¿La vía negativa al crecimiento?

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ECONOMÍA / POLÍTICA
¿La vía negativa al crecimiento?
POLÍTICA MONETARIA/ Hay tres billones de dólares que ofrecen tipos negativos en el mundo. Es un escenario que se podría
convertir en una nueva normalidad si las economías avanzadas padecieran un estancamiento prolongado.
En los seis últimos años, la política monetaria se ha vuelto
cada vez más heterodoxa,
pues los bancos centrales han
aplicado políticas de tipo de
interés cero, relajación cuantitativa, relajación crediticia,
orientación sobre las políticas
monetarias e intervención ilimitada en los tipos de cambio,
pero ahora ha aparecido la
más heterodoxa de todas
ellas: los tipos de interés nominales negativos.
Semejantes tipos predominan actualmente en la zona
del euro, Suiza, Dinamarca y
Suecia y no son sólo los tipos
de interés principales los que
son negativos en términos
normales: unos tres billones
de dólares en activos en Europa y Japón, con vencimientos
a diez años nada menos (en el
caso de los bonos estatales
suizos), tienen ahora tipos de
interés negativos.
A primera vista, parece absurdo: ¿por qué habría de
querer alguien prestar dinero
con un rédito nominal negativo cuando podría sencillamente conservarlo en metálico y al menos no perder en
términos nominales?
En realidad, los inversores
llevan mucho tiempo aceptando réditos reales negativos
(ajustados a la inflación).
Cuando se mantiene una
cuenta corriente en un banco
con un tipo de interés cero
–como hacen la mayoría de las
personas en las economías
avanzadas–, el rédito real es
negativo (el rédito nominal cero menos la inflación); dentro
de un año, sus saldos de caja
servirán para comprar menos
bienes que en la actualidad y,
si tenemos en cuenta las comisiones bancarias que se imponen a dichas cuentas, el rédito
nominal efectivo era negativo
antes incluso de que los bancos centrales optaran por tipos nominales negativos.
Dicho de otro modo, los tipos nominales negativos hacen que el rédito sea más negativo de lo que ya lo era. Los
inversores aceptan los réditos negativos por la comodidad de mantener saldos de
caja, por lo que, en cierto sentido, los tipos de interés no-
Réditos negativos
Aparte de los pequeños ahorradores, los bancos que mantienen la liquidez de un exceso de reservas necesarias no
tienen otra opción que aceptar los réditos nominales negativos que imponen los bancos centrales; de hecho, no
podrían mantener, manejar y
transferir esos excedentes de
reservas, si los conservaran en
metálico, en lugar de en una
cuenta con rédito negativo en
el banco central. Naturalmente, es así sólo mientras el tipo
de interés nominal no sea demasiado negativo; de lo contrario, conservar el dinero en
metálico –pese a los costos de
almacenamiento y seguridad– empieza tener mas sentido.
Pero, ¿por qué habrían de
aceptar los inversores un rédito nominal negativo durante tres, cinco o incluso diez
años? En Suiza y en Dinamarca, los inversores quieren
contar con una divisa que esperan que se aprecie en términos nominales. Quien hubiera tenido activos en francos suizos con un rédito nominal negativo justo antes de
que el banco central abandonara su vinculación con el euro a mediados del pasado mes
Cuando un exceso
de ahorro se disputa
unas escasas
inversiones, los tipos
de interés caen
Cuanto más se
aplacen las políticas
de estímulos, más
tiempo tendremos
tipos negativos
Efe
Nouriel
Roubini
minales negativos no son una
novedad.
Además, si la deflación llegara a consolidarse en la zona
del euro y otras partes del
mundo, se podría relacionar
un rédito nominal negativo
con un crédito real positivo.
Así ha sido durante los veinte
últimos años en el Japón, por
la deflación persistente y los
tipos de interés cercanos a cero de muchos activos.
Aun así, se podría pensar
que tiene sentido conservar el
dinero en metálico directamente, en lugar de un activo
con un rédito negativo, pero
conservar el dinero en metálico puede ser arriesgado, como
comprobaron los ahorradores
griegos, preocupados por la
seguridad de sus depósitos
bancarios; después de guardarlos bajo sus colchones o en
sus paredes; el número de robos a mano armada en las casas aumentó marcadamente y
algunas cantidades fueron devoradas por roedores.
Así, pues, si se incluyen los
costos de conservar el dinero
en metálico con seguridad –y
los beneficios de extender
cheques–, tiene sentido aceptar un rédito negativo.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
de enero habría podido conseguir un rédito del 20% de la
noche a la mañana; un rédito
nominal negativo es un pequeño precio que pagar por
una gran ganancia de capital.
El dinero en metálico
puede ser peor que
un tipo negativo,
por los robos y las
quiebras bancarias
Los activos suizos
tenían réditos
negativos, pero se
apreciaron un 20% de
la noche a la mañana
Y, sin embargo, los réditos
negativos de los bonos están
dándose también en países y
regiones en los que la divisa
está depreciándose y es probable que lo haga aún más, incluida Alemania, otras partes
centrales de la zona del euro y
el Japón. Así, pues, ¿por qué
conservan los inversores semejantes activos?
Muchos inversores a largo
plazo, como las compañías de
seguros y los fondos de pensiones, no tienen otra opción,
pues están obligados a conservar bonos seguros. Naturalmente, los réditos negativos
hacen que sus balances sean
más frágiles: un plan de pen-
siones con beneficios determinados de antemano necesita réditos positivos para no
perder y, cuando la mayoría
de esos activos producen un
rendimiento nominal negativo, semejantes resultados resultan cada vez más difíciles
de conseguir. No obstante, en
vista de las obligaciones a largo plazo (títulos y beneficios),
su mandato consiste en invertir sobre todo en bonos, que
entrañan menos riesgo que las
acciones u otros activos inestables. Aun cuando sus réditos
nominales sean negativos, deben atenerse a la seguridad.
Además, en un ambiente
contrario al riesgo, cuando los
inversores son reacios al riesgo o cuando las acciones y
otros activos de riesgo están
sujetos a la incertidumbre del
mercado o del crédito, puede
ser mejor conservar los bonos
con rendimientos negativos
que unos activos más inestables y con mayor riesgo.
Naturalmente, con el tiempo los rendimientos nominales y reales negativos pueden
mover a los ahorradores a
ahorrar menos y gastar más y
ése es precisamente el objetivo de los tipos de interés negativos: en un mundo en el
que la oferta supera a la demanda y un exceso de ahorro
se disputa unas escasas inversiones productivas, el tipo de
interés en equilibrio es bajo, si
no negativo. De hecho, si las
economías avanzadas padecieran un estancamiento prolongado, un mundo con tipos
de interés negativos tanto a
corto como a largo plazo podría llegar a ser la nueva normalidad.
Para evitarlo, los bancos
centrales y las autoridades fiscales deben aplicar políticas
que hagan arrancar el crecimiento e induzcan una inflación positiva, lo que, paradójicamente, entraña un período
de tipos de interés negativos
para inducir a los ahorradores
a ahorrar menos y gastar más,
pero también requiere estímulo fiscal, en particular inversión pública en proyectos
de infraestructuras productivos, que rinden más que los
bonos utilizados para financiarlos. Cuanto más se aplacen esas políticas, más tiempo
pasaremos en un mundo invertido de tipos de interés nominales negativos.
Presidente de Roubini
Global Economics
y profesor de Economía
en la Escuela Stern
de Administración
de Empresas de la
Universidad de Nueva York
5 Project Syndicate, 2015
Impreso por Joan Lopez Alegre. Propiedad de Unidad Editorial. Prohibida su reproducción.
26 Expansión Lunes 16 marzo 2015
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