por daños al paciente - Revista Medico Legal

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Responsabilidad
Responsabilidad
Peticiones ilimitadas
de indemnización
por daños al paciente
¿Qué opina la justicia colombiana?
La intención de este artículo consiste en realizar un recorrido por
los diferentes y principales pronunciamientos de las altas Cortes en
materia de indemnización de perjuicios, con la finalidad de concluir que las peticiones de perjuicios elevadas por el paciente o sus
familiares en un proceso de responsabilidad contra un profesional
de la salud, tienen límite pecuniario.
En este orden de ideas, valga la pena
anotar que uno de los principios o reglas
que fundamentan el daño, consiste en que
éste debe ser indemnizado plenamente, es
decir, que “se debe indemnizar el daño, sólo
el daño y nada más que el daño” en palabras del tratadista Juan Carlos Henao,
o tal como lo manifestó la H. Corte Constitucional en la Sentencia C-197/93 “el
resarcimiento del perjuicio, debe guardar
correspondencia directa con la magnitud
del daño causado, mas no puede superar
ese límite”.
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Por lo tanto, en desarrollo de este principio del derecho de daños y en aras de no
indemnizar a la víctima un daño superior
al realmente sufrido, dado que produciría
a favor de ella un enriquecimiento sin
justa causa violando así este principio
general del derecho, es necesario, de una
parte, estudiar cada uno de los rubros
que componen el daño incluyendo en éste
tanto los perjuicios patrimoniales como
extrapatrimoniales y de otra, conocer el
reconocimiento y tasación que de cada uno
de ellos hacen las altas Cortes, para de esa
Miguel Alberto Bula Barreneche
Gerente División Jurídica
Carlos José Mansilla Jáuregui
Jefe Departamento Civil-Administrativo
SCARE
manera conocer qué y cuánto debe pagar
un profesional de la salud en caso de ser
declarado responsable y verse en la obligación de indemnizar el daño causado:
DAÑOS MATERIALES:
Es importante señalar que en un principio, al determinar la indemnización a
pagar por parte del causante del daño, el
cálculo se limitaba al reconocimiento de
perjuicios materiales en sus dos rubros a
saber: daño emergente y lucro cesante.
Responsabilidad
DAÑO EMERGENTE:
Legalmente está definido por el Código
Civil como “el perjuicio o la pérdida que
proviene de no haberse cumplido la obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado su cumplimiento” (art. 1604). Pero, también puede
definirse como la situación en la cual un
bien económico, el dinero, salió o saldrá
del patrimonio de la víctima.
Cuando el daño emergente recae sobre
la persona, pueden producirse dos consecuencias: fallecimiento o lesiones de la
misma.
En el primer caso, el daño emergente
comprende todos los gastos funerarios
necesarios, tales como el ataúd, la sala de
velación, la cremación, etc. Y en el segundo (lesiones de la persona), evento éste de
mayor ocurrencia dentro de los procesos
de responsabilidad médica manejados por
la División Jurídica de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación
SCARE, involucra todos aquellos gastos
1
médicos, hospitalarios o farmacéuticos
requeridos para el restablecimiento de la
salud de la persona, los cuales cronológicamente pueden ser pasados a futuros dependiendo de la época de su causación.
En efecto, en relación con los daños pasados, su acreditación resulta claramente
demostrable en la medida en que no existe
duda respecto de su ocurrencia, mientras
que en tratándose de los daños futuros, la
situación probatoria reviste una mayor dificultad, porque debe aparecer demostrada
la certeza de su existencia (v.gr. necesidad
de cirugía plástica reconstructiva que deba
realizarse al cierto tiempo de ocurrido el
daño consistente en una infección en el
pos-operatorio mediato de la herida, luego
de practicada una histerectomía abdominal
total).
Finalmente, debe expresarse respecto
de este rubro del daño material derivado
de lesiones personales ocasionadas al
paciente con ocasión de la prestación
del servicio de salud, que su reparación
judicial, de acuerdo con el H. Consejo de
Estado1, puede concretarse en la tradicional obligación de dar, consistente en el
suministro al paciente afectado de una
suma de dinero representativa del valor
del tratamiento médico, o también puede
fijarse al responsable del daño una obligación de hacer, equivalente ésta a la prestación misma del tratamiento médico por el
tiempo necesario, para el restablecimiento
de la salud del paciente.
LUCRO CESANTE:
El Código Civil, art. 1614, lo define
como “la ganancia o provecho que deja de
reportarse a consecuencia de no haberse
cumplido la obligación o cumplida imperfectamente, o retardado su cumplimiento”.
Es decir, cuando un bien económico que
debía ingresar en el curso normal de los
acontecimientos, no ingresó ni ingresará
al patrimonio de la víctima. Es preciso
señalar que más adelante en desarrollo
del presente artículo, se señalarán las
Sentencia de fecha 13 de diciembre de 1995, exp. 10677, M.P. Carlos Betancur.
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pautas específicas para su liquidación y
sus destinatarios.
DAÑOS INMATERIALES:
La finalidad de la indemni-
La finalidad de la indemnización de
este tipo de daños, no consiste en que
la víctima quede materialmente indemne
como en los anteriores daños, sino que el
dinero recibido por este concepto permita
hacer más llevadera la pena y sufrir en
las mejores condiciones posibles la alteración emocional producida y permitir así
que cese o aminore el daño percibido. Es
por ello, que en principio su desarrollo,
evolución y tasación obedece a pronunciamientos jurisprudenciales.
zación de este tipo de daños,
no consiste en que la víctima
DAÑO MORAL:
quede materialmente indem-
Este daño se erigió como el único rubro
constitutivo de los perjuicios inmateriales
ya que con anterioridad a su reconocimiento se pregonaba una serie de frases tales
como que “las lágrimas no se monedean”,
para significar que no era posible realizar
un cálculo económico de la congoja sufrida con ocasión del daño percibido. Sin
embargo, fue el fallo Villaveces del 21 de
julio de 1922 en el cual por primera vez
la Corte Suprema de Justicia2 reconoce de
manera explícita la existencia y posterior
indemnización por este concepto.
Se puede definir como el dolor, la
congoja, la aflicción, el sufrimiento que
produce el fallecimiento de una persona
a sus parientes o el que sufre la propia
víctima como consecuencia de las lesiones
percibidas.
ne como en los anteriores
daños, sino que el dinero
recibido por este concepto
permita hacer más llevadera
la pena y sufrir en las mejores condiciones posibles la
alteración emocional producida y permitir así que cese o
aminore el daño percibido.
PERJUICIO FISIOLÓGICO O LA VIDA
DE RELACIÓN:
Si bien es cierto, se mantuvo el
reconocimiento del perjuicio moral como
componente exclusivo de los perjuicios
2
3
4
C. S. de J., Sala Civil, 21 de julio de 1922, M.P. Tancredo Nannetti.
C. de E., Sección Tercera, 14 de febrero de 1992, M.P. Carlos Betancur Jaramillo.
C. de E., Sección Tercera, 6 de mayo de 1993, M.P. Julio Cesar Uribe Acosta.
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extrapatrimoniales tanto por la H. Corte
Suprema de Justicia a partir del fallo de
1922 antes citado como por el H. Consejo de Estado, la jurisprudencia continuó
evolucionando y fue así como se admitió
la procedencia de una indemnización de
un daño inmaterial diferente al moral. Lo
anterior se materializó por vez primera
por parte del Consejo de Estado en una
Sentencia de fecha 14 de febrero de 19923,
en la cual se otorgó una indemnización de
MIL OCHOCIENTOS (1800) gramos oro al
demandante, superando el limite de MIL
(1000) gramos oro establecidos como reconocimiento por el daño moral sufrido
como consecuencia del fallecimiento de
una persona. Como justificación se esgrimió que se indemnizaba el rubro que
normalmente se conocía como daño moral
y se incluían las incidencias traumáticas
afectivas que le quedaron a la víctima
como consecuencia del daño sufrido y
que en la demanda se denominaron por
el actor como daños fisiológicos.
Posteriormente, mediante una Sentencia de mayo 6 de 19934, el H. Consejo de
Estado definió y reconoció la existencia
de un perjuicio extrapatrimonial independiente y diferente al moral, referido éste
a la pérdida de la posibilidad de realizar
otras actividades vitales que aunque no
producen rendimiento patrimonial hacen
agradable la existencia.
A pesar de su reconocimiento, la justificación de esta posición resultó contradictoria en la medida en que otorgó una
suma de dinero a una persona paralítica
para que sufragara el costo de una silla
de ruedas necesaria para su movilización
luego de sufrido el daño, cubriendo de
esta forma una manifestación del daño
emergente (valor de la silla), sin involucrar el concepto de perjuicio fisiológico
definido.
Afortunadamente, esta posición fue
rectificada por el H. Consejo de Estado
mediante Sentencia de septiembre 25 de
19975, en la cual se precisó el concepto en
el sentido de que este perjuicio no trata
de indemnizar el dolor de la víctima ni
resarcir las consecuencias patrimoniales
de la lesión, sino de compensarla de forma
integral por la mengua de las posibilidades de realizar actividades que la víctima
podría realizar de no mediar la conducta
dañina que afectó su integridad.
Ahora bien, en sentencia de julio
19 de 20006, la misma Corporación precisó
el alcance de este perjuicio inmaterial y
expresó que su reconocimiento no debe limitarse a los casos de lesiones corporales
que producen alteraciones a nivel orgánico,
sino que debe extenderse a todas aquellas
situaciones que alteren la vida de relación
de las personas. Agregó, que tampoco debe
limitarse su reconocimiento a la víctima,
toda vez que el mismo puede ser sufrido
por personas cercanas a ella, ni debe restringirse a la imposibilidad de gozar de los
placeres de la vida, pues puede referirse
además al esfuerzo excesivo de realizar
actividades rutinarias, ni se trata de la
afectación sufrida por la persona en su
relación con los demás sino también con
las cosas del mundo.
Es decir, en opinión de dicha alta Corte,
el perjuicio afecta no sólo la relación de la
víctima con las demás personas sino con
las cosas del mundo, trasciende en el tiempo el daño moral, la persona queda privada
de la alegría de vivir en igualdad de oportunidades con sus semejantes, por lo que la
sola expresión “PERJUICIO FISIOLOGICO”
hace referencia a disfunciones orgánicas,
en ella no cabe el desarrollo de actividades
esenciales y placenteras de la vida diaria y
por esto se debe denominar como el DAÑO
A LA VIDA DE RELACION.
5
6
Por lo tanto, a título de síntesis de
la evolución jurisprudencial presentada
por el H. Consejo de Estado en relación
con el perjuicio fisiológico (hoy daño a la
vida de relación), en un primer momento
jurisprudencial, constituido éste a partir
de la providencia del 6 de mayo de 1993,
el objeto de la tutela jurídica del perjuicio
fisiológico lo constituía la lesión física
sufrida por la persona, que suponía la denominada “pérdida de la facultad de realizar actividades placenteras de la vida”.
Sin embargo, en la sentencia de julio 19
de 2000, dicha Corporación expresó que el
reconocimiento de este perjuicio no debe
limitarse a los casos de lesiones corporales
que producen alteraciones a nivel orgánico,
sino que debe extenderse a todas aquellas
situaciones que alteren la vida de relación
de las personas, por lo que la denominación de este rubro, sin duda más adecuada,
corresponde a la de DAÑO A LA VIDA DE
RELACIÓN.
¿QUÉ SITUACIONES PUEDEN ALTERAR LA VIDA DE RELACIÓN DE
LAS PERSONAS Y SER OBJETO DE
RECONOCIMIENTO?
• Una acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al uso del
propio nombre o la utilización de éste
por otra persona (art. 4º Decreto 1260/
70);
• Un sufrimiento muy intenso (daño moral), que, dada su gravedad, modifique
el comportamiento social de quien lo
padece, como podría suceder en aquellos casos en que la muerte de un ser
querido afecta profundamente la vida
familiar y social de personas;
• Una afectación al patrimonio, como
podría ocurrir en aquellos eventos en
C. de E., Sección Tercera, 25 de febrero de 1997, M.P. Ricardo Hoyos Duque.
C. de E., Sección Tercera, 19 de julio de 2000, M.P. Alier Hernández.
Responsabilidad
que la pérdida económica es tan grande
que produce una alteración importante
en las posibilidades vitales de las personas.
¿CUAL ES EL MONTO Y A QUIÉNES
SE DEBE INDEMNIZAR EN CADA
UNO DE LOS DAÑOS MATERIALES E
INMATERIALES?
EN DAÑO EMERGENTE:
Frente a las pretensiones de la demanda por este concepto, solo se indemnizará
a quienes demuestren haber asumido tales
gastos (el propio paciente o sus familiares)
y en la cuantía que resulte acreditada en el
proceso, generalmente a través de la prueba documental constituida básicamente
por las facturas contentivas de los gastos
realizados con motivo del daño sufrido.
EN LUCRO CESANTE:
En caso de muerte de la víctima, no
basta con demostrar en el proceso que el
paciente fallecido era una persona económicamente productiva para que de manera
automática proceda esta indemnización,
sino que es necesario demostrar la exis-
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tencia del daño en el sentido de acreditar
que con sus ingresos proporcionaba ayuda
económica a alguna persona (por lo general pariente) que resultó afectada por no
seguir recibiendo tal ayuda.
Por lo tanto, la jurisprudencia de las
altas Cortes tiene establecido que en virtud
del concepto legal (art. 411 Código Civil)
de obligación alimentaria, existe la presunción de colaboración económica entre
familiares. Pero, ¿cuáles familiares de la
víctima?
• En esposos o compañeros permanentes se concede indemnización hasta
la fecha de vida probable de quien
hubiera muerto primero, a través de
los registros civiles de nacimiento
tanto del fallecido como del supérstite
y los años de vida probable, mediante
la Resolución No. 0497 expedida por
la Superintendencia Bancaria el 20 de
mayo de 1997;
• En casos de muerte de padres se otorga
lucro cesante a hijos hasta los 18 años
(mayoría de edad) y solo si se prueba
que ellos tendrían educación superior
se concede indemnización hasta los
25 años (la denominada edad de esta-
blecimiento en la cual se presume que
los hijos abandonan la casa paterna y
forman su propio hogar).
• La misma lógica se presenta cuando
los padres demandan indemnización
por los perjuicios consistentes en la
pérdida del auxilio económico que
le procuraba su hijo soltero antes de
fallecer, en el sentido que “contribuye
al sostenimiento de su casa materna
hasta la edad de 25 años, pues se
presume que a partir de la misma
forma su propio hogar, realidad que
normalmente impide atender las necesidades económicas de otros frentes
familiares”.
• Sin embargo, según reciente pronunciamiento jurisprudencial del Consejo
de Estado (Sentencia del 20 de febrero
de 2003, exp). 14515, M.P. Ricardo
Hoyos), dicha presunción puede desvirtuarse cuando “ha existido certeza
de que el hijo prestaba auxilio económico a sus padres y se han encontrado
reunidos otros elementos indiciativos
como la vida modesta de la familia o
la voluntad reiterada, por actos sucesivos, de asumir el auxilio económico
y particularmente, cuando el hijo no
había formado su propia familia y
continuaba en la casa paterna” y por
lo tanto, bajo estas condiciones, puede
liquidarse el lucro cesante por el tiempo
de vida probable de los padres.
Ahora bien, cuando el paciente sufre
lesiones personales con ocasión de la prestación del servicio de salud, el lucro cesante
consistirá en el dinero que habría recibido
de no haber ocurrido el daño y cuya pérdida o mengua se origina en su incapacidad
laboral. Por lo tanto, la indemnización dependerá de la clase de incapacidad laboral
que la víctima haya sufrido:
• Si la incapacidad es total y definitiva
para trabajar, se asimila a la muerte
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(100% de pérdida de su capacidad
productiva);
• Si la incapacidad es definitiva parcial
(pérdida de un órgano), la indemnización
será el porcentaje determinado de disminución de la capacidad laboral, aplicado
sobre el salario de la víctima, y;
• Si la pérdida de capacidad de trabajo
es por un tiempo determinado, pues
su indemnización corresponderá a dicho periodo de incapacidad aplicado
sobre el salario devengado por la víctima al momento de sufrir el daño.
PERJUICIOS MORALES:
Los beneficiarios de este tipo de
perjuicios inmateriales pueden ser los
siguientes:
• Padres;
• Hijos;
• Hermanos (carnales o paternos);
• Abuelos;
• Cónyuges o compañeros (as)
permanentes7;
• En general, las personas que demuestren haber sufrido aflicción o tristeza
como consecuencia del daño percibido
(v. gr. otros parientes o amigos del
paciente).
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA:
En los eventos de fallecimiento del
7
paciente, la evolución jurisprudencial ha
sido la siguiente:
De UN MILLÓN DE PESOS ($1.000.000)
en la Sentencia No. 168 del 8 de mayo de
1990, aumentó el reconocimiento a CUATRO MILLONES ($4.000.000) en la Sentencia No. 71 del 30 de mayo de 1994 y
se elevó a DIEZ MILLONES ($10.000.000)
mediante la Sentencia No. 12 del 5 de mayo
de 1999 y reafirmada en la Sentencia del
17 de agosto de 2001, exp. 6492.
Pero, en la actualidad, la indemnización que otorga la Sala Civil de la Corte
Suprema de Justicia por la muerte de la
víctima, se encuentra en una cuantía equivalente a QUINCE MILLONES DE PESOS
($15.000.000), reconocida esta indemnización en la Sentencia del 7 de septiembre
de 2001, exp. 6171.
CONSEJO DE ESTADO:
En tratándose de muerte del paciente,
esta Corporación le ha reconocido a los destinatarios antes referidos el equivalente en
pesos a MIL (1000) gramos oro, y a partir
del año 2001, CIEN (100) Salarios Mínimos
Legales Vigentes.
Y por lesiones sufridas por el paciente,
el Juez, de acuerdo con su arbitrio judicial
y en atención a los principios fijados en el
artículo 16 de la Ley 446 de 1998, entre
otros, la equidad, fijará los Salarios Mínimos Legales Vigentes a indemnizar.
EN DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN:
Desde su creación jurisprudencial hasta
la referida providencia del año 2000 en la
cual se amplió su ámbito de aplicación, la
única persona que podía obtener reconocimiento era la víctima directa del daño,
mientras que a partir de esta sentencia,
este perjuicio puede ser sufrido no solo
por ella, sino también por otras personas
cercanas a ella por razones de parentesco o
amistad, entre otras, como en la hipótesis
relativa a que la muerte de un ser querido
afecta profundamente la vida familiar y
social de una persona, por lo que aquellas
quienes tuvieron un sufrimiento de tal
magnitud y padecieron una modificación
en su comportamiento social, también
puedan demandar daños a la vida de
relación.
El monto de la indemnización variará
de acuerdo con la entidad de la lesión
física sufrida, es decir, mientras mayor
gravedad tiene la lesión, mayor resulta la
indemnización, la cual puede superar el
límite máximo de MIL (1000) gramos oro
(hoy CIEN (100) Salarios Mínimos Legales Vigentes) por muerte, reconocido por
concepto de perjuicios morales, e incluso
llegar hasta CUATRO MIL (4000) gramos
oro (hoy CUATROCIENTOS (400) Salarios
Mínimos Legales Vigentes) en el caso de
una incapacidad permanente y total (100%)
sufrida por el paciente.
Como ejemplo de la dimensión del reconocimiento de perjuicios morales a cónyuge o compañera permanente, puede citarse el caso jurisprudencial del Consejo de Estado (Sentencia de fecha 26 de septiembre de 1996, exp. 11577 M.P. Jesús Ma. Carrillo), en el cual se indemnizó
perjuicios morales en la misma proporción económica tanto a la cónyuge como a las dos compañeras permanentes del fallecido.
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