Oscar Niemeyer: Arquitecto de la sociedad futura

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Oscar Niemeyer: Arquitecto de la sociedad futura
Alexis Cortés Morales
www.redseca.cl
Ha fallecido a los 104 años de edad Oscar Niemeyer, uno de los arquitectos más
importantes del siglo XX. Este “escultor del concreto armado”, como se le conoció,
cambió las bases de la arquitectura moderna, convirtiéndose, según el antropólogo
Brasileño Darcy Ribeiro, uno de sus grandes amigos, “en el hecho cultural más
importante que le ocurrió a Brasil”.
Declarándole la guerra al ángulo recto, Oscar Niemeyer fue capaz de abolir
cualquier tipo de frontera entre arquitectura y arte, definiendo a la primera
básicamente como invención. Su arquitectura de los trópicos desafiaba la noción
establecida con sus curvas y con su defensa de la funcionalidad de la belleza.
Terminó influyendo al propio Le Corbusier, el padre de la arquitectura moderna y
quien creía que la arquitectura debía proporcionar “máquinas para vivir”. Niemeyer
en su “Poema de la Curva”, sintetizó magistralmente su credo arquitectónico: “No
es el ángulo recto el que me atrae/ Ni la línea recta, dura, inflexible,/ creada por el
hombre./ Lo que me atrae es la curva libre y sensual,/la curva que encuentro en las
montañas de mi país,/ en el curso sinuoso de sus ríos,/en las olas del mar, /en el
cuerpo de la mujer preferida./ De curvas es hecho todo el universo,/ el universo
curvo de Einstein”.
Bien quedó reflejada esta idea de arquitectura en la que tal vez sea su obra más
importante, Brasilia. Inaugurada en 1960 y construida en apenas 3 años y 10
meses, la “capital de la esperanza” – como la definiera André Malraux – es un
verdadero monumento al desarrollismo latinoamericano. Ideada por el presidente
Juscelino Kubitschek para zurcir Brasil por dentro, Brasilia fue pensada como una
ciudad del futuro, centro de las decisiones que conducirían al gigante
latinoamericano por la senda de desarrollo, Brasilia fue la meta-síntesis de un
programa que pretendía hacer crecer a Brasil a un ritmo de “50 años en 5”. Con
plan urbanístico del maestro de Niemeyer, Lúcio Costa, Brasilia ganó su trazo
característico de la mano del diseño de Oscar Niemeyer en los edificios más
importantes. A cambio recibió el salario de un funcionario público. No era la riqueza
lo que le interesaba.
No sólo la arquitectura fue objeto de su revolución, lo mismo intentó con la
sociedad. Si hay algo que también fascina en la vida y obra de Oscar Niemeyer es
su compromiso y consecuencia política. El arquitecto carioca formó parte de una
generación de artistas que incorporó a su práctica una necesidad urgente de
transformación social, de solidaridad con pueblos oprimidos y de actuación en el
espacio público. Oscar Niemeyer pertenece a la misma estirpe de artistas e
intelectuales tales como Pablo Picasso, Jean Paul Sartre o Pablo Neruda. Se
extingue con él, por tanto, una parte significativa del siglo XX.
Oscar Niemeyer se hizo comunista en 1945, cuando cobijó en su estudio de Rio de
Janeiro a una veintena de militantes comunistas recién salidos de la prisión.
Impresionado con las convicciones e ideas de sus huéspedes, le entregó su estudio
al mítico dirigente Luis Carlos Prestes, “el Caballero de la Esperanza”, con las
siguientes palabras: “Prestes, quédate con ella (la casa). Tu trabajo es más
importante que el mío”. La casa de Niemeyer se convirtió en el local Metropolitano
del Partido Comunista Brasileño y, a su vez, el PCB se convirtió en la casa del
arquitecto y jamás lo abandonó. Cada vez que podía reafirmaba públicamente sus
ideas: “Unos creen en aquello que les gustaría que hubiese ocurrido, repitiendo que
el comunismo murió; otros, entre los cuales me incluyo, rechazan resueltamente
eso, convencidos de que donde exista miseria, un comunista estará cerca,
protestando”.
Políticamente perseguido por la dictadura militar de su país, Niemeyer se vio
obligado a partir al exilio. Para los militares que gobernaban su país “el lugar de un
arquitecto comunista era la Unión Soviética”, no Brasil. Para pesar de sus
perseguidores, la salida de Niemeyer del país marcó el inicio de su consagración
internacional. Aunque ya antes había ganado fama mundial con la Sede de las
Naciones Unidas, su estadía prolongada en el exterior permitió que dejara huella en
países como Francia, Italia y Argelia.
Desde luego, su ideario político y arquitectónico estuvieron expuestos a las críticas.
Incluso Brasilia fue objeto de cuestionamientos. ¿Cómo se explica una ciudad
futurista proyectada por un comunista en la cual la clase trabajadora no tiene
cabida? Aunque en el plan original había espacio para viviendas obreras, la
especulación inmobiliaria y el crecimiento desmesurado terminaron por expulsar a
los “candangos” – los obreros que construyeron la nueva capital – a las
urbanizaciones satélites, lejos de la ciudad monumental. Y es que Brasilia es
también, como dijera la escritora Clarice Lispector, “el fracaso del más espectacular
éxito del mundo”. Niemeyer pensó en una ciudad que anticiparía el futuro de un
mundo que superaría sus miserias y desigualdades, sin embargo evidentemente la
arquitectura tiene sus límites y hay cosas que por sí sola no puede cambiar.
¿Cómo pudo convivir la suntuosidad de sus construcciones con su ideario político?
Su obra artística, lejana del realismo socialista y quizá, para algunos, próxima del
lujo burgués, era, para Niemeyer también un homenaje al hombre sencillo y, en
ese sentido, una democratización del arte. Sus obras pueden ser vistas por todo el
mundo, no es necesario pagar una entrada para ver expuesta su creación en algún
museo, su obra está en la calle, un museo a cielo abierto, para el acceso de todo
aquel que quiera apreciarla. Pero, al mismo tiempo, Niemeyer no negociaba su
concepción artística: “Siempre rechacé esa idea (…) mediocre de los que insisten en
una arquitectura “más simple, más ligada al pueblo” (…) Para mí esa idea de
simplicidad arquitectural es pura demagogia, discriminación inaceptable y a veces
una timidez que sólo la falta de talento puede explicar”.
La sencillez y humildad que practicó en vida contrastan con la grandeza de su obra.
Sin embargo, no fue sólo su arquitectura, no fue apenas la creatividad de su trazo,
lo que llevó a Oscar Niemeyer a ser prácticamente eterno. Su compromiso con una
sociedad más justa, la genialidad de su obra y su arte desafiador hicieron de él un
artista completo, convirtiéndolo probablemente en el más universal de los
brasileños.
Reproducción de www.rebelion.org, 18DIC2012
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