C&C ACTUALIDAD Reflexión en la banca Las mal llamadas “participaciones preferentes” han abierto una reflexión en la banca. Y, desde el pasado mes de abril, los Juzgados y Tribunales han empezado a declarar nulos los contratos de “compra”. En este artículo, Zamanillo analiza las últimas novedades normativas sobre este instrumento complejo de elevado riesgo. v engo siguiendo con interés las novedades relacionadas con las mal denominadas “participaciones/ acciones preferentes”, al ser consideradas valores emitidos por una sociedad de capital (financiera o no), no confiriendo participación en su capital, ni derecho de voto o de suscripción preferente, con carácter perpetuo y cuya rentabilidad, generalmente de carácter variable, no está garantizada. Contradictorio, cuanto menos, con los conceptos y relaciones entre socios, participaciones, acciones, capital y sociedades de capital. Desde la óptica económica, por su estructura son similares a la deuda subordinada, pero a efectos contables se consideran valores representativos del capital social. Por lo tanto, se trata de un instrumento complejo de riesgo elevado, que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas. Los titulares de estas preferentes son los últimos inversores en cobrar en caso de “quiebra” de la entidad emisora (sólo antes de los propios accionistas/socios). En este sentido, y desde un punto de vista jurisprudencial, los Juzgados y Tribunales españoles han empezado a declarar nulos los contratos de “compra” de preferentes suscritos entre clientes (inversores minoristas) y entidades financieras. Es importante distinguir entre clientes profesionales y minoristas (personas físicas o jurídicas), a los fines de diferenciar el comportamiento debido frente a unos y otros. ¿Suficiente información? Desde un punto de vista normativo, se exige a las entidades financieras diligencia, transparencia, imparcialidad, buena fe y, en lo que aquí interesa, adecuada información. Consecuentemente, los Juzgados y Tribunales están decidiendo, en la mayoría de los casos, “obligar” a los clientes a devolver a las entidades financieras las cantidades que, por intereses derivados de los contratos, hayan percibido hasta la fecha de sentencia firme, así como “obligar” a las entidades a devolver las cantidades invertidas más los intereses legales desde la reclamación judicial hasta el completo pago, con imposición de costas a las entidades demandadas. Para llegar a estas conclusiones, se han encontrado ante la necesidad de determinar si se puede considerar acreditado que los inversores han recibido una información suficiente, comprensible y clara sobre el producto que iban a contratar y los posibles riesgos. En relación con la carga de la prueba del correcto asesoramiento e información en el mercado de productos financieros, la diligencia en el asesoramiento no debe ser la genérica de un buen padre de familia, sino la específica del ordenado empresario y representante leal en defensa de los intereses de sus clientes, debiendo pesar la carga probatoria sobre el profesional financiero. Desde un punto de vista contractual, las partes contratantes deben tener plena conciencia y conocimiento claro y exacto de aquello sobre lo que prestan su aceptación y de las consecuencias que ello supone. Esta igualdad esencial, que respecto de las partes debe presidir la formación del contrato, ha de desplegar su eficacia en las diferentes fases del mismo. Si se considera probado que en la fase previa no se le dio al cliente inversor información suficiente sobre los riesgos que asume, ello implica la existencia de vicio en la prestación del consentimiento, siendo nulo el prestado por error y, por tanto, resultando nulo dicho contrato. Es importante señalar que, para que el error invalide el consentimiento, debe recaer sobre la sustancia de la cosa objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que hubiesen dado motivo a celebrarlo, reiterando la doctrina y la jurisprudencia la exigencia de que el error no puede ser inexcusable, siéndolo, consecuentemente y, entre otras razones, si este recae sobre las condiciones jurídicas de la cosa y en el contrato interviene un letrado. Novedades normativas Antes de concluir, me gustaría hacer una breve mención a la última novedad normativa relacionada con el establecimiento de condiciones para los procesos de reestructuración y resolución de entidades financieras que requieren ayudas, y al intento de resolver la problemática actual y futura de los instrumentos híbridos de capital y deuda subordinada, entre las que se encuentran las acciones preferentes. Se aprobó días antes de editar este artículo (Real Decreto Ley 24/2012, de 31 de agosto de 2012) y, a priori, hay varios puntos a tener en cuenta: Se parte del principio de que los accionistas y acreedores han de sufragar los gastos de la reestructuración o resolución, antes que los contribuyentes, en virtud del principio de responsabilidad y de asunción de riesgos. En consonancia, se establecen mecanismos voluntarios y obligatorios de gestión de instrumentos híbridos de capital, que afectarán tanto a las acciones preferentes como a la deuda subordinada. En los procesos, los acreedores subordinados de las entidades soportarán, en su caso, Eloy Zamanillo Manager en Grant Thornton pérdidas derivadas de la reestructuración o de la resolución después de los accionistas, cuota-partícipes o socios y, de acuerdo con el orden de prelación establecido en la legislación concursal, con las salvedades establecidas en el real decreto-ley. Ningún acreedor soportará pérdidas superiores a las que habría soportado si la entidad fuera liquidada en el marco de un procedimiento concursal. Las acciones de gestión de instrumentos híbridos de capital y de deuda subordinada podrán consistir, entre otras, en: l Ofertas de canje por instrumentos de capital de la entidad de crédito, sean acciones, cuotas participativas o aportaciones al capital. l Ofertas de recompra de los valores, ya sea mediante su abono directo en efectivo o condicionado, conforme a su valor de mercado actual, a la suscripción de acciones, cuotas participativas o aportaciones al capital de la entidad o a la reinversión del precio de recompra en algún otro producto bancario. l Reducción del valor nominal de la deuda. l Amortización anticipada a valor distinto del valor nominal. Finalmente, examinados los motivos que causalizan la normativa y visto el criterio de los Juzgados y Tribunales, parece ineludible tener en cuenta el papel que debe jugar el asesor jurídico, letrado o abogado, en el funcionamiento, desarrollo y buen fin de este sector. Más información en www.grantthornton.es | 45 |