EL ABSENTISMO ESCOLAR: LA EDUCACIÓN COMO RETO. Acostumbramos a pensar que en educación no hay nada nuevo, que todo lo que observamos en el presente de la escuela estuvo ya en otro tiempo, y seguramente tenemos razón, pero sólo en parte. Algunos fenómenos, si bien no son estrictamente nuevos, cobran significados nuevos. El absentismo escolar, en efecto, no es un problema sin pasado, pero adquiere una especial relevancia en la sociedad del conocimiento. Hasta hace no muchos años las personas con baja formación, con una historia de escolaridad corta, podían abrirse paso en la sociedad, conseguir trabajo, tener su propia familia. En la sociedad actual la formación es clave para el desarrollo económico, pero también para que cada persona pueda acceder a un trabajo, un hogar y un estilo de vida dignos. El absentismo y el abandono escolar se configuran como una puerta a la exclusión, a la marginación social y económica. Así ha parecido entenderlo La Comisión Europea, que considera la educación de los ciudadanos como un factor crítico, no sólo para aumentar la competitividad económica, sino también la cohesión social y que se plantea entre sus objetivos para el 2010 facilitar el acceso a la educación y formación a todos. Este problema educativo y social es especialmente grave en nuestro país, que ocupa el cuarto lugar en datos de abandono escolar, pero que además es el único país que, junto con Chipre, ha experimentado un aumento del mismo entre el 2000 y el 2005. del 29,2 % al 30,8 %, como tendremos posibilidad de analizar en la siguiente comunicación. Conviene aclarar que absentismo y abandono son conceptos relacionados pero distintos, la diferencia fundamental entre el absentismo y el abandono escolar, tal y como lo entiende la Comisión Europea, es que el primero se produce “en la escuela”, mientras el alumno está matriculado en el centro, el segundo se sitúa fuera de la escuela, se refiere a jóvenes de entre 18 y 24 años que no están escolarizados y que tienen como máximo el nivel de estudios de la secundaria obligatoria. El absentismo es un claro predictor del abandono escolar. El absentismo escolar es un fenómeno que reta a la escuela, que la desafía al no poder entender que se rechace la educación, siendo ésta un bien incuestionable. Cuanta mayor importancia se reconoce a la educación por parte de todos, más significación cobra el rechazo por parte de algunos. Antiguas causas del absentismo, como el trabajo infantil o el cuidado de familiares han pasado a un segundo plano en las sociedades desarrolladas. El absentismo se convierte en éstas en una respuesta del propio alumno que rechaza el sistema escolar. “El absentismo sería la manifestación de un síntoma de desapego de grupos de jóvenes con respecto a un sistema 1 curricular que no perciben como próximo o de utilidad para ellos”. Elliott, (1998). Este rechazo a la escuela como institución no representa necesariamente un desprecio a la curiosidad por aprender. Como sabemos, la escuela ha perdido el monopolio de la transmisión de conocimiento. El fenómeno del absentismo es ciertamente complejo, tanto en sus manifestaciones, como en sus causas. Encontramos grados diferentes en las formas de absentismo esporádico o selectivo de los retrasos a las primeras horas de clase, o las falta a clase en algunas horas o algunos días, al principio o final de la mañana, coincidiendo con algunas asignaturas. El absentismo crónico o severo en el que se manifiesta la ruptura con el centro, (se acostumbra a señalar este grado de absentismo cuando el alumno supera el 50 % de horas lectivas perdidas). La fobia escolar o el miedo a la escuela, que afecta a un 1% de la población. No debemos olvidar el absentismo interior o pasivo de aquellos alumnos que están en las clases, pero que no participan, no prestan atención, desconectan de las explicaciones y de las actividades, no llevan los libros u otros materiales de trabajo, no hacer los deberes, etc. Un estudio realizado en el 2005 por la Oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y el Colegio de Psicólogos, nos señalan que el 16 % de alumnos de la ESO faltaban al Centro sin justificación más de 2 días al mes, y el 24,9 % faltaban sin justificación a algunas clases más de dos días al mes. Si entendemos por absentismo exclusivamente los grados más extremos del mismo no sólo nos estaremos negando la comprensión de un fenómeno que se va construyendo poco a poco, a veces de un modo silencioso y poco visible, los alumnos que no están no molestan, sino que además estaremos limitando nuestra capacidad de detección y de intervención en un problema que debería afrontarse desde la prevención y en sus manifestaciones más tempranas. Por eso es imprescindible para poder actuar de modo eficaz contra el absentismo establecer un lenguaje común entre quienes intervienen desde distintas instancias, especialmente entre el centro educativo, la familia y los servicios municipales. Explicación de las causas: La complejidad del fenómeno del absentismo no se queda en sus manifestaciones, sino que se extiende a sus causas. Los enfoques teóricos y la investigación sobre el absentismo y el abandono escolar se han focalizado en el individuo, las características de los alumnos, sus condiciones familiares y sociales y sus conductas académicas. Como consecuencia entre los factores de riesgo social se han destacado la raza/étnia, el género, la edad, el lenguaje minoritario, el estatus socio-económico, la estructura familiar o el nivel educativo de los padres. 2 Entre los factores familiares más citados en el Informe del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (2005) señalamos: • • • • • • Pobreza y precariedad social, Familias monoparentales Familias desestructuradas Conductas de riesgo social en la familia Falta de disciplina y control de los padres Negligencia Especial interés tienen aquellos aspectos que están relacionados con las actitudes y experiencias de los padres en relación a la escuela: la discrepancia en el modelo de disciplina, normas y valores se convierten en factores de riesgo, si los padres tuvieron experiencias negativas de escolarización o mantienen creencias negativas sobre el papel de los hijos en la escuela, sobre su función social o sobre la influencia de la escuela en la movilidad social. Las familias inmigrantes pueden encontrar discrepancias entre la cultura del hogar y la cultura escolar, y este hecho genera problemas que en muchos casos se manifiestan en forma de absentismo. A esto se pueden añadir los problemas lingüísticos que limitan la comunicación y la integración escolar. Otro de los factores de riesgo asociados al absentismo escolar son los vínculos establecidos con un grupo de iguales que está fuera de la escuela, que tiene relevancia afectiva para el alumno y que presenta conductas antisociales. Dekkers y Claassen (2001) Los factores de riesgo académico se han relacionado con las bajas calificaciones, expectativas educativas bajas, las repeticiones tempranas de curso o los problemas de disciplina. Una lectura fácil, induce a considerar a los alumnos como responsables de su decisión de ausentarse o de abandonar la escuela, lo que supone culpar a las víctimas, exculpando a la escuela que nada puede hacer ante el hecho de que algunos de sus alumnos sean pobres, no tengan capacidades intelectuales para el éxito académico o no valoren la educación Esta consideración estigmatiza a algunos alumnos como “diferentes”. No deja de resultar paradójico que sea una atribución de responsabilidad a una persona, el alumno fracasado o el alumno absentista, a quien se considera en términos generales un “irresponsable”. Lo curioso es que algunos alumnos se convencen de que las cosas son así, de que está en su naturaleza ser una “nulidad escolar”. Afirmar que el absentismo está relacionado con el fracaso escolar no es descubrir nada nuevo, pero no debemos caer en la simplificaron de establecer una causalidad lineal y unidireccional entre uno y otro, es decir, 3 no sólo el absentismo es causa del fracaso escolar, sino que además el propio fracaso escolar, es causa fundamental del absentismo. Numerosas investigaciones señalan las trayectorias escolares negativas como uno de los factores de riesgo más relevantes que contribuyen al abandono escolar. El informe PISA (2001) y propia Comisión Europea (2006) señalan al rendimiento académico como uno de los predictores más significativos del abandono escolar prematuro, incluso como un factor de predicción más potente que la familia, la conducta o la personalidad del alumno. Las explicaciones parecen tejerse a la sombra de un determinismo que nos recuerda al informe Coleman y que centra la responsabilidad en el propio alumno, en su familia, o en el grupo de iguales, y, en último término, en la sociedad. Los alumnos absentistas serían el resultado de características personales, familiares y sociales “problemáticas”. El Informe Coleman, encargado por la Administración estadounidense y publicado en 1966, confirmaba la escasa influencia que ejercían los recursos educativos sobre el rendimiento si los comparamos con las diferencias debidas a las condiciones socioculturales y familiares de los alumnos. Resulta curioso observar, más allá de la reflexión sobre los factores que incitan al absentismo, cómo se produce la atribución de responsabilidades entre quienes se encuentran más próximos al el entorno educativo. No faltan ocasiones en las que se instala una queja recíproca entre la familia y la escuela por lo que no se duda en calificar de auténticas prácticas absentistas de las dos instituciones. Algunos profesores denuncian que los padres no acuden al colegio o al instituto y que son muchos los que no están pendientes de sus hijos, ni de su evolución escolar. Por otro lado, algunos padres se quejan de la falta de interés o de trabajo de los profesores. No es infrecuente encontrar que es la propia familia la que culpabiliza al hijo o a la hija, situándose fuera problema: “yo no puedo con él, “hemos tirado la toalla”, “que haga lo que quiera”, o es el centro educativo el que dice tirar la toalla ante alumnos que no quieren aprender. En este movimiento pendular la culpa va de un extremo a otro, alejando las posibilidades de entendimiento para llegar a una visión compartida y a acuerdos concretos y funcionales que permitan mejorar la educación de los hijos y de los alumnos. Tan equivocado resultaría culpabilizar en exclusiva a la sociedad, a las familias o a los alumnos, como hacer a la escuela única responsable del absentismo. Más que asumir que la causa del abandono y el fracaso escolar, 4 no hacer los deberes, no ir a la escuela, comportarse mal, radica sólo en el alumno y en sus circunstancias personales y sociales, cabe entender que también la propia escuela, su organización y funcionamiento crean condiciones que facilitan o frenan otros factores de riesgo. De hecho, cuando se pregunta a los alumnos por los motivos de su absentismo, destacan aquellos que tienen relación con la institución escolar: Prefiero hacer otras cosas No me interesan las clases Problemas personales También lo hacen otros compañeros Problemas con alguna asignatura Evitar alguna actividad del colegio No estudio Me llevo mal con algún profesor No hago los deberes 71,88 % 56,25 % 46,88 % 43,75 % 43,75 % 34,38 % 25,00 % 21,88 % 12,50 % Estudio del Defensor del Menor, 2005. Podemos integrar los distintos factores de riesgo del absentismo escolar en el siguiente esquema. Las circunstancias socioculturales, económicas, lingüística, familiares, etc, favorables a la manifestación de fenómenos de riesgo aparecen como precondiciones. Cuando estas precondiciones encuentran en el medio escolar una estructura y disposición no inclusivas o de rechazo provocan: un sentimiento de pérdida de la autoestima que alimenta el fracaso académico, la decepción ante el desacuerdo entre los intereses del alumno y los de la institución educativa, y la falta de sentido de pertenencia, lo que puede conducir a escaparse de una realidad que se percibe como hostil. Cuando este sentimiento de pérdida de la autoestima trata de compensarse con la protección o la complicidad del grupo de iguales o de la propia familia, el riesgo del absentismo es muy elevado 5 Cuadro explicativo de los factores de riesgo del absentismo, modificada de Rué Domingo J. (2004) Precondiciones (socioculturales, económicas, lingüística, familiares, etc) favorables a la manifestación de fenómenos de riesgo Características del medio escolar como entorno de inclusión (oportunidad) o exclusión (amenaza) Sentimiento de pérdida de la autoestima Desencuentro entre los intereses de los alumnos y los de la escuela Protección, complicidad y apoyo afectivo del grupo familiar y de iguales Alto riesgo De absentismo Falta de sentido de pertenencia y tendencias escapistas Detonantes primarios Detonantes secundarios El absentismo el centro educativo. Examinaremos la influencia del centro educativo en el absentismo escolar y las propuestas para evitarlo desde una perspectiva de organización escolar inclusiva a través del clima y las relaciones personales, las políticas sobre el control del absentismo y las estructuras organizativas y el currículo. El clima y las relaciones: Las relaciones entre los profesores y los alumnos son un factor que influye decisivamente en el grado de “pertenencia” que los estudiantes sienten en relación al centro escolar, para que se produzca el “enganche” con la escuela. Es más probable que los alumnos permanezcan y rindan en escuelas en las que las personas cuidan de ellos. Estas relaciones deben estar basadas en la confianza, en el respeto, la justicia y la equidad. Los alumnos fracasados y los alumnos absentistas perciben frecuentemente las escuelas como lugar ajenos en los que los profesores no cuidan de ellos ni intentan ayudarles. Marcel Pennac, profesor y escritor francés de éxito, fue un alumno zoquete, un alumno fracasado. Así describe a los malos alumnos cuando llegan a clase y la mirada salvadora del profesor “ Los malos alumnos nunca van solos a la escuela. Lo que entra en clase es una cebolla: unas 6 capas de pesadumbre, de miedo, de inquietud, de rencor, de cólera, de deseos insatisfechos, de furiosas renuncias acumuladas sobre un fondo de vergonzoso pasado, de presente amenazador, de futuro condenado. Miradlos, aquí llegan, con el cuerpo a medio hacer y su familia a cuestas en la mochila. En realidad, la clase solo puede empezar cuando dejan el fardo en el suelo y la cebolla ha sido pelada. Es difícil de explicar, pero a menudo sólo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiando, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritus, instalarlos en un presente rigurosamente indicativo.) y añade, para que el conocimiento tenga alguna posibilidad de encarnarse en el presente de un curso es necesario dejar de blandir el pasado como una venganza y el porvenir como un castigo.” (Mal de escuela) Algunos profesores consideran que no han sido preparados para encontrar en clase a alumnos que consideran que no tampoco están hechos para estar allí. Entienden su responsabilidad como enseñar a aquellos que quieren aprender y no se sienten responsables de los demás alumnos. F. Savater se refiere a la primera causa de la ineficacia docente como la pedantería pedagógica que exalta el conocimiento propio, el deseo de deslumbrar, por encima de la necesidad docente de comunicarlo. Sus conocimientos se vuelven tan evidentes y consustanciales que no pueden imaginar a quienes viven en estado de ignorancia. En cambio, la humildad del maestro consiste en alumbrar, en esforzarse en ayudar a aprender a otros. El papel del profesor es también esencial en fomentar las relaciones entre los alumnos y la ayuda entre iguales. Esto permite que los estudiantes colaboren en su aprendizaje conectando relacionalmente en una experiencia relevante, participativa y valiosa. El problema principal de los estudiantes apáticos es que carecen de un vínculo personal significativo con el profesorado y con el alumnado. Esto les impide implicarse emocionalmente y bloquea su motivación para tomar parte activa en su aprendizaje. Las políticas escolares con respecto al absentismo. Una politica de control y de penalización de las faltas de asistencia a clase contribuye a acrecentar las asistencias. Pero la aplicación de políticas de disciplina muy severas tienen un impacto negativo sobre ciertos alumnos absentistas, sobre todo cuando se sancionan con expulsiones o suspensión de la asistencia al centro. El efecto que producen es desanimar a aquellos alumnos que “no quieren aprender” y al alumno y “empujarle” hacia fuera. El problema del absentismo no puede entenderse como una pura cuestión de falta de disciplina, como tampoco muchos de los problemas de la convivencia escolar. Por más que los límites y el control sean imprescindibles en la convivencia. Su comprensión nos facilita un nuevo 7 modo de mirar los problemas de la convivencia escolar que se aleja de una hiper-reglamentación, que conduce a la despersonalización, a la ausencia de responsabilidad y al inmovilismo, y en el que las relaciones interpersonales, como hemos señalado, constituyen una clave fundamental. Cada vez se nos muestran más ejemplos de que la exclusión, el no sentirse parte, convierte en inútiles los castigos para disuadir a quienes no respetan las normas de la institución. Resulta paradójico tratar de modificar el comportamiento de los alumnos con la amenaza de la privación de algo (la asistencia a clases, las calificaciones, etc), cuyo valor no se ha despertado previamente. Los tiempos de suspensión escolar de los alumnos, aún con mayor razón los alumnos absentistas, no deberían desarrollarse fuera del centro, sino para darles apoyos y establecer trabajos cada día mientras no asistan a las clases. La organización del centro, aspectos como el tamaño, las formas de establecer los agrupamientos o la estructura organizativa, etc influyen en la posibilidad de participar, en las relaciones personales y, consiguientemente, en el absentismo. Cuanto mayor es el tamaño del centro mayor es también el riesgo de despersonalización y la necesidad de crear unidades más pequeñas, escuelas dentro de la escuela. La posibilidad de que un mismo profesor imparta clase de varias materiales al mismo grupo de alumnos facilita también las relaciones personales y el seguimiento individualizado. Del mismo modo, las medidas para reforzar los equipos docentes, interdisciplinares, de profesores que trabajan con el mismo grupo de alumnos puede ayudar a crear contextos de aprendizaje más coherentes y más próximos y evitar el riesgo de balcanización, sobre todo en los centros de secundaria. Los criterios de agrupamiento de los alumnos condicionan el clima escolar y pueden afectar a la autoestima, las expectativas y la capacidad de esfuerzo de los alumnos, y por lo tanto, al absentismo y a su desarrollo escolar. Es importante mantener la alerta en las formas de agrupamiento que diferencian a los alumnos por niveles, sobre todo cuando dan lugar a un trabajo en el aula de bajo-nivel, repetitivo y poco interesante para los alumnos. Cuando esto ocurre se refuerzan las conductas absentistas, como hemos señalado, el aburrimiento en las clases es una de las causas principales del absentismo escolar. No es posible abordar el absentismo desde la exclusión y el fracaso escolar, es preciso que el centro se plantee la raíz de la participación, de la pertenencia al grupo o al propio centro escolar para hacer posible una educación para todos. Más aún, el centro puede asumir un papel 8 dinamizador en la implicación y en la colaboración con otros agentes como las propias familias o los servicios municipales. La efectividad de las actuaciones para evitar el absentismo sólo es posible si se comparte una comprensión del fenómeno, de sus causas y del impacto que el compromiso del centro puede tener en la posibilidad de su transformación. Reflexión final. El problema del absentismo escolar es algo más que el fracaso de algunos alumnos, de sus familias o de algunos profesores, es un síntoma del fracaso de un modelo de educación y de escuela que surge para responder a las necesidades de socialización de las nuevas sociedades industriales y que desarrolla prácticas que permiten clasificar a los alumnos por lotes y por niveles en función de la edad, impartiendo un currículo estandarizado, en torno asignaturas cerradas, con pruebas estandarizadas, con periodos fijos de clase y con aulas independientes. En este modelo de escuela la diversidad no encuentra su lugar, la educación se dirige a un alumno medio que sólo existe como constructo mental. No hay lugar para la afectividad, ni para el conflicto, ni para el encuentro personal. Resulta incomprensible que la educación haya dedicado tan poca atención al conocimiento práctico de aquello que nos permite sentirnos competentes, valiosos, capaces de establecer relaciones positivas con los demás. Como consecuencia, el desarrollo de los programas educativos y de las capacidades intelectuales no han podido impedir que nos sintiésemos en ocasiones profundamente incompetentes para vivir. Nuestro éxito vital como seres humanos depende tanto de la capacidad de gestionar nuestras emociones como de la capacidad de procesar información o de aplicar nuestro conocimiento. Fernando Savater escribe en el Valor de educar que una de las principales tareas de la enseñanza siempre ha sido promover modelos de excelencia y pautas de reconocimiento que sirvan de apoyo a la autoestima de los individuos. Si la escuela renuncia a este designio los niños y los adolescentes negociarán su autoestima en otros mercados, porque humanamente nadie puede pasarse sin ella. z Crear una definición compartida de absentismo y una reflexión sobre las posibilidades del centro en la prevención y evitación del fenómeno. z Planificar las acciones facilitando la coordinación interna y externa mediante el establecimiento de relaciones con el entorno: centros educativos, mesas locales de absentismo, servicios sociales, policía municipal, ONG,s, etc. z Revisar el Plan de acción tutorial para fomentar el aprendizaje socioemocional y la cohesión del grupo. z Establecer mecanismos de coordinación entre los centros para facilitar la transición entre las etapas, especialmente entre la primaria 9 y la secundaria que faciliten el conocimiento de las características de los alumnos (capacidades, intereses y expectativas, contexto familiar, etc, así como la detección temprana del riesgo de absentismo. z Planificar acciones formativas en el Centro que permitan impulsar las líneas de mejora. z En los centros de secundaria muy grandes definir ámbitos educativos más pequeños “escuelas dentro de la escuela” que puedan adaptar el ambiente, las normas, las relaciones, y que hagan más visibles las figuras de referencia. z Potenciar la estructura de equipo de profesores que trabajan con el mismo grupo de alumnos z Trabajar la elaboración, seguimiento y evaluación de las normas como un proceso vivo para reforzar la coherencia en las líneas de convivencia z Revisar los criterios de agrupamiento para reforzar relaciones positivas entre alumnos con riesgo de absentismo con otros alumnos y con profesores. z Fomentar la participación de los alumnos a través de los delegados. z Fomentar la participación de los alumnos en las clases: Trabajo en equipo, grupos cooperativos, trabajo por pares, grupos interactivos, etc. z La planificación equilibrada de las tareas escolares “plan de deberes”. z Impulsar la frecuencia de evaluación formativa y en la corrección de las tareas, así como la participación de los alumnos en la misma (la autoevaluación y la co-evaluación). z La participación en programas de refuercen el seguimiento escolar y la realización de las tareas (PROA, Compensatoria externa, Tutoría de Tarde, etc) z Facilitar la participación de todos los alumnos en las actividades extraescolares z Facilitar la disponibilidad del material escolar para todo los alumnos z Facilitar a los padres e implicación de los padres en el acompañamiento la supervisión del trabajo escolar (agenda educativa) z Diseñar protocolos y realizar actividades de acogida al inicio y durante el curso, especialmente para alumnos absentistas (flexibilizar el currículo), apoyo de los alumnos-tutores z Reforzar las relaciones personales que refuercen la creación de apego: tutor personal, alumno-tutor. 10 z Comunicar a los padres de modo inmediato las ausencias a clase o al centro de sus hijos z Realizar seguimiento de alumnos de riesgo y de alumnos absentistas, tutor-personal, alumno-tutor z Acción formativa y de orientación con alumnos y padres de alumnos absentistas: habilidades sociales, mediación, counselling, etc. z Establecer contratos y acuerdos educativos con los alumnos absentistas y sus padres z Revisar los criterios para establecer medidas correctivas de modo que no limiten la inclusión y el seguimiento educativo. Suspensiones en las que se mantiene al alumno en el centro y con apoyo escolar en lugar de enviarles a casa. z Apoyar el trabajo de los buenos maestros y profesores Experiencia. Hace cuatro años me encontraba en un centro de secundaria de un municipio de la zona sur de Madrid impartiendo un curso sobre mejora de la convivencia. En una sesión de aquel curso habíamos hablado de la gestión del aula y el papel fundamental de las relaciones entre el profesor y el alumno para construir un clima de convivencia en la clase y en el centro. Al terminar la formación se me acercó Teresa, una profesora de secundaria de Física y Química, de expresión serena, dulce, y de unos 60 años de edad. Teresa había comentado con cierta timidez que sus alumnos no faltaban a sus clases y que además acostumbraban a trabajar en las mismas, a lo que el resto de los profesores presentes en la sesión, compañeros de Teresa, habían asentido. Teresa me dijo que, si estaba interesado, podría entregarme las reglas que guiaban su trabajo en el aula y la relación con sus alumnos, por si podía resultarme útil; le dije que sí. Al comienzo de la siguiente sesión me entregó el valioso regalo de una larga, gozosa y eficaz experiencia de vida como profesora. En un folio se podía leer lo siguiente: • • • • • • • • • • ESTAR DISPONIBLE ESFORZARSE DOMINAR LA MATERIA SER PUNTUAL ADAPTARSE COMUNICARSE PERSONALMENTE COMPRENDER RESPETAR DAR OPORTUNIDADES VALORAR 11 • EXIGIR • ACLARAR • CORREGIR Con estas trece sencillas pautas, Teresa transmitía que el modo de establecer las relaciones personales entre los profesores y los alumnos influía decisivamente en el clima de convivencia de la clase, pero además favorecía el propio trabajo escolar. Teresa había asumido por su formación y por su propio carácter, que en el encuentro personal y mediante una comunicación sincera y respetuosa, también de las emociones y sentimientos, se puede desarrollar una eficaz regulación inclusiva que acoge y crea vínculos de afecto y de pertenencia, una regulación más allá de la“hiper-reglamentación” de faltas y sanciones. Y que para conseguirlo, el profesor debe no sólo enseñar, sino enseñarse, es decir encarnar con coherencia aquellos valores o principios que trata de desarrollar en sus alumnos. Después de todo algunas cosas en educación no han cambiado tanto. Como escribe Amin Malouf. En las identidades asesinas “Es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en sus pertenencias más limitadas, y es también nuestra mirada la que puede liberarlos”. Es la mirada del maestro la que consigue que el alumno se descubra asimismo como alguien capaz de aprender. ARRIBAS ALVAREZ, J.M. 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DEKKERS Y CLAASSEN (2001) ). Dropouts: Disadvantadged by definition? A study of the perspective of the very early school leavers. Studies in Educational Evaluation, 27, 341-354 ELLIOTT, (1998) “The curriculum dimensions of Student dissafection”, en The curriculum experiment. Meeting the challenge of social change, Buckingham, Open University Press, p. 45 GONZÁLEZ GONZÁLEZ,M.T. (2006) “Absentismo y abandono escolar: Una situación singular de la exclusión educativa” Reice, vol 4, nº 1. MALOUF, AMIN. Las identidades asesinas, (Madrid) Alianza editorial PENNAC. M. (2008) Mal de escuela, Barcelona, Mondadori. PLAN PARA LA REDUCCIÓN DEL ABANDONO ESCOLAR. Ministerio de educación política social y deporte (2008) RUÉ DOMINGO J. et at. (2004) Rué, J. (2005). El absentismo escolar como reto para la calidad educativa. Nº 163. Colección: Investigación. Madrid: Secretaría General Técnica. Subdirección Genera de Información y Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. 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