2 Editorial Neuroeje, 2011, Vol. 24. Nº 1 Editorial Cirujano de aneurismas La historia y conceptualización del cirujano de aneurismas se inicia con Norman Dott, aunque el pionero del arte se debe de atribuir a Walter Dandy; a partir del momento del primer clipaje de un aneurisma, se inicia una era en la neurocirugía y es entonces y a partir de aquel histórico momento en que comienza a florecer una nueva forma de hacer arte neuroquirúrgico; con los sesenta, llega el Profesor Drake y pocos años después, el Profesor Yasargil; ambos dan fundamento a sus propias escuelas, pletóricas de una nueva filosofia en el naciente arte de operar aneurismas; de sus enseñanzas, surgen grandes predecesores de nuestro tiempo, los profesores Samson, Spetzler, Pia; por otro lado, en Oriente, paralelamente se va gestando también una nueva elite de neurocirujanos al cobijo de fenómenos como Suzuki, Sugita, Sano, Ito y muchos otros más. A finales de los ochenta y principios de los noventa, se introducen en el armamentario técnicas novedosas de cirugía de base de cráneo, principalmente provenientes de las escuelas de los Profesores, Spetzler, en occidente y Hakuba en oriente; junto con ellos, un pionero que no debiera de ser olvidado, Kobayashi. Hoy en día y según las normas establecidas universalmente, el cirujano de aneurismas es aquel individuo, quien sobre sus espaldas, lleva operados no menos de quinientos casos y ha sido entrenado en forma tutelar por alguno de los maestros en tan difícil disciplina; el entrenamiento no debiera de ser menor a un año, durante el cual deberá de operar o participar al menos en la resolución de tres casos por semana y por supuesto, un segundo año ayudaría a que el nuevo cirujano de aneurismas se vea expuesto cada vez a casos más complejos. Cirujano de aneurismas, no solo implica el operar, lleva consigo la inmensa responsabilidad del conocimiento exhaustivo de la anatomía microquirúrgica, la fisiología neurológica, principalmente aquella ligada a la circulación cerebral, incluyendo arterial y venosa; la fisiopatología, la clínica, la imagenología y las diferentes técnicas, incluyendo las de base de cráneo, las que deberán de ser ejercitadas en el laboratorio de microcirugía, hasta el último día del ejercicio del cirujano. En países como el nuestro, en donde el volumen de casos no permite alcanzar los estándares adecuados, el cirujano de aneurismas se tendrá que ir formando a través de su ejercicio y al cobijo de un cirujano formado en otras latitudes, con la experiencia y la sabiduría, que sólo los años dan y la exposición a casos cada vez más complejos. Hoy en día, con la introducción en el manejo de los aneurismas de técnicas endovasculares, el cirujano de aneurismas deberá por consecuencia tener una preparación mucho más completa y compleja; los casos que deberá de resolver serán aquellos no tributarios de un manejo menos invasivo o aquellos, en los que la terapia endovascular ha tenido complicaciones y deberán de ser resueltas en forma exovascular. En esta era de renovación constante, el cirujano de aneurismas ha de requerir muchas horas en el laboratorio, mucho conocimiento teórico y sobre todo, destrezas innatas y desarrolladas. Ser cirujano de aneurismas no es algo antojadizo, no es un arte para cualquier persona; debe de nacer con atributos especiales, con destrezas finas suficientes y con una inmensa capacidad de autocrítica e introspección; en nuestros países, posiblemente el cirujano de aneurismas vaya alcanzando su madurez conforme se acerca al otoño de su carrera. El cirujano de aneurismas no es una decisión caprichosa, ni es aquel que debido a los caminos del destino vio operar uno o dos aneurismas o soñó alguna noche, con que leyendo una técnica la noche anterior, eso le hacia acreedor al titulo nobiliario de cirujano de aneurismas. Las futuras generaciones de este difícil arte deberán de comenzar a prepararse desde su infancia, aprendiendo algún instrumento musical que obligue al ejercicio cotidiano de ambas manos y durante su formación como neurocirujanos generales, deberán de asistir en la mayor cantidad de casos posible, no olvidando, su ejercicio diario en el laboratorio de microcirugía; las futuras generaciones deberán de ser personas de probada capacidad académica, en un grado de excelencia. El ser cirujano de aneurismas no es sólo un arte, es el haber heredado la responsabilidad de quienes los precedieron; ser cirujano de aneurismas es, en el sentido quirúrgico, un rango de nobleza llevado a su mas alto nivel! Dr. Manuel S. Gadea Nieto Servicio de Neurocirugía Hospital México, C.C.S.S.