Julio de 2005 El sueño se hizo posible María Ana Rago. [email protected] Se estrenó en El Nacional una lograda versión del musical "El hombre de La Mancha", protagonizada por Raúl Lavié. «La peor locura es ver la vida como es y no como debería ser", sentencia don Quijote en una original versión del personaje creado por Miguel de Cervantes Saavedra, en la que el hidalgo de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro (según la novela) no sólo vive su sueño de ser un caballero andante sino que incita a los demás a soñar. Alejandro Romay vuelve a producir El hombre de La Mancha (musical de Broadway de Dale Wasserman, Joe Darion y Mitch Leigh, inspirado en el clásico español y estrenado en 1965); en esta oportunidad lo hace bajo la producción artística y supervisión general de su hijo, Diego Romay. El espectáculo sube a escena en el teatro El Nacional, con un elenco integrado por 40 artistas, en el marco de una escenografía imponente, con orquesta en vivo, veinte números musicales y una brillante interpretación vocal de Raúl Lavié —la canción El sueño imposible resulta particularmente bella en su voz—. El hombre de La Mancha propone dos universos. Por un lado, el del escritor nacido en Alcalá de Henares, llevado a un calabozo —para ser juzgado por la Inquisición—, donde probablemente haya escrito, hace 400 años, la primera parte de su obra cumbre El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Por otro lado, el de las aventuras de don Quijote, secundado por su escudero, Sancho Panza.La alternancia entre los dos mundos se sucede con gran naturalidad en esta puesta dirigida por Gustavo Zajac. Lavié es Cervantes y también Alonso Quijano y finalmente, don Quijote. Omar Calicchio es primero un sirviente de Cervantes y luego Sancho Panza. Sandra Ballesteros es Aldonza Lorenzo para todos y Dulcinea del Toboso para don Quijote. Los tres logran muy buenas composiciones. La obra respeta la forma que asume la locura del manchego en la primera parte de la novela de Cervantes: a don Quijote, el idealista, lo engañan los sentidos y ve princesas donde hay rústicas campesinas. Pero modifica hechos. Aldonza/Dulcinea es apenas mencionada en El Quijote, y "el caballero" se enamora de ella "de oídas"; en cambio aquí, este personaje tiene un desarrollo importante. En eso reside el principal atractivo de El hombre de La Mancha: en imaginar aquello que la novela no hace explícito. "Ser siempre fiel a un ideal", sugiere este espectáculo y así elige vivir y morir el ingenioso hidalgo. Y en definitiva, es cada uno quien elige ver molinos de viento o temibles gigantes; posadas o castillos.