Servei de Biblioteques CePSE Jardinería Las chinches atacan antes del alba. ¡Benditas chinches! Mientras me rasco capturo las telarañas del sueño. Imágenes que se repiten cada noche, pero que nunca consigo recordar. ¿Alguien soñó que fue jardinero y su vida trascurrió tranquila, monótona..? La hierba es hierba y el rocío puro cristal. Unos chicos gritones rodean al vendedor de helados. Recojo pilas inmensas de hojarasca; castaños, plátanos, abedules... que amontono sobre una carretilla y arrastro hasta una pared. Entonces les prendo fuego. La llama es pequeña, los restos arden mal, forman una niebla oscura de cenizas. Los niños juegan en un tiovivo. El aire se oscurece. Las cenizas salpican los vestidos, caen sobre el pelo suelto. De tanto en tanto, vislumbro un resto de ropa carbonizada. Las risas se apagan y los niños corren a buscar a sus madres… Despierto al horror del Lager. Si sobrevivo buscaré otro oficio. ¡Malditas chinches! Klaus Handke, Sonderkommand. Ángel Figueroba III Concurs de microrelats de tema històric Escut d’armes -Em dono… un ocell? –diu Guifré agafant-se la ferida amb les dues mans. -Com vols que sigui un ocell? No veus la forma? –s’indigna l’Emperador, a qui mai li ha agradat que ningú el contradigui. Esborra el dibuix amb la màniga i torna a sucar els dits a la ferida d’en Guifré, que fa esforços per no perdre el coneixement. -Una estrella de sis punxes? No m’acaba de fer el pes… no té prou força! -Guifré, començo a estar fins els nassos de tu! D’acord que sense l’ajuda del teu exèrcit no ens n’hauríem sortit, i que t’he promès un escut d’armes, però això ja és ridícul. Una cara somrient, un llamp, una caseta amb xemeneia, un sol, un arbre... l’Emperador suca els dits cada cop amb més força, i en Guifré amb prou feines està conscient. -Ho deixo, fes el que vulguis... Demà em dius el què. Salvador Carbonell III Concurs de microrelats de tema històric Benifallet, agosto de 1938 Perdemos madre, perdemos las fuerzas y esta maldita guerra. Junto a un sauce le dejo a mi hermano. Se ve desde la misma plaza de este pueblo y es inconfundible porque es el más grande de todos. Apoyado en su tronco le escribo estas cuatro letras. Ahora no hay luna pero el cielo está lleno de estrellas y son las mismas que se ven desde casa. Las raíces del árbol tocan la corriente que baja tranquila hasta el mar. Siempre quise verlo y él también madre. No sé nadar pero el agua es tranquila y silenciosa. Bajaré con ella hasta ese lugar donde no hay heridos, ni muertos, ni guerras. Allí también hay estrellas pero son de otro color. Hubiese querido llevarlo y que las pudiera ver junto a mí. Acuérdese, es el árbol más grande y sus raíces tocan el agua del Ebro. Pedro Gómez Silva III Concurs de microrelats de tema històric