Las elecciones internas abiertas y obligatorias en

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Las elecciones internas abiertas y obligatorias en la provincia
de Santa Fe.
V. Gastón Mutti
1. Los sistemas electorales, breves comentarios sobre el ámbito nacional.
Como ya hemos señalado en otro lugar las instituciones electorales importan
(Mutti, 2004). Ellas puedan dar nueva vida a los partidos o a coaliciones muertas así
como impedir o promover el ascenso de nuevas fuerzas electorales al gobierno. Por todo
esto las instituciones electorales están lejos de ser simples canales de mediación y son
cruciales para estructurar la lucha política.
En los estudios electorales hay algunas cuestiones que deseamos recordar: los
sistemas electorales distribuyen poder político, transforman las preferencias de la
sociedad en espacios gubernamentales, por lo cual, las decisiones que sobre ellos se
toman no son neutras; y también aunque existe la regla de un ciudadano un voto, los
sistemas que traducen esos votos en representantes pueden generar que ellos no tengan
la misma cuantía.
En el ámbito nacional, como es conocido se ha estrenado recientemente el
sistema de elecciones internas abiertas y simultáneas, sin embargo la participación de la
ciudadanía fue exigua. La gran mayoría de los ciudadanos optaron por autoexcluirse de
la decisión sobre cuáles candidatos de cada partido político serían presentados en las
elecciones generales.
Pero este hecho debe ser enmarcado en el estudio de las tácticas empleadas por
los partidos políticos frente al nuevo sistema. Recordemos que el entonces gobernador
Kirchner y la senadora Fernández habían señalado su desconfianza hacia las internas
abiertas si no se incluía la obligatoriedad de la participación ciudadana dado que las
estructuras partidarias seguirían constituyéndose en el motor de los comicios. Sin
embargo electo presidente no sólo procedió a su reglamentación, sino también a
proyectar las formas por medio de la cual su lugar institucional se podía convertir en la
principal herramienta para el armado de la estrategia electoral. La obligatoriedad es
funcional a quienes no controlas las estructuras partidarias.
Así estas dos situaciones deben estar totalmente relacionadas: la mayoría de los
electores no concurrieron a votar y la mayoría de los partidos han buscado mecanismos
2
para evitar las confrontaciones internas abiertas. Los independientes tenían poco que
decidir.
Los mecanismos de presentación de listas únicas impuestas desde las cúpulas
partidarias, la conformación de frentes o alianzas disidentes dentro del mismo partido
como si fueran dos partidos llevaron a que la UCR fuera quien mayor cantidad de
contiendas provinciales sostuviera, nueve distritos, el Frente para la Victoria en dos y el
Partido Justicialista en siete. Sin embargo en muchas de estas elecciones los resultados
eran mayormente previsibles y el incentivo a la participación casi inexistente.
De esta manera los sistemas electorales continúan actuando como formas de
reducir el surgimiento de nuevos competidores políticos, tanto fuera como dentro del
partido de gobierno. Esto se denomina sesgo mayoritario ya que las legislaciones
estatuidas son propuestas para reducir la competencia consolidando al partido
gobernante, o a una fracción del mismo, y a su bloque legislativo.
Creemos que seguirá consolidándose la tendencia que llevó a que los niveles de
competencia partidaria provincial desde 1983 fueran bajos, y el número efectivo de
partidos en sus legislaturas extremadamente bajo.1
2. Santa Fe: el debate sobre el cambio de la norma electoral y el sistema
propuesto.
En los últimos quince años Santa Fe se ha esforzado por ser novedad en cuanto a
la configuración de su sistema electoral. Por qué en Santa Fe se vota nuevamente con un
sistema electoral diferente al del resto del país.
Las discusiones llevadas adelante en Santa Fe se han centrado en la
preocupación sobre las “formas de candidatura” ya que se discute quiénes van a
seleccionar los candidatos. Si son exclusivamente los afiliados de cada partido mediante
el mecanismo tradicional de las elecciones internas “cerradas”, o bien, si los ciudadanos
que no componen ese partido político tendrán algún tipo de injerencia (Borello, 2004,
1).
El cambio de normativa electoral en la Provincia obedeció a que la ley de lemas
venía arrastrando desde su propia sanción fuertes críticas desde los sectores políticos y
1
En el nivel nacional desde 1983 se incrementaron los niveles de fragmentación del sistema partidario
nacional (un crecimiento de 2,69 a 4,64 en el número efectivo de partidos que competían), mientras que
en las provincias se confirman una disminución de 2,69 a 2,4.
3
sociales a su falta de legitimidad. Recordemos que dicho sistema fue uno de los
mecanismos preferidos durante la década de los años noventa para incrementar la
capacidad electoral del justicialismo que impulsó el doble voto simultáneo y
acumulativo en la mayoría de los distritos del país. Este mecanismo evitaba fracturas o
enfrentamientos internos que pudieran disminuir las posibilidades de retener los
gobiernos provinciales, y permitía sumar los votos de los distintos sectores internos.
Entre los argumentos favorables para su sanción se sostenía que el sistema de
lemas permitía acceder a distintos cargos a los aspirantes que no podían ganar las
elecciones internas; que otorgaba mayor participación a la sociedad en la elección de los
candidatos; que fortalecía la democracia interna partidaria y hacía más competitivo el
acceso al liderazgo; que cohesionaba los partidos políticos y reducía las erogaciones en
el presupuesto estatal al evitar el estiramiento de los períodos electorales.
Por su parte los críticos expresaban que permitía que resultara electo un
candidato que individualmente no obtenía la mayoría de los votos; que engañaba al
elector y torcía la voluntad política del mismo; que debilitaba y fraccionaba los partidos
políticos; que dificultaba la obtención de respaldo parlamentario; que implicaba a la
ciudadanía en los problemas internos del partido y que potenciaba el desconocimiento
del elector en la oferta de candidatos.
La sustitución de la ley electoral de lemas en gran parte de las provincias que
originalmente la aplicaban nos hace considerar que los aspectos que se destacaban en
los argumentos contrarios a dicha norma electoral han tenido un peso mayor que el que
se le otorgaba a sus virtudes.
Pero tal vez la constatación más importante fue que en la práctica la ley de
lemas, aunque incentivó la presentación cada vez más extendida de lemas y sublemas,
ayudó a reducir el número efectivo de partidos o lemas que finalmente obtuvieron
bancas o accedieron a cargos ejecutivos. Esto se produce ya que los pequeños partidos
son reabsorbidos dentro de las coaliciones más amplias.
El cambio del sistema electoral entró en la agenda del justicialismo en el período
preelectoral de 2003 (Lodi, 2005).2 Para ello fue fundamental el rol de los medios de
comunicación, de las organizaciones no gubernamentales y de los diversos candidatos,
incluso aquellos que aspiraban a cargos nacionales. Todos se sentían obligados a
expresar su opinión sobre el sistema electoral.
2
Nos basamos en la reconstrucción en la tesina de licenciatura en Ciencia Política de Lourdes Lodi
dirigida por V. Gastón Mutti.
4
En lo referente a la posición del Ing. Obeid, candidato por el justicialismo, ésta
se expresó como favorable a la sustitución del sistema electoral en una carta firmada
que fue dada a conocer por los distintos medios de comunicación. Este punto de vista es
importante ya que por un lado Obeid formaba parte del lema del justicialismo y por otro
era el candidato con mejores chances de triunfar en el mismo.
Conjuntamente con la asunción del gobernador Obeid, éste presentó a la
legislatura un proyecto de modificación del sistema electoral proponiendo su sustitución
por las internas abiertas, simultáneas y obligatorias. De esta manera el tema pasó al
parlamento controlado en ambas cámaras por el justicialismo.
La oposición presionaba para su tratamiento y presentaba proyectos para hacer
frente a la propuesta del ejecutivo o, como en el caso del Socialismo, favorecían el
retorno a las internas cerradas en cada partido.
El justicialismo debió enfrentar su disenso interno que se expresó en otros
proyectos diferentes a los presentados por el ejecutivo. En otras palabras, dónde mayor
era el peso político del justicialismo, fue dónde mayores fueron los escollos del
oficialismo. En la Cámara de Diputados se resolvió con bastante celeridad el
tratamiento el 19 de agosto de 2004, con 48 votos a favor y una abstención fue derogada
la ley de lemas.
Sin embargo en el Senado se presentaron las mayores objeciones y oposiciones.
El senador Gramajo disfrazó la ley de lemas, a la que adhería importantes sectores del
peronismo, y la presentó como un nuevo proyecto de “internas abiertas, obligatorias y
simultáneas con doble voto acumulativo”. Este proyecto era sustentado por las
declaraciones del senador nacional Reutemann, por los intendentes y jefes comunales
justicialistas, por las departamentales del partido y por otros legisladores nacionales
justicialistas González y Latorre.3
A éste se sumó el del senador Traferri que como se presentó como una
modificación del proyecto de Obeid no necesitaba los dos tercios para su aprobación,
sino la simple mayoría. En él se proponía la continuidad de la ley de lemas para las
comunas y municipios de segunda categoría; las internas abiertas, obligatorias y
simultáneas para la selección de gobernador y vicegobernador, senadores y diputados
3
El diputado nacional justicialista González sostenía que “...sin lemas el PJ pierde; y si perdemos, van
todos presos, desde Reutemann hasta el último barrendero que haya estado en un gobierno justicialista,
porque van a aparecer los papeles, porque siempre hay algunos papeles que se hicieron mal, y sino, los
van a inventar”. Agregaba luego que la promesa de derogación de la campaña no debía ser acatada ya que
“...es habitual que en la campaña uno se vaya de boca”. La senadora nacional Latorre consideraba que la
derogación era un triunfo del socialismo.
5
provinciales y que los municipios de primera categoría (Rosario y Santa FE) definiesen
su propio sistema en un plazo de ciento ochenta días.
Independientemente de los proyectos se utilizó el mecanismo de las comisiones
manejadas por el justicialismo y el no tratamiento del tema en las reuniones
programadas para posponer su tratamiento hasta que el partido de gobierno cerrara una
posición.4
La política provincial siguió controlada principalmente por el gobernador y por
el partido de gobierno para fijar los tiempos.5
La reforma electoral se mudaba de escenario del parlamento a los encuentros del
Consejo Provincial del justicialismo, las reuniones privadas en la casa de Reutemann o
Hammerly y los posibles acuerdos del bloque parlamentario justicialista o entre éstos y
el gobernador.
Las expectativas de derogación se hacían muy lejanas por la relación de fuerza
contraria al gobernador al interior del justicialismo. Sin embargo el ejecutivo insistía
con su defensa del proyecto buscando respuestas a la crisis de legitimidad y
representatividad que asoló a la política argentina en 2001.6
El proyecto volvía a la Cámara de Diputados con enmiendas pero en ella
nuevamente se sostuvo el proyecto inicialmente remitido al Senado por 47 votos
afirmativos. Si el proyecto Traferri quería ser impuesto debía contar ahora con los dos
tercios de los senadores.
Las disputas entre los distintos sectores del justicialismo colocaban al resto de la
sociedad al margen de las discusiones. Frente a esta coyuntura Obeid optó por solicitar a
sus colaboradores que comenzaran a preparar una consulta popular sobre el sistema
electoral para presionar a su propio partido pero sin cortar el diálogo con los senadores.
Los pedidos de tratamiento sobre tablas realizados por los senadores de la
oposición nunca eran aceptados por la mayoría justicialista con lo cual se acercaba la
fecha tope del 30 de noviembre para que el tema no pasase al próximo año legislativo.
4
Entre estos movimientos se encuentra las comisiones de Desarrollo Regional, Defensa Civil,
Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales y Legislación General y Asuntos Comunales y
Municipales. Esta última remitió el tema a la consulta de los diferentes intendentes y presidentes
comunales para “ganar tiempo” durante noventa días.
5
La actitud de Reutemann, como un elector privilegiado, era criticada entre otros por el radicalismo ya
que por un lado se aducía que enviaba a sus diputados a que aprobaran el mensaje del gobernador,
mientras que por otro aconsejaba a sus senadores a que apoyaran el proyecto del senador Gramajo para
modificarlo.
6
Sostenía Obeid: “...yo no quiero quedar pegado a lo viejo y seguir defendiendo un sistema que nadie
quiere que es el de la ley de lemas”. Sin embargo en el Senado se imponía el proyecto Traferri con ocho
votos favorables y once abstenciones el 7 de octubre de 2003.
6
En el último día en una sesión especial se logró el quórum aunque la votación no
alcanzó los dos tercios por lo cual quedaba en firme el mensaje del Ejecutivo con las
modificaciones introducidas por los diputados. Un año después de iniciado el debate la
ley de lemas dejaba de ser el sistema electoral de Santa Fe.
Los escollos no evitaron que Obeid impusiera su proyecto (según algunos
comentarios incluso con medidas presupuestarias poco legítimas de convencimiento de
parlamentarios –“se están discutiendo la cantidad de ceros”), aunque el mismo fue
sancionado con modificaciones.7
3. El nuevo sistema y las objeciones planteadas.
Entre las principales características de la nueva legislación se encuentran las
siguientes que pasaremos a considerar.
Debemos comenzar el tratamiento de los cambios efectuados por medio del
antepenúltimo artículo de la ley 12.367, el número veinticinco, en el cual se deroga toda
la legislación que había dado sustento al sistema de doble voto simultáneo o ley de
lemas. Es a partir de este paso que se propone el nuevo sistema que regirá en la
Provincia.
En el artículo primero la norma establece que Santa Fe adopta el sistema de
internas abiertas, simultáneas, obligatorias para los partidos políticos, confederaciones y
alianzas, semiobligatorias y de un solo voto para los ciudadanos.
Este artículo es complementado por el artículo octavo que establece que la
elección de los precandidatos se realizará en un solo acto en todo el territorio provincial
y para designar todas las candidaturas en disputa. Agregando a continuación un dato de
relevancia comparándolo con el sistema electoral anterior, y es que los precandidatos
pueden serlo por un solo partido político, alianza o confederación, en una única lista y
para un solo cargo electivo y una sola categoría.8 Esto lleva a que en las elecciones
generales sólo pueden participar aquellos candidatos surgidos de las elecciones internas
impidiendo alianzas post electorales, la presentación de cualquier candidato que no lo
hubiera hecho o que no hubiese resultado electo en los comicios primarios.
7
Obeid expresó que el epitafio de su tumba debía decir “Aquí yace Jorge Obeid, hincha de Unión, hizo el
puente Rosario-Victoria y derogó la Ley de Lemas”.
8
Se agrega en el artículo quinto la obligación para las listas de candidatos a las elecciones internas de
acompañar las mismas por adhesiones de los afiliados partidarios que no podrán repetirse en otras listas.
Se fijan además controles más estrictos para las constataciones de las mismas.
7
Oportunamente, los argumentos utilizados en el proyecto de ley del Ejecutivo
eran mínimos ya que como una generalidad expresaba que “...la sociedad (...) exige un
sistema mejor que contribuya a superar los cuestionamientos de representatividad que se
abaten sobre los partidos políticos”. Además sostenía que “...la ley debe impedir que el
ciudadano independiente, o simplemente no afiliado a un partido político, esté en
desigualdad respecto del que sí está afiliado, en cuanto a la posibilidad de participación
en la vida política, sobre todo cuando el monopolio de los partidos políticos para
postular candidatos, no es de raíz constitucional sino sólo legal. Por ello, la
incorporación de las internas como una primera etapa de las elecciones a fin de cubrir
cargos electivos, en forma abierta y simultánea, para que cualquier ciudadano inscripto
en el padrón electoral general pueda ejercitar su derecho - deber de votar y así elegir
desde las instancias primarias, entre los precandidatos del partido que sea de su interés,
a quienes van a ser postulados en las elecciones generales como candidatos partidarios
para los distintos cargos públicos electivos”.
Como nos ha señalado Borello, este sistema había sido defendido entre otros por
Albero Spota (Spota, 1990, 744 y ss) y Ricardo Haro (Haro, s/f, 801 y ss).
Spota considera que el sistema sirve pera revitalizar la vida política ciudadana ya
que cada elector no afiliado considerara que los futuros candidatos no le serán
totalmente ajenos ni impuestos por centros de poder en los cuales no ha participado. Por
su parte, Haro sostiene que promueven en el ciudadano una mayor credibilidad e interés
por la política al sentirse convocado desde su origen, al proceso electoral donde puede y
debe actuar en la designación de los candidatos del partido de su simpatía cívica.
Agrega que más allá de la opinión partidaria, es preciso que juegue un rol primordial la
opinión de la gente que es la que en última instancia decidirá en la contienda electoral.
Sin embargo hay un argumento que puede ser entendido como algo positivo o
como negativo del nuevo sistema. El mismo plantea que a diferencia de las internas
tradicionales, las abiertas no requieren pruebas de afinidad doctrinaria ya que la sola
disposición del documento habilita a votar. Esta argumentación puede ser considerada
como un elemento de tergiversación de las posiciones de las ideológicas partidarias aun
cuando fortalezca la participación ciudadana. Por ello permitir la más amplia
participación reduce los costos de actuar en la selección de los candidatos de los
partidos, aunque puede llevar a que los candidatos seleccionados, a pesar de tener una
8
mayor legitimidad social, carezcan de legitimidad partidaria o presenten una ubicación
ideológica diferente a la de la mayoría partidaria.9
Este argumento es diferente al otro comúnmente utilizado según el cual al
ampliarse la participación se reduce el poder de las redes clientelares, como el de los
llamados aparatos partidarios. El propio Kirchner había señalado su desconfianza
respecto de la ley de elecciones internas abiertas cuando se discutía en el Congreso
argumentando que si el voto no es obligatorio las estructuras partidarias mantendrían la
posibilidad de determinar los resultados.
* La obligatoriedad de la participación a los partidos.
Tal vez el punto de partida para la obligatoriedad de la participación de los
partidos políticos en las internas abiertas sea la definición establecida en el artículo
veintidós de la ley en la cual se modifica el artículo primero de la ley 6.808. En él se
define a los partidos como sujetos auxiliares del Estado e instituciones fundamentales
necesarias para la formación y expresión de la voluntad política del pueblo.
De esta manera se está dando una ubicación a los partidos políticos diferente a
aquella que los pensaba como sujetos del derecho privado y desenvolviéndose en el
ámbito de la sociedad civil. Ya no estamos hablando de mediadores, de compaginadores
de la voluntad de la sociedad, sino de auxiliares del Estado. El propio diputado
provincial Mario Lacaba, de la bancada oficialista, consideraba, analizando las internas
cerradas que ellas eran “...un sistema no estatal de selección de candidatos”, por ello
podemos entender que se trata de un sistema societal. Por su parte el diputado provincial
Raúl Lamberto sostenía que se estaba escuchando “...una nueva disquisición teórica.
Dicen que las autoridades partidarias son de derecho privado, las elecciones a cargos
públicos electivos son de derecho público. ¿Por qué? Porque figura en la ley” (Cámara
de diputados, 18/8/2004, 6 y 21).
Rastreemos esta discusión. Por su parte la Constitución Nacional señala que los
partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático y
competentes para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos. En el caso de
la Constitución de Santa Fe en el artículo 29 se señala que los partidos políticos
9
Señala Nino que “...en las primarias abiertas donde la gente no afiliada a un partido determinado y sin
ningún compromiso con su ideología vota en las elecciones internas del partido para elegir candidatos. En
tal caso el candidato presidencial representa un partido que es una coalición sin una ideología definida”.
(Nino, 1997, 223).
9
concurren a la formación y expresión de la voluntad política del pueblo y todos los
ciudadanos son libres de constituirlos o de afiliarse a ellos. Pero ambos artículos a
nuestro
entender
se
instauraron
para
preservar
como
principal
forma
de
representatividad política y selección de gobernantes a la democracia de partidos, no
para ubicarlos como instituciones que pueden ser colocadas en una órbita diferente a la
de la sociedad.
Sin embargo, por esta definición, los partidarios del nuevo sistema consideran
que no se incurre en ninguna violación de las normas superiores ni con la obligatoriedad
de las elecciones internas, ni con la simultaneidad del acto para los partidos políticos. A
ello se suma que piensan que la legislación electoral está habilitada para imponer a los
partidos políticos el deber de llevar a cabo elecciones internas o primarias, abiertas o no,
y para establecer el momento de su realización, incluida la simultaneidad.
Señala Borello que en apoyo también se encuentra “...un antecedente de la
Cámara Nacional Electoral en fallo del 3060/2002 recaído en la causa "Salvatierra, José
Luis s/promueve acción de amparo c/ PEN", en la que el tribunal se expidió por la
constitucionalidad del sistema de selección de candidatos en internas abiertas y
simultáneas introducido como obligatorio para los partidos políticos en su ley orgánica
n° 23298 por la ley nacional n° 25611” (Borello, 2004, 6).
Sin embargo también han existido voces que se han alzado contra dicha posición
sosteniendo que, como hizo el diputado Alberto Natale, en oportunidad de tratarse en la
Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley para adoptar el sistema a nivel
nacional, planteó que era inconstitucional ya que si un partido quiere elegir sus
candidatos en internas abiertas está en su derecho, pero no pueden imponérselo el resto
de las fuerzas políticas (La Capital, 20/6/2002, 8).
Durante el debate en la Cámara de Diputados de la Provincia se presentaron
otras objeciones entre ellas la del diputado Lamberto, del socialismo, quien subrayaba
que se quería soslayar la facultad que tienen los partidos políticos de constituir partido,
de afiliarse o de no afiliarse y si tiene facultad de constituir, también tiene facultad de
concurrir o no a las elecciones. Por su parte el diputado radical Hugo Marcucci sostenía
que “...lamentablemente, incorporamos un ingrediente que es la obligatoriedad y
nuevamente estamos planteando un salto al vacío, nuevamente estamos intentando
repetir una experiencia vieja, estamos tratando de hacer de aprendices de brujos, porque
son sistemas que no están aplicados en el mundo, sobre los que no hay suficiente
experiencia” (Cámara de Diputados, 19/8/2004, 20 y 29).
10
A estos argumentos se sumaron otros que podemos denominar de eficacia ya que
el nuevo sistema propuesto se considera oportuno dado que al celebrarse las elecciones
internas abiertas en todos los partidos en un mismo momento se produce una necesaria
“concentración y orden” en las actividades electorales evitando cualquier falta de
transparencia de los comicios. Esto también lleva a que se evite que el votante se
inmiscuya en la vida interna de un partido que no es de su real interés (Evans, 1995,
762).
Por lo dicho lo que se pretende es evitar que se pueda influir con los votos de un
partido en otro diferente por lo cual han las internas abiertas junto con la simultaneidad.
* La semiobligatoriedad del voto en las internas.
El artículo quince establece por su parte que las elecciones internas, abiertas y
simultáneas son una carga pública para los ciudadanos habilitados a votar por el padrón
electoral general de la Provincia, correspondiéndole las mismas sanciones establecidas
para quienes no voten en las elecciones generales sin causas justificadas.
Sin embargo el artículo dieciséis postula los causales que podrán ser aducidos
para no emitir el sufragio en las internas abiertas. Además de los motivos previstos en la
legislación provincial y en el Código Electoral Nacional, la ley fija que podrán no
hacerlo aquellos ciudadanos que comuniquen fehacientemente su voluntad de no
participar al Tribunal Electoral u otras reparticiones designadas a tales efectos y hasta
cuarenta y ocho horas antes del acto.
Este artículo fue reglamentado por medio del decreto del Gobernador n° 428/05
en el que establece que las otras reparticiones designadas son las diferentes
dependencias policiales de la provincia en las cuales los ciudadanos podrán comunicar
fehacientemente su decisión de no votar. Este trámite de excusación se realiza en un
formulario duplicado quedando una copia para el elector. Éste deberá dentro de los
sesenta días posteriores a la elección presentar su documento de identidad y el
certificado en su poder en las oficinas que establezca el Tribunal Electoral para concluir
el trámite de la no emisión del sufragio.
Esta obligación aparta la legislación santafesina de otras leyes que han
implementado este sistema electoral.
Esta discusión nos lleva a retomar los debates sobre la necesidad del voto
obligatorio. Como es bien conocido uno de los argumentos principales para establecer la
11
obligatoriedad ha sido evitar la denominada “crisis de la democracia”. Como ha
señalado Carlos Nino los argumentos de las concepciones populistas de la democracia
consideran que son las desigualdades causadas por la falta de participación las que
llevan a dicha crisis. Por ello es la apatía política lo que se debe corregir por medio de la
participación para atenuar el abismo que se produce entre el gobierno y la sociedad
(Nino, 1997, 214).
Además la participación puede necesitar ser inducida por diferentes razones.
Entre ellas, como continúa expresando Nino, encontramos que todo gobierno
democrático es un bien público es posible que se produzca la lógica del free-rider en el
cual muchos individuos aprovechan la participación de otros desentendiéndose de la
propia.10 A esta paradoja del voto se sobreimpone una dinámica social que se da cuando
se produce el voto voluntario y son los determinados sectores los que optan por
participar o no hacerlo. Así, participar en el debate público permite proteger los
intereses de aquellos que se encuentran en una situación similar. Una vez producido
esto, una nueva dinámica interactúa con las anteriores y es que cuando un sector social
tiende a n concurrir a las elecciones, los candidatos que se presentan tienden a no
representarlos o a no dirigir su agenda hacia ese sector.
De esta manera la participación puede exigirse como una forma legítima de
paternalismo ya que “...la participación voluntaria puede crear un dilema de los
prisioneros por el cual cada uno rehúse asumir los costos de participar debido a que el
beneficio de hacerlo al ser parte de un grupo de grandes dimensiones es insignificante”
(Nino, 1997, 215).11 Pero como aclara el autor este paternalismo no está dirigido a
imponer a los individuos ideales o planes de vida que ellos no quieren, sino a ayudarlos,
aun coactivamente, a satisfacer planes e ideales de vida libremente adoptados (Nino,
1992b, 166).
En esta última opción por ejemplo los pobres, o los menos educados, o los no
afiliados, son llevados a participar ya que de esta manera podrán ver sus intereses
10
“La probabilidad de que cada voto por separado incida en el resultado final es ínfima, cuando se trata
de una elección en la cual participan millones de personas. Por lo tanto, el beneficio que cada uno saca
yendo a votar (...) es insignificante, tan insignificante que en general no compensa cualquier costo que
implique votar (informarse sobre los candidatos, comparar los programas, trasladarse a las mesas de voto,
hacer cola en ellas, etc)” (Nino, 1992, 177).
11
O como señala en otro texto, estamos en presencia de una falacia en la cual “...cada uno sólo tiene en
sus manos la posibilidad de ir a votar él mismo; cada uno puede hacer que voten los demás; y como todos
saben que no hay ninguna garantía de que los demás voten, y que el voto de cada uno no tiene ningún
impacto en cambiar las cosas, muchos de ellos no votan” (Nino, 1992, 178).
12
representados. Reiteramos, este paternalismo brinda medios que satisfagan las
preferencias subjetivas.
Sin embargo uno de los grandes motivos de ciertos grupos para autoexcluirse de
la participación es la falta de diferencias significativas entre las distintas opciones
políticas a seleccionar. Sin embargo, como ha sido estudiado, “los votantes
probablemente no representen bien a aquellos que se quedan en casa. La elección no da
como resultado un reflejo exacto de lo que hubiera pasado si todos hubieran votado”.
Es por ello que se ha fundamentado el voto obligatorio como el modo de dar
respuesta a estos problemas de la democracia participativa ya que ayuda a resolver los
problemas de lógica de la acción colectiva y evitar que el abstencionismo deteriore el
proceso democrático dado que es perjudicial para quienes no votan pero también para
quienes sí lo hacen. Evita la denominada “debilidad de la voluntad”.
Pero aquí debemos recordar dos elementos fundamentales de la legislación. En
primer lugar estamos hablando de la semiobligatoriedad de la participación en las
internas partidarias, no de las elecciones generales.
Es por ello que la semiobligatoriedad del voto pone en cuestión aspectos que
hacen a su conveniencia, a su opción política.
Por ello se supone que hay un doble problema de lógica de acción colectiva: uno
en la elección de los candidatos a ser presentados en los comicios generales, otro en las
elecciones generales.
Los autores que han tratado el tema generalmente lo han planteado para las
elecciones generales, no para la selección de qué candidatos serán presentados a la
elección general. El paternalismo estatal ahora es extendido a los partidos políticos, se
“ayuda” a la ciudadanía para que “ayude” a los partidos políticos a realizar una correcta
elección de sus candidatos.
Esta concepción se desprende una vez más del nuevo rol atribuido a los partidos
políticos de ser sujetos auxiliares del Estado. Por ello se plantea un estricto control
sobre sus estructuras de selección de candidatos partiendo del supuesto que la votación
del mayor número si lo hará, no la deliberación democrática.
Entre los argumentos utilizados para justificar esta norma figuran que uno de los
males que se pretende atenuar es que las internas cerradas se convierten en una parodia
en la que el predominio del aparato partidario determina quienes serán los candidatos en
un contexto de clientelismo.
13
Otro de los argumentos es que de la lectura de los motivos aducidos en los
argumentos del proyecto se concibe al voto como un derecho-deber que lo hace
extensible a todo el proceso eleccionario que comienza con la nominación de
candidatos.12
Pero hay otra cuestión que es más relevante en este punto y es que el mecanismo
de votación propuesto en las internas abiertas no es obligatorio, sino semiobligatorio, ya
que como ya se dijo, el artículo dieciséis fija el modo de excusación de los ciudadanos.
Es verdad que dicho mecanismo es sumamente engorroso y lleva a que aquellas
personas que busquen excluirse de las elecciones primarias deberán realizar dos trámites
(ir a la policía o a otro órgano designado antes de las elecciones y otra vez luego de los
comicios para que le sellen su documento) en lugar de uno sólo en el caso de ir a votar
(aunque sea en blanco).
No obstante la negociación que fue necesaria para que la ley saliera llevó a una
inconsistencia argumental. Si se fija un mecanismo de excusación, se está planteando
que el derecho-deber no es tal, es un derecho pero no implica un deber, que sólo se
producirá en el caso de las elecciones generales.
Además no implica argumentalmente un mecanismo de solución de los
problemas de lógica de la acción colectiva ya que, por el mismo argumento, ella sólo
será resuelta por medio del paternalismo de las elecciones generales.
4. Los cambios de último momento y las elecciones del 7 de agosto.
Una vez sancionada la ley el gobierno se consagró a su difusión, sin embargo a
último momento tuvo que enviar al Congreso una corrección de la norma electoral en la
cual se exceptuaba de realizar las internas abiertas obligatorias para los partidos y
semiobligatorias para los ciudadanos a doscientas setenta localidades de la Provincia
por medio de la ley n° 12.425. La nueva norma suspendió por única vez las elecciones
12
Haro ha defendido la obligatoriedad del voto en el sistema de internas abiertas como el derecho “....a
participar en el desenvolvimiento del sistema político, [que] tiene su indispensable correlato en el ‘deber’
de participar por lo cual la ley no solo debe consagrar el ‘derecho’ sino también el ‘deber’ del sufragio.
Estimamos que esa tendencia de todo ser humano de desentenderse de sus obligaciones sociales –que se
nutre en el natural egotismo que padece- debe ser enervada promoviendo la solidaridad y la asunción de
sus responsabilidades políticas mediante la obligatoriedad del sufragio, que en nada menoscaba su
libertad, a poco que se repare que su correcto ejercicio es aquel que favorece el desarrollo de la vida tanto
de cada hombre como de la sociedad toda” (Borello, 2004, 9).
14
en dichas localidades pero se presume será incorporada en el actual sistema electoral
como una corrección del mismo.
La nueva norma justificaba dicha particularidad en el argumento de que en
noventa de ellas sólo un partido, confederación de partidos o alianzas electorales había
presentado su lista. En este caso cualquier posibilidad de realizar una elección interna
carecía de necesidad. En las otras ciento ochenta localidades todos los partidos
presentados concurrieron a los comicios con una sola lista de candidatos cada uno por lo
cual no había, nuevamente, contienda interna posible. Es por ello que esta medida
incluyó a localidades que sumaron aproximadamente cuatrocientos setenta mil votantes
(Puig de Stubrin, 2005, 1).
Con relación a la puesta en práctica del nuevo sistema electoral la participación
fue mayor de la esperada. Así, precedentemente, el diputado provincial radical Hugo
Marcucci pronosticaba en el momento de la discusión de la ley que la obligatoriedad iba
a devolverles sólo un 40 o un 50% de ciudadanos interesadas en participar con lo cual
sólo se estaría buscando la legitimación del status quo sin seriamente cambiar algo
(Cámara de Diputados, 18/8/2004, 29). Las encuestas realizadas en los meses previos al
comicio y hasta un mes antes pronosticaban resultados similares.
Los medios de comunicación y las autoridades del gobierno realizaron una fuerte
campaña en la que se informaba sobre las características de las elecciones y la
semiobligatoriedad de las mismas. Sin embargo, era señalado el alto grado de
desinformación sobre qué y para qué se iba a votar, ya que un importante número de
ciudadanos consideraban que se encontraban ante las elecciones generales. Pero, como
señalaban los periodistas, después del entrenamiento de casi quince años de ley de
lemas, cualquier sistema era fácil de comprender (Conti, 2005).
En las semanas previas a los comicios la página web de la provincia fue
consultada por unas setecientas mil personas para saber sus lugares e votación y cerca
de diez mil ciudadanos (un 0,5% del padrón total de la provincia incluidas las
localidades donde no se votaba) hicieron el engorroso y (casi oculto) doble trámite de
anotarse para no sufragar.
A pesar de la dificultosa conformación de las autoridades de mesa,13 los
ciudadanos en condiciones de votar alcanzaron aproximadamente el 70%. Estas cifras
fueron en la ciudad de Santa Fe del 65,68% y en Rosario del 69,26%. Estos datos
13
Las mesas se constituían en los mismos colegios y centros utilizados para las elecciones nacionales, los
padrones también eran idénticos y eran fiscalizados por el Tribunal Electoral de la Provincia.
15
contrastan con las elecciones internas abiertas no obligatorias realizadas el mismo día en
distintas provincias del país que alcanzaron una participación de sólo el 3% del padrón
habilitado, aunque se recordaba que en las experiencias previas de la década de los años
noventa, como en la contienda Bordón-Álvarez, dicha cifra no había superado el 4% del
padrón habilitado (La Nación, 9/8/2005, 6).
Por ello mientras en la comparación los porcentajes santafesinos son muy
importantes, se debe recordar que, con la semiobligatoriedad, en los grandes centros
como Santa Fe y Rosario la participación fue más baja que el 70%, sumado a que en la
ciudad de Santa Fe el voto blanco e impugnado alcanzó al 18% y en Rosario el 13%. En
el caso de la ciudad de Santa Fe sólo el 48,68% de los empadronados optaron por votar
a un candidato de un partido político, en Rosario esta cifra es del 56,26%. Recordemos
que a ello debemos sumar que unos cuatrocientos setenta mil santafesinos estaban
exceptuados de votar por los propios cambios en la legislación.
La lectura sobre la participación realizada por el diputado provincial justicialista
Mario Lacaba fue que el nuevo sistema electoral había sido convalidado ampliamente
por el voto popular ya que las nuevas reglas eran claras, transparentes y llamaban a la
participación. Concluía que la prensa “...debía titular que Santa Fe tiene un sistema
inédito y exitoso que hace participar a la gente y a la vez es muy transparente”
(30Noticias, 11/8/2005). Por su parte el candidato a diputado nacional Hermes Binner
señaló que creía que “...funcionó bien a pesar de la obligatoriedad (...) me parece que es
un exceso que sean obligatorias porque habría que evaluar qué es lo que se elige (...)
que son los integrantes a las listas de los partidos políticos, no se eligen los
representantes del pueblo” (DERF, 18/8/2005).
5. Lecturas emergentes.
En la ponencia nos interesa remarcar los procesos de cambio en los sistemas
electorales y su implementación. Especialmente en Santa Fe en la que dicho debate, por
la conformación de las mayorías en el Congreso, se centró en el partido de gobierno con
mayoría propia en ambas cámaras.
El proceso de surgimiento de la ley mostró cómo las pujas internas del
justicialismo pusieron en muchas oportunidades al propio gobernador al borde de no
poder imponer su propio proyecto frente a las huestes reutemistas. Además debió
negociar ciertas modificaciones como la semiobligatoriedad del voto que no estaba
16
prevista en el proyecto inicial y que hizo perder valor argumental y lógico a las
posiciones que lo defendían.
En segundo lugar la obligatoriedad de participar a todos los partidos políticos
como la semiobligatoriedad de la participación de los ciudadanos por un lado marca un
cambio en la forma de entender a los partidos políticos como sujetos auxiliares del
Estado (no del gobierno), pero por otro no resuelve necesariamente los problemas de
acción colectiva que se buscaban modificar por medio de un semi “paternalismo
legítimo”.
En tercer lugar coincidimos con Lilia Puig de Stubrin que de la aplicación de la
norma en las elecciones internas del 7 de agosto no permiten realizar una lectura
provincial de los mismos. Sin embargo durante los días posteriores al comicio se
anunciaba que el Frente para la Victoria (Partido Justicialista) había superado al Frente
Progresista Cívico y Social (Partido Socialista, Unión Cívica Radical, entre otros) en
catorce de los diecinueve departamentos de la Provincia (DERF, 10/8/2005). Por su
parte el gobernador consideraba que con los resultados de las elecciones internas se
garantizaba el triunfo del Frente para la Victoria en las elecciones del 23 de octubre (La
capital, 8/8/2005, 9).
Sin embargo tanto en la ciudad de Santa Fe como en Rosario el Frente
Progresista había superado al Frente para la Victoria en cantidad de votos. En el caso de
la ciudad capital esto tenía relevancia dado que era la primera vez que el justicialismo
era derrotado.14 Por ello el discurso del Frente para la Victoria en dicha ciudad se
apartaba de los análisis del gobierno provincial. Expresaba el candidato justicialista más
votado para el Concejo capitalino que “...las elecciones pasadas fueron internas y se las
quiere tomar como que fueron una elección general y se hacen análisis equivocados”
(DERF, 19/8/2005).
Más allá de las disputas discursivas coincidimos que por los motivos expuestos
más arriba, con relación a las localidades exceptuadas de realizar las votaciones, no es
posible extrapolar los datos de agosto a octubre. Marcan una tendencia en las internas,
pero nada más que eso.
A su vez de las localidades en las que se realizaron las elecciones se debe
distinguir aquellas en las que los partidos o alianzas fueron en una sola lista, de aquellas
14
En Rosario el Frente Progresista obtuvo 42,16% de los votos contra el 35,74% del Frente para la
Victoria. En la ciudad de Santa Fe el Frente Progresista alcanzó el 43,47% y el Frente para la Victoria el
28,53%.
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en que llevaron más de una. “Es posible especular que los ciudadanos se verán más
atraídos por votar en aquellos partidos donde sus votos cuentan. El voto hacia una lista
única es un indicador de simpatía o adhesión hacia el partido en cuestión mientras que
el voto en una compulsa electoral de dos listas de una agrupación política puede
indicarse como indicativo de simpatía hacia algún candidato o grupo interno de un
partido político o alianza electoral” (Puig de Stubrin, 2005, 1).
Además, encaminados a realizar conjeturas, ambas agrupaciones no compitieron
en todos los municipios y comunas en las que se realizaron elecciones internas. De los
treinta y ocho municipios y cincuenta comunas de la Provincia el Frente Progresista
presentó listas e veinticuatro municipalidades y en diecisiete comunas. Por su parte el
Frente para la Victoria presentó listas en veintinueve municipios y en veintisiete
comunas. Del total, ambas agrupaciones compitieron entre sí en dieciséis
municipalidades y en siete comunas. Sólo en “...estos únicos casos se pueden hacer
comparaciones más rigurosas relativas al desempeño electoral de las agrupaciones”
(Puig de Stubrin, 2005, 2).
Estas particularidades del sistema electoral santafesino nos llevan a concluir que
no se pueden realizar lecturas de tendencias provinciales para los próximos comicios a
partir de las internas abiertas y obligatorias ni pronosticar tendencias definitivas en las
intenciones del voto.
Al comentar esta ponencia en el Congreso de la SAAP, los resultados de las
elecciones de octubre nos permitirán reafirmar o modificar algunas de las lecturas que
tenemos en la actualidad, y por lo tanto saber si, como ha sido estudiado en otros casos
provinciales, la política y los sistemas electorales han continuado bajo el control de los
gobernadores y de los partidos de gobierno o si, esta vez, los intereses estratégicos de la
oposición son los que se plasmaron. Hasta en esto, tal vez, la Provincia de Santa Fe se
afane por ser diferente.
Rosario, septiembre de 2005.
6. Bibliografía:
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18
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agosto, 17 reunión 15 Sesión Ordinaria.
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19
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