P R I M E R A P R O F ES I O N R E L I G I O S A en MOZA MB I QUE El 2 de febrero, día de la Vida Consagrada, en un ambiente de familia, con la presencia de varias Congregaciones que nos acompañaron, hicieron su primera profesión religiosa nuestras hermanas Serafina y Olga. La ceremonia se realizó en nuestra casa de Matola, dando comienzo sobre las 9,00 la celebración de la Eucaristía, presidida por el P. Orlando Antoni, OFM, que con su sencillez nos ayudó a comprender el sentido de la consagración religiosa y de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Animó esta celebración un grupo de adolescentes de la Parroquia de San Juan Evangelista, de Maputo, que unieron sus voces y danzas al coro formado en su mayoría por hermanas, nocivias y nuestros laicos de Maputo y Matola. Nuestras hermanas Serafina y Olga estaban serenas y alegres pues en este día se cumplieron sus aspiraciones de convertirse en hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. Después de la celebración continuó la fiesta que compartimos con todos los que nos acompañaron, y donde se percibía la alegría de recibir con los brazos abiertos a nuestras hermanas Serafina y Olga, alabando y agradeciendo a Dios por el don de los hermanos. TESTIMONIO de la HERMANA Olga José “A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley” (Rm 13,8) Quiero, con estas palabras del Apóstol Pablo, expresar mi alegría en este día tan significativo en mi vida vocacional. Agradecer a Dios Padre que me llamó para formar parte de esta familia religiosa de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. Durante el tiempo de formación fui aprendiendo lo que significa realmente ser religiosa en este Instituto, a ejemplo de María Ana Mogas. Sus virtudes y su modo de ser imparcial para con todos me ayudaron a crecer en la vida fraterna. Al pensar que debía dejar el noviciado para comenzar otra etapa, el sentimiento fue de miedo, como los discípulos que participaron en la transfiguración del Señor, pero a pesar del miedo que sintieron al ver al Señor transfigurado tuvieron también la valentía de decir “qué bueno es estar aquí” (Mc.9,5). Este paso que di no es el fin sino el principio, pues esta entrega sólo tiene sentido desde mi relación con Cristo por esta consagración, en que cada día voy perdiendo la vida vieja para ganar una nueva que me va configurando con El. Para que eso pueda hacerse realidad cuento con la gracia de Dios y la ayuda de las hermanas, para no perder de vista la motivación por la cual el Señor me llamó: vivir cada día unida a Él a través de la escucha atenta de la Palabra y la voluntad de Dios, siendo así don para la fraternidad, para la Iglesia y la sociedad, procurando ser fiel a la Regla, las Constituciones y el Carisma de la Congregación. En la comunidad cada una es llamada a edificar la fraternidad de acuerdo con sus posibilidades, y para mí es una oportunidad de poner en práctica todo aquello que aprendí durante el tiempo de noviciado, porque el propio Jesús nos enseña que tenemos que dar pues fuimos consagradas a Dios para la misión. Que María, Madre del Divino Pastor me acompañe y ayude en esta nueva etapa. Hermana Olga José Ajuda