Siddhartha Herman Hesse Biografía Hermann Hesse fue un buscador durante toda su vida. Lo demuestra no sólo su gran obra poética, que en 1946 le hizo merecedor del Premio Nobel, sino también su biografía. En Calw, su ciudad natal, donde vino al mundo en 1877, Hesse pasó sus años de juventud en el ambiente de la familia, que le marcaron y que se reflejan en muchos pasajes de sus libros. Maulbronn, Tubingia y Basilea fueron ciudades donde pasó otras etapas de su vida. En 1904 se trasladó a una granja en Gaienhofen, junto al lago de Costanza, para seguir viviendo allí como escritor autónomo. En 1911 realizó un viaje a la India y poco después se trasladó a Suiza, primero a Berna y después, en 1919, a Montagnola (Tessin), donde inició su periodo creativo más rico y donde murió en 1962. La superación de las crisis personales es uno de los puntos focales en la obra de Hesse, que también trata cuestiones de la religión y la política. Hermann Hesse nace el 2 de julio de 1877 como segundo hijo de Johannes Hesse y de su esposa Marie, de soltera Gundert, en Calw/Selva Negra. La familia paterna es de origen báltico alemán, y la materna es suavo-suiza. Hesse asiste primero a la Escuela de Latín de Calw y en 1891 ingresa en el seminario evangélico teológico del Monasterio de Maulbronn, del que escapa al cabo de pocos meses. Tras un aprendizaje como mecánico en la fábrica de relojes de torre Perrot en Calw, aprende el oficio de librero en Tubingia y Basilea y publica sus primeras obras propias (poemas y prosa). Desde Basilea realiza dos viajes a Italia. En 1904, después de su primer gran éxito (Peter Camenzind), se casa con María Bernoulli y se traslada a Gaienhofen, junto al lago de Costanza. En este lugar rural y apartado nacen sus tres hijos. En 1911 realiza un viaje a Asia Oriental. A partir de 1912 Hesse vive en Berna. En 1919 se publica su famosa novela Demian. Ese mismo año, sin la familia, se traslada a Montagnola (Tessin). Se divorcia su primer matrimonio y en 1923 Hesse se casa con Ruth Wenger. Su obra más famosa, El lobo estepario, se publica en 1927 coincidiendo con su 50 cumpleaños. Hesse se casa por tercera vez en 1931 con Ninon Dolbin, de soltera Ausländer. Desde 1924 Hesse tiene la ciudadanía suiza, y durante la Segunda Guerra Mundial se publica su obra programática: El juego de abalorios (1943). En 1946 Hermann Hesse es honrado con el Premio Nobel de Literatura. Fallece el 9 de agosto de 1962 en Montagnola. “Nací hacia finales de la Edad Moderna, poco antes del incipiente retorno del Medioevo, bajo el signo de Sagitario y amablemente influido por Júpiter. Mi nacimiento se produjo a primera hora de la tarde un cálido día de julio, y la temperatura de aquella hora es la que, inconscientemente, he amado y buscado durante toda mi vida, y la he añorado dolorosamente cuando me faltó. Nunca pude vivir en países fríos, y todos los viajes voluntarios de mi vida se dirigieron al sur. Fui hijo de padres religiosos, a quienes amé con ternura y a los que habría amado más tiernamente si no se me hubiera enseñado el cuarto mandamiento a edad temprana. Pero, lamentablemente, los mandamientos siempre han ejercido en mí un efecto fatal, por muy justos y bien intencionados que fueran - yo, que por naturaleza soy un cordero y tan dócil como una burbuja de jabón, siempre he sido reacio a los mandamientos de todo tipo, sobre todo durante mi juventud. Bastaba con que oyese el "debes hacer" para que en mí todo se revolviese y me volviera porfiado. Es fácil imaginar que esta peculiaridad tuvo una gran influencia negativa en mis años escolares. Cierto que nuestros maestros, en aquella divertida asignatura que llamaban Historia Universal, nos enseñaban que el mundo siempre había sido gobernado, dirigido y cambiado por ese tipo de personas que imponían su propia ley y que rompían con las leyes tradicionales, y nos decían que esas personas eran honorables. Pero eso era tan mentira como todo el resto de la enseñanza, pues cuando uno de nosotros, con buena o con mala intención, mostraba alguna vez valentía y protestaba contra cualquier mandamiento, o siquiera contra una costumbre estúpida o una moda, ni era honrado ni se nos recomendaba como modelo, sino que era castigado, escarnecido y oprimido por la cobarde prepotencia de los maestros. 2 Por suerte, lo importante y más valioso para la vida ya lo había aprendido antes de empezar los años de escuela: mis sentidos eran despiertos, finos y aguzados, me podía fiar de ellos y obtener mucho disfrute, y cuando más tarde caí irremisiblemente ante la seducción de la metafísica, e incluso llegué a lacerar y despreciar mis sentidos, la atmósfera de una sensibilidad delicadamente desarrollada, concretamente por lo que se refiere a la vista y al oído, siempre me fue fiel, y en el mundo de mi pensamiento, incluso donde parece ser abstracta, interviene de forma viva. Por lo tanto disponía yo de unas ciertas defensas para la vida que, como ya he dicho, adquirí mucho antes de que empezasen los años de colegio. Conocía bien nuestra ciudad paterna, las granjas de gallinas y los bosques, las huertas y los talleres de los artesanos, conocía los árboles, los pájaros y las mariposas, sabía cantar canciones y silbarlas entre dientes, y muchas otras cosas que tienen valor para la vida. A esto se añadieron entonces las ciencias escolares, que me resultaban fáciles y me divertían, encontrando un auténtico placer en el latín, y empecé casi igual de pronto a hacer versos tanto en latín como en alemán. El arte de la mentira y de la diplomacia se lo debo al segundo año de colegio, donde un preceptor y un colaborador me dotaron de estas facultades después de que previamente, con mi candor y confianza infantiles, hiciera caer sobre mí una desgracia detrás de otra. Estos dos educadores me ilustraron con éxito sobre el hecho de que la honestidad y el amor a la verdad eran cualidades que ellos no buscaban en los alumnos. Me acusaron de una fechoría, por cierto bastante intrascendente, que se había cometido en clase y de la que yo era completamente inocente, pero como no pudieron obligarme a confesar su autoría, convirtieron esa pequeñez en un proceso de Estado y ambos, con torturas y palos, fueron incapaces de sacarme la confesión que deseaban, pero sí extrajeron de mí toda fe en la honestidad de la casta de maestros. Obra Literaria "Para hacer realidad lo posible es necesario probar de vez en cuando lo imposible." Hermann Hesse Hermann Hesse es, junto con Thomas Mann y Stefan Zweig, el autor de lengua alemana del siglo 20 más leído hoy en día en el mundo. Sus libros han sido traducidos a más de 60 idiomas y están distribuidos por todo el planeta unos 150 millones de ejemplares. Sólo una escasa sexta parte de ellos equivale a las ediciones en lengua alemana. Con las primeras novelas como "Peter Camenzind" y "Bajo las ruedas" (Unterm Rad) logró pronto sus primeros éxitos. Mayor eco encontraron las obras publicadas después de la Primera Guerra Mundial como "Demian", "Siddhartha", "El lobo estepario" (Der Steppenwolf), "Narciso y Goldmundo (Narziß und Goldmund), "Viaje al Oriente" (Die Morgenlandfahrt)y su pedagógica obra de la vejez "El juego de los abalorios" (Das Glasperlenspiel), galardonada en 1946 con el Premio Nobel. El poeta abandonó ya en 1912 la Alemania militante del emperador Guillermo II y desde Berna siguió de cerca y combatió la política alemana con críticas crecientes. En la Primera Guerra Mundial fundó un centro de atención para los prisioneros de guerra que entre 1933 y 1945 se convertiría en un punto de contacto para innumerables emigrantes. Pero sólo dos años después de la muerte del poeta se alcanzó la divulgación global de sus obras, única en la historia de la literatura alemana. Se inició durante la guerra de EE.UU. en Vietnam, al convertirse Hesse en un símbolo de identificación para el movimiento juvenil que se rebeló contra esa guerra. Evocando a 3 su pacifismo se quemaron las cartillas militares y los llamamientos a filas y se logró, en forma del movimiento "Flower-Power", con divisas como "Make love, not war!", que en 1973 con la retirada militar de los EE.UU. también se aboliese el servicio militar obligatorio. A partir de la millonaria divulgación de sus libros entre la juventud americana y la popularización del pensamiento asiático actualizado en las obras de Hesse, comenzó también en otros muchos países un renacimiento de este autor que aún se mantiene en nuestros días. La superación del eurocentrismo y el acicate de Hesse para vivir con autodeterminación en oposición a la sumisión a la autoridad, así como las soluciones ideológicas universales explican su fuerza de atracción sobre las nuevas generaciones. A la creciente desorientación contrapone una imagen global en la que se mezclan tradición y modernidad, ética y estética de un modo futurista. En 2005 se pudo concluir la primera edición completa de las obras del poeta que comprende 20 tomos, con unas 14.000 páginas, e incluye por primera vez todos los artículos políticos y recomendaciones de buenos libros publicados con anterioridad en periódicos y revistas. Esta recopilación crea las condiciones para un tratamiento académico totalmente nuevo del autor. Hesse pintor Hermann Hesse empezó a pintar a partir de los cuarenta años, y su camino como artista plástico condujo de la terapia a la pasión. En cartas y artículos habló Hesse sobre la pintura y muchos amigos pintores formaban parte de los que le acompañaban en el camino. Desde la Primera Guerra Mundial, el poeta se entregó a esta pasión. Desde sus principios autodidactas, que ayudaron a superar una crisis en su vida, creó una importante obra pictórica en unas 3.000 acuarelas que, en colores brillantes, transmiten las bellezas de Tessin, la patria chica de adopción de Hesse desde 1919 hasta su muerte en 1962. En el año 1916 Hermann Hesse se somete a un psicoanálisis en Sonnmatt, en Lucerna. Su médico, el Dr. J.B.Lang, le incita a que represente gráficamente sus sueños. Hesse pinta los primeros cuadros en Berna y en los alrededores de Locarno, en Tessin. En 1917 Hesse se dedica intensamente a los autorretratos. En 1918 realiza otros intentos de pintura en Tessin, y surgen los primeros textos e ilustraciones del libro Wanderung ("Excursión") (publicado en 1920). En beneficio de la Atención Alemana a los Prisioneros de Guerra, que Hesse había fundado en 1916 en Berna, ofrece por primera vez a la venta ciclos de poemas con ilustraciones propias. 1919: Hesse ilustra su cuento Der schwere Weg ("El camino difícil") y dibuja acuarelas para los Gedichten des Malers("Poemas del pintor"). La primera exposición de acuarelas de Hesse se celebra en 1920 en la Galería de Arte de Basilea; en 1920 se presentan reproducciones tempranas en la revista Wieland, Munich. En 1921 aparece el álbum de arte Elf Aquarelle aus dem Tessin("Once acuarelas de Tessin"). En 1922 se celebra una exposición de acuarelas en Winterthur junto con cuadros de Emil Nolde. Hesse escribe y dibuja el cuento ilustrado Piktors Verwandlungen ("Las transformaciones de Piktor") para Ruth Wenger. En 1925 publica las consideraciones Die Luganesische Landschaft("El paisaje de Lugano"), de Josef Ponten, y en 1926 su relato Die letzte Reise ("El último viaje"), ambos con reproducciones en color de acuarelas de Hesse. Exposición de 50 acuarelas en Berlín y 100 acuarelas en Dresden. 4 “Para toda la aflicción, que con frecuencia era insoportable, encontré una salida cuando empecé a dibujar y a pintar, cosa que jamás había hecho en la vida. Una cosa es que esto tenga objetivamente valor; para mí es una nueva inmersión en el consuelo del arte, que apenas podía darme ya la poesía. Es darse sin avidez, amar si deseo". "Mis pequeñas acuarelas son una especie de poesías o sueños, sólo proporcionan un lejano recuerdo de la 'realidad' y varían según los sentimientos y las necesidades personales (...), el hecho de que yo sólo sea un aprendiz es algo que no olvido". "Producir con plumilla y pincel es para mí el vino cuya embriaguez hace que la vida sea tan cálida y hermosa que se pueda soportar". "Me quedo en motivos paisajísticos muy sencillos, parece que no puedo avanzar más. Veo perfectamente lo hermoso que es todo lo demás, los aires y los animales, la vida en movimiento e incluso lo más bello, los seres humanos, que con frecuencia están conmovidos y casi desconcertados, pero no puedo pintarlos". "En estos años, desde que me dedico a pintar, me he ido distanciando de la literatura (...), hacia la que no habría sabido tomar otro camino. Que además lo pintado tenga por sí mismo algún valor o no, es algo totalmente secundario. En el arte, al contrario de lo que sucede en la industria, el tiempo no desempeña ningún papel; hay tiempo perdido cuando sólo al final se alcanza lo posible en intensidad y perfección. Como poeta, sin la pintura no habría llegado tan lejos". Siddhartha Gautama Siddharta Gautama (Lumbini, siglo V-IV a. C.) ―también llamado Sakyamuni(śākya-muni, el ‘sabio del clan sakia’) y Buda―, fue un importante religioso, fundador del budismo. En idioma sánscrito, el término buddha significa ‘despierto, iluminado, inteligente’. Es una figura religiosa sagrada para dos de las religiones con mayor número de adeptos, el budismo (fue fundador de la religión budista y primer «gran iluminado») y el hinduismo (que lo considera un avatar del dios Visnú). Aunque existen muchas leyendas, se concuerda en que fue un líder religioso conocido como Siddharta Gautama. Vivió en una época de cambio cultural en que se atacaban los procedimientos religiosos tradicionales de la India. Fue uno de los reformadores que dio un impulso renovador en el ámbito religioso dhármico que se propagó más allá de las fronteras de la India y terminó transformándose en una de las grandes religiones del mundo, el budismo. Siddharta nació en el seno de una familia noble del clan de los sakia. Su lugar de nacimiento fue en Lumbiní, el reino de Kapilavatthu, una aldea del Terai (en el actual Nepal) que está a los pies de los montes Himalayas. Según la tradición oral, Śuddhodana, el padre de Siddharta, era el rey que gobernaba el clan sakia. Su madre Maia Deví era una de las esposas del rey. Siddharta fue el nombre escogido para el recién 5 nacido, que significa ‘la meta perfecta’ o ‘la meta de los perfectos’. La reina Maia, madre de Siddharta, murió justo al nacer su hijo, que fue educado por su tía Payapati Según la tradición oral, poco después de su nacimiento fue visitado por el brahmán Asita, un asceta de gran reputación por su sabiduría y por sus dotes para interpretar presagios. El sabio brahmán profetizó que Siddharta llegaría a ser un gran gobernante o un gran maestro religioso, lo que consternó a Śuddhodana, que quería que su hijo siguiera sus mismos pasos y que un día le sucediera en el trono. Por ello su padre lo protegió de la dureza de la vida, fuera de palacio, para evitar que el hijo desarrollara su tendencia hacia lo espiritual. Pensó que el mejor modo de evitarle la tendencia a la religiosidad consistía en impedirle toda experiencia con el lado amargo de la vida, de modo que creó en torno de él una vida llena de placeres y con el menor contacto posible con el sufrimiento de la realidad. Dice la leyenda que Maia fue fecundada por un pequeño y bello elefante provisto de seis colmillos que hirió delicadamente su regazo sin causarle dolor. Al nacer, el pequeño Siddharta habría aparecido ante su madre sobre un loto mientras una suave lluvia de pétalos caía sobre ambos, y dijo: «Triunfaré sobre el nacimiento y la muerte y venceré a todos los demonios que hostigan al humano». Según otra versión, Maia soñó una noche que un pequeño elefante con seis cuernos y cabeza de color rojo rubí bajaba del cielo y entraba en su vientre por el lado derecho. Ocho sacerdotes le explicaron a su esposo que el niño sería santo y alcanzaría la sabiduría perfecta. Más tarde ella salió al jardín con sus sirvientas y caminó bajo un árbol sala, el cual se inclinó. La reina se colgó de una rama y miró a los cielos. En ese momento Siddharta surgió de su lado. Dice también la leyenda, que cuando Gautama nació recobraron la vista los ciegos, los sordomudos hablaron y una música celestial llenó el mundo. Los primeros 29 años de la vida del príncipe Siddharta Gautama Buddha, transcurrieron completamente ajenos a toda actividad espiritual, siempre vivió con su familia. Los detalles de la infancia y juventud de Siddharta narran una vida rodeada de enorme lujo y comodidad. Recibió la mejor educación y formación posibles en su tiempo. Siddharta comenzó a sentir curiosidad por conocer cómo eran las cosas en el mundo exterior y pidió permiso a su padre para satisfacer su deseo. Śuddhodana accedió, pero preparó la salida de su hijo ordenando que despejaran las calles de toda visión que pudiera herir la sobreprotegida conciencia del príncipe. No obstante, sus cuidadosos arreglos fracasaron pues Siddharta, aclamado por la multitud a su paso por las calles, no pudo dejar de percibir el dolor bajo sus formas más agudas, por primera vez se percató de la vejez, enfermedad y muerte. Siddharta Gautama representa a la perfección el concepto de «búsqueda espiritual» según las antiguas creencias, sobre todo de naturaleza oriental. Es decir, el incansable esfuerzo interno o la catarsis que conduce a la unión liberadora con la divinidad o nirvana y por la que todos los seres humanos tarde o temprano se verán obligados a realizar (autorrealización) para alcanzar algún día la iluminación, después, eso sí, de experimentar las necesarias y aleccionadoras reencarnaciones. Asimismo, la figura de Siddharta convertido finalmente en el Iluminado (o Buda) viene a expresar la idea mística de que el camino hacia la propia luz y por consiguiente la obtención de la paz interior implica enorme sacrificio y suele comenzar con una provocadora e inquietante duda. La historia de Barlaam y Josafat nos cuenta que el descubrimiento de la vejez, la enfermedad y la muerte fue traumático para Siddharta. Se dio cuenta de que también él estaba sujeto al mismo sufrimiento y su ánimo se tornó sombrío, pues se preguntaba cómo alguien podía vivir en paz y felicidad si esto era lo que le deparaba la vida. En una nueva salida al exterior, el príncipe vio a un anacoreta, un monje mendicante, del cual se sintió impresionado por su carácter apacible. Decidió adoptar, también él, la vida de los monjes que vivían en extremo ascetismo, pasando antes unos años como mendigo. Siddharta vivió como un príncipe hasta los 29 años; luego abandonó su hogar, dejando atrás a su esposa Yasodhara y a su hijo. Partió con la cabeza rapada y ataviado con un vestido amarillo de 6 itinerante, sin dinero ni bienes de ninguna clase, en busca de la iluminación. Más tarde descubrió que todo extremo es malo. En su camino, Siddharta aprendió de la mano de cuatro diferentes maestros. Con ellos aprendió diferentes técnicas de meditación y logró altos estados de conciencia. En esencia, las distintas ideas que examinó Siddharta intentaban redefinir la unión del individuo (Atman) con un absoluto (Brahman) para así lograr la liberación. Pero a pesar de sus grandes logros con estas prácticas, no encontró en ellas satisfacción para sus preguntas. Entonces, en un intento por doblegar totalmente al mundo sensorial, Siddharta probó a someterse a austeridades tan extremas que casi ocasionaron su muerte, pero aun así tampoco encontró solución a su problema. Por esto decidió investigarlo de una manera nueva y diferente. Aprendió dos cosas de suma importancia: primero, que el ascetismo extremo no conducía a la liberación total, sino que era preciso algo más; y segundo, que, alcanzado cierto punto, ningún maestro era capaz de enseñar nada más. Siddhartha partió decidido a no seguir buscando fuentes externas de sabiduría, sino a encontrarlas dentro de sí mismo. Una versión mítica de esta etapa de su vida nos dice que Siddharta, en sus extremas prácticas de ascetismo, después de algunos días sin comer ni beber agua, pocos minutos antes de su muerte, escuchó a un maestro que estaba enseñándole a una niña a tocar elsitar. Dicho maestro le dijo que si la cuerda estaba muy floja no sonaría, pero si la cuerda del sitar se encontraba muy tensa se rompería: la cuerda debía estar en su justa tensión para que pudiera dar música y armonía. En ese momento Siddharta comprendió el camino del medio: tanto el ascetismo extremo como la vida de placeres del palacio eran dos extremos, y la verdad se hallaría en la justa medida entre el placer exacerbado y el ascetismo extremo. Al final de su periplo Siddharta caminó a un lugar llamado Bodhgaya, en el estado indioBihar, hasta sentarse bajo la sombra de un árbol llamado bo o bodhi (ficus religiosa), considerado el árbol de la sabiduría. Una noche de luna llena decidió no levantarse hasta que hallara la respuesta al sufrimiento. Pasó varias semanas debajo de este árbol. Como empezó una terrible tormenta, de debajo de las raíces del árbol surgió Muchilinda, el rey de los nagas (serpientes), se enroscó alrededor de Gautama y lo cubrió con su caperuza. Finalmente Gautama tomó conciencia de que ya se había liberado definitivamente. Comprendió las Cuatro Nobles Verdades. Ya no pesaba sobre él la ilusión del falso yo: su verdadero ser estaba más allá de las dualidades del aferramiento y la repulsión; había trascendido el espacio y el tiempo, la vida y la muerte. Comprendió que nunca más volvería a renacer, que había roto el eterno girar de la rueda del samsara. Esto es el nirvana. Contando para entonces 35 años, según la leyenda, Siddharta despertó de sus meditaciones como un Buda (‘despierto’, ‘iluminado’) y siguió sentado bajo el árbol bodhidurante cierto tiempo, disfrutando de la dicha de la renunciación, de la liberación. Después empezó a enseñar sobre el nirvana a quien le oyera; fundando lo que en la India se conoce como buddha-dharma (la religión de Buda); en Occidente se conoce más comúnmente como budismo. Siddharta Gautama murió a los 80 años de edad. La causa fue una intoxicación alimenticia que le produjo vómitos, hemorragias y grandes dolores que, según los testimonios, soportó con gran entereza. Finalmente, se recostó en un bosque de mangos en Kushi-Nagara, a unos 175 kilómetros al noroeste de Patna. Allí, rodeado de sus discípulos, alcanzó la paz eterna de la extinción completa, elpara nirvana. Este es un estado al que solo acceden después de morir los que han alcanzado el nirvana durante su vida. Antes de expirar dijo el Nirvana Sutra, donde resumió toda su enseñanza y aclaró los puntos que a él le parecía que no habían sido bien comprendidos. 7 Desde el año 261 a. C., el rey Asoka (304-232 a. C.) difundió la religión budista por todo su imperio, llenando el norte de la India con templos y monasterios budistas. El budismo prácticamente desapareció de la India hace mil años. La enseñanza se expandió hacia el sur a Sri Lanka y el sudeste de Asia, donde la forma theravada de budismo aún sigue floreciendo. También se difundió al norte al Tíbet, China, Mongolia y Japón. Las formas majaianas de budismo se practican en estos países. En el siglo XX el budismo empezó a perder adeptos en Oriente, mientras que se ha difundido en Occidente. Buda, el concepto. El término proviene del sánscrito, buddha: ‘inteligente’, ‘iluminado’. Etimológicamente deriva del verbo budh: ‘despertar, prestar atención, darse cuenta, entender, recuperar la conciencia después de un desmayo’. Según el budismo, Buda es la denominación que reciben aquellos individuos que han realizado su naturaleza bodhi. Siddharta Gautama, Buda, se considera «el Buda de nuestra era», uno de los budas principales que definen eras cíclicas de enseñanza y olvido del dharma (la verdad; la naturaleza de la realidad, de la mente, de la aflicción del ser humano y del camino correcto para la liberación). Debido a ciertas malas interpretaciones muy comunes, se debe enfatizar que Buda no es Dios. Esto no solo lo aseguró el mismo Buda Gautama, sino que la misma cosmología budista hace esta distinción al afirmar que el estado del budha únicamente lo pueden lograr los seres humanos (pero no se limita a esta humanidad en particular), en quienes reside el mayor potencial para la iluminación. Siddharta Gautama también afirmó que no existen intermediarios entre la humanidad y lo divino. Devas (dioses o ángeles), humanos y demonios se rigen por el karma, cuyas leyes dictan que la compasión y el amor por la existencia generan provecho tanto para las demás criaturas como para el que las ejerce, purificando su karma. Buda es tan solo un ejemplo, un guía y un maestro para aquellos seres que deben recorrer la senda por su cuenta, lograr el despertar espiritual y ver la verdad y la realidad tal como son. La doctrina budista de práctica meditativa no fue una revelación divina, sino más bien el entendimiento de la verdadera naturaleza de la mente y tal entendimiento puede ser descubierto por cualquiera. Es el adentrarse en la realidad lo que se logra al comprender que la ignorancia puede eliminarse. Enlaces de interés: • Web sobre Hermann Hesse: http://www.hermann-hesse.de/es • Siddhartha en PDF: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2011/Siddharta.pdf • http://es.wikipedia.org/wiki/Hermann_Hesse 8