El Digesto fue dividido, según la tradición y la superstición que se

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FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES
El Digesto fue dividido, según la tradición y la superstición que se atribuye al
Emperador, en siete partes, que actualmente no tienen ningún valor para el análisis
de la misma. La división, también adoptada en libros y títulos, es la que se tiene
en cuenta para citarla, además de la cita de los fragmentos clásicos, por autor y
párrafo.
Arangio Ruíz sobre el contenido general dice: “Los Digesto constan de 50 libros,
de extensión muy desigual. Los libros están divididos en títulos, uno de los cuales
va precedido de una rúbrica indicadora de su contenido, excepción hecha del
título de Legatis et fideicommisis, que abarca él sólo los tres libros XXX al
XXXIII. Dentro de cada título, los textos de los jurisconsultos, que los antiguos
romanistas llamaron leges, se suceden unos a otros, aún cuando no siempre en
un orden rigurosamente sistemático.
”Cada texto lleva una inscriptio, en el que se indica el nombre del jurisconsulto y la obra, así como el libro o sección de donde procede (por
ejemplo: Ulpianus Libro Quadragésimo ad edictum; Papinianus Libro
tertio responsorum, etc.).
”Para mayor facilidad en las referencias y citas, la práctica dividió después 103
fragmentos más amplios y complejos en principium y párrafos (indicando con
pr, la primera parte, con el número 1 la segunda, etc.)”.
Igualmente se nombró una comisión compiladora, presidida por Triboniano e
integrada por Teófilo y Doroteo, con la orden oficial de compulsar para uso
escolar las instituciones comentadas e interpretadas por los juristas clásicos.
El trabajo se publicó oficialmente autorizado por la Constitución Imperatoriam
del 21 de noviembre del año 533, dedicado esencialmente a la cupida legum
inventus.
Se utilizaron, como ya se hizo notar, las Institutas clásicas de Florentino,
Marciano, Paulo y Ulpiano. Pero en mayor proporción y contenido, las Institutas
de GAYO, además de una obra de uso escolar, denominada Res Cotidianae.
Se tuvieron en cuenta, así mismo, con el objeto de unificar y actualizar
doctrinariamente, algunos fragmentos del Digesto. Así se consignaron los
principios de las innovaciones legislativas, introducidas por las leges justinianeas,
desde la publicación del primer código del año 329.
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