Que cosa succede amb li guardani?

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Núria Perpinyà
Els privilegiats
EMPÚRIES
325 PÁGINAS
18 EUROS
JULIÀ GUILLAMON
10
Los vigilantes de los museos han pasado en pocos años de ser unos jóvenes becarios que leían libros de filosofía sentaditos en sus sillas a ir vestidos con trajes negros, con logotipos
dorados en el bolsillo de la chaqueta
y un pinganillo. En una fase intermedia fueron animadores con camisetas de algodón y eslóganes proactivos. Eso, en la realidad. Los vigilantes de museos de las novelas continúan siendo personajes apolillados, que huelen a muerto. Así los celadores de August & Gustau (2001)
de Josep Maria Fonalleras, o Ernest
Bolsi de El silenci dels arbres de
Eduard Márquez (2003), paseando
‘Els privilegiats’
ahonda en el arte y su
entorno cuando se
decide modernizar un
viejo museo provincial
La escritora
leridana Núria
Perpinyà
JORDI BELVER
por las salas desiertas del museo de
Sarajevo. Y ya no digamos Pere Serivà y sus compañeros Bernat, Ambròs, Marcel·lí y Martí, trabajadores
del increíble Museu Filantròpic de
Els privilegiats, la cuarta novela de
Núria Perpinyà (Lleida, 1961). Estamos en el terreno del símbolo, y el
narrador se permite el lujo de prescindir de lo real. Personajes y situaciones aparecen envueltos en una atmósfera fantasmagórica. Las salas
del museo están llenas de copias de
mala calidad y de retratos familiares.
Cada uno de los celadores actúa de
acuerdo con la temática de la sala
que le ha sido confiada: el vigilante
de la sala de paisajes es un hombre
enérgico y aireado; el de la sección
de desnudos, un tipo pasota y disoluto. El conflicto estalla cuando por razones políticas se decide transformar la antigua estructura del museo
provincial y crear un equipamiento
moderno, con nueva dirección, gerencia y seguridad, nuevas colecciones y nuevos vigilantes. La publicidad de la novela compara el libro de
Perpinyà con La caverna de Saramago, cambiando el supermercado por
el museo. También hace pensar –sobre todo la tercera parte– en el Marat-Sade de Peter Weiss y en Revolta
de bruixes de Josep Maria Benet i
Jornet, con el intento de sedición de
la chusma.
El libro combina reflexiones de carácter general sobre el arte y su entorno (la diferencia entre museos públicos y privados, las razzias históricas de obras de arte y Joseph Beuys
aleccionando a la liebre), con turnos
de réplica más o menos teatrales,
apostillados por el narrador que juzga, valora e interpreta. Como ya sucedía en Una casa per compondre
(2001), la novela se organiza en tramos temáticos y, a veces, cuando tiene la palabra el narrador, funciona
de verdad. Pero mucho más a menudo se pierde en diálogos irrelevantes, situaciones sin fuerza dramática,
parodias y juegos sin gracia. Los personajes son esquemáticos, previsibles y sin vida real. La falta de sustancia de artistas y gestores culturales
impide que la crítica sea realmente
severa. Los experimentos con el lenguaje no engranan y rozan el ridículo. La nueva directora del Museu Filantròpic, Esmirna Trevi, es una italiana posmoderna, que habla una
mezcla de catalán e italiano. “Oblidem-ho per un moment, per favore.
És un malson, quello uomo. Aquell
home i tutti els que són com ell...
¿Que cosa succede amb li guardani?
Amb tota la resta. Teníem un patto!
¿Que no ens havíem accomodato, tu
i jo?”. Con todos los respetos: parece
el Benedicto XVI del Polònia. Algo
parecido sucede con la vigilante gitana y el negro francófono Tamgué.
Els privilegiats es como las otras
novelas de Perpinyà (excepto Mistana): libros que están a la anchura pero no a la altura de los elevados propósitos de la autora. Ingeniosos, pero pesados; experimentales, pero mecánicos; con ideas sobre el arte y la
cultura: algunas originales, muchas
de manual y otras de pizarrín. |
Latidos
Que cosa succede
amb li guardani?
Cultura|s La Vanguardia
Miércoles, 10 octubre 2007
ESCRITURAS
Novela
Cuando Miró leía Fantomas
SERGIO VILA-SANJUÁN
Siempre me había preguntado hasta qué punto era
cierta la historia de que a los surrealistas les encantaban las novelas de Fantomas creadas por Marcel Allain
y Pierre Souvestre, y la semana pasada tuve la oportunidad de confirmarla. Rosa María Malet, directora de la
Fundació Miró, me invitó a visitar la biblioteca privada
del pintor que su familia acaba de ceder a la institución
barcelonesa, con más de 1.700 libros que no habían
formado parte de anteriores cesiones documentales. Y
allí estaban, cuidadosamente alineados en uno de los
estantes, nueve tomos de las aventuras del escurridizo
delincuente enmascarado, uno de los grandes clásicos
del folletón de aventuras, en las amarillentas ediciones
históricas de Fayard. Y con indudables huellas de haber sido leídas a fondo, con alguna cubierta suelta incluso. Por supuesto estas lecturas ligeras de principios
del siglo pasado no constituyen la parte central de la
biblioteca de un lector de alta cultura como Miró,
quien cuando preparaba un cuadro tomaba notas bibliográficas relacionadas con el tema que iba a abordar,
según puede comprobarse en los ‘Carnets’ de la propia
Fundació. La conservadora Teresa Montaner me enseñó volúmenes dedicados de amigos poetas como Leiris,
Aragon o Eluard; clásicos griegos en la versión de Editorial Catalana; las conversaciones con Goethe de Eckermann, cuya cubierta aparece en un cuadro de 1918;
una primera edición de la versión francesa del ‘Ulises’
a cargo de Auguste Morel y Stuart Gilbert, supervisada
por Joyce y Valery Larbaud... Y, sorpresa, otro entretenimiento, el policíaco Edgar Wallace en francés, con
piezas como ‘La chanson de la mort’. “Wallace le gustaba mucho”, me confirma la conservadora
Algunas lecturas de Miró, ahora en la Fundació
KIM MANRESA
La eterna, y bochornosa, canción
Ahondando en la campaña de relaciones públicas del
mundo oficial catalán hacia la comunidad literaria castellanoescribiente, que tan buenos resultados ha dado
ya a propósito de la Feria de Frankfurt, la entrañable y
pacífica Cristina Peri Rossi, una institución de las letras hispanoamericanas en Barcelona, ha sido despedida de una tertulia literaria en Catalunya Ràdio por
expresarse habitualmente en español. Todo un esfuerzo por parte de la cadena de mando de la emisora, ya
que transmitir una orden así implica un bochorno de
los que no se olvidan. Por demás el caso replantea la
eterna dialéctica entre la línea dura y la línea realista
que se produce en la CCRTV desde su fundación en
torno a si hay que aceptar o no de forma genérica una
presencia residual pero irregularmente perceptible del
castellano en el lado de los entrevistadores y opinadores, y los que están en contra de este mínimo testimonial. Oscilación que podría resumirse en: años heroicos
del pujolismo, línea dura; deshielo pujolista (última
legislatura), línea realista; primer tripartito, línea realista; segundo tripartito... situación incógnita, hasta ahora,
en que se ha despejado de forma contundente. Quienes
quieran solidarizarse con la escritora pueden hacerlo
en http://perirossicristina.blogspot.com
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