El logro de la Budeidad en esta existencia [Fuente: Los escritos de Nichiren Daishonin, Alemania, Soka Gakkai, 2008, págs. 3-5.] Si desea liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte que ha venido soportando desde el tiempo sin comienzo, y manifestar sin falta una iluminación insuperable en esta existencia, debe percibir la verdad mística que existe en todos los seres vivos en forma inherente y primigenia. Esta verdad es Myoho-renge-kyo. Por lo tanto, recitar Myoho-renge-kyo le permitirá aprehender la verdad mística que existe de manera innata en todas las formas de vida. El Sutra del loto es el rey de los sutras, verdadero y correcto tanto en el texto como en sus principios. Sus palabras son la realidad suprema, y esta realidad es la Ley mística (myoho). Se la llama Ley mística porque revela el principio de la inclusión mutua entre todos los fenómenos y cada instante de la vida. Este sutra es, por lo tanto, la sabiduría de todos los budas. La vida, a cada momento, abarca el cuerpo y la mente, el sujeto y el mundo circundante de todos los seres animados de los diez estados, y también de los seres inanimados de los tres mil aspectos, entre los cuales se cuentan las plantas, el cielo, la tierra y hasta las ínfimas partículas de polvo. La vida, a cada instante, impregna totalmente el mundo de los fenómenos y se revela en todos ellos. Tomar conciencia de este principio es, en sí, la relación mutuamente incluyente que hay entre todos los fenómenos y la vida a cada instante. Sin embargo, aunque usted recite Nam-myoho-renge-kyo y crea en él, si piensa que la Ley está fuera de usted mismo, no está abrazando la Ley mística, sino una enseñanza inferior. ―Enseñanza inferior‖ se refiere a todas las que no son este sutra [del Loto], que constituyen doctrinas introductorias y provisionales. Ninguna enseñanza introductoria o provisional conduce directamente a la iluminación, y sin un camino directo hacia la iluminación usted no podrá lograr la Budeidad, aunque practique existencia tras existencia durante kalpas incontables. Así pues, lograr la Budeidad en esta existencia resulta imposible. Por lo tanto, cuando entone myoho y recite renge,1 debe hacer surgir la profunda convicción de que Myoho-renge-kyo es su propia vida. Jamás piense que están fuera de usted mismo ninguna de las ochenta mil enseñanzas sagradas que predicó el buda Shakyamuni a lo largo de su vida, o los budas y bodhisattvas de las diez direcciones y de las ―tres existencias‖ –el pasado, presente y futuro—. A menos que perciba la verdadera naturaleza de su vida, practicar las enseñanzas budistas no lo aliviará de los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Si busca la iluminación fuera de usted mismo, hasta el hecho de realizar diez mil prácticas o diez mil actos virtuosos terminará siendo en vano. Es como el caso de un hombre pobre que pasa los días y las noches contando el dinero de su vecino, pero no gana para sí mismo ni media moneda. Por eso, el comentario de la escuela T’ien-t’ai señala: ―Sin percibir la naturaleza de su propia vida, uno no puede erradicar sus graves faltas‖.2 Este fragmento implica que nuestra práctica se convertirá en una austeridad dolorosa e interminable, si no percibimos la naturaleza de nuestra propia vida. Y por tal motivo, a este tipo de estudiantes del budismo se los condena como ―no budistas‖. En Gran concentración e introspección, se dice que, aunque estas personas estudien el budismo, sus ideas no difieren de las que postulan los no budistas. Ya sea que invoque el nombre del Buda,3 recite el sutra o simplemente ofrende flores e incienso, todos sus actos virtuosos sembrarán en su vida beneficios y plantarán en ella las raíces del bien. Con esta convicción debe esforzarse en la fe. El Sutra Vimalakirti dice que cuando uno busca la emancipación de los budas en la mente del ser humano común, descubre que las personas comunes son entidades de la iluminación, y que los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana. Asimismo, afirma que si el corazón de las personas es impuro, su tierra también lo es, pero que si su corazón es puro, así es el sitio en que viven. No existen, en sí mismas, una tierra pura y otra impura. La diferencia sólo reside en el bien y el mal de nuestro corazón. Lo mismo ocurre con un buda y un ser humano común. Se denomina persona común a la que vive en la ilusión, pero cuando esa persona está iluminada, pasa a llamarse buda. Es como el caso de un espejo percudido, que, una vez lustrado, refulge como una joya. Una mente nublada por las ilusiones provenientes de la oscuridad primordial de la vida es como un espejo percudido; pero una vez pulida, sin falta se convierte en un espejo impecable, que refleja la naturaleza esencial de los fenómenos y el verdadero aspecto de la realidad. Haga surgir una profunda fe y lustre su espejo día y noche, con ahínco y esmero. ¿De qué manera lustrarlo? Tan sólo entonando Nam-myoho-renge-kyo. Ahora bien, ¿qué significa myo? Es sencillamente la naturaleza misteriosa de nuestra vida, momento a momento, que la mente es incapaz de comprender y las palabras no pueden expresar. Cuando examinamos nuestra mente en cualquier instante, no percibimos en ella forma o color alguno que nos permitan confirmar su existencia. Y, sin embargo, tampoco podemos decir que no exista, ya que continuamente nos surgen pensamientos dispares. Por eso, no podemos afirmar que la mente existe, pero tampoco que no existe. La vida es, verdaderamente, una realidad insondable, que trasciende las palabras y los conceptos de existencia o no existencia; no es existencia ni no existencia, y sin embargo exhibe las cualidades de ambas. Es la entidad mística del Camino Medio, que constituye la realidad suprema. Myo es el nombre que se le da a la naturaleza mística de la vida, y ho, el que se da a sus manifestaciones. Renge, que significa ―flor de loto‖, se emplea para simbolizar el prodigio de esta Ley. Si entendemos que nuestra vida, en este momento, es myo, también entenderemos que nuestra vida, en otros momentos, es la Ley mística.4 Esta comprensión es el kyo o sutra místico. El Sutra del loto es el rey de las enseñanzas, el camino directo hacia la iluminación, pues explica que la entidad de nuestra vida —que a cada momento manifiesta el bien o el mal— en realidad es la entidad de la Ley mística. Si usted recita Myoho-renge-kyo con profunda fe en este principio, con toda seguridad logrará la Budeidad en esta existencia. Por eso, el sutra señala: ―Cuando yo haya pasado a la extinción, deberéis aceptar y mantener este sutra. Quien lo haga accederá al Camino del Buda con total certeza y sin ninguna duda‖.5 Nunca dude en lo más mínimo. Respetuosamente. Mantenga su fe y logre la Budeidad en esta existencia. Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo. Nichiren Antecedentes Esta carta fue escrita a Toki Jonin en el séptimo año de Kencho (1255), dos años después de que Nichiren Daishonin diera a conocer su enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo. Por entonces, el Daishonin tenía treinta y cuatro años y se encontraba viviendo en Kamakura, sede del gobierno militar. Toki era un firme seguidor que vivía en Wakamiya, provincia de Shimosa. Recibió unos treinta escritos, entre los cuales se cuentan Carta desde Sado y uno de los tratados más importantes, El objeto de devoción para observar la vida. Toki, vasallo del señor feudal Chiba –este último, condestable de Shimosa— se había convertido a la enseñanza del Daishonin alrededor de 1254. De todos los escritos de esta época, es decir, de la década comprendida entre 1250 y 1260, éste es el que enfoca con mayor claridad los principios básicos del budismo de Nichiren Daishonin; muchos de los trabajos suyos de este período apuntan a refutar las doctrinas erróneas de las demás escuelas y a analizar cuestiones teóricas. Este breve ensayo no sólo refleja las teorías formuladas por T’ien-t’ai a partir del Sutra del loto, sino que también revela la práctica concreta para lograr la Budeidad –recitar Nam-myoho-renge-kyo—, que no se menciona en el marco teórico de T’ien-t’ai. Myoho-renge-kyo es el título del Sutra del loto, pero para el Daishonin significa mucho más; es la esencia del sutra, la revelación de la mismísima Ley suprema. En esta obra se evidencian tanto la profundidad de su pensamiento como su convicción de que Nam-myoho-renge-kyo es la única enseñanza capaz de guiar a la gente hacia la Budeidad en esta existencia. 1 ― 2 3 4 5 Entone myoho y recite renge‖ significa recitar el daimoku de la Ley mística, o Nam-myoho-renge-kyo. Comentario sobre “Gran concentración e introspección”. Como está empleado aquí, ―nombre del Buda‖ se refiere a Nam-myoho-renge-kyo. Esta frase también puede interpretarse de la siguiente manera: ―Si uno entiende que su vida es myo, también entiende que la vida de los otros es una entidad de la Ley mística‖. Sutra del loto, cap. 21.