Filosofía Griega: Sofistas y Sócrates

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TEMA 2º: El giro antropológico de la filosofía griega: los sofistas y Sócrates
a) Contexto sociocultural en la Grecia del siglo V a. C
b) El movimiento sofístico:
1º) Caracteres generales
2º) La defensa del relativismo: la polémica nomos – physis
c) Sócrates: la crítica a los sofistas:
1º) El método socrático: la mayéutica
2º) El rechazo al relativismo sofístico: el intelectualismo moral
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A) CONTEXTO SOCIO-CULTURAL EN LA GRECIA DEL SIGLO V a. C.
Durante la segunda mitad del siglo V a C. (450-400) se produce un notable cambio de
intereses intelectuales en el mundo griego, que se conoce con la expresión giro antropológico.
Este giro marca un antes y un después en la historia de la filosofía y supone el fin de la
llamada filosofía pre-socrática y de sus investigaciones sobre el origen y constitución de la
naturaleza. Para entender las causas de este cambio es necesario aludir a algunos sucesos
importantes, que guardan relación con el contexto histórico y cultural del mundo griego:
a) El siglo V a C. es conocido como el “siglo de Pericles” en honor del líder ateniense.
Durante este período la cultura griega alcanza su máximo esplendor y Atenas se convierte en
el centro de dicha cultura. El origen de este desarrollo tiene que ver con la superioridad militar
y política del mundo griego sobre el resto, como se puso de relieve con su victoria sobre los
persas (batallas de Maratón y de Salamina). Desde ese momento Atenas va a convertirse en el
centro político, militar, económico y cultural del mundo griego.
b) El desarrollo de la democracia: asistimos al nacimiento de un nuevo sistema político.
Aunque limitada solo a los varones libres en Atenas, al igual que en otras polis griegas,
instauran el sistema democrático, sistema político que inmediatamente crea nuevas
necesidades que no existían en la sociedad anterior. Esta era de carácter aristocrático, de tal
forma que el linaje era condición necesaria para acceder a la vida política. Esta limitación
provocaba que los sistemas políticos dominantes con anterioridad al siglo V a C. fueran
oligárquicos. La situación varía con la instauración de la democracia. Ahora, el poder reside
en la Asamblea, en el Consejo y en las Magistraturas. Al tratarse de una democracia directa,
es decir, no representativa, los individuos que se dedican a la política y quieran triunfar en
ella, los llamados ciudadanos, deben prepararse de una manera adecuada. El uso de la palabra
y del razonamiento para la defensa de las propias posiciones e intereses, es decir, la capacidad
de argumentar públicamente de forma convincente y seductora se convierte en la cualidad
más necesaria para sobresalir y triunfar en la vida política.
En este contexto es donde hay que ubicar la aparición de los Sofistas. Van a
presentarse como maestros, que son capaces precisamente de enseñar lo necesario para hacer
que cualquier ciudadano pueda triunfar en la vida política. Entre esas enseñanzas se incluirá la
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retórica, el derecho, la historia, doctrinas administrativas sobre el Estado... Es decir, una
enseñanza claramente pragmática (disciplinas como las matemáticas, la física o la música
pasan a un segundo plano). Los sofistas eran con frecuencia extranjeros que llegaban a Atenas
y cobrarán grandes sumas de dinero por sus enseñanzas, por lo que pueden considerarse los
primeros profesionales de la educación. Al ser extranjeros (metecos en la terminología de la
época) no podían optar a la condición de ciudadanos, sin embargo se encargaron con
frecuencia de educar y enseñar a los hijos de las familias poderosas, aquellos que en el futuro
estaban llamados a ser los gobernantes de la polis.
c) La filosofía misma también favoreció el giro antropológico, que se produjo
igualmente porque las investigaciones sobre el origen o principio de la naturaleza, con las que
había comenzado la filosofía, terminaron desembocando en un escepticismo insuperable.
Dadas las múltiples interpretaciones sobre lo real, surgió la duda de que fuera posible alcanzar
una conclusión definitiva sobre dicha cuestión. Además, las tesis de Parménides, con su
carácter racional y necesario, parecían cerrar la posibilidad de nuevas investigaciones. Ello
propició el cambio de rumbo ante el hastío provocado por la investigación sobre el principio
de la naturaleza
B) EL MOVIMIENTO SOFÍSTICO:
1º) Caracteres generales: Con este nombre se alude al movimiento intelectual, que se
desarrolla en Atenas a lo largo del siglo V a. C y que se preocupó primordialmente por la
educación de los ciudadanos. Los sofistas compartían algunas características, que dotan de
unidad y identidad a este movimiento filosófico:
a) Son los primeros profesionales de la educación. Sustituyen a los poetas y a los
mitos. Tienen amplia cultura fruto de sus numerosos viajes.
b) Cobran grandes sumas de dinero por sus enseñanzas, por lo que terminan
siendo anti-democráticos. Su educación es, pues elitista.
c) Se presentan como maestros de virtud (areté), capaces de convertir a sus
alumnos en buenos ciudadanos. Asistimos así al nacimiento de un debate
fundamental en la filosofía griega: ¿es enseñable la virtud?, ¿es posible a
través de la educación formar buenas personas? Sócrates y Platón colocarán
esta cuestión en el centro de sus reflexiones filosóficas.
d) Son “extranjeros” en Atenas, es decir, no pueden intervenir directamente en la
vida política. Sin embargo, son ellos los que forman a los futuros ciudadanos,
lo que acabaría provocando el recelo de las atenienses más tradicionales y
poderosos.
En un primer momento, el término sophós no tenía ningún significado negativo y
simplemente significaba sabio, utilizándose para aludir a una persona que demostraba tener
grandes conocimientos de una materia o de muchas (como por ejemplo, los sofistas, de ahí la
utilización de este término). Pero a partir de Sócrates y Platón va a ir adquiriendo el sentido
peyorativo que ha llegado hasta nuestros días: sofista es quien está dotado para construir
razonamientos falsos o capciosos, con la habilidad suficiente para hacerlos pasar por
verosímiles o correctos.
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El movimiento sofístico fue muy amplio. Suelen distinguirse dos generaciones. En la
primera destacan Protágoras, Gorgias, Pródico e Hipias. En la segunda generación sobresalen
Calicles, Trasímaco y Critias.
2º) El relativismo: La polémica nomos – physis: Aunque se ocuparon de muchas
cuestiones dado su saber enciclopédico, las más debatidas fue la del origen de las leyes. ¿Son
fruto de la convención humana o se derivan de algún principio superior (la naturaleza, los
dioses, etc.)? Todos los sofistas afirmarán que las leyes (jurídicas y morales) son fruto de la
convención humana. No son naturales ya que dada la unidad de la naturaleza humana, sí ésta
fuera el origen de las leyes y costumbres, entonces también éstas deberían ser de un solo tipo
o clase. Su fundamento es el hombre mismo. Por eso, los sofistas defendieron posiciones
claramente relativistas. Cada ciudad, cultura o grupo humano puede y debe adoptar las
normas y leyes que considere más adecuadas para regular la convivencia. No tiene sentido
debatir sobre cuáles son mejores o peores, ni buscar una definición universal de justicia o de
bien1.
Por último, cabe reseñar que los sofistas no se limitaron a defender el relativismo éticopolítico, lo ampliaron también al ámbito del conocimiento. Sostuvieron que no hay una
verdad absoluta, sino que toda verdad es relativa, como se recoge en la célebre sentencia
de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y de las que no
son”.
C) SOCRATES: LA CRÍTICA A LOS SOFISTAS
Nace en Atenas en el año 470 a C. y murió en la misma ciudad en el 399. No escribió
ninguna obra, ya que consideraba que el único método válido para la filosofía era el diálogo,
la comunicación directa e interpersonal. Sus ideas han llegado hasta nuestros días gracias a
sus discípulos, especialmente a Platón, que nos las presenta en sus diálogos.
El pensamiento de Sócrates no puede separarse de las circunstancias políticas y culturales
de la sociedad de su época. Su objetivo fundamental, heredado luego por Platón, no era otro
que intentar llevar a cabo una regeneración de la vida política de Atenas, lograr la unión de
ética y política (que el ciudadano sea buena persona), que había sido rota por la introducción
del relativismo individualista de los sofistas.
Durante toda su vida fue un enemigo acérrimo de estos filósofos y de sus posiciones
relativistas. Mantuvo la idea de que existen normas y valores morales absolutos,
independientes de las creencias y convenciones de cada cultura o ciudad. El objetivo
fundamental del filósofo será precisamente buscar esas normas y valores, encontrar una
definición para la Justicia, la Bondad, la Virtud..., que aprese la esencia de esas realidades.
Solo cuando se tenga conocimiento de ellas, podrá el hombre ordenar adecuadamente su vida
y ser feliz tanto a nivel individual como social.
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El que las leyes sean convencionales no implica necesariamente que sean algo negativo o rechazable. Dentro de los
sofistas hubo diferentes planteamientos. Así, para Protágoras las leyes aunque convencionales no son anti-naturales. Deben
ser obedecidas por el interés de la colectividad, para garantizar la convivencia frente al barbarismo. Por el contrario, para
Calicles o Trasímaco las leyes, precisamente por su carácter convencional, son anti-naturales y deberían ser desobedecidas,
ya que representan el interés de la mayoría (los sumisos o los débiles), mientras que el fuerte debe actuar según sus impulsos
(“es mejor cometer injusticias que padecerlas”, teoría exactamente contraria a la socrática...).
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Sin embargo, Sócrates no criticó sólo a los sofistas por defender posiciones relativistas.
También realizó otras acusaciones contra ellos (sostenidas igualmente luego por Platón):
a) Son meros comerciantes del saber y no educadores. Solo les interesaba proporcionar
una enseñanza pragmática, que permitiera lograr éxito y honores políticos. Su objetivo no
era formar buenas personas, políticos honestos interesados en el bien común, sino solo
buenos ciudadanos, es decir, gente preparada para triunfar en la vida política y, de este
modo, lograr fama y dinero, sin preocuparse realmente por la verdad.
b) Hacen de la razón una mera técnica para la discusión y la victoria en la Asamblea, pero
dejando de lado el contenido de verdad y de moralidad de las tesis defendidas.
c) Utilizan un método de enseñanza que permite más inculcar ideas en los oyentes que
hacerles progresar en el conocimiento. Frente a la mayéutica de Sócrates, los sofistas
enseñaban dando grandes discursos ante un selecto auditorio que permanecía generalmente
pasivo.
a) La cuestión del método: ironía y mayéutica: con el término griego mayéutica se
alude al método socrático de enseñanza basado en el diálogo entre maestro y discípulo cuya
finalidad es apresar conceptualmente la esencia o rasgos universales de las cosas: la justicia,
la virtud, el bien... La palabra proviene de maieutiké (arte de las comadronas) y consiste
esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento y salir de la ignorancia. El
método tiene las siguientes fases:
1ª) Se empieza planteando alguna cuestión en forma de pregunta: ¿qué es la justicia?,
¿qué es la virtud?... Esta pregunta suele constituir el tema del diálogo.
2ª) Un interlocutor ofrece una respuesta que inmediatamente es problematizada o
discutida por el maestro y el resto de participantes.
3ª) Se llega así a la fase irónica: predomina la confusión pues se muestra cómo un tema
que se creía resuelto o de fácil solución no es tal. Los participantes deben reconocer su
ignorancia y una vez aceptada ésta, es decir, asumida, han de retomar la búsqueda (“Solo sé
que no sé nada”) de la definición propuesta.
4ª) A partir de aquí, la virtualidad del método radica en lograr una paulatina elevación
en el conocimiento para escapar de la ignorancia consciente. Se van ofreciendo definiciones
cada vez más precisas, y, a la vez, genéricas del objeto disputado.
5ª) La discusión concluye cuando el discípulo, con la ayuda del maestro, alcanza el
conocimiento preciso, que se plasma en la obtención de una definición universal de la
cuestión disputada. Esto no se consigue siempre y algunos diálogos finalizan sin haber
logrado tal objetivo, como sucede en los llamados diálogos aporéticos.
Este método filosófico, el único válido para Sócrates, obliga al alumno o discípulo a tomar
parte activa en el proceso de aprendizaje, pues debe sacar respuestas desde sí mismo y
confrontarlas y argumentarlas críticamente.
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b) El rechazo al relativismo sofístico: el intelectualismo moral: Como ya se ha dicho,
Sócrates estuvo siempre en contra del relativismo ético defendido por los sofistas. Pensaba
que si cada uno entiende por justo y por bueno una cosa distinta (el placer, el dominio del más
fuerte, lo que impone la tradición propia…), si para cada uno las palabras “bueno” y “malo”,
“justo” e “injusto” poseen significados distintos, entonces la comunicación y la posibilidad de
entendimiento entre los seres humanos terminará siendo imposible. ¿Cómo decidir en la
Asamblea si una ley es justa o no, cuando cada uno entiende algo distinto por “justo”? La
tarea más urgente es la de restaurar el valor del lenguaje como vehículo de significaciones
objetivas y válidas para toda la comunidad humana Para ello se hace necesario tratar de
definir con rigor los conceptos morales, empresa a la que Sócrates dedicó toda su vida.
El resultado de esa labor fue el llamado intelectualismo moral, expresión que alude a la
postura ética defendida por Sócrates. Sus características fundamentales son las siguientes:
1ª. El intelectualismo moral es una ética cognitivista porque considera que el
conocimiento es absolutamente fundamental en el ámbito de la acción humana, y que solo
quien lo posee puede obrar correctamente. Para Sócrates, la voluntad no es suficiente para
ser buena persona, no basta con querer serlo. Es absolutamente necesario saber cómo hay
que actuar para serlo.
2ª. El conocimiento al que Sócrates se refiere como condición necesaria para poder
actuar bien no es el conocimiento general, sino uno muy específico: el conocimiento de la
esencia de realidades tales como la justicia o el bien. Solamente sabiendo qué es la justicia
se puede ser justo, solamente sabiendo qué es lo bueno se puede obrar bien. Esta es la tesis
fundamental del intelectualismo moral, entendida como doctrina moral que identifica la
virtud con el saber.
3ª. Sócrates tomo siempre el saber productivo-técnico como modelo para su teoría
moral. Igual que solo es capaz de hacer bien un zapato la persona que controla y domina el
arte de la zapatería, es decir, que sabe cómo hacer un zapato (qué materiales usar, cómo
coserlos etc…), solo quien sabe lo que es la justicia podrá hacer leyes justas.
4ª. El intelectualismo moral llevado al extremo conduce a una paradoja. Un arquitecto
es aquel que sabe hacer edificios. Por tanto, aquel que sabiendo hacer bien un edificio lo
hace mal intencionadamente es mejor arquitecto que el que lo hace mal porque no sabe
hacerlo bien. ¿No habrá de afirmarse entonces que la persona que obra injustamente
sabiéndolo es más justo que el que lo hace por ignorancia? La respuesta que Sócrates
ofrece a esta paradoja (contenida en el diálogo platónico Hipias Menor) es, a primera vista,
desconcertante. Reconoce que la paradoja es correcta, pero precisamente por serlo plantea
un caso teóricamente imposible: nadie obra mal sabiendo que obra mal, y ante cualquier
ejemplo real o hipotético que se le plantease Sócrates respondería lo mismo: que esa
persona no sabía realmente que obraba mal, por más que pensara que lo sabía: de haberlo
sabido de verdad, no podría haber obrado mal.
5ª. Una consecuencia decisiva del intelectualismo moral es que en esta teoría no hay
lugar para las ideas de culpa, y mucho menos, de pecado. El que obra mal no es en
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realidad culpable sino ignorante. No hay buenas ni malas personas, sino personas sabias y
personas ignorantes.
IMPORTANT
IMPORTANTE
El intelectualismo moral no es
una doctrina exclusivamente
socrática. Fue, en líneas
generales, la forma griega de
entender la moral. Platón, el
más célebre discípulo socrático,
lo aceptará sin dudar cuando
identifique la culpa con la
ignorancia. Aristóteles, por su
parte, aunque matizó un poco el
intelectualismo
continuó
aceptando el papel fundamental
que el saber juega para la
virtud: saber qué es la justicia
es necesario, aunque no sea
suficiente, para ser justo.
Incluso las escuelas del
helenismo griego (hedonismo,
estoicismo…) mantuvieron una
clara orientación intelectualista.
Con
la
aparición
del
Cristianismo, cambiará el modo
de entender la moral…
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