Para darnos una idea de la magnitud de la obra, tendremos que echar mano de las fastidiosas,
pero necesarias cifras referentes a las cantidades de las distintas materias que han sido
necesarias para llevar a cabo esta labor.
Comenzaremos diciendo, que se han invertido cinco meses de trabajo para la elaboración
previa de las figuras y piezas; castillo, casas, palacios, cascada, montañas, palmeras, arcos
para el acueducto, pozos, puentes… etc.
Terminadas dichas piezas, es necesario ensamblarlas y “pegarlas” con chocolate líquido que
se mantiene atemperado, para ir formando el conjunto de esta obra de arte.
Y para montarla, se ha necesitado un mes trabajando muchas horas diarias.
En total, han sido necesarias unas tres mil horas de trabajo repartido entre siete personas:
Francisco Romero Ruiz y su esposa, Mari Carmen Martín Díaz; José y Rafael Galván
Fernández –gerentes de la empresa– ; y los chocolateros, José Castellano Muñoz, Asunción
Barrena Álvarez y Mari Luz Muñoz Jurado.
En cuanto a las cantidades de las principales materias que se han utilizado para dar vida y
hacer realidad esta exquisita Ciudad de más de setenta metros cuadrados de extensión, hay
que destacar lo siguiente:
Unos 3.000 Kg. de chocolate puro en sus variedades de:
negro, blanco y con leche
500 Kg. de mazapán
50 Kg. de almendra
15 Kg. de nueces
2 Kg. de Canela
200 Kg. de miel (para la cascada, el río y el lago)
En este reportaje fotográfico que sigue, se ha querido mostrar en primer lugar, el proceso de
elaboración de las piezas modeladas con grandes y gruesos trozos o tabletas de chocolate, y
una vez conseguido esto, enseñarles a ustedes cual es el resultado final del esfuerzo que ha
debido hacerse para culminar esta obra de arte efímera, que este año presenta un diseño
totalmente distinto y renovado, en el que se nos muestra una ciudad de chocolate con un
castillo y una montaña unidos por un acueducto romano que vierte miel por una cascada a un
río, cuya corriente va a parar a un lago donde nadan unos cisnes blancos.
La dulce y magnífica obra de arquitectura de esta Ciudad hecha de chocolate, es un trabajo
muy laborioso y delicado que para su ensamblaje, necesita de la destreza de los grandes
expertos como en este caso lo es Paco Romero, y de la habilidad y la maña del equipo de
mujeres
y
hombres
maestros
chocolateras
del
obrador
de
La Estepeña.