
edificio, y respondiendo al cien por cien a su estilo jónico, las seis cariátides orientan
su mirada hacia el Partenón y hacia el camino procesional que conducía al mismo: la
Vía Sacra. Su autoría se atribuye a Alcamenes, uno de los
discípulos
de
Fidias.
El orden jónico provenía de la Jonia, región de Grecia
situada en el Asia Menor (en la actual costa occidental de
Turquía), una de cuyas más poderosas polis era la ciudad
portuaria de Mileto. Allí se pueden ver numerosas muestras de
santuarios en puro estilo jónico, entre los que destacaremos el
gran templo de Atenea Polias en Priene (diseñado por el
arquitecto Pitio, a quien se atribuye la erección de una de las
siete maravillas del mundo antiguo: el Mausoleo de Halicarnaso,
considerado como el más paradigmático en su estilo, cuyas
gráciles columnas jónicas, enhiestas en medio de las ruinas de
la ciudad al pie de un altísimo risco desde cuya cumbre se
asoma la acrópolis, son comparables en elegancia a las
columnas del Erecteion.
El perfil del Erecteion, y el de los
templos jónicos en general, supera en verticalidad al de los
templos
de
estilo
dórico.
Su
canon
de
proporciones
es
totalmente distinto. Las columnas son más delgadas, y están
provistas de trabajadas basas con molduras y toros que se
apoyan en un estilóbato, confiriendo al alzado del edificio un
aspecto más etéreo. Las estrías de los fustes no moldean las
cortantes aristas características de las columnas dóricas, sino
que consisten en finas acanaladuras enmarcadas por cantos romos. Los capiteles son
fácilmente discernibles por sus típicos pares de volutas en espiral, y están enriquecidos
con otros adornos, como el astrágalo y un delicado equino de ovas El ábaco es más
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plano. El entablamento se divide, al igual que en el dórico, en arquitrabe, friso y
cornisa, pero todos estos elementos son mucho más ligeros en conjunto y detalles. El
friso, en lugar de estar entrecortado con triglifos y metopas, corre a todo lo ancho del
frontispicio, y se adorna con una sucesión ininterrumpida de relieves figurativos
describiendo temas de la mitología helénica.
Los capiteles jónicos de doble voluta que rematan las columnas del Erecteion están
considerados
como
los
más
bellos
entre
los
producidos
en
Grecia
El Erecteion, con sus estilizadas proporciones, sus esbeltas columnas, la delicadeza de
sus esculturas, tiene algo de femenino, por contraposición al Partenón, cuya robusta
solidez de raigambre doria podría en cierto sentido tomarse como un prototipo de
masculinidad.
Cuando el Erecteion estaba a medio acabar, su
construcción fue súbitamente interrumpida, a causa
quizá de la desastrosa expedición ateniense a Sicilia
(415 - 413 a C), pero fue reemprendida en el 409, y el
templo se completó en el 406 a C. La reconstrucción
de la Acrópolis llegó a su término dos años más tarde,
aunque fue entonces cuando se produjo la derrota
definitiva de Atenas en la guerra del Peloponeso, y en
años
posteriores
sólo
se
añadieron
edificios
secundarios.
En época bizantina, y a lo largo de toda la Edad Media, fue aprovechado como
iglesia cristiana, y tras la invasión turca, como harén del gobernador otomano.
A principios del siglo XIX, Lord Elgin trasladó varias piezas escultóricas del
Erecteion a Londres. En el Museo Británico se exhibe una de las cariátides originales.
De otra, desaparecida hace siglos, sólo se han encontrado fragmentos. Actualmente el
templo ha sido objeto de drásticas restauraciones, habiendo sido sustituidas por
réplicas las cariátides genuinas, con el fin de frenar el deterioro que estaban
padeciendo a causa de la densa contaminación atmosférica de la Atenas actual. Las
cuatro cariátides auténticas que han sobrevivido en Atenas se custodian en el Museo
de la Acrópolis.
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